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Contigo o sin ti

Sinopsis: Una guapa universitaria, que trabaja como camarera en un pub los fines de semana, le propone hacer un trío a su pareja, pero él es demasiado convencional.

El verano llegaba a su fin y, con él, las vacaciones estivales. Aunque Cristina no había dejado de trabajar en el pub, aún le quedaban un par de semanas para reanudar las clases en la facultad de empresariales. Habían sido unos meses tranquilos, de playa y amigos, complementados con las noches haciendo de camarera.

La veinteañera salió de la refrescante ducha. El espejo del cuarto de baño reflejaba un cuerpo de escándalo. Las gotas de agua resbalaban por su piel, morena debido a los intensos rayos del caluroso sol del sur español. Cristina pasó la toalla por sus largas piernas hasta alcanzar su sexo, adornado por una arreglada línea de vello en el monte de Venus. Continuó por su liso vientre hasta alcanzar sus considerables pechos, encumbrados por unos pezones pequeños, igual que las oscuras aureolas. Al alzar la cabeza, se reflejó su hermosura en el espejo, un rostro tremendamente atractivo que resplandecía bajo una lisa cabellera negra.

Había quedado con su chico. Marcos, al igual que ella, estaba bastante bueno. Le gustaba cuidarse y practicar mucho deporte, señal de ello era su cuerpo fuerte y fibrado, sin estar excesivamente musculado. El hombre era moreno, con el pelo corto a los lados y algo más largo y de punta en la parte de arriba. La incipiente barba y la sonrisa le daban un aspecto de pillo. Cristina y Marcos llevaban casi 2 años juntos y no hacían en absoluto mala pareja.

-¿Irás mañana a jugar a tenis? – se interesó por los planes de su novia.

-Sí, ya tengo todo el día organizado. Por la mañana he quedado con las chicas para ir de compras.

-Claro, se acaba el verano y necesitas ropa para la nueva temporada – bromeó haciendo sonreír a Cristina.

-Supongo que aprovecharemos para comer algo por ahí y luego por la tarde partido de tenis.

-Y por la noche trabajas, ¿no?

-Sí. ¿Por qué no te vienes? – le preguntó con entusiasmo.

-Pues igual me paso a tomar algo.

-Perfecto – se alegró y besó a su chico – Si esperas hasta que plegue podemos terminar la noche a lo grande – se insinuó.

Ahora fue él quien la besó a ella con más pasión si cabe.

Al día siguiente, tras la ajetreada jornada de Cristina, la camarera se encontraba en su puesto de trabajo. Sin darse cuenta, meneaba el cuerpo ligeramente al ritmo de la música mientras atendía a unos clientes.

-Qué bien te mueves… - la piropeó su compañero Dani al pasar tras ella en busca de la botella de ron.

Cristina se giró sonriendo, adulada, para observar a su pícaro compañero que siempre estaba de cachondeo. Dani era guapo, alto y moreno, con el pelo bastante corto y de punta.

-¿Qué haces al salir del curro? – le preguntó el chico que le había pedido el cubata.

A Cristina, como a la mayoría de camareras, le tiraban mucho la caña. A ella no le disgustaba que los clientes se insinuaran, incluso se divertía tonteando un poco con ellos sin llegar a nada más. Le gustaba que le dijeran cosas, eso hacía que se sintiera guapa.

-¿Es que quieres proponerme algo? – le siguió el rollo.

El joven cliente no se esperaba esa respuesta y se quedó cortado. Veía a la camarera como alguien inalcanzable y había bromeado con ella pensando que sería inmediatamente rechazado.

-Pues… no sé… - balbuceó.

-Pues cuando te lo pienses vuelves y me lo dices – le sonrió mientras le daba el cambio.

Cristina observó cómo se alejaba el inseguro muchacho. De repente, ¡zas!, una palmada en el culo.

-¡Dani! – se quejó.

-Espabila, – la picó su compañero – que se acumulan – se refirió a los clientes de la barra.

La leve sonrisa del camarero aplacó las protestas de la guapa morena.

-Igual viene mi novio esta noche así que tendrás que comportarte – le chinchó.

-¿Es que no soy todo un caballero? – bromeó mientras la cogía de la modélica cintura para pasar tras ella nuevamente.

-Eres incorregible – se volvió definitivamente para atender a un nuevo cliente.

La relación entre los dos compañeros de trabajo era muy buena. Aunque Dani se había insinuado varias veces y había intentado quedar con ella alguna vez fuera del trabajo, Cristina siempre lo había rechazado, mas la amistad entre ambos no se había visto mermada.

-¡Hola, Cris! – saludó Marcos cuando llegó a la altura de la barra donde atendía su chica.

-¡Hola! Pensé que ya no venías – sonrió, contenta por su presencia.

Después de estar charlando un rato, Cristina se disculpó:

-Perdona, pero tengo que seguir trabajando.

-Claro, yo me voy con los chicos. Luego nos vemos.

-¿Ya le has dicho de hacer un trío? – bromeó nuevamente Dani al ver cómo el novio de su compañera se alejaba.

-¡¿Qué dices?! – se desternillaba de la risa.

-Si es la única opción de que me hagas caso…

-Pues si te digo algo… flipas – lo ignoró.

-¿El qué? – se arrimó más a ella, interesado.

-Igual… luego te lo cuento – y se escabulló entre risas para seguir con el trabajo.

Dani se fijó en el cuerpazo de su compañera que lo volvía loco. Se sentía enormemente atraído por ella. Aunque lo ocultaba bajo su simpatía y sus continuas bromas, en el fondo, lo que sentía por ella era algo más que el deseo de poseerla. Se esforzó en aparcar esos pensamientos que lo habían ensimismado.

-Gola, peciosa – saludó a Cristina un cliente demasiado ebrio.

-Hola – se quedó a la expectativa tras ver la cara demacrada del hombre.

-Llevo un gato oservádote… – casi babeaba – y me ustaría echate un pol… vo.

La camarera lo despachó rápido. No le gustaba que le soltaran guarradas cuando estaban borrachos.

Marcos estaba disfrutando del ambiente y la música del local cuando se fijó en su novia. Estaba hablando con su compañero. Intrigado, se fijó en ellos detenidamente. Parecían conversar algo más que amistosamente. Una chispa de nerviosismo empezó a surgir en su interior, un cosquilleo acompañado de una opresión que le hacían bombear el corazón con más fuerza. A medida que los veía hablar, casi obviando a los clientes que se agolpaban en la barra del pub, sentía que los celos más lo dominaban. No soportaba verla hablando con otros hombres durante tanto rato, sentía un temor irracional a imaginarla sintiendo algo por otro.

-Bueno, ¿me lo vas a contar o no? – Dani se arrimó al cuerpo de Cristina hasta hacerle notar el calor de su proximidad.

La morena sonrió y no pudo evitar hacerlo más al sentir el contacto del espigado cuerpo de su compañero casi pegándose a ella.

-Te lo cuento si dejas que corra un poco el aire – bromeó.

Dani se separó inmediatamente gesticulando con los brazos como si empujara para que pasara la brisa entre sus cuerpos. Cristina se reía con sus tonterías.

-Pues… una vez hice un trío – sonrió con una aparente vergüenza que no era tal.

-¡No me digas! Eso suena interesante – y puso una de sus muecas típicas – Pero, ¿con dos tíos o con un tío y una tía?

-No, no, con dos hombres. A mí las tías no me van – sonrió.

-¡Guau! ¿Y te gustó?

-La verdad es que me lo pasé muy bien.

-¿Y repetirías?

-Ya sé por dónde vas… - Dani se rió a carcajadas.

-No me digas que no te gustaría.

-Marcos no es tan liberal…

-Bueno, por intentarlo no pasa nada – sonrió haciéndola reír a ella.

-Lo siento… - se burló de él y siguió atendiendo a la muchedumbre.

Dani se había quedado patidifuso. Aquella confesión le había abierto un halo de esperanza y le había puesto muy cachondo sólo con imaginar la posibilidad de tener sexo con Cristina… Se esforzó por no mirarla, era demasiado hermosa como para no perder los papeles y cometer una locura.

-Cristina, me marcho – Marcos se había acercado a la barra para despedirse.

-¿Qué dices? ¿Pero por qué? Aún es pronto.

Pero no obtuvo respuesta. No era la primera vez que Marcos se enfadaba con ella sin motivo y la dejaba tirada por culpa de los celos. Conocía bien esa actitud y supo que se había enfadado por su conversación con Dani. Por suerte, pensó, el mosqueo siempre se le pasaba rápido.

La noche transcurrió sin mayores novedades, como cualquier otra jornada de trabajo de caluroso verano.

-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? –se preocupó Cristina al ver a Marcos tan distante.

-Nada.

-¡Vamos! ¿No será por lo de la otra noche? – preguntó extrañada, pues normalmente no le duraba tanto el enfado por un ataque de celos.

-Es que no entiendo por qué…

-¿Estás celoso de Dani? No me lo puedo creer. Sólo somos compañeros de trabajo – rió – Y sí, nos llevamos bien. Deberías alegrarte por ello. ¿O prefieres que esté a disgusto en el trabajo?

-No. Pero tampoco hace falta que estés tan a gusto.

Aunque lo dijo hosco, a Cristina le hizo gracia y no pudo evitar reír ligeramente.

-¡No te rías! – se enfadó – Lo digo en serio.

-Vamos… si quieres podemos montarnos un trío los tres – bromeó recordando la conversación con Dani.

-Estás de coña, ¿no?

Cristina se tronchaba.

-Claro que estoy de cachondeo, pero… a mí no me importaría – sonrió irradiando todo su atractivo y aprovechando, aunque fuera de broma, para proponer el tema.

-¡Joder! – se enfadó y se marchó dando por finalizada la conversación.

-Piénsatelo – gritó Cristina, en plan coña, mientras su chico se alejaba disgustado.

Por un momento se imaginó a Marcos aceptando la propuesta. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, provocándole un acaloramiento inusitado. Era una chica bastante abierta de mente a la que le gustaba fantasear con todo tipo de situaciones y, más concretamente, con algunas de las que vivía durante la jornada laboral con Dani o algún cliente del pub. ¿Cómo sería hacerlas realidad?

Cristina encendió el ordenador para, como cada mes, acceder al blog de relatos eróticos que había descubierto hacía más de un año. Le gustaba leerlos imaginándose que era la protagonista y que lo que sucedía realmente le pasaba a ella. Pero esta vez era diferente, el relato estaba en la bandeja de entrada de su correo.

-Contigo o sin ti – leyó el título del nuevo relato – Una guapa universitaria, que trabaja como camarera en un pub los fines de semana, le propone hacer un trío a su pareja, pero él es demasiado convencional – sonrió, nerviosa, al leer la sinopsis.

A medida que avanzaba en la historia, la lívido de Cristina iba en aumento. Parecía que el autor estaba contando su vida y eso, unido a la incipiente calentura que le había provocado la propuesta a Marcos de hacer un trío, la estaba animando a tocarse.

No solía masturbarse a menudo, pero cuando lo hacía era leyendo aquel tipo de relatos. Mientras con una mano empezó a sobarse uno de sus grandes pechos de la talla 95, atendiendo convenientemente a su sensible pezón, la otra mano comenzó a hurgar dentro de los pantalones.

“(…) La morena sonrió y no pudo evitar hacerlo más al sentir el contacto del espigado cuerpo de su compañero casi pegándose a ella. (…)”

Cristina introdujo su mano dentro de la fina braga, apreciando los escasos y cuidados pelos del pubis. Sentía un cosquilleo en la entrepierna que necesitaba apaciguar. Cuando la mano llegó a su sexo, lo notó humedecido. Sintió un efímero alivio al rozarse el clítoris, pero en seguida sintió que necesitaba más caña. Se alzó, aparcando momentáneamente la lectura, y se deshizo de los pantalones y las bragas. Volvió a sentarse en frente del relato, separando ligeramente las piernas, y prosiguió con los quehaceres.

“(…) -Vamos… si quieres podemos montarnos un trío los tres – bromeó recordando la conversación con Dani. (…)”

Se acercaba a lo interesante, se acercaba a la parte que aún no conocía. La excitación había hecho que dejara de pensar en los motivos por los que alguien había podido escribir aquellos hechos con tal exactitud. Quería saber cómo avanzaba la historia, qué le sucedería a la protagonista, a ella misma.

“(…) Se acercaba a lo interesante, se acercaba a la parte que aún no conocía. (…)”

Primero fue un dedo el que se deslizó hacia el interior del ahora empapado coño de Cristina. Fue metiéndolo y sacándolo mientras se esforzaba en no perder el hilo de la lectura. A medida que leía los acontecimientos, se volvían más interesantes y morbosos, y eso la empujaba a masturbarse con más brío. Ahora eran dos dedos los que se introducían en su raja.

“(…) -Por las pintas que tienes debes tenerla bastante pequeña (…)”

Jugaba con su propio deseo, retrasando la corrida que la imaginación le regalaba, para esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos del relato. No quería terminar sin averiguar un par de cosas interesantes que la tenían intrigada.

“(…) Sintió cómo sus humedecidos labios vaginales se desplazaban a través de la tela de la braga, pringosa. (…)”

El olor a excitación y el chapoteo que producían los dedos chocando contra el chorreante coño invadían el cuarto. Sólo los leves gemidos de una animosa Cristina aplacaban el acuoso sonido.

“(…) El hombre se había deshecho de los pantalones y parecía a punto de hacer lo mismo con la ropa interior. (…)”

-Que la tenga grande – deseó – que la tenga grande…

Los acontecimientos no la decepcionaron. No quiso aguantar más. Mientras el pulgar frotaba con frenesí el hinchadísimo clítoris, los tres dedos que se había metido buscaban con ahínco el punto G que le haría explotar en una intensa corrida. No había terminado de leer el texto cuando el orgasmo la sobrevino.

Temblando de arriba abajo, aún con el regusto del placer recorriendo su relajado cuerpo, se sintió agradecida al autor del texto por regalarle una nueva corrida. “Algún día debería recompensarle”, bromeó para sus adentros mientras se acariciaba con parsimonia uno de los erectos pezones y los lubricados labios vaginales. Se quedó pensativa. ¿Será verdad y se hará realidad todo lo que dice el relato? Aunque le encantaría, no lo creía en absoluto.

Durante la semana las cosas parecían volver a la normalidad. A Marcos se le pasó el enfado por la conversación de Cristina con su compañero de trabajo y la broma del trío. Pasados los días, llegó el fin de semana y, con él, una nueva noche en el pub.

-Bueno, ¿y qué?

Cristina sonrió ante aquella pregunta de su compañero, cargada de intenciones.

-¿A qué te refieres? – se hizo la tonta.

-¿Se lo propusiste o no?

-Sí – se hizo de rogar.

-¿Y?

-Mala suerte – sonrió.

-¿En serio? ¿Quieres que hable yo con él?

-¡Claro que no! – rió por la perseverancia de Dani – No creo que se lo tomara demasiado bien – puso el semblante serio.

Dani y Marcos a penas se conocían de vista. Se habían dirigido la palabra alguna vez, pero poco más.

-¡Oye, preciosa! – un cliente la reclamaba - ¿Me atiendes?

La camarera se fijó en el hombre. Parecía algo mayor, un treintañero. Tenía media melena lacia y barba desaliñada de un par de semanas. No parecía muy atractivo.

-Dime, ¿qué te sirvo?

-Un vodka con naranja.

Cuando Cristina se giró, el hombre le dio un repaso en toda regla, observando el precioso culo al que se ajustaban los ceñidos pantalones.

-Perdona, se te ha caído – gritó para hacerse oír.

-¿El qué? – lo miró extrañada.

-La sonrisa – Cristina rió como una tonta, satisfaciendo al curtido cliente.

-¿Te gusta mi sonrisa?

-Me la pone dura.

La camarera sonrió aún más, irradiando toda su belleza.

-Para, que vas a hacer que reviente los pantalones – bromeó.

Aunque le parecía raro, a Cristina le gustaba que los clientes del pub le dijeran guarradas, siempre que estuvieran sobrios, como aquel tipo. Le ayudaba a fantasear en sus momentos íntimos.

-Entonces me pongo seria, que no quiero que montes un espectáculo – se esforzó por no sonreír.

-No te quepa duda de que lo que verías sería espectacular.

-Menos humos.

-¿No te lo crees?

No, no se lo creía, pero decidió seguirle un poco el rollo a ver hasta dónde quería llegar.

-Por las pintas que tienes debes tenerla bastante pequeña – le chinchó, recordando la frase del relato.

-Si quieres te la enseño y te cierro la bocaza – tras unos segundos – con la polla, por supuesto.

-Lo siento. Tengo novio – quiso pararle los pies, mostrando una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Y? A él seguro que le mide poco…

-Pues no se la he medido nunca, pero diría que en torno a los 17 – se sinceró, orgullosa, queriendo picarle, convencida de que aquel indeseable la tendría bastante más pequeña.

-Poca cosa, ¿no?

-Ya te gustaría…

-No – la cortó – ya te gustaría a ti probar la mía – y se alzó separándose de la barra y llevándose una mano al paquete – Es toda tuya, cuando quieras.

-Lo tendré en cuenta – quiso cortar definitivamente sin dejar de ser amable.

Cristina no perdió la sonrisa dirigiéndose a una chica joven que esperaba su turno, pero no sin antes dar un pequeño y rápido vistazo al bulto que el maleducado se estaba sobando. Con la oscuridad y la distancia, no pudo ver nada.

-¿Qué te contaba el melenas? – le ninguneó Dani.

-¿No te habrás puesto celoso? – bromeó como respuesta, haciendo reír al camarero.

-No, es que pensé que buscabas candidatos para suplir a tu novio en el trío.

-¡Dani! – se quejó chistosamente.

Aunque no le importaría en absoluto volver a sentir las tremendas sensaciones que vivió durante su experiencia haciendo un trío, esta vez con Marcos y Dani, en ningún caso se le pasaba por la cabeza hacerlo sin su chico. Aunque no sabía si era el hombre de su vida, lo quería. Y jamás le había sido infiel.

-Si él no quiere, él se lo pierde – El camarero la agarró de la cintura para pasar por detrás de ella - ¿Te lo vas a perder tú? – Intencionadamente, rozó su cuerpo contra el de Cristina, a pesar del espacio que aún sobraba para pasar holgadamente.

La mujer notó el abultado paquete que se restregó por su cintura. Echó una mirada hacia atrás para reprochárselo, pero se encontró con la pícara sonrisa de Dani y no le dijo nada. Se quedaron mirando unos instantes, hasta que ella soltó una sonrisa de circunstancias y se volvió para seguir trabajando.

A la semana siguiente, Cristina empezaba el último curso de la carrera universitaria. Los primeros días eran bastante distendidos: el reencuentro con la gente después de las vacaciones, clases que consistían en la presentación del profesor y/o el curso y poco más… Todo eso le ayudó a desconectar y olvidarse definitivamente de la propuesta del trío.

Mientras, Dani no paraba de darle vueltas al tema. Debía convencerla, era su única oportunidad de acostarse con la persona a la que amaba y estaba dispuesto a quemar todas las naves para conseguirlo.

Los días pasaron rápidos para Cristina y lentos para Dani, hasta que llegó un nuevo fin de semana de curro en el pub.

-¿¡Qué!? – preguntó Cristina ante la insistente mirada de su compañero.

-¿Hoy estás más buena que de costumbre o me lo parece a mí?

La enorme sonrisa de la camarera fue el iceberg de un cuerpazo ataviado con un elegante vestido veraniego, de tirantes y flecos a los lados que sólo tapaba hasta la mitad de unos apetecibles muslos. La fina tela de color rosa daba la sensación de poder transparentarse en cualquier momento, aunque no era el caso. Un cinturón ancho de color marrón ponía el broche a lo largo de la estilizada cintura.

-No digas tonterías. Estoy como siempre.

-Pues lo que yo decía, que estás muy buena.

-¡Anda! – sonrió, halagada, y lo ignoró fijándose en la clientela que se agolpaba esperando ser atendida - ¡Hombre, el guarrete! – bromeó al ver al treintañero de la semana pasada.

-Me llamo Saúl, pero gracias.

-Cristina.

-Tu compañero tiene razón. Estás muy buena, pero eso ya lo sabes.

-Pero me gusta oírlo – se pavoneó con gracia.

-¿Y qué más cosas te gusta oír?

-Sorpréndeme.

-Ponme un vodka con limón.

-¿Eso es todo? Vaya decepción… - puso una mueca de falsa tristeza.

-¿Y qué quieres? ¿Qué te pida dos cubatas? – la camarera se rió.

-Así que además de un guarrete, eres gracioso.

-Y tengo una polla enorme. Soy un tío muy completo.

A Cristina empezó a caerle bien.

-¿Eres de por aquí? No te había visto nunca – se interesó mientras vertía el vodka en el vaso de tubo haciendo crepitar los cubitos de hielo.

-No. Soy médico y he venido por unas jornadas sobre Derecho y Medicina legal.

-¿Médico? – se extrañó - ¿Así que eres un buen partido? – bromeó, sonriendo.

-Ya me la estás poniendo dura otra vez.

-Aquí tienes – le sirvió la copa y se retiró, obviándole, sin dejar de sonreírle.

Esa noche parecía haber más ambiente que nunca. El local estaba abarrotado y las masas se agolpaban en la barra para pedir. Cristina y sus compañeros no daban abasto.

-Menuda nochecita… - se dirigió Dani a su compañera.

-Sí, casi no hemos tenido tiempo de charlar – le sacó la lengua.

-Una lástima. Pensé que me dirías cómo van los avances para hacer el trío.

Cristina se sorprendió. Marcos no quería y ella había dado por hecho que el tema estaba finiquitado. Pero Dani no parecía pensar lo mismo.

De repente, alzó la mirada y divisó a Saúl observándola fijamente. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, una mezcla de rechazo y curiosidad por lo prohibido se fusionaron por un instante, hasta que el dedo índice recorriendo su espalda la hizo reaccionar. La caricia de Dani la pilló desprevenida.

-¿Podríamos quedar para charlar un rato después del curro? – le propuso mientras la mimaba con el dedo, ahora por la parte baja de la espalda de la mujer.

-¿Hoy has venido juguetón? – le sonrió sin darle mayor importancia mientras el índice se dirigía al trasero de la camarera.

Cristina se volvió para atender a un cliente, aprovechando para evitar la peligrosa caricia, cuando sintió la presión de aquel dedo en su ano. Una sensación de amargo placer le recorrió el cuerpo. No tuvo tiempo de echarle la bronca a Dani, que ya se había alejado para atender a una rubia espectacular que pedía en la barra. Con cara de tonta, al volver la mirada, se reencontró con la de Saúl, que esta vez estaba sonriendo. Nuevamente un escalofrío. Esta vez las sensaciones enfrentadas de rechazo y curiosidad se mezclaron con la descarada metida de mano de Dani, que parecía más atrevido que de costumbre.

-¡Morenaza! – la reclamaron un par de jóvenes - ¿nos atiendes o qué?

-Sí – espabiló.

-Que estés tan buena no te da derecho a tenernos esperando eternamente.

-Con ese par de tetas tiene derecho a lo que quiera – bromeó el otro.

-En eso tienes razón – reían a carcajadas.

Mientras servía las copas que le habían pedido los chicos, no dejaba de sentir la mirada insistente del hombre de la barba y los dos jóvenes amigos que parecían desnudarla con los ojos.

Cristina se sentía enormemente satisfecha al comprobar cómo los clientes la deseaban. Imaginar lo cachondos que los podía llegar a poner le resultaba tremendamente excitante.

-Cierra la boca que se te va a caer la baba – le sonrió al joven que se había quedado petrificado mirándole el escote.

-Cómo te gusta provocar, zorrita – le contestó el otro.

-Estáis molestando a la camarera – intervino Saúl - ¿no veis que sois demasiado críos para tanta mujer?

-¿Qué eres ahora mi guardaespaldas? – quiso quitar hierro al asunto para rebajar tensiones.

-Puto viejales…

-Vale, chicos, no quiero follones – los intentó calmar la mujer.

-¿Que quieres te folle? – bromeó uno de los jóvenes.

-Ya te gustaría… - se rió la camarera.

-No hagáis el ridículo – les vaciló Saúl – Si queréis podéis mirar cómo me la tiro, yogurines, y aprendéis del viejales.

-Vete a la mierda – y se marcharon, humillados, no queriendo entrar en mayores problemas.

-Estás loco – le reprochó Cristina.

-Por ti.

-Ya he visto que no dejabas de mirarme.

-Es que no sabes lo dura que me la llegas a poner. ¿Te gustaría saberlo?

-Me encantaría – le sonrió jocosamente – Pero mira todo el trabajo que tengo.

Un nuevo cliente le pidió unos cuantos cubatas para su grupo de amigos.

-No te preocupes, yo te espero a la salida – insistió Saúl.

Cristina rió a carcajadas.

-No, gracias. No creo que valga la pena para ver algo tan pequeño – insistió en la burla.

-Igual prefieres vérsela a tu compañero que no deja de meterte mano.

Cristina no se esperaba aquella acusación. Sorprendida, se le resbaló el abridor cuando se disponía a destapar una botella.

-Ya sé que la posibilidad de ver un buen cipote es para ponerse nerviosa, pero estate tranquila, mujer, que ahora estás trabajando – ironizó Saúl.

Cristina lo mató con la mirada.

-Yo lo recojo – avisó Dani que pasaba justo por detrás de su compañera en ese momento.

-Aprende a ser un caballero – le reprochó la morena al barbudo cliente.

El abridor había quedado entre los pies de la camarera. Dani se agachó, apoyando la mano sobre las estrellas tatuadas en el empeine de Cristina, e hizo ver que rebuscaba para encontrarlo.

-¿Qué buscas por ahí abajo? – bromeó al sentir la mano del camarero.

-Un poco de cariño – la hizo reír.

-Pues vigila, eh – le advirtió, risueña, pero desconfiada por lo ocurrido anteriormente con su compañero.

La mujer, ahora despreocupada, le dejó hacer y se dirigió al cliente que le había pedido el cubata que estaba preparando.

-En seguida me recuperan el abridor – sonrió.

Pero la sonrisa le duró poco al sentir la mano de Dani subiendo por su desnuda pierna. Lo hizo poco a poco, disimuladamente, pero podía sentir cómo se acercaba descaradamente a uno de los muslos.

-Me puedes quitar un cubito, ¿por favor? – le pidieron – Y ponme además un Red Bull.

-¿Qué pasa con ese abridor? – le reprochó bordemente otro cliente que esperaba su turno.

-¿Me atiendes cuando puedas? – le pidió una chica.

Estaba demasiado atareada como para pensar con claridad. Además, aunque no quería que aquella mano subiera más, Saúl no dejaba de mirarla y no quería evidenciar lo que estaba ocurriendo. El comportamiento de Dani no estaba siendo normal y pensó que no se atrevería a ser tan descarado. La mano se acercaba peligrosamente a su entrepierna y, a medida que lo hacía, inconscientemente, más deseaba que no se detuviera.

El corazón de Dani bombeaba a mil por hora. Seguía agachado, con medio brazo bajo el vestido de Cristina. Estaba recorriendo la suave piel de sus carnosas piernas y ella, liada con la aglomerada barra, no parecía con intenciones de pararlo. Estaba a escasos centímetros de su sexo cuando sintió la bocanada de calor que la zona desprendía.

-¿Cuánto es todo? ¿Te puedo pagar con uno de 50€? – seguían entreteniéndola.

-Ponme una coca-cola cuando puedas. Y un botellín de agua.

Intentando aparentar debido a las placenteras caricias de Dani, aguantando con estoicismo, notó la mano de su compañero asiéndole el lateral de la ingle. Sintió cómo sus humedecidos labios vaginales se desplazaban a través de la tela de la braga, pringosa. El placer la derrotó y gimió levemente al instante que el camarero se separaba de ella y aparecía, de pie, a su lado.

-El abridor – le tendió con una sonrisa de triunfalismo.

“No sabes lo que casi abres” se torturó mientras se forzaba a sonreír con la cara desencajada.

-Gracias – cogió el utensilio y lo usó para seguir sirviendo las copas mientras resoplaba intentando refrescarse en todos los sentidos.

-¿Hoy no viene tu novio? – le susurró Dani prácticamente al oído.

-No seas malo – casi le suplicó, rabiosa consigo misma por dejarse engatusar de aquella manera.

Mientras servía copas sin parar, Saúl seguía hablando con la camarera a cada instante que podía.

-No sabía que te gustaba tanto tu trabajo…

-¿A qué te refieres? – se sorprendió.

-Yo no gimo de placer cuando opero a corazón abierto – sonrió maléficamente.

El maldito enterado la había oído, pero Cristina pensó que no sabría a qué había sido debido.

-¿Tanto te ha gustado lo que te ha hecho tu amigo ahí debajo? – siguió.

-¡¿Cómo?! – se hizo la tonta, sorprendida.

-Me juego 50€ a que esta noche te echa un polvo.

-No digas tonterías – se mosqueó.

-Y 100€ a que yo participo – se rió a carcajadas.

-Eso sí me lo juego – sonrió, no queriendo darle mayor importancia al asunto.

-¡Trato hecho! – y el hombre comenzó a buscar en su cartera.

-Que lo digo de broma, tío.

La noche parecía tranquilizarse por momentos. En un instante de pausa, Cristina reflexionó sobre los augurios de Saúl. ¿Sería Dani capaz de llevársela a la cama? Se convenció que no. ¿Pero le apetecía? Desgraciadamente tuvo que aceptar que sí. Por unos segundos se enfadó con Marcos por su reticencia a hacer un trío cuando divisó a su compañero charlando con Saúl. ¿De qué estarían hablando?

-¿Qué? ¿Intentando captar candidatos para el trío? – bromeó con Dani cuando terminó de hablar con el treintañero.

-¿Te has pensado lo de quedar un rato cuando salgamos? – Cristina puso cara de circunstancias – Podríamos ir en busca de tu chico e intentar convencerlo – Ahora la morena rió - ¿Qué te parece?

-Eso no estaría mal – bromeó pensando que Dani estaba de coña.

-¡Venga! Hagámoslo – sugirió entusiasmado.

Aunque era una locura, le gustaba la idea, mucho. Pero estaba convencida de que Marcos no aceptaría. Es más, sabía que se enfadaría.

-Estás loco.

-¿A ti te apetece o no?

No quería contestar a esa pregunta.

-Pero con una condición – sonrió, nerviosa – Déjame que se lo proponga yo y si no acepta no insistes más. ¿Trato hecho?

Dani dudó. No quería perder la oportunidad aceptando un trato que podría ser aún más provechoso. Su mirada se cruzó con la de Saúl por un instante. Aceptó.

-Trato hecho – y le acarició el costado con descaro – Lo pasaremos bien.

“No lo dudo”, pensó Cristina, con ganas de marcha después de todo lo que había pasado esa noche. Pero, una vez convencida ella, quedaba lo más difícil, convencer a Marcos.

Cristina esperaba en la calle a que Dani pasara a recogerla con el coche. Algunos de los clientes del pub más rezagados la habían lisonjeado con los últimos piropos de la noche, lo suficiente para animarla en la difícil tarea de seducir a Marcos hasta el punto de hacerle desear el trío.

-¿Estás esperando a alguien, preciosa? – preguntó Dani al bajar la ventanilla del coche que se había detenido frente a la hermosa mujer.

-A ti, tonto – le sonrió, sugerente.

El silencio reinaba en el vehículo debido a la tensión del momento. Sólo se escuchaba la música tecno que sonaba en la emisora de radio.

La mano derecha de Dani, apoyada en el cambio de marchas, se desplazó ligeramente hasta entrar en contacto con la pierna izquierda de Cristina, justo por encima de la rodilla.

-¿Tu novio es bueno en la cama? – rompió el silencio.

-¿Te estás poniendo nervioso? – se burló.

La cachondez del conductor era máxima. Estaba a punto de conseguir su anhelado sueño y la permisividad de Cristina parecía una buena señal. Se arriesgó a acercar un poco más la mano a la entrepierna de ella, recorriendo su excitante muslo.

-En el sexo es bueno, pero no lo mejor que he probado – respondió con picardía mientras le agarraba la mano, deteniéndolo en sus intenciones.

-¡Vamos! – se quejó - ¿Ahora te vas a hacer la estrecha?

-Hasta que Marcos no acepte, las manos quietas – se esforzó por parecer convincente.

Debido a la amalgama de sensaciones, Cristina no se había percatado que Dani parecía haberse equivocado de camino hasta que fue demasiado tarde. En su cabeza estaban las atenciones de su compañero durante toda la noche, las guarradas de Saúl, las ideas sobre cómo convencer a Marcos, la excitación por lo que estaba a punto de suceder…

-¿Qué hacemos aquí? – preguntó extrañada cuando Dani paró el coche frente a un hotel de 5 estrellas.

-Ven – le instó – que tengo que pasar a buscar algo.

-¿En este hotel? – se extrañó.

Mientras Cristina caminaba en busca del número de habitación que Dani le había indicado, su compañero la seguía, observando su preciosa figura.

-Me muero de ganas por ver lo que hay debajo de ese vestido.

-Esta noche ya has estado rondando por ahí cerca – le recriminó.

-Tú tampoco has hecho mucho para detenerme.

-¿Y qué querías que hiciera?

-Justo lo que has hecho – la rodeó por la cintura con un brazo.

-Es aquí – repuso, dejándose abrazar – la 138.

-Pica – le pidió mientras se arrimaba más a la morena, haciéndole sentir nuevamente el paquete estrujándose contra su cuerpo.

-Dani… joder… aguanta un poco.

La mujer picó a la puerta con los nudillos mientras el hombre le acaricia el costado, justo por debajo de la axila, muy próximo a su pecho. Tanto roce la estaba haciendo desear que todo estuviera planeado y fuera Marcos el que… Al ver a Saúl abriendo la puerta, se le vino el mundo abajo.

-Pasad, chicos.

-¿Qué coño significaba esto? – se preocupó, separándose instantáneamente del hombre que la estaba sobando.

-Tú y yo sabemos que hablar con Marcos es una pérdida de tiempo…

-No pienso montarme un trío con este tío – se refirió al inquilino de la habitación.

-No hace falta que participe si no quieres… - Dani alargó un brazo y amasó uno de los grandes pechos de la mujer.

Aquel dulce contacto electrocutó el cuerpo de Cristina, deseosa de más caricias como aquella. Era la primera vez que su compañero la tocaba con tal descaro y se murió de gusto.

-El trato era hacerlo con Marcos… - se resistió, apartando la mano de su compañero, haciendo uso de toda la fuerza de voluntad que pudo.

-¿Y qué más da? Si estabas dispuesta a hacerlo es porque no te importaría ver lo que guardo aquí.

Dani agarró la mano de su compañera y la llevó hasta su entrepierna. La mujer sintió el enorme paquete de su amigo y, mordiéndose sensualmente el carnoso labio inferior, se murió de ganas de ver lo que ahí se escondía.

-Por mí no os cortéis – les indicó Saúl mientras se sentaba en un cómodo sillón, observándolos.

-¿Qué eres, un mirón? – le sonrió Cristina mientras no dejaba de sobar la entrepierna de Dani, quien ya le había soltado la mano hacia unos segundos.

-Yo soy lo que tú quieras.

-Pues quiero que seas un buen chico y te estés quietecito.

El alto camarero retiró la mano de la mujer para bajarse la cremallera del pantalón. Cristina lo observaba con expectación. Le daba la impresión de que no debía tenerla pequeña precisamente y, aunque la situación se le había ido de las manos, ya no quería perder la oportunidad de verle el pito a Dani.

-Guau… - esbozó al ver el extenso y fino pene completamente erecto que apareció ante sus ojos.

Aunque no era la polla más larga que había gozado era más grande que la de Marcos, rondando los 20 centímetros. Las pocas dudas que le quedaban a Cristina se disiparon al instante. Le gustaban grandes como aquella, siempre las disfrutaba más y, casi como atraída por un imán, se acercó al miembro de su compañero.

-Por fin lo has conseguido… - le susurró antes de acariciarle la verga.

-Nunca es tarde si la picha es buena – bromeó Saúl desde su cómodo sofá, provocando la risueña mirada de la hermosa mujer, que le sacó la lengua.

La mano de Cristina recorrió la suave piel del alargado cipote, sintiendo su extraordinaria rigidez y descapullando el blanquecino glande. Al verlo aparecer, abriéndose paso a través del prepucio, no pudo evitar acercarse para darle un primer lametón. La mano siguió masturbando el enorme falo mientras comenzaba a rodear el glande con la lengua. En seguida comenzó a rodearlo con los labios sin dejar de lamerlo. Completamente desinhibida, se esmeró por hacerle una buena mamada.

Concentrada en saborear el gustoso pollón, con la punta de la verga presionándole la garganta, oyó como Saúl se removía en el asiento. Temerosa por lo que pudiera hacer, lo observó de reojo. El treintañero se estaba abriendo la bragueta, sin levantarse del sillón. Metió una mano por la apertura y comenzó un sospechoso movimiento que evidenciaba lo que estaba haciendo. Cristina sonrió y dejó de fijarse en el hombre de la desarreglada barba.

Dani se había bajado los pantalones y los calzoncillos, que ahora estaban a la altura de sus tobillos. La mujer aprovechó para alzar la magnífica verga, agachándose ligeramente para alcanzar los testículos del hombre, saboreándolos con sumo deleite. Mientras, no dejaba de masturbar la punta de la polla que sobrepasaba la altura del ombligo de Dani, quien había comenzado a regalarle caricias a lo largo de la espalda, primero por encima del vestido y, después, por debajo.

Nuevos sonidos provenientes del lugar que ocupaba Saúl la volvieron a alertar. Alzándose ligeramente y separándose del miembro de Dani, sin dejar de pajearlo, giró el rostro para observar al deslucido treintañero. El hombre se había deshecho de los pantalones y parecía a punto de hacer lo mismo con la ropa interior.

Iba a verle el pene e, inconscientemente, deseó que lo tuviera grande, tal y como había alardeado. Cuando vio el monstruoso pollón se quería morir. Un sonido de gusto se le escapó, acompañado de un rostro desencajado debido a la mueca de satisfacción.

-Creo que ha llegado el momento de cerrarte la bocaza… – le soltó el descarado inquilino de la habitación.

-… con la polla, por supuesto – sonrió recordando aquellas mismas palabras.

Arrodillada como estaba, se acercó al dueño de aquello, sin soltar la verga de Dani, a quién guió hacia Saúl.

-¿Me dejas? – aparentó una inocencia que no tenía.

-Toda tuya, ya lo sabes – contestó Saúl apartando la mano con la que se estaba masturbando.

Cristina envolvió el grueso falo con la mano. Estaba morcillón y casi no podía rodearlo. Subió y bajó la piel del pene, sintiendo el excitante tacto carnoso que empezaba a endurecerse. El descapullado glande, de un grosor desproporcionado, tenía un tono rosado y brillaba ligeramente debido al líquido preseminal que ya se había esparcido por la zona. En pocos segundos, tenía entre manos un vigoroso pollón de 30 centímetros. Nunca había visto algo tan grande.

Tras unos segundos masturbando a los dos sementales, uno sentado en el sillón y otro de pie, decidió llevarlos a una zona más cómoda. Los dos hombres se sentaron en la cama, uno al lado del otro, y Cristina pudo acceder a los dos pollones sin problemas.

Mientras pajeaba a Dani con la mano izquierda, haciendo resonar el montón de pulseras que portaba en la muñeca al golpearse entre sí, con la mano derecha alzó el enorme cipote de Saúl, encarándolo hacia su boca. La abrió y comenzó a engullir lo que pudo. El grueso glande y el venéreo tronco le rellenaron completamente la cavidad bucal. Cuando se retiró del pollón, blanquecinos hilillos de saliva quedaron colgando entre su boca y la verga. Se ayudó de la mano para recoger las babas y restregarlas por el descomunal miembro. Ahora, sin dejar de masturbar al del pelo largo, se dedicó a comerse la otra polla. Y así fue alternando entre los dos machos.

Mientras se la mamaba a Saúl, fue Dani el que rompió el cuadro, levantándose y colocándose detrás de la espectacular tía buena. El hombre alzó el vestido de Cristina, descubriendo el culo en pompa de la mujer que estaba arrodillada.

-Qué ganas tenía de ver esto…

La morena miró de reojo a su compañero, sonriendo, sin dejar de chuparle la polla al otro.

La verga de Dani dio un par de respingos al observar el pequeño tanga que cubría lo justo. Acarició una de las nalgas y deslizó la mano hasta el lateral de la ingle, como ya hiciera horas antes en el pub. El hombre introdujo un dedo bajo la tela, sintiendo el viscoso tacto, y lo movió recorriendo el sexo de una mujer que comenzaba a suspirar sin dejar de engullir carne de polla. Retiró ligeramente la braga a un costado y observó los cristalinos labios vaginales de la camarera, completamente lubricados. Acercó el rostro y lamió el sabroso manjar. Primero recorrió el esponjoso coño con la lengua un par de veces y finalmente usó los labios para comérselo todo.

Dani se sentía pletórico, eufórico por conseguir a la mujer que tanto había deseado. Casi no le importó compartirla. Sabía extraordinariamente bien y casi se corre haciéndose una paja mientras le comía el coño. Frenó las ansias y decidió follársela cuanto antes, temeroso de perder la oportunidad.

Cristina notó cómo la enorme verga de su amigo se encaraba para penetrarla. Deseosa, abrió ligeramente las piernas para facilitarle el trabajo. Mientras succionaba los huevos de Saúl, sintió los 20 centímetros de rabo adentrándose en su cueva poco a poco. Dani se movía bien, demasiado bien, tal vez. Estaba alcanzando cotas de excitación que no recordaba haber vivido con Marcos. Si su compañero seguía con aquel ritmo alcanzaría el orgasmo en breves instantes. Cachonda como nunca, se introdujo la verga del barbudo hasta la campanilla. Cuando Dani se la metió hasta los huevos explotó corriéndose salvajemente. Se sacó el pollón de la boca y gimió como nunca antes debido al inconmensurable placer alcanzado.

-¿Me dejarás que te llene de polla también este coñito? – Saúl alargó el brazo para manosearle la húmeda entrepierna a Cristina.

La mujer dudó. No sabía cómo se había metido en ese embrollo. Había salido del pub con la esperanza de hacer un trío con Marcos y Dani y ahora se estaba follando a su compañero y aquel indeseable. Observó la enorme verga y supo que no podría renunciar a ella.

-Supongo que tendrás condones – lo paró agarrándole las greñas de la media melena.

-¿Y qué pasa con Dani? – se quejó el aludido.

-A ti no te conozco de nada – se excusó.

Antes de que el hombre contestara, el amigo de Cristina le lanzó un preservativo.

-Lo sé, soy todo un caballero – bromeó Dani haciendo reír a los otros dos.

Mientras el inquilino de la habitación del hotel se enfundaba la goma, Cristina se deshizo del vestido y la ropa interior. Los dos hombres se quedaron embobados observando su endiosado cuerpo.

-Qué buena estás, ¡joder! – chistó Saúl, estirándose sobre el colchón.

La mujer se subió a la cama, a horcajadas sobre el hombre. Cristina flexionó las rodillas abriendo el coño a medida que se acercaba al pollón que iba a empalarla. El orondo glande se abrió paso con firmeza a través de los labios vaginales de la mujer. Acto seguido fue rasgando el interior del sexo de la hembra, haciéndola ver las estrellas. No se había sentado sobre los huevos de Saúl cuando sintió que el mástil tocaba fondo. Un grito de lujuria fue el paso previo al vaivén sobre semejante pollón. Cristina se deshacía. No tardó en alcanzar el segundo orgasmo.

Dani se unió a la fiesta subiéndose al lecho, a la espalda de su compañera. Los besos en el hombro y las caricias en la parte baja de la espalda fueron los pasos previos antes de comenzar a dilatar el ano de Cristina que parecía permisiva. Tras penetrarla poco a poco por la parte de atrás con los dedos, cuando lo consideró oportuno, encaró la polla hacia el culo de la mujer. Empujó ligeramente, con cuidado, sintiendo como se introducía satisfactoriamente.

El flash fue inevitable. La doble penetración que estaba comenzando a gozar le recordó a su anterior experiencia con dos hombres, aunque no tan bien dotados como Saúl. La gorda polla que ahora residía en el interior de su coño se había detenido esperando la penetración del alargado pene que ahora irrumpía en su delicado agujero anal. Cuando ambos hombres se compenetraron reanudando las solemnes penetraciones, creyó morir de gozo. Mientras la mano de Dani le amasaba uno de los magnos senos y Saúl le mordisqueaba el sensible pezón del otro, alcanzó la tercera corrida, aún más placentera que las otras.

Dani se separó de su amada compañera, tumbándose en la cama junto al otro hombre. La mujer alzó su cuerpo separándose poco a poco del enorme miembro de Saúl. Se acarició el coño, sintiendo la viscosidad reinante y se giró, encarando el culo hacia el rostro del melenudo. Mientras se agachaba para lamer el pringoso falo del camarero, abrió las piernas invitando al inquilino de la habitación.

-Menudo coñazo – bromeó antes de hundir la boca entre los hinchados labios vaginales de la hermosa mujer.

Chupando la punta de la polla, amasándole los testículos con una mano y masturbándolo con la otra consiguió hacer que Dani se convulsionara. Los primeros chorros de espeso semen salieron con brío, depositándose en la boca de la camarera que retiró el rostro para dejar que el resto de leche, con menos ímpetu, se deslizara desde el glande de Dani hasta los dedos de la mujer que rodeaban la polla, acabando en el rasurado pubis del hombre. Cristina dejó caer la amarga lefa que había recogido con la boca sobre la punta de la polla de su compañero y se dirigió al otro objetivo, dejando reposar la morcillona verga del esbelto hombre.

Primero retiró el preservativo de los 30 centímetros de rabo de Saúl. Después acercó las grandes tetas contra las que golpeó la vigorosa punta de la tiesa verga, primero un pecho y luego otro. Las estimuladas terminaciones nerviosas de sus senos le provocaban chispazos de placer que le llegaban hasta el coño, deshecho en la boca de Saúl. Cristina dejó caer el pollón sobre el peludo pero arreglado pubis del hombre y comenzó a moverse restregando las tetas de la talla 95 sobre el descomunal cipote, masturbándolo.

Cuando Saúl se aferró al erecto clítoris con la boca, provocando los sinceros gemidos de Cristina, que se corrió en su boca, no aguantó más y empezó a escupir borbotones de leche que se fueron depositando sobre los carnosos pechos que ahora rodeaban su miembro. La mujer aprovechó para volver a succionar el grueso glande, recibiendo los últimos chorros de semen. Esta vez Cristina no le hizo ascos y se tragó la acuosa lefa.

-A que lo has pasado bien – se dirigió Dani a su compañera mientras le daba una palmada en el culo, como tantas otras veces, pero esta vez sin ropa de por medio.

Muy bien no, lo había pasado extraordinariamente bien, pero no quería confesarlo. Se alzó de la cama y observó a los dos machos. Dani estaba de pie, con la polla flácida y su cuerpo desnudo y espigado. Para comérselo. Mientras que Saúl seguía tirado sobre el colchón con la enorme polla morcillona, recuperándose de la reciente corrida. Para volver a follárselo. No se arrepintió de lo que había hecho.

-De esto he sacado un relato que te cagas – jadeó el hombre de la barba.

-¿Cómo? – un gusanillo comenzó a rondar el estómago de la mujer.

-¿No te lo había dicho? – se hizo el tonto mientras se incorporaba – Soy escritor de relatos eróticos.

-Autor de relatos porno y médico… - caviló – ¡eres doctorbp! ¡Qué cabrón! ¡Qué cabrón! Ahora lo entiendo todo.

Una sonrisa de triunfalismo se dibujó en el rostro del aludido.

-Pues yo no entiendo nada – bromeó Dani con una simpática mueca de desconcierto.

-¿Y eres médico de verdad?

-¡Qué va! Era sólo una bonita treta – bromeó con el juego de palabras mientras disfrutada del carnoso tacto de la bonita teta de Cristina.

La mujer sonrió, hasta que el placer del suave pellizco en su pequeño pezón la hizo gemir.

-¿Y qué significa bp? – le preguntó con simpatía, intrigada.

-Bájate al pilón.

-¡Claro! – sonrió con clarividencia – Bájate al pilón. BP.

-¡Que no, tonta! Bájate al pilón… y te lo digo – rió a carcajadas haciendo sonreír a la morena.

Cristina le acarició la verga al pintoresco hombrecillo y le susurró al oído:

-Me interesa saberlo…

La mujer se arrodilló ante su autor de relatos favorito y le asió el enorme pollón. Lo pajeó unos segundos y se lo metió en la boca.

El lunes continuaron las clases en la facultad de Empresariales. Los profesores ya se lo tomaban más en serio que durante las primeras jornadas y empezaban a meterse de lleno en el nuevo temario. Era justo lo que Cristina necesitaba para mantener la mente distraída, pues no podía quitarse de la cabeza todo lo sucedido la noche del último fin de semana.

No era la primera vez que era infiel, pero sí desde que estaba con Marcos. No se sentía orgullosa de eso ni mucho menos, pero el recuerdo de la mejor sesión de sexo de su vida era tan placentero que esclarecía todos los posibles nubarrones.

Decidió concentrarse en los estudios. Le quedaban pocas asignaturas para acabar la carrera ¿Cómo cambiaría su vida a partir de entonces? No lo sabía, pero… inconscientemente pensó en el siguiente mes. Ya faltaba poco para leer un nuevo relato, supuso. Se moría de ganas.

Mientras, Dani alardeaba con sus compañeros de piso de haberse follado a su compañera de curro. A pesar de lo orgulloso que se sentía de poder decir que se había acostado con una tía tan buena, no podía evitar el regusto amargo de no poder tenerla. Marcos era el afortunado.

Esperando en el aeropuerto el vuelo que le llevaría de regreso a casa, doctorbp recibió un correo de Cristina. Al abrirlo desde el móvil, tuvo que disimular para que el resto de pasajeros no se percataran de su repentina erección. Sonrió, recordando la inolvidable sesión de sexo con la joven universitaria y su enamorado compañero.

Lamentablemente la sonrisa le duró poco. Había llegado el momento. No sabía cuándo volvería a publicar.

Comentarios

  1. Lo primero, vaya pedazo de relato, doctor. Que bien escribes, y que bien sabes darle morbo a la historia... Es uno de los mejores que has escrito.. Tienes todo mi humilde reconocimiento :)
    Lo segundo, si vas a dejar de publicar, es bueno que sepas que aquí estaré a principios de cada mes buscará tu blog, por si hay novedades.
    Lo tercero, tus razones tendrás para aparcar el blog, (espero que momentáneamente) ... Así que, simplemente, lo único que se me ocurre es darte las gracias por compartir este regalito en forma de historia que nos has presentado cada mes.
    Hasta pronto doctor

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  2. Pues muchas gracias javi :)

    Quisiera aclarar que no pienso dejar de publicar ni mucho menos abandonar el blog. Es sólo que, hasta ahora, he podido mantener el ritmo de una publicación mensual debido a los relatos que tenía acumulados y los que he ido escribiendo durante estos meses.
    Ahora mismo no tengo ningún otro relato con lo que no publicaré hasta que lo escriba y revise. Y como no podré volver a acumular, pues así será a partir de ahora.

    Bueno, en realidad sí tengo un relato escrito, pero es con el que participaré en la próxima edición del Ejercicio. Por lo tanto, no lo publicaré hasta entonces.

    Lo dicho, no abandono el barco. Por aquí sigo contestando comentarios, revisando los correos, en Twitter y, por supuesto, escribiendo. Sólo que ahora no sé cuál será mi ritmo de publicación.

    Un saludo!

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  3. Definitivamente, este es uno de tus relatos que más me gustan.

    ¿Por qué te has incluido en la historia?
    Me ha parecido muy gracioso xD

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  4. Es curioso. Igual es un error por mi parte, pero interpreto la falta de comentarios como que el relato no ha gustado. Sin embargo, los dos únicos que habéis comentado catalogáis el relato como uno de mis mejores. Me alegro que os haya gustado :) Y espero que si alguien lo lee y no le gusta, que se anime a comentar diciéndomelo. De verdad que lo agradezco.

    xD Pues no estaba pensado que el personaje de Saúl fuera yo mismo, pero se me ocurrió mientras escribía y me pareció, igual que a ti, gracioso.
    Supongo que no es más que una parodia de mí mismo como autor. En mis relatos suelo usar personajes con grandes penes y he sido criticado por ello en alguna ocasión. Pues me pareció paródico que mi personaje fuera el que tuviera la polla más grande jamás descrita en mis relatos: 30 centímetros.
    doctorbp es un personaje de mí mismo y Saúl no es más que una parodia de mi propio alter ego.

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  5. Hola!!!

    Gracias por otro relato!

    En mi caso que no te haya comentado antes es debido a que no había podido leerlo antes, no a que no me hubiera gustado. No lo pondría como mi favorito, pero sí que me ha gustado.

    Me ha hecho gracia que aparecieras en tu propio relato. Me ha parecido un poco extraño lo de la protagonista leyendo su propia historia... hasta ahora había visto a personajes tuyos leer tus relatos, pero no los que ellos mismos son los protagonistas.

    Sobre no poder mantener el ritmo de un relato mensual, es normal. Personalmente entro a tu blog buscando calidad, no cantidad. Claro que me gustaría que siguieras a relato mensual (y semanal, y diario) pero bueno así cada relato aparecerá por sorpresa y lo recibiremos con más ganas!!

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  6. Straccia Tella, menos mal que el relato no está entre tus favoritos porque con los comentarios anteriores ya pensé que había escrito una obra maestra xD

    Pues sí, reconozco que esa parte es un poco rebuscada. No sé si conseguí lo que pretendía. La idea era jugar con el tiempo (pasado, presente, futuro; antes, durante y después de leer el relato) y combinarlo con fantasía y realidad. Además, si alguien se para a pensar en la historia, es un poco tramposa ¿o no? Lo dejo a vuestro criterio.
    En fin, que a veces no escribo sólo porno. A veces cuelo alguna idea o trasfondo, aunque al final el hilo siempre acabe siendo el sexo.

    En fin, ¿qué decir de tus comentarios? Nunca has fallado (a pesar de no ser de las que comentas :P) así que, aún a riesgo de ser pesado, gracias. Ver que sigues participando no hace más que darme ánimos para seguir publicando :)

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  7. Hola muy buenos relatos estamos esperando el relato del mes de octubre.

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  8. ¿Que no era benito palote? XD

    Con toda la previa y ajetreo del Ejercicio ya pasado, me siento más liberado para guarrear por la web (y por Los Santos, baby :p ). Lo mejor que puedo decir es que sos uno de los pocos autores cuyos relatos no puedo desprenderme de ningún renglón. Lo he reconocido un montón de veces, me salto escenas de sexo, que parecen lo mismo una y otra vez en otros autores, me salto a veces la instrospección, tan repetitiva y cansina. Pero no es tu caso y eso es lo mejor que te puedo decir. Se disfruta cada renglón y, de hecho, en este relato he sonrreído un montón (y lo de "la picha buena" directamente me arrancó una carcajada). Y he de confesar que el juego de seducción previo me puso más que el trío, ¡qué cosas!

    Enhorabuena. Por el relato, por tener un centímetro de medir tan mal hecho (30 centímetros... venga ya, te dejo un enlace acerca de las medidas de polla por pasíes: http://www.targetmap.com/viewer.aspx?reportId=3073 Fíjate en España. Luego fíajte en Paraguay... ¡CABRÓN! )

    Nos quedamos otra vez con el misterio del "bp" por lo que se ve (mejor así, por mi parte). Espero te vuelvan las ideas, las musas, las ganas, el tiempo y todo lo demás.

    Un abrazo.

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  9. Acabo de ver tu twitter. No te me pongas princeso, doctor. Más que en los comentarios, yo miraría mucho el tráfico del blog para ver la respuesta del público. Yo cuando comencé a leer relatos, no comentaba ni valoraba ni nada, simplemente iba a lo mío, leyendo y disfrutando, imagino que como la mayoría.

    Pero cuando uno pasa de lector a cuentacuentos, entonces es cuando uno pondera un poco mejor las cosas... ¡Lo que daría por que más gente se atreviera a dedicar un par de palabras! Pero esto es así, al final de todo, escribimos porque nos gusta y porque hay gente a la que le gusta, aunque a veces parece que no hay nadie. Jode cuando no se siente el cariño del lector, yo lo sé muy bien, pero esto siempre fue así. La única solución es ponerte un nick femenino y gritar a los cuatro vientos lo muy puta que eres... JAJAJAJA, ¡bah! No me hagas mucho caso.

    Un abrazo.

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  10. No sabemos lo que consigue sonsacar Cristina después de la mamada al autor de relatos xD

    Vieri, no pongas excusas, el relato del Ejercicio lo has enviado a última hora por culpa de tus paseos por los suburbios de Los Santos!!! Y yo no puedo más que agradecerte que hayas encontrado un hueco para pasarte por aquí :) Me alegra conseguir mantenerte enganchado a la lectura.

    ¡Buenísima esa web! ¿Qué ostias les pasa a los húngaros?
    Soy español, pero te juro que vivo en una calle que se llama Paraguay (no es broma). Así que, sí, 30 centímetros xD

    Respecto al tweet y, aprovechando para contestar el anterior comentario anónimo, como ya he dicho con anterioridad, no puedo mantener el ritmo de publicación mensual. Y es algo que me jode un montón. Supongo que con el tweet pretendía autoengañarme pretendiendo pensar que la falta de comentarios se debe a la publicación tan seguida.
    No me puedo quejar del número de visitas, con lo que me imagino que la mayoría entra a lo que entra (que ya me parece bien, eh!), pero un "tío, me he corrido con tu relato" de vez en cuando pues se agradecería :P En fin, todos nos hemos comportado de esa forma, pero no te das cuenta hasta que estás en el otro lado, como bien dices.

    Por último, insistir en que ahora publicaré en cuanto tenga listo un nuevo relato. Sé que era cómodo saber con seguridad que sólo teníais que entrar a principio de mes, pero ahora tenéis alternativas para poder seguir las publicaciones. Mediante suscripción doctorbpblog.blogspot.com/feeds/posts/default o siguiéndome en Twitter twitter.com/doctorbpblog

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  11. Estoy ansioso esperando el próximo relato... Entro todos los días para ver si publicaste jajajajajajaa me e quedao mal acostumbrado! Ojala pronto lo postees!

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  12. ¡Vaya! Este relato va a pasar de ser uno de los menos comentados a uno de los que tiene más comentarios debido a la ausencia de un nuevo relato :P

    Quisiera agradecer a todos los que pasáis por aquí asiduamente en busca de las novedades y, sobre todo, a aquellos que dejáis un comentario, por hacerme saber que estáis ahí.

    Aunque me parece perfecto que entres todos los días (¡guau! de verdad gracias), en mi anterior comentario y en twitter (el recuadro grisáceo con las novedades que hay a la derecha del blog) explico algunas de las formas de cómo podéis estar informados de las novedades.

    Para los que estén ansiosos como tú :P quisiera adelantar que tengo un relato bastante avanzado y que verá la luz antes de final de mes :) Lo que no sé si serán unos días o unas semanas.

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  13. sigo por aquí solamente no e comentado jejejeje pero solo un apunte ya el tamaño de algunos instrumentos me parece algo exagerados

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  14. Pues me alegra saber que sigues visitando el blog. Y también me gusta saber que alguien lee mi twitter :P

    Sobre el tamaño del instrumento de este relato te doy la razón. No obstante ya expliqué que era una especie de parodia precisamente por la crítica que acabas de hacerme.

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  15. solo era eso por lo demás bien como siempre pero es que yo veo algo así y salgo pitando, el relato aquí si hay quien viva me gusto mucho si no comento es mas bien por la vergüenza jejeje que se van a pensar x-( y el ultimo deseo ufff es que soy muy asustona con las historias del fin del mundo me dan muy mal royo pero por lo general me gusta mucho como escribes es una lectura fácil y "fluida" jejeje desde que leí por casualidad tu relato noche descontrolada que es el que mas me gusta te sigo

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  16. Estamos esperando tu próximo relato

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  17. Al parecer, a Cristina le gustan grandes :P

    sonia, por supuesto, respeto que te de corte el comentar, pero esto es Internet y ninguno nos conocemos así que no deberías sentir vergüenza. Y si piensan mal de ti imagínate de mí por escribir lo que escribo jaja

    Pues muchas gracias por seguirme, de verdad. Espero algún día escribir algo a la altura de "Noche descontrolada". Va a ser difícil por lo que veo...

    Y respecto a los que esperan mi nuevo relato... en unos minutos debería estar publicado. Cuando lo leáis entenderéis el motivo del retraso. O eso espero jeje

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