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Mis inicios en el mundo del porno

Sinopsis: Elegantemente vestida, a solas en mi despacho, me sentía intranquila, esperando la llamada que debía cambiar mi vida laboral definitivamente.

Era un día importantísimo, tal vez el más relevante que recordaba desde que me había casado con Antonio, hacía ya algunos años. Me sentía ligeramente alterada, sentada en el discreto despacho de mi pequeña empresa sin dejar de mirar, impaciente, el teléfono que no había sonado en toda la mañana.

Por un momento mi mente comenzó a desviarse de lo que la había mantenido distraída hasta ese instante. Ensimismada, comencé a recordar cómo había empezado todo. La decisión de abandonar mi antiguo trabajo como maquilladora en un salón de belleza en el que me sentía explotada, no fue fácil. Y no lo habría hecho sin el apoyo de Antonio. Pero finalmente me atreví a dar el paso y alcanzar el sueño que había anhelado tanto tiempo. Ahora, mi propia empresa de servicios de maquillaje profesional era una realidad.

Los inicios, aunque repletos de ilusión, no fueron sencillos. Pronto llegaron las dificultades. Los pequeños clientes que había conseguido debido a mi buen hacer como maquilladora en el salón de belleza no eran suficiente para afrontar todos los gastos asociados a la empresa, recientemente creada, que no acababa de salir adelante. Y ahora había surgido la oportunidad que Antonio y yo estábamos esperando.

De repente, el teléfono comenzó a sonar, sorprendiéndome. A pesar de no haber dejado de contemplarlo, esperando la llegada de ese momento, me sobresalté, dejando atrás los recuerdos que me habían invadido.

-¿Sí? – contesté con seguridad - ¡Ah! Está bien – mostré la desilusión que me provocó el saber que era Antonio quien llamaba – Pásamelo – le pedí a Lisa, la recepcionista que atendía las llamadas dirigidas a la empresa.

Estaba malhumorada. Aunque normalmente me encantaba recibir las llamadas de mi marido, en esta ocasión me había hecho ilusiones pensando que serían los del nuevo contrato.

-¿Aún no sabes nada? – me preguntó con un tono extraño que interpreté como una mezcla de ilusión y temor.

-No – contesté con sequedad.

-Tranquila. Ya verás como todo saldrá bien. Estoy seguro de que os contratarán para ese trabajo.

-No hace falta que me hagas la pelota – mi enfado, aunque de manera injustificada, me hizo ser borde.

-No es peloteo.

-Sabemos lo importante que es esto para la empresa, para nosotros, para mí. He trabajado muy duro para conseguir levantarla. En serio, no hace falta que…

-¡Joder, Noemí! Te he apoyado desde el principio. Me pareció cojonudo que dejaras tu curro de maquilladora para montar tu propia empresa. Lo hemos hablado mil veces. ¿Te arriesgaste? Sí. Pero siempre estuve de acuerdo porque estaba convencido de que lo sacarías adelante. Y ahora ha llegado el momento de que eso suceda. No es peloteo, lo creo de verdad.

Aquellas palabras aplacaron ligeramente mi mal estar. Siempre me había sentido apoyada por parte de Antonio y ahora, a punto de conseguir el primer contrato con un cliente importante, no iba a ser menos.

Justo iba a decirle lo mucho que le quería y le necesitaba, cuando oí el tono inconfundible que me puso alerta.

-Una llamada por la otra línea… te tengo que dejar – corté la conversación de un modo algo brusco.

-Suerte. Te quiero.

-Sí, sí, yo también. Hablamos luego – me despedí de forma apresurada.

Intenté recomponerme rápidamente y, tras recuperar la postura de implacable mujer de negocios, contesté la nueva llamada. Lisa me pasó con la importante productora que se había puesto en contacto con nosotros hacía unas semanas y con la que había estado negociando personalmente hasta la fecha.

Llegó el fin de semana. Por delante teníamos un día ajetreado. Habíamos invitado a unos amigos a comer en casa. La jornada festiva me permitía vestir cómoda, olvidándome, aunque solo fuera de forma momentánea, de los elegantes pero incómodos trajes de los días laborables. No en vano era la jefa y, por tanto, la imagen de una empresa en la que la belleza tenía una total importancia.

Los primeros en llegar fueron Belén, mi mejor amiga, y Santi, su pareja. A ella la conocía desde antes de estar con Antonio. Santi era un hombre peculiar, tan divertido como egocéntrico. Aunque aún no habían dado el paso para el matrimonio, vivían juntos y hacían vida de casados.

Tras ellos llegó Arturo, el soltero de oro, tal y como todos le apodábamos. Aunque no era muy atractivo, tenía pasta y no era mal tío. Sin embargo, tenía otros defectos. Mi antiguo compañero de estudios seguía sin poder evitar esas lascivas miradas que me había dedicado durante años. Con el paso del tiempo me fui acostumbrando a ellas y procuraba no darles mayor importancia. El repaso que me dio esa mañana, desnudándome con los ojos como platos, fue escandaloso.

Por último, llegaron los mejores amigos de Antonio. Sandra y Mario también estaban casados y, junto a mi esposo, habían formado el grupo de amistades de su infancia. Ambos era uña y carne, hechos el uno para el otro. Parecían haber nacido para estar juntos.

-¿Me pasas la sal? – intenté hacerme oír entre el nutrido grupo que nos habíamos reunido para disfrutar de la comida al aire libre que en ese momento estábamos degustando.

Mario me alcanzó el salero cuando Antonio interrumpió todas las conversaciones, alzando la voz, para dirigirse a nuestros amigos.

-Bueno, chicos. El verdadero motivo por el que os hemos reunido hoy aquí…

-¡Vais a tener un niño! – gritó Santi, provocando las bromas del resto.

-¡No, no es eso! – intervine rápidamente, entre risas.

-A ver – prosiguió mi esposo – lo mejor será que os lo anuncie la aludida.

Antonio se giró hacia mí y sentí todas las miradas clavándose en mi persona. Me gustó sentirme el centro de atención. Sonreí ligeramente, incapaz de contener la alegría, y me dispuse a no alargar más el momento.

-Make-up to you tiene un nuevo contrato con una importante productora – mi tono de voz se alzaba a medida que pronunciaba la frase – que nos hará reflotar la empresa de una vez por todas – terminé casi chillando al mismo tiempo que mis amigos acompañaban mis palabras con vítores celebrando la importante noticia.

Uno a uno fueron pasando todos por mi sitio para felicitarme. La consecución de aquel importante contrato era un verdadero logro que bien merecía aquella algarabía.

-¡Brindemos por el brillante futuro que le espera a Make-up to you! – propuso Belén.

Todos alzamos nuestras copas y las chocamos los unos con los otros mientras la alegría se adueñaba del momento. No cabía en mí de júbilo. Casada con un excelente marido, rodeada de mis mejores amigos y con un futuro laboral que empezaba a clarear tras los oscuros nubarrones del pasado.

-¿Y qué clase de productora es la que os ha contratado? – se interesó Arturo.

-Pensé que nadie lo preguntaría – rio Antonio, dirigiéndose nuevamente a mí para que respondiera.

Aunque no me avergonzaba en absoluto del género al que se dedicaba el nuevo cliente de la empresa, sí que sentía cierto reparo por cómo reaccionaría la gente de mi alrededor, entre ellos, mis amigos. Con mi semblante más digno, haciendo que Arturo abriera la boca ensimismado ante mi presencia, le contesté con alegría:

-Es una productora de cine X.

-¿X? – se extrañó Sandra.

-Que hacen porno, cariño – le resolvió el enigma su marido.

-¡No jodas! – Santi comenzó a reír, contagiando al resto de invitados.

-Pero… ¿y vosotros…? ¿quiero decir…? – a Belén no parecían salirle las palabras - ¿Qué pinta Make-up to you en una peli porno?

-Pues algún que otro cipote pintará – bromeó Santi.

-¡Hala, bestia! – le recriminé – Pues lo que debemos hacer es simplemente maquillar a los actores.

-Como si fuera cualquier otro tipo de película – intervino Antonio – Lo que hagan después ya no es cosa de Noemí.

Nuevamente risas. El tema de conversación había alcanzado cotas altas de diversión y ninguno parecía querer aparcarlo. Así, el asunto del nuevo contrato para mi empresa fue derivando hacia el porno, hasta que llegó lo inevitable.

-Oye, ¿no tendréis por ahí alguna peli para verla? – bromeó Mario.

-¡Qué dices, guarro! – le censuró su mujer.

En seguida miré a Antonio y me hizo gracia su reacción. Sabía perfectamente que tenía películas X que se había bajado de Internet, pero intentó disimular ante mi atenta mirada.

-Pues… no creo que…

-¡Qué gran idea! – Santi interrumpió a mi esposo – Así Noemí se va acostumbrando al ambientillo…

-¿Pero tú qué te crees? – le quise parar un poco los pies – ¿Que yo trabajo en las trincheras? Seguramente ni pise el plató donde graben ni el lugar en el que tengamos que maquillarles.

-Claro, claro… - se burló Arturo – ¡que eres la jefaza!

-¡Pues sí! ¿Qué pasa? – le vacilé en tono jocoso.

-¿De verdad no tienes nada? – Belén, dirigiéndose a mi marido, me sorprendió, insistiendo en el tema de ver una película X.

-Anda, Antonio, no te hagas el tonto que sé que tienes porno – le solté, no queriendo hacerle sufrir más. Había sido divertidísimo verle la cara de circunstancias.

-Bueno… algo sí que tengo… ¿queréis que la ponga?

El entusiasmo de la mayoría fue evidente. Sandra parecía la única reacia. A mí la verdad es que me daba absolutamente igual. El porno jamás me había atraído, pero tampoco me suponía ningún trauma.

Entramos al salón. Mientras los chicos, a los que se había unido una desinhibida Belén, preparaban el reproductor, Sandra y yo aprovechamos para recoger la mesa en la que habíamos comido.

De pasada, empecé a escuchar una de las típicas conversaciones estúpidas de película porno. Entre medio oía los comentarios de mis amigos que estaban viendo la escena. No sabía qué frases me parecían más graciosas. De repente, el salón comenzó a llenarse de los gemidos de la actriz que parecía haberse llevado algo a la boca. Al mismo tiempo, Arturo, Belén, Santi, Mario y Antonio habían comenzado a guardar silencio. Supuse que la secuencia debía estar interesante así que me detuve un instante para echar un vistazo mientras Sandra salía a recoger lo último que quedaba fuera.

-¡Hostia, es enorme! – me salió del alma, sin querer, al ver la inmensa polla que aquella rubia de bote estaba devorando.

Los cinco espectadores se giraron al unísono para observarme y comenzar a reír. Volví a sentirme el centro de atención. Puse cara de niña buena y miré la pantalla para observar la longitud y, sobre todo, el grosor de la herramienta de trabajo de aquel actor. La rubia parecía disfrutar.

-¿Qué pasa, Noemí, que lo que tenemos en casa es pequeño? – se burló Santi dirigiéndose a mi marido.

Lo cierto es que Antonio no tenía unos grandes atributos, pero ese no era el motivo por el que me sentía ligeramente escandalizada. En el pasado había estado con hombres mejor dotados y ninguno se acercaba ni por asomo a aquella enorme verga a la que la cámara le estaba dedicando un primer plano.

-No creo que ninguno de los aquí presentes pueda compararse con eso – remarqué a conciencia la última palabra, intentando dañarles un poquito la autoestima.

-Doy fe – bromeó Belén, recibiendo el reproche de Santi.

De repente, el plano de cámara se alejó, mostrando el cuerpo completo del actor porno y su rostro, sobradamente conocido.

-¡Mierda! – mascullé - ¡Pero si se trata de Nacho Vidal! No puedo con ese tío – si algo me había subido la libido, bajó al instante.

-¿Por? ¿Qué te ha hecho, el pobre? – intervino Arturo.

-Nada, pero no lo aguanto. Es que le veo la cara y… - solté un gritito de indignación – Alguna vez le he visto en algún programa de la tele y me parece un fanfarrón, creído, que trata a las mujeres como meros instrumentos sexuales.

Me estaba saliendo la vena de contertuliana radical y mis amigos, conocedores de mi impulsivo carácter, prefirieron no llevarme la contraria. Dejé de ver la película y me fui con Sandra a charlar mientras el resto seguía viendo cómo Nacho Vidal se follaba a aquella actriz porno estadounidense y veinteañera.

Los días siguientes al fin de semana fueron de locura. Debía preparar todo para empezar a trabajar con el nuevo cliente de inmediato. Era una oportunidad muy importante y no podía quitarme un nombre de la cabeza: Lorena. Era mi empleada más cualificada, la mejor maquilladora con la que contaba la empresa, y la escogida para realizar ese trabajo. Si la productora de cine X quedaba satisfecha sería el trampolín definitivo para Make-up to you.

Estaba revisando los pormenores del contrato cuando alguien picó a la puerta del despacho.

-Adelante – invité a la visita a que pasara.

-Hola, Noemí – Lorena asomó la cabeza por la puerta entreabierta – Querías verme, ¿verdad?

-Hola. Sí, pasa. Siéntate.

Lorena era una chica joven que se había visto obligada a dejar sus estudios precipitadamente para ganar algo de dinero y ayudar en casa de sus padres aportando económicamente. Aunque algo timorata, era entusiasta y, en su puesto de trabajo, voluntariosa. Tenía cualidades y aprendía rápido.

De una forma comprensible y cercana, como solía tratar a todas las empleadas, le expliqué en qué consistía el nuevo trabajo que había surgido y lo que quería de ella. La productora nos había contratado para el maquillaje de todas sus grabaciones durante un periodo de varios meses en los que tenían acordado filmar multitud de escenas para diferentes medios audiovisuales. Make-up to you debía maquillar a los actores y estar disponible durante el tiempo que duraran los rodajes para hacer los posibles retoques que pudieran ser necesarios entre escenas. Serían jornadas de dura faena, al mismo tiempo que una oportunidad para Lorena. Le hice saber que confiaba en ella y que si aquel trabajo salía bien podía ser el punto de inflexión para alcanzar un puesto de mayor responsabilidad dentro de la empresa. Quedó satisfecha.

Tras la reunión, en cuanto Lorena abandonó mi despacho, sentí que todo el estrés acumulado durante días salía a la luz, haciendo que el cansancio se apoderada de cada rincón de mi cuerpo. El grueso de mi trabajo estaba hecho y necesitaba relajarme.

Estaba deseando llegar a casa y quitarme el precioso pero molesto vestido de una sola pieza. A solas, para estar más cómoda, me recogí el pelo mediante una coleta. Sonreí, recordando que Antonio siempre me decía que ese peinado me favorecía, según él, permitiendo lucir aún más mis atractivas facciones. Sin levantarme del asiento, me deshice de los incómodos zapatos de tacón sintiendo cómo mis doloridos pies, envueltos en las finas y elegantes medias, agradecían la estimulante libertad. Estiré las piernas bajo la mesa del despacho, abriéndolas ligeramente hasta sentir la tela del ajustado vestido haciendo de tope. Cerré los ojos y, esperando el final de la jornada, un leve gemido de relajación salió de mi garganta.

Cuando los rodajes de la productora de cine X comenzaron, Make-up to you lo tenía todo organizado. Lorena parecía sacar la faena adelante. El cliente estaba contento con ella y eso me reconfortaba. Todo parecía ir como la seda. Las preocupaciones por el futuro eran cosa del pasado.

Estaba enfrascada haciendo números, los cuales me permitían sacar entusiastas conclusiones, cuando el teléfono del despacho comenzó a sonar. Lisa me pasó la llamada.

-Dime, Lorena, ¿cómo va todo por ahí?

-Pues… supongo que no muy bien… no sé cómo decirte esto…

-No me asustes – le pedí, aunque ya era demasiado tarde para eso.

-Le he dado mil vueltas, lo he pensado mucho…

-Escucha, sea lo que sea, estoy segura de que podemos llegar a un acuerdo.

-No se trata de eso. De verdad, es que no me siento demasiado cómoda aquí.

-Vale, ¿por qué no hablamos de esto en persona? ¿Te apetece tomar una copa después del trabajo? – le propuse, intentando calmarla, con la esperanza de hacerla recapacitar.

-Como quieras, pero la decisión está tomada – la seguridad que noté en sus palabras hizo que me preocupara de verdad.

Lorena no se sentía a gusto en su nuevo puesto. Al principio todo fue como cualquier otro trabajo, pero a medida que los días de rodaje avanzaban, algunos actores y actrices parecían tomarse mayores confianzas renunciando a cualquier tipo de intimidad, paseándose desnudos sin ningún pudor y haciendo que Lorena comenzara a sentirse incómoda. A veces había tenido que acudir en mitad de una escena para retocar a algún actor que había perdido parte del maquillaje debido a los roces durante el sexo o a alguna actriz a la que se le había corrido el rímel debido a los fluidos que se habían deslizado por su rostro. Todo ello había hecho que Lorena, sintiéndose fuera de lugar, decidiera dejar el trabajo.

Pero yo no estaba dispuesta a perder al mejor baluarte de la empresa. Incapaz de confiar en ninguna otra debido a la enorme responsabilidad del puesto y sin tiempo ni posibilidades de contratar a una desconocida para que hiciera aquel trabajo tan importante para el afianzamiento de Make-up to you, debía encontrar una solución de emergencia y no se me ocurrió otra cosa que intercambiar nuestros roles.

El tiempo que duraran los rodajes, Lorena sería mi mano derecha en las oficinas, encargada de gestionar al resto de compañeras y de hacer las funciones de secretaria. De ese modo la pondría a prueba para ver si estaba cualificada para asumir un puesto de mayor responsabilidad. Y yo sería la que me encargaría directamente del delicado trabajo con la productora de cine X. Nadie mejor que yo misma para hacer que quedaran satisfechos con nuestra labor.

Tras haber solventado la pequeña crisis empresarial, no esperaba encontrarme con otra al llegar a casa. Antonio siempre se había mostrado comprensivo conmigo, pero aquella noticia del cambio de roles no pareció sentarle demasiado bien.

-O sea, que la tía renuncia a hacer el trabajo que le habías encomendado y tú le ofreces un puesto de mayor responsabilidad en la empresa. ¡Muy bien! – se quejó con un deje de indignación que me dejó descolocada.

-¿Y qué querías que hiciera? La chica es buena. Y el trabajo con la productora… no es fácil.

-No será tan buena cuando no ha cumplido a la primera dificultad que le ha surgido.

-En serio, Antonio, ¿qué te pasa? – me empecé a enfadar – Es joven, no es perfecta, pero sí muy válida. ¡Y no tengo por qué justificarla! – alcé la voz más de lo debido – Es mi decisión.

-Una decisión que implica que ahora tú hagas su trabajo… muy lógico todo - mi marido me dedicó una sonrisa sarcástica que acabó por sacarme de mis casillas.

-Así que es eso… lo que te jode es que vaya yo. ¿Por qué? – le devolví la sonrisa con malicia, debido a que ya sabía la respuesta.

-Por nada – se giró dándome la espalda y provocando que mi rabia aumentara.

-¿Es que no confías en mí? – me indigné, sin recibir contestación.

Lo poco que restaba del día no nos volvimos a dirigir la palabra. Los injustificados celos de mi esposo, al que jamás le había dado motivos para dudar de mí, me habían enfadado demasiado. Si por mí fuera le habría mandado a dormir al sofá, pero no quería empezar una nueva discusión que se alargara demasiado justo la noche antes de empezar mi trabajo como maquilladora con el nuevo cliente.

Recostada en la cama, de espaldas a mi marido, no dejaba de darle vueltas a la estúpida discusión, impidiendo que me durmiera. Me sentía vilipendiada y, con esa sensación, al fin acabé conciliando el sueño.

De madrugada, no sé qué hora sería, unas manos me despertaron. Las caricias de mi esposo comenzaron a recorrer mi cuerpo, en silencio, desde mi cadera hasta mis senos, donde se entretuvo a acariciarlos. Aunque yo no tenía muchas ganas de sexo, le dejé hacer mostrando cierta apatía. Mi mente no dejaba de cavilar, imaginando los motivos por los que Antonio se estaba comportando de ese modo. ¿Quería dejarme satisfecha antes de mi primer día de trabajo con la productora de cine X por temor a lo que pudiera suceder? Esa idea me irritaba e impedía que me excitara.

Sentí el calor que se aproximaba a mi entrepierna. El falo de Antonio estaba aún más rígido que de costumbre. Abrí ligeramente las piernas para que nuestros sexos entraran en contacto. Sentí la sequedad de mi vagina cuando mi marido restregó su miembro por la árida zona. Rápidamente fabriqué un poco de saliva que recogí con la mano para llevarla desde mi boca a mi entrepierna. Deslicé mis dedos entre los labios vaginales, introduciéndolos ligeramente en la cueva, lubricando mi coño.

Las embestidas de Antonio, que jadeaba en mi nuca, comenzaron de repente. Intenté dejar la mente en blanco para disfrutar de aquel polvo. Sin querer, comencé a pensar en lo que sucedería al día siguiente en el rodaje. ¿Vería alguna escena? Una ligera excitación comenzó a apoderarse de mi cuerpo. Más nerviosa que expectante, seguí imaginando lo que mis ojos verían en unas pocas horas. Definitivamente me estaba calentando cuando sentí el último golpe de cadera de mi marido, seguido de unas convulsiones.

El muy capullo se había corrido y me había dejado a medias. Sin intención de perder mi henchido orgullo, sin dirigirle la palabra, no hice nada para acabar de alcanzar el orgasmo que me debía. Me resigné y me quedé con las ganas, intentando conciliar el sueño nuevamente, pero con la mezcla de enfado y excitación, aún fue más difícil. ¿Cuánto quedaría para que sonara el despertador?

Sonó más pronto de lo que me imaginaba. Tenía la sensación de haber dormido realmente poco y, tal vez, así había sido. Mi rostro era fiel reflejo de ello. Nada que no pudiera ocultar un buen maquillaje. Y en eso era toda una experta. Quería ofrecer una buena impresión, así que me arreglé como cualquier otra jornada de trabajo en los despachos y me dispuse a afrontar la nueva jornada laboral.

Los días que Lorena había trabajado con la productora de cine X habían grabado varias escenas sueltas en diferentes localizaciones. Ahora estaban preparando el rodaje de una serie cuyo escenario principal era una majestuosa casa en las afueras.

Cuando llegué, pregunté por Willy, el contacto que me había pasado Lisa. El enérgico hombre fue la persona encargada de explicarme todos los pormenores que consideraba que tenía que saber. Me enseñó el set de rodaje y me presentó a algunos de los miembros de la productora encargados de la serie.

La casa que habían alquilado era una especie de pequeña mansión. La entrada era enorme y englobaba casi todo el primer piso. En ese recinto había un montón de material para el rodaje y estaba atestado de gente yendo de un lado para otro. A los costados había algunas estancias que usaban a modo de camerinos. En una de esas habitaciones, la destinada a maquillar a los actores y actrices, dejé mis herramientas de trabajo. Al fondo de la amplia entrada había unas enormes escaleras que daban al segundo piso, hacia donde nos dirigimos.

En la estancia superior había un amplio salón, la cocina, los dos cuartos de baño y más habitaciones. Según me explicaba Willy, era en ese segundo piso donde se rodarían la mayoría de las escenas mientras que la parte de abajo se dejaba para el material y el resto de trabajos vinculados con la grabación de la serie. Aquellas explicaciones me cuadraban con lo limpias y ordenadas que estaban todas las estancias del piso de arriba.

-Y esto es todo. Espero que te sientas cómoda – concluyó Willy.

-Seguro que sí. Y para empezar, voy a ir a cambiarme para estar aún más cómoda – le hice saber con amabilidad, haciéndole reír.

Me había presentado vestida elegantemente, pero no pensaba pasarme la dura jornada de trabajo de pie, con los zapatos de tacón, la falda azul marino y la blusa a juego.

-Claro. Pero si te parece primero te presento a una persona. Creo que le gustará conocerte tal y como vas ahora. Estás preciosa.

-Gracias – sonreí tímidamente. No me esperaba el piropo.

Volvimos a la planta baja y nos dirigimos a un grupo que estaba hablando en el centro de la enorme sala. Mi imaginación me jugó una mala pasada y pensé que, hasta ese momento, si me había cruzado con algún actorucho, ni me había dado cuenta. Una voz tosca me sacó de la ensoñación.

-¿Es esta la actriz nueva? – preguntó el hombre.

Me costó unos segundos asimilar que el que hablaba era el mismísimo Nacho Vidal y que yo era el objetivo de su pregunta. Me fijé en su vista y cómo me observaba, desnudándome con la mirada. Un repelús de rechazo me recorrió el cuerpo y, antes de que pudiera contestar, me soltó una palmada en el culo, descolocándome completamente.

-¡No! – rio Willy – se trata de la nueva maquilladora.

-Vaya, y parece tan tímida como la otra – se burló Nacho.

Me sentí ofendida. Me acababa de meter mano y no había sido capaz de disculparse. Por el contrario, seguía mirándome con lujuria, sin dejar de sonreírme estúpidamente.

-Al menos está mucho más buena – añadió, perdiendo el interés en mí.

Me sentía idiota, no había sido capaz de reaccionar. Su presencia me descolocaba por completo. ¿Era uno de los actores de la serie? En cualquier caso no podía montarle un pollo. Tenía que pensar en Make-up to you y comportarme.

-Nacho es uno de los directores de la serie – me lo presentó Willy.

-Director y actor – le corrigió el aludido – Tendrás la suerte de verme actuar en directo – volvió a sonreírme mostrando una blanca dentadura y provocándome una nueva oleada de desprecio.

-Encanta. Soy Noemí – empezaba a ser hora de coger las riendas de la situación – Como ya sabrás soy la nueva maquilladora en sustitución de Lorena, que por motivos personales estará ausente una temporada.

El actor porno volvió a centrar toda su atención en mí. Era el momento de dejarle las cosas claras. El prestigio de Make-up to you no se labraría dejando que humillaran a sus empleadas.

-Lo que supongo que no sabrás es que ya tengo una edad y no me van las fanfarronadas – le sonreí suavemente, endulzando mis palabras – Así que nada de volver a tocarme el culo ni proponerme nada más allá del trabajo para el que he venido.

Observé el rostro perplejo de Willy. Supuse que no estaban acostumbrados a que alguien se subiera a las barbas de Nacho. De repente, el director de la serie porno comenzó a reír de forma estruendosa.

-Me gustas, Noemí. Tienes carácter. En este mundillo eso es menos habitual de lo que crees. Ponte cómoda y disfruta del espectáculo – una última sonrisa que escondía más de lo que me gustaría bastó para dar por concluida la conversación.

La sensación de haber salido triunfal de aquella primera toma de contacto hacía que me sintiera satisfecha. Había puesto en su sitio al engreído de Nacho Vidal gracias a mi recio carácter, sin dejar mal a la empresa. Y mi maquillaje había funcionado a las mil maravillas. Nadie me habría confundido con una actriz porno si me hubieran visto las ojeras con las que me había despertado.

Me dirigí a mi centro neurálgico de operaciones y, antes de ponerme a trabajar, me deshice de la incómoda ropa que llevaba para ponerme unos pantalones negros de corte holgado y una camiseta ceñida de color blanco. Junto a las sandalias, formaban un conjunto ideal para trabajar con comodidad.

El día a día lo tenía controlado. El trabajo, a excepción de algún que otro roce con Nacho Vidal, estaba siendo tan normal como había supuesto. A penas subía a la segunda planta y, por tanto, no había visto nada demasiado desagradable. Además, poco a poco, Antonio iba asimilando mi actual y pasajero rol en la empresa y parecía convencerse de que sus momentáneos celos eran infundados. Mientras, el contacto con Lorena era permanente. La joven encargada que se había quedado en los despachos estaba haciendo un buen trabajo manteniéndome informada de todo lo sucedido en todo momento.

El ajetreo que había a primera hora en el cuarto de maquillaje de la residencia alquilada por la productora no era normal. En ese momento del día se acumulaba el grueso de la faena. A medida que la jornada avanzaba, el volumen de trabajo disminuía y únicamente debía maquillar a los actores que grabarían las siguientes escenas o hacer algún retoque muy puntual. Estaba en un momento de relax cuando uno de los directores requirió de mis servicios.

El actor que estaba grabando en ese momento era un chico amateur que había elegido Charles X como nombre artístico. Antes de la escena le había maquillado el rostro de color blanco simulando una tez pálida tal y como requería el guión. Al parecer, según Willy, los focos y el nerviosismo del muchacho, que apenas tendría unos 20 años, estaban provocando los chorretones de sudor por todo su cuerpo que deshacían la pintura blanca de su cara.

Cuando llegué a la estancia de la segunda planta donde se estaba rodando, observé a los actores en plena faena. En los días que llevaba trabajando había visto, sin darle mayor importancia, a algún actor y actriz desnudos, con sus perfectos cuerpos y hermosas herramientas, pero hasta entonces no había presenciado ninguna escena en directo.

No estaba habituada a ver porno en la tele y verlo en persona me impresionó más de lo que esperaba. Era como espiar a alguien haciendo algo que no debería ver. No pude evitar una ligera sonrisa nerviosa al fijarme en el joven chico, al que hacía un rato había estado maquillando, follándose a la escultural morena con la que estaba grabando.

-¡Corten! – gritó el hombre que dirigía la escena - ¡La maquilladora!

Al ver cómo Charles se salía del interior de la mujer, no pude evitar fijarme en su enorme tranca. El muchacho estaba muy bien dotado y me pregunté si era requisito imprescindible para ser actor porno. Supuse que sí. Era la primera vez que veía una empalmada trabajando con la productora de cine X y sentí un ligero y agradable cosquilleo en la boca del estómago.

-¡La maquilladora! – insistió el director, sacándome de la ensoñación - ¡Que no tenemos todo el día!

Reaccioné rápidamente, dándome cuenta de que me había distraído torpemente, y me dirigí al centro de la acción. La actriz se estaba limpiando la entrepierna con una toallita húmeda mientras el actor me esperaba de pie, con su enorme falo apuntándome. Intenté no fijarme en su polla y me dirigí al muchacho.

-Mucho calor, ¿no? – quise ser amable para tranquilizarlo. Se veía algo nervioso.

-Sí. Es mi segunda escena, pero aquí hay gente importante del mundillo… - parecía excusarse.

-Tú tranquilo, estoy convencida de que tienes dotes para esto – sonreí, pensado en lo bien dotado que estaba, mientras comenzaba a arreglarle el maquillaje del rostro.

-¿Tú crees? ¿Te gusta el porno?

El chico me sacó una carcajada.

-¡Charles, deja de ligar con la maquilladora! – gritó en tono jocoso uno de los operarios.

-Espero que no estés intentando ligar conmigo con eso apuntándome directamente – bromeé.

Esta vez no pude evitar echar un vistazo a la majestuosa verga del veinteañero. La sensación de ver una polla tan grande de un actor porno en directo, en vez de a través de la pantalla de televisión, fue más placentera que otra cosa. Empecé a sentirme ligeramente incómoda, no por lo desagradable de la situación, sino más bien por todo lo contrario.

-Perdona – se excusó tímidamente.

-¿Perdona por qué?

-Por no perder la erección.

-Bueno, es normal, ¿no? Quiero decir… estas cosas os pasan a los actores porno.

Ahora fue él el que rió.

-Esta empalmada me la provocas tú.

Me quería morir con esa contestación. El chico era guapo y parecía simpático. Supuse, debido a su condición de actor porno, que debía ser bueno en la cama, y era evidente que estaba muy bien dotado. Lo que me faltaba era que se insinuara. “Si tuvieras 10 años más y yo no estuviera casada…” pensé para mis adentros, algo descontrolada.

-Ya está – me dirigí al director sin contestar a Charles, que seguía mirándome con esa adorable sonrisa.

Me retiré y la grabación continuó. Aunque mi intención era la de volver a mi puesto de trabajo para preparar el maquillaje de la siguiente escena, decidí quedarme a echar un vistazo. Charles me caía bien y sentí cierta sensación agradable viéndole trabajar. Bajo mi punto de vista, el chico le echó un buen polvo a la morena.

Dudé mucho si contarle lo sucedido a mi marido. Por una parte me daba miedo cómo se lo pudiera tomar ahora que empezaba a aceptar mi nueva situación laboral. Pero, por otra parte, creí que ocultándoselo le estaba dando una importancia que no tenía. Así que se lo conté sin mayor problema. Aunque a Antonio no le gustó saberlo, entendió que la normalidad con la que afrontaba esas situaciones era la mejor noticia que podía darle.

Habían pasado unas semanas desde que sustituyera a Lorena como maquilladora para el importante cliente de Make-up to you cuando Sandra y Mario, los compañeros de la infancia de Antonio, organizaron una comida a la que estábamos invitados todo el grupo de amigos.

Esas quedadas puntuales me permitían desconectar de mi ajetreada vida laboral. Normalmente eran momentos de agradable distracción. Por desgracia, mi nuevo rol dentro de la empresa parecía ser un tema de conversación interesante para mis amigos, que comenzaron a bombardearme con preguntas de todo tipo sobre lo que rodeaba a los rodajes pornográficos.

-¿Y qué tal con Nacho Vidal? – preguntó Arturo, el soltero de oro, tras un buen rato de tertulia - ¿Sigues pensando lo mismo de él tras conocerlo en persona?

-Es el mayor imbécil de toda la industria del porno – bromeé, exagerando ligeramente.

Antonio parecía incómodo y reacio a entrar en la animosa conversación. Así que, hastiada de tanto interrogatorio, decidí poner punto y final al tema, sobre todo, por él.

-¡Ay! Dejadme ya en paz. Que hoy no es día para hablar de trabajo.

-¿Y no nos vas a contar lo del chico ese que se te insinuó? – intervino Mario.

Aquella pregunta me descolocó. Aunque no era algo que quisiera ocultar, únicamente se lo había contado a Antonio y no entendí por qué lo sabían mis amigos. Maté con la mirada a mi marido, sabedora de que había revelado algo que no debía, pero no pareció darse por aludido.

-Eso, eso, cuenta, que parece un tema interesante – insistió Santi, la pareja de mi mejor amiga, metiendo cizaña.

-Que os lo cuente Antonio – respondí mostrando mi fuerte carácter, sin disimular mi evidente disgusto.

-Va, dejemos el tema – terció Belén, que seguramente se había percatado de la situación.

-¿Alguien va a querer café? – preguntó Sandra, la anfitriona de la casa.

Tras el breve pero incómodo momento, el grupo se disgregó y cada uno se dispersó haciendo diferentes cosas. Sandra se encargaba de los cafés, ayudada por Arturo. Antonio y Mario se pusieron a ver la tele mientras Belén y Santi conversaban sobre algún tema que me pareció intranscendente. Yo aproveché para acercarme al baño.

Sin necesidad de entornar la puerta que quedaba a mi espalda, humedecí mis manos para llevarlas a mi rostro, intentando apaciguar el enfado que me había provocado Antonio. Me había preocupado por mi marido, intentando zanjar la conversación que parecía importunarle, cuando él había estado contando nuestras intimidades a sus amigos. La rabia aumentaba a medida que pensaba en ello y no me percaté de la repentina e inesperada presencia de Santi.

-Hola.

-Hola – respondí, algo descolocada, mientras me giraba para encararme a la extraña visita.

-Espero que no te hayas mosqueado por la conversación. Que estés trabajando en el mundillo del porno es algo inusual y a todos nos resulta interesante saber sobre ello.

-Ya, lo entiendo – sonreí, agradecida por la comprensión de mi amigo – Pero no es eso…

-¿Es por lo de la insinuación?

-Más o menos – no quería darle demasiados detalles.

-Bueno, entiendo que no me lo cuentes si no quieres…

Iba a contestar justo cuando Arturo nos interrumpió.

-Ya están los cafés – nos avisó asomando tímidamente la cabeza.

Santi, que estaba de espaldas a la puerta, se giró para contestarle.

-Gracias, en seguida vamos.

La pareja de Belén volvió a encararse nuevamente conmigo, supuse que dando por hecho que Arturo se marcharía. Sin embargo, mi antiguo compañero de estudios se quedó petrificado en la puerta, observándome detenidamente con la misma lujuria con la que siempre me miraba. Lo ignoré, como de costumbre, sin darle mayor importancia.

-Dime, ¿y cómo es eso de trabajar rodeada de cipotes? – prosiguió Santi.

-¡Anda! No seas soez – le reproché, provocando sus carcajadas.

-Pero eso de las pollas grandes… es cierto lo de que la tele engorda, ¿no? – preguntó con una sonrisa cínica.

-¡Huy! No te creas, ya te digo yo que impresionan más en persona – le vacilé, intentando picarle.

Santi no dejaba de sonreír como un verdadero idiota. Eso, unido al enfado con Antonio y a las continuas miradas de Arturo, que seguía medio oculto en la entrada, me estaban empezando a poner enferma.

-Oye, quería aclararte que aquello que dijo Belén sobre el tamaño de mi herramienta… sabes que estaba bromeando, ¿no?

Mi amigo aprovechó aquella excusa barata para rodearme con un brazo, alzándolo disimuladamente hasta llevar la mano a la parte superior de mi espalda. Allí, me acarició el cuello con suavidad, agarrándome el pelo.

Estaba alucinando con la actitud de la pareja de mi mejor amiga. Le habría dicho cuatro cosas encantada, pero me sentía cohibida debido a la incómoda e insistente mirada de Arturo. El hecho de no haberlo descubierto antes hacía que me sintiera ligeramente cómplice y, por tanto, culpable de su oculta presencia.

-A mi marido – le remarqué a Santi la condición de Antonio – también le gusta verme con el pelo recogido.

-No me extraña. Resalta aún más tu tremenda belleza.

Miré una vez más al soltero de oro, casi con desesperación, pero la única respuesta de mi amigo fue una alevosa sonrisa que me puso los pelos como escarpias.

-¿No te gustaría comprobar si la tengo grande? – Santi se insinuó definitivamente.

-Lo siento. Tengo que ir a tomarme el café.

Con un gesto brusco, me deshice de la mano que maniataba mi cabello, al mismo tiempo que observaba cómo Arturo se retiraba sigilosamente. Al salir del cuarto de baño lo vi, esperándome en el pasillo.

-De esto ni una palabra – le advertí.

Lo último que quería era que Antonio se enterara de lo sucedido. Una cosa era que se insinuara un completo desconocido que no tenía ninguna importancia en nuestras vidas y otra cosa muy diferente era que intentara algo conmigo un amigo común, que además estaba viviendo en pareja con mi mejor amiga.

El enfado con Antonio había sido sustituido por un tremendo malestar que me provocaba las pulsaciones aceleradas que sentía a medida que me dirigía hacia el salón. Al llegar a la estancia vi a mi marido y me dirigí directamente a él para besarlo. El desagradable incidente con Santi hizo que quisiera recordarle lo mucho que le quería.

Tras el accidentado fin de semana se presentaron unos días de duro trabajo en el rodaje de la serie. Se debían filmar algunas de las escenas más importantes, con Nacho Vidal como protagonista. La presencia del famoso actor y director era palpable debido al ajetreo mucho más evidente que de costumbre.

A media mañana, mientras maquillaba a una de las actrices, Nacho apareció de repente.

-Déjala bien guapa – se dirigió a mí sin saludarme.

-Ya es guapa sin necesidad de maquillaje – le hice la pelota a la chica.

-Sí, claro, pero no eres tú quien tiene que follársela.

Me mordí la lengua. Me habría encantado replicarle, pero sabía que si abría la boca le soltaría las cuatro cosas que me guardé el fin de semana. Necesitaba desahogarme por lo sucedido con Santi, pero agaché la cabeza y asumí que Nacho Vidal era un gilipollas, sin más.

-Esta tarde actúo yo – prosiguió – Así que luego me paso a que me des unos retoques. Aunque supongo que yo tampoco necesito maquillaje, ¿no?

Alcé el rostro para mirarlo. Nacho tenía las facciones rudas y una sonrisa traviesa. Tenía el cuerpo voluminoso, señal de lo mucho que debía haberse machacado en el gimnasio. Lo cierto es que, objetivamente, para ser un cuarentón no estaba nada mal.

-¿De verdad quieres saberlo? – deslicé las sílabas a través de mi entonación demostrando las pocas ganas que tenía de mantener esa conversación.

-Me encantaría, pero ahora no hay tiempo, que tienes que terminar con ella para que yo pueda empezar a dirigir la escena.

El actor porno dio por concluida la conversación, alejándose del cuarto de maquillaje.

-¿Siempre es tan imbécil? – le pregunté, perdiendo la compostura, a la joven actriz a la que estaba maquillando.

-Nacho es una persona muy influyente en el mundillo. Yo no lo llamaría así precisamente.

-Ya…

Tras terminar de maquillar a la muchacha, esperé a que finalizara el rodaje de la escena por si requerían de mis servicios. Fue entonces, como siempre, cuando aproveché el parón para ir a comer algo. Solía hacerlo con Willy y un grupo de trabajadores bastante majo y variopinto formado por cámaras, gente de vestuario, técnicos, etc.

A la vuelta me encontré a Nacho en mi lugar de trabajo, sentado en la silla que utilizaba para maquillar a los actores y actrices de la serie.

-Ya era hora – refunfuñó.

-¿No has comido? – pregunté con malicia mientras me dirigía al maletín para recoger los utensilios necesarios para el maquillaje.

-Ahora me voy a hartar.

No le contesté. No quería entrar en su juego.

-¿Qué pasa? ¿Te he hecho algo en otra vida? – me preguntó mientras yo comenzaba a espolvorear el colorete por su rostro.

-Por lo que veo retomamos la conversación en el punto en el que la habíamos dejado – sonreí sin ganas.

-Venga, dime.

Me moría de ganas de contestarle, pero no debía. Make-up to you era lo primero.

-Va – insistió – No te preocupes por tu empresucha. Puedes decirme lo que piensas. Ya sé que te caigo mal y que yo sepa tu puesto de trabajo no ha peligrado en ningún momento.

-He de reconocer que tonto no eres.

Nacho rio a carcajadas, haciendo que le deslizara por las mejillas el contorno de ojos que le estaba aplicando.

-No es momento de caricias – bromeó, al tiempo que me rozaba con descaro la cadera.

-Esto es lo que no soporto de ti – me encendí, y no debido a la lascivia precisamente – Nos tratas a todas las mujeres como si fuéramos un simple instrumento sexual.

-Eso no es cierto. Solo me gusta divertirme con vosotras. Y el sexo es divertido.

-Te crees que por tener una cara bonita, un cuerpo cuidado y un rabo grande vamos a caer todas rendidas a tus pies.

El hombre volvió a reír.

-Sí, eso sí lo creo – confesó, sin dejar de moverse sobre la silla.

-Va, estate quieto – le pedí.

Me había desahogado diciéndole lo que pensaba de él y, más controlada, quería volver a centrarme en mi trabajo. Intranquila, deseé que ese derroche de sinceridad no tuviera consecuencias negativas.

Pero Nacho rápidamente me sacó de dudas al sentir cómo una mano se deslizaba por mi pierna, subiendo por la parte trasera de mi muslo, acercándose al trasero. Le sujeté el brazo, deteniéndolo. Sentí la vigorosidad de su musculatura y me asusté al pensar que, si quisiera forzarme, no podría pararlo.

-En serio, no se puede trabajar en estas condiciones – decidí dejar de maquillarlo, alejándome de él.

-Me encantaría follarte.

-Ya, claro, como a todas. Si te tiras todo lo que se mueve – le reproché su actitud.

-Es cierto, me gustáis todas. Pero sé reconocer una cara bonita cuando la veo – su semblante se volvió serio mientras me piropeaba.

-Gracias – respondí, sintiéndome estúpida - ¿Podemos seguir? – gesticulé indicando que no volviera a meterme mano.

Nacho accedió a mi petición y se comprometió a comportarse. Estaba a punto de terminar con él cuando volvió a sorprenderme.

-¿Has pensado alguna vez en dedicarte a esto?

-¿A qué? – me extrañó su pregunta.

-Al porno. Tienes cualidades.

-¡¿Qué dices?! – me sorprendió, pensando que me estaba vacilando.

-¡Joder! Por supuesto que valdrías.

Noté cómo el famoso actor porno se fijaba en mi escote, más notorio que de costumbre debido a la prieta camiseta con cuello de pico que me había puesto para trabajar.

-Tienes unos pechos grandes y parecen bien puestos – prosiguió elogiándome - ¿Puedo tocarlos?

Antes de que me diera tiempo a contestar, los rápidos dedos de Nacho ya estaban en contacto con mis senos. Aquel inesperado gesto me pilló por sorpresa. Reaccioné torpemente, golpeándole con la palma de mi mano en las suyas para retirárselas. Pero ante su insistencia, finalmente tuve que agarrarle las manos para sacármelas de encima.

-Firmes, gruesos y naturales. Nadie mejor que yo para saber quién valdría para esto.

-Vale, ya estás listo – me retiré de su lado, indignada, queriendo poner punto final a aquella situación.

-Y tanto que estoy listo – se señaló la entrepierna, sonriente.

Aquel gesto me hizo creer que Nacho debía haberse empalmado con el jueguecito e, inexplicablemente, me hizo sonreír. Aunque seguía molesta por su comportamiento, me sentí halagada. Era todo un experimentado actor porno, así que provocarle una erección debía tener su mérito. Y había que reconocer que el hombre había estado gracioso.

-Si quieres verme actuar, ya sabes – concluyó, alejándose hacia el lugar de rodaje y dejándome con una estúpida sonrisa que me puso de los nervios.

Esta vez no me vi con el valor suficiente para contarle a Antonio lo sucedido con Nacho Vidal. Aunque lo ocurrido con el curtido actor tenía la misma importancia que lo sucedido con el amateur Charles X, desde que le oculté lo acontecido con nuestro amigo Santi, no me atrevía a sacar ese tipo de temas. Lo peor era la sensación de estar dándole más importancia de la que realmente tenía.

A finales de semana Nacho rodaba su última escena. Desde su insinuación, le había tenido que maquillar un par de veces más y no había pasado nada destacable, así que me sentía bastante más tranquila. Estaba esperándolo en mi puesto de trabajo cuando hizo acto de presencia.

-Venga, échame unos polvitos de esos de los tuyos y luego te echo yo unos de los míos – soltó, ingeniosamente, nada más entrar a la estancia.

Quise pensar que estaba bromeando, así que le seguí el rollo.

-Ya te gustaría – le contesté, divertida.

-Será que me faltan mujeres donde elegir…

-No, pero sé que no son muchas las que se te resisten y a mí me tienes ganas – sin querer había entrado en una batalla dialéctica, aceptando su peligroso juego.

Le di la espalda para ir a buscar mis utensilios de faena, mientras él se sentaba en la silla, cuando le oí exclamar.

-¡Vaya!

-¿Qué?

-¿Llevas mallas?

Aunque seguía con mi costumbre de llegar arreglada a los rodajes, siempre me ponía algo cómodo para trabajar. Normalmente solía vestir con pantalones holgados y camisetas ceñidas, pero esa vez me había puesto unas mallas ajustadas y una camiseta ancha que me llegaba hasta casi la mitad de los muslos. Me giré hacia Nacho, ignorándole, y me acerqué para comenzar a maquillarle.

-Espera – me detuvo cuando estuve a su alcance - ¿Por qué no te das la vuelta antes de empezar a retocarme?

-Pero si acabas de verme – me quejé.

-Vamos, ya sabemos todos que tienes unas magníficas tetas, pero no tenemos información suficiente sobre tu culo.

-Ni de coña.

Nacho volvió a reír, como siempre que me enfrentaba a él. Esa actitud me ponía de los nervios y, solo por eso, era capaz de hacer lo que me dijera, para no volver a escuchar el odioso sonido de su ladina risa.

-Venga, hazlo y dejaré que termines tu trabajo sin molestarte.

La propuesta era tentadora. Y girarme simplemente un momento tampoco parecía algo muy descabellado. Accedí, dándole la espalda.

-¿Contento? – solté con sorna.

-¿Podrías subirte un poco la camiseta?

Acepté a regañadientes, cansada del estúpido juego, con ganas de empezar a maquillarlo y poder concluir mi trabajo cuanto antes. Alcé la prenda exhibiendo la evidente redondez de mi trasero debido a lo ajustado de la tela. De repente, mostrando mi cuerpo para otro hombre que no fuera Antonio, me sentí ligeramente sucia. Quise parar aquello cuanto antes, mas, estando de espaldas, no vi venir la acometida de Nacho, que palpó mis nalgas, levantándomelas. Me retiré en seguida, reprochándole su actitud. Aunque el actor porno se había pasado, por desgracia, ya comenzaba a estar acostumbrada a sus desfachateces.

-¿Cuántos años tienes? – parecía gratamente sorprendido – Lo tienes todo bastante bien puesto para no ser una jovencita.

-Pues soy bastante más joven que tú – le quise picar, pero el experimentado hombre no se amedrentaba fácilmente.

-Te lo has ganado. Ya no te molesto más.

-Gracias, Nachete – le tuteé sin pensar, sintiendo una inesperada confianza que no creía tener con el actor porno.

-¡Oye! – se quejó.

-¿Qué pasa? ¿Te jode que te llame Nachete? – sonreí maliciosamente, divertida tras descubrir una sencilla forma de hacerlo rabiar.

-Hazme un favor. No vuelvas a llamarme así.

-Como tú digas, Nachete.

No pude evitar reír alegremente mientras observaba el rostro cariacontecido del hombre que hacía tan solo unos segundos me había metido mano impunemente.

El contrato con la productora de cine X llegaba a su fin y el excelente trabajo realizado por Make-up to you había permitido que la empresa se labrara un buen nombre en el mercado. Poco a poco iban apareciendo nuevas oportunidades de negocio que debía estudiar detenidamente. La necesidad de ampliar plantilla era un hecho. Así, en cuanto tuve un hueco, organicé una reunión con Lorena para tratar todos esos temas. Ella se encargaría de las entrevistas de trabajo mientras yo revisaría las ofertas de los posibles nuevos clientes. La actual situación empresarial me permitía volver gradualmente a mis quehaceres.

Como cualquier otro día de antaño, estando sentada en mi despacho, comenzó a sonar el teléfono. Lisa me pasó con Willy. Al parecer nos reclamaban con urgencia para poder grabar una última escena para la serie que se había rodado casi íntegramente en la majestuosa casa en la que había currado las últimas semanas. Sin personal disponible en ese momento, decidí hacer mi último trabajo de campo. Apresuradamente, salí en dirección a la pequeña mansión.

Igual que la primera vez, me recibió el enérgico hombre con el que acababa de hablar por teléfono. Willy me indicó que subiera directamente a uno de los cuartos de baño de la planta superior. Allí mismo me estaría esperando el actor al que debía retocar para la repentina grabación.

Con las prisas no había tenido tiempo de coger algo de ropa más cómoda así que, embutida en la corta y ceñida falda de color verde, junto al escotazo de la elegante camiseta negra de tirantes, me dirigí, haciendo uso de los enormes tacones de mis zapatos de vestir, a la estancia que me habían indicando, encontrándola vacía, extrañamente igual que el resto de la casa. Sin darle mayor importancia, esperando a que apareciera el actorucho de turno, comencé a preparar mis utensilios.

-Buenas – a mi espalda, una conocida voz tosca me saludó – Perdona por lo precipitado del asunto. Permíteme que me dé una ducha y empezamos. Tú puedes seguir con lo que estés haciendo.

Me giré, aturdida, para encontrarme con un sonriente Nacho Vidal que, ni corto ni perezoso, comenzó a desvestirse. Decidí ignorarlo sin más y, sin decirle nada, me volví para ocuparme de mis asuntos. No sería el primer actor que veía desnudo y, después de tantos días en el mundillo, ya no me asustaba por esas cosas. De repente, lo oí reír e, instintivamente, volteé para observarlo.

-Mira lo que asoma por aquí – bromeó.

Se había sacado los pantalones y, bajo los bóxers de color blanco, se exhibía parte de su esplendorosa verga. No me lo esperaba en absoluto y la situación me pareció más cómica que otra cosa. El muy idiota me hizo sonreír. En seguida volví a ignorarlo, pero, tras unos segundos, oí cómo algo caía al suelo.

-¡Mierda! – se quejó.

Me giré una vez más. Nacho se había desnudado completamente y no pude evitar echar un vistazo rápido a su enorme miembro. Por su estado natural de reposo habría jurado que la tenía flácida, pero debido a su grosor, parecía tenerla morcillona. Un poco más abajo, en el suelo, había un montón de bastoncillos de los oídos.

-¿Me ayudas a recogerlos? – me pidió amablemente.

Conocía sobradamente las intenciones del afamado actor y director, pero no estaba dispuesta a darle ningún tipo de oportunidad. Segura de mí misma, con confianza, sabedora de que nada ocurriría, me aproximé a él, arrodillándome en el suelo para recoger los bastoncillos desparramados. Nacho se inclinó para ayudarme, sin doblar las rodillas, acercándome el miembro a la cara. Instintivamente recordé la visión de aquel video porno de Antonio en el que quedé ligeramente escandalizada por las proporciones de la enorme polla que ahora se balanceaba ante mis ojos, tan cerca de mi rostro. Sin poder evitar una risa descontrolada, ladeé la cabeza, apartándome de aquella monstruosidad y empezando a sentirme realmente incómoda.

Tras recoger los bastoncillos del suelo, Nacho se metió en la ducha. Yo volví a darle la espalda, terminando de preparar las cosas para maquillarlo en cuanto estuviera listo. Me sentía confusa y aproveché para reflexionar sobre lo sucedido. Aunque el hombre que estaba bajo el grifo era un auténtico capullo, no podía negar que lo ocurrido había sido de todo menos desagradable. Aún así, no me costó mantener la compostura y esperar a que terminara de ducharse para finiquitar el trabajo que Make-up to you tan bien había realizado durante meses.

Llevaría un par de minutos bajo el agua cuando oí cómo Nacho golpeaba en la mampara, llamando mi atención. Al girarme, pude ver el enorme cipote que había dibujado en el cristal gracias al vaho del agua caliente. Tras señalarme el obsceno dibujo, me indicó sus partes mientras se reía a carcajadas. El cuarentón actor porno se estaba comportando como un crío, pero no paraba de sacarme estúpidas sonrisas que no podía evitar. La verdad es que, aunque bastante escondido, el hombre parecía tener un cierto encanto.

Nacho salió de la ducha envuelto únicamente con una toalla blanca alrededor de la cintura. Se sentó sobre la alargada vitrina del cuarto de baño y me instó a que me acercara para empezar a maquillarle. Mi cara debía ser un poema. ¿De verdad tenía que ponerme a trabajar en esas condiciones? Pensé que se pondría algo de ropa y se sentaría en algún sitio en el que tuviera mejor acceso a su rostro. De todos modos, sin ganas de alargar más la situación, acepté las condiciones.

Para poder trabajar cómodamente me tuve que colocar entre las piernas del actor que, al abrirlas, dejó asomar su vigoroso miembro. En un gesto aparentemente involuntario, mientras me enfrascaba en la delicada tarea de aplicarle el gel coloreado en las pestañas, noté cómo la punta de la verga me golpeaba en la pierna.

-¿Podrías apartar eso? – le recriminé usando una entonación peyorativa.

-Puedes hacerlo tú misma.

Con una mueca de total resignación ante su actitud, pero envalentonada debido a mi orgulloso carácter, le agarré la gruesa verga, sin darle mayor importancia, para apartarla colocándosela sobre uno de sus muslos. Aunque no acababa de creerme que se la hubiera tocado, con aquel rápido gesto pude cerciorarme de que realmente la tenía flácida.

No habría pasado ni un minuto cuando Nacho se revolvió, haciendo que su polla cayera del lugar en el que la había dejado, golpeándome nuevamente en el muslo. Sin decir nada, simplemente poniendo cara de circunstancias, volví a agarrarle el miembro. Jamás pensé que con ese nuevo gesto pudiera llegar a sentir el cosquilleo que se instauró en mi estómago. Esta vez aproveché para palpar a conciencia aquella enorme masa de carne. Era un tacto agradable, casi gustoso. No me habría importado en absoluto magrearlo un poco más si la realidad hubiese sido muy diferente, pero lo cierto es que yo estaba casada con un hombre al que quería y Nacho no era más que un engreído actor porno que simplemente quería echarme un polvo. Se la coloqué nuevamente sobre el mismo lugar.

En un gesto claramente premeditado, Nacho volvió a gesticular, dejando caer la rechoncha verga que se deslizó varios centímetros a lo largo de mi pierna, provocándome un escalofrío que me puso toda la piel de gallina.

-Ya está bien, ¿no? – le reprendí.

Por tercera vez en tan solo unos segundos, volví a asirle la polla, pero esta vez no pensaba quedarme con las ganas de sobársela. Estrujé con fervor el enorme rabo de Nacho Vidal, sintiendo cómo la carne se deslizaba entre mis dedos, alargándose y, poco a poco, adquiriendo una excitante rigidez. Tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad, recordando la locura que estaba cometiendo, para obligarme a soltársela. La verga quedó ligeramente altiva, acariciándome la erizada piel del muslo.

-Ya no creo que puedas apartarla – sonrió, perturbándome, tanto por la rabia que me provocaba como por lo mucho que empezaba a gustarme su prepotencia.

En circunstancias normales me habría retirado de su lado para evitar el indecente contacto, pero ya estaba demasiado animada como para obviar las ganas de seguir rozándome con algo tan grande y grotesco. Me engañé a mí misma pensando que no necesitaba nada más que eso y me arrimé un poco más a Nacho, casi masajeándole la polla con la rodilla.

Observé cómo el dueño de aquello se relajaba, recostándose sobre la pared y abriendo aún más las piernas, haciendo que el bulto del paño blanco que lo cubría se levantara sospechosamente. Intrigada, me arrodillé ante él, retirando la toalla que aún ocultaba gran parte de su sexo. Ante mis desencajados ojos apareció un enorme pollón, a media asta. Mordiéndome el labio inferior, agarré la verga morcillona del actor porno y, a pesar de recriminarme a mí misma lo que estaba a punto de hacer, comencé a masturbarlo, fuera de mí, sin poder dejar de sonreír estúpidamente debido a la impresión que me producía tener entre mis manos una de las pollas más famosas del mundo.

Aún no estaba completamente empalmado cuando retiré definitivamente la piel del prepucio, descapullándosela. Ante mí apareció un glande hermoso y rechoncho, acorde al resto del miembro. Fue en ese momento cuando sentí unas irrefrenables ganas de lamerlo. No me contuve y saqué la lengua para pasearla por la reseca zona. Un ligero sabor salado aumentó mis ganas de seguir chupándosela. Fabriqué un poco de saliva y la deslicé, con el uso de la sinhueso, alrededor del glande. Volví a lamerle la punta de la polla y sentí cómo ahora sí mi lengua se deslizaba sin dificultad a través de la humedecida piel. Mis babas se fueron deslizando a través del tronco que seguía pajeando. Nacho Vidal ya estaba completamente empalmado y yo tremendamente excitada al saber que podía disfrutar de un pollón tan extraordinario.

Mientras le hacía la mamada, el actor porno se inclinó para deshacerse de la parte de arriba de mis prendas. Primero me sacó la camiseta y, luego, tras lamerme la boca con su rolliza lengua y masajearme los senos con furor sobre la tela del sostén, se deshizo con tremenda facilidad del cierre del sujetador, desnudando mis pechos que cayeron rebotando debido a su considerable tamaño. Me avergoncé ligeramente por mi desnudez, pero el calentón era más poderoso que mi pudor. Muestra de ello eran los tiesos pezones que apuntaban desafiantes al hombre que los había liberado.

Agradecí que Nacho no me dirigiera la palabra. Una fanfarronada suya fuera de lugar habría sido suficiente para que me echara atrás. Y había llegado un punto en el que no quería que eso pasara. Acerqué el pecho a su entrepierna, colocándola entre ambos senos. Nunca jamás había estado con un hombre tan bien dotado y la sensación de grandiosidad, unida a los leves pero sinceros gemidos del hombre que se derretía entre mis tetas, me hizo unirme a sus jadeos, dejándome llevar por la lujuria.

Fue él quien deshizo el momento bruscamente, separándose de mí para alzarse del improvisado asiento al tiempo que me agarraba del cabello. Recordé lo mucho que a Antonio le gustaba verme con el pelo recogido y cómo Santi se me insinuó asiéndome de la cabellera. Pensé que Nacho me soltaría algún piropo cuando me sorprendió tirando de mi melena.

-¡Vamos, zorra! – me alzó provocando mis quejidos.

Su inesperada actitud no fue nada comparada con el dolor que me provocaba en el cuero cabelludo, haciéndome gritar, pero Nacho no aflojó sus acometidas. Con la mano libre, mientras yo intentaba liberarme de mi captor, comenzó a deshacerse de mi falda. No tardó en hacerlo. Ante su malévola mirada, me quedé con el fino tanga como única vestimenta. Ahora sí me piropeó, pero sin dejar de tirarme del pelo, haciendo que me sintiera más vejada que halagada. Acto seguido se deshizo, una vez más con tremenda facilidad, de mi última prenda, la empapada ropa interior.

Tirando mis utensilios de faena al suelo, me recostó violentamente sobre el enorme mueble en el que había estado preparando lo necesario para maquillarle. Aunque seguía dolorida, el alivio que sentí cuando al fin liberó mi melena fue indescriptible. Mientras Nacho acercaba la cabeza a mi sexo, se dedicó a sobarme los senos con maestría, apretando, pellizcando y acariciando lo justo, demostrando toda su experiencia a raíz de haber estado con multitud de mujeres. Me habría gustado cerrarle las piernas para impedirle el paso y dificultarle el objetivo, pero debido al espectacular magreo que le estaba dedicando a mis encendidos pezones, me tenía a su merced, impidiéndome forcejear como hubiera deseado.

Antes de que su boca alcanzara mi cueva, instintivamente deslicé los dedos por mis inflamados labios, sintiendo cómo el coño me chorreaba de pringoso líquido vaginal. Estaba demasiado excitada. Solo sentir el caluroso aliento de mi amante en mi entrepierna, me hizo gemir salvajemente. Con el primer lengüetazo, me corrí. Como no podía ser de otro modo, Nacho Vidal era un experto comecoños. Sus labios y lengua recorrieron cada milímetro de mi vulva, haciéndome arquear mi espalda y tensionar mis muslos, regalándome placer por doquier.

-Te estás deshaciendo – bromeó, apartándose de mí, mientras se relamía todos los jugos que emanaban de mi vagina.

Volvió a la carga. Esta vez alzándome el pompis para acceder a mi ano, el cual saboreó. Una tremenda sensación se apoderó de mi cuerpo, dejándolo completamente rígido. ¿Cuánto hacía que nadie jugueteaba por esa zona de mi anatomía? Recordé a un alocado novio que tuve cuando no era más que una adolescente. Diría que él fue el último en explorar la sensible zona de mi esfínter.

Nacho escupió sobre mi coño y, justo después, me abofeteó en una de las nalgas, provocándome un considerable y placentero dolor. Mientras me quejaba, se levantó, dejándome contemplar su hermosa polla. Me fijé en su pequeña bolsa testicular que contrastaba con la grandiosidad del resto del aparato reproductor masculino. Parecía que tuviera los huevos encogidos. Eso me hizo gracia y decidí jugar un poco.

-¿Vas a follarme, Nachete? – pregunté, melosa, queriendo recuperar el juego de egos que me había hecho caer definitivamente en sus garras.

Pero el macho que se alzaba imponente ante mí ya no quería jugar, solo follar. Encaró su descomunal verga a mi entrada y comenzó a introducir el abultado glande. Creía que me mataría, de dolor, placer o, más probablemente, de una combinación de ambas sensaciones. Cuando la punta de la polla se introdujo en mi interior, me sentí completamente llena. Al ver lo que aún faltaba de verga, me quise morir. Nacho siguió introduciendo centímetros de rabo en mi interior y yo me dejé llevar por el más intenso de los orgasmos. Una oleada de gusto se acumuló en mi sexo, creciendo a medida que el actor porno me penetraba, hasta llevarme cerca del desmayo. Desesperada, le pedí que parara, extendiendo mi mano sobre sus fornidas abdominales. El hombre se detuvo un instante mientras yo me convulsionaba ensartada por su estaca.

Recuperada de mi increíble corrida, Nacho comenzó a meter y sacar su oronda polla, sin llegar a introducírmela por completo, sabedor de que me haría daño. Con cada uno de esos simples gestos, en los que demostraba toda su experiencia y saber hacer en las artes amatorias, más me ganaba. Aceleró el ritmo, obligándome a morderme el labio inferior y manteniendo una cadencia que jamás ningún otro hombre había aguantado dentro de mí. Nacho Vidal era una máquina sexual.

Me arrancó varios orgasmos más, en diferentes posturas, algunas de las cuales solo eran posibles en películas pornográficas. Pero aquel insaciable hombre las estaba haciendo realidad para mí.

Pensé que el extraordinario polvo podía no acabar jamás y seguramente, si hubiese querido, Nacho podría haber alargado aún más el final. Pero, como en toda buena escena porno que se precie, el director parecía querer que se corrieran en mi cara. Después de todo el placer que me había dado no le iba a negar eso. Con un ímpetu desproporcionado, haciéndome daño, me agarró de los hombros obligándome a ponerme de rodillas. Cuando lo hice, apuntó su falo hacia mi rostro.

El actor comenzó a masturbase frente a mí con un brío desmesurado. Descontrolada por la lujuria, abrí mi boca, sacando la lengua a la espera de recibir el tibio esperma del semental. Instintivamente, poco a poco, me fui acercando al surtidor, hasta que mi ávida lengua entró en contacto con el glande de Nacho. Él retiró su mano, invitándome a masturbarlo. No solo no decliné la invitación, sino que me tomé la confianza de volver a lamerle aquella gorda cabeza unos instantes. En seguida me retiré para empezar a hacerle una paja todo lo rápido que mi cansado brazo me permitía.

Un único pero abundante chorro de grumoso semen cayó directamente sobre mi lengua, deslizándose hacia el exterior de mi boca. El sabor no era nada agradable, ligeramente agrio. El resto de leche salió en pequeñas cantidades quedándose adherida a la inmensa verga de Nacho. Con un último lametón, uní esos restos con el charco de lefa que reposaba sobre mi lengua, dejando escapar todo el esperma, que se deslizó por el alargado tronco del miembro del actor porno.

-Has hecho un gran trabajo.

No sabía si se refería al polvo o a mi labor como maquilladora. En cualquier caso, supe que se estaba cachondeando, mas no me hizo ninguna gracia. Me sentía humillada. La rabia de saber que aquel indeseable me había conseguido haciendo conmigo todo lo que siempre le había reprochado ocasionó que recordara todo lo malo que pensaba de él, haciendo que me arrepintiera tremendamente rápido de lo sucedido. ¿¡Qué le había hecho a Antonio!? Antes de que el asqueroso actor porno me viera llorar, recogí mis cosas y salí precipitadamente del cuarto de baño. De forma incomprensible, la pequeña mansión seguía estando vacía.

Tras vestirme y arreglarme en la habitación que había usado para maquillar a actores y actrices durante tanto tiempo, salí del recinto sin importarme las consecuencias. Me daba igual lo que pasara con la empresa. Lo único que quería era olvidar lo sucedido, pero eso no ocurriría jamás.

Me había costado mantener en secreto lo de nuestro amigo Santi, incluso las primeras insinuaciones del famoso Nacho Vidal. Pero ocultar una infidelidad era muy duro. ¿Tanto sufrimiento por unos cuántos orgasmos? No valía la pena.

Habían pasado semanas desde mi desliz con el actor porno y, desde entonces, no había vuelto a saber de él. Aún así, mi sentimiento de culpabilidad no había remitido lo más mínimo.

-Escucha, Noemí – Antonio se dirigió a mí – Últimamente te he notado algo distante y creo que sé cuál es el motivo.

Me asusté ante aquel inicio de conversación de mi marido. Por un breve instante, estuve tentada de confesar.

-Desde que empezaste a trabajar como maquilladora con actores… porno – prosiguió – me comporté como un completo imbécil. Desconfié de ti sin ningún motivo y me has demostrado que estaba equivocado.

No me lo podía creer. ¿Por qué ese hombre era tan bueno conmigo? No pude evitarlo, empecé a llorar desconsoladamente, sin decir una sola palabra. Antonio me abrazó.

-Vamos… lo siento mucho, de verdad – se disculpó – Debes haberlo pasado tan mal… lo siento, lo siento.

Me besó tiernamente en la mejilla y yo no pude hacer nada más que seguir llorando. Me sentía sucia, mezquina y cobarde.

-Perdona, Noemí. Te están llamando.

Estaba tan aturdida que tuvo que ser mi propio esposo el que me alertada de que mi móvil estaba sonando. Sollozando, me separé de él para dirigirme al teléfono. Tenía los ojos llenos de lágrimas y no pude ver quién me llamaba.

-¿Sí? – contesté con un hilillo de voz.

-Tenemos que hablar – me dijo con sequedad la inconfundible voz de uno de mis amigos para, justo después, colgar.

Comentarios

  1. Sin sorpresas, he de reconocer que me ha gustado el relato. Mantiene tu buen nivel de escritura y una trama interesante aunque, en este caso, a mi me ha parecido un desenlace más forzado (¿en serio no se ve venir la mansión vacía, después de semanas viendo cómo es de verdad una grabación de este estilo?). Aunque hay que reconocer que has hecho un gran trabajo en justificar la polla inmensa esta vez. xD

    Como crítica principal, a parte de que me gusta más como escribes cuando el protagonista es un hombre, creo que has metido demasiados personajes. Tiene trazas de ser el comienzo de una saga, así que supongo que de ahí vienen todos los que realmente sobran, pero en gran medida hay un batiburrillo excesivo de personajes que van y vienen y que, a menudo, es difícil identificar. Y, personalmente, me parece que la escena de sexo fue narrada de modo un tanto apresurado, como si realmente no te sintieses cómodo al describirla.

    Requiem

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  2. Buen relato. No de los mejores, pero deja la puerta abierta a una serie que pinta interesante.

    ¿Es el primer relato en el que narras en primera persona o me lo parece a mí?

    Por cierto, una corrección: has puesto "impotente" donde querías decir "imponente" (supongo).

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  3. Coicido en mi opinion con los anteriores comentarios, en que, deja abierta o es un comienzo a una prometedora saga o serie. Si bien me a gustado, he de reconocer que ha tenido poca "ación" para mi gusto, lo mejo, el final abierto.



    (Y para dar un toque de humor)


    : (


    Te ha faltado más tacto...




    ...respeto...




    ...en el tratamiento a Don...




    ...IGNACIO...





    ...un poquito de respeto a Don IGNACIO VIDAL...



    ...un referente para todo pervetido que se precie de serlo jajaja



    Un saludo y aquí estaremos al pie del cañon a la espera de la continuación.



    Fdo. Ermendasxxx79

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  4. jajaja nunca una sola letra ha cambiado tanto el significado de una palabra. Gracias, Mr18, ahora lo corrijo.

    Efectivamente es mi primer relato en primera persona y tenía la esperanza de que gustara más. De hecho, como ya intuís, tenía en mente continuar la historia.
    Que el relato no os haya acabado de gustar, ¿es por la historia o por la narración en primera persona?

    Requiem, la intención de tanto personaje, aparte de por la continuación, era para darle un toque de intriga en el que no estuviera claro lo que iba a suceder. Parece que tampoco lo he conseguido.

    Por último, Ermendasxxx79, el relato narra la relación de Noemí con Nacho. No es más que una parodia de cómo un personaje ficticio ve a Nacho Vidal.
    Yo no tengo el gusto de conocerlo :)

    Bueno, que sepáis que este relato ha supuesto un pequeño fracaso. Tenía el pálpito de que iba a gustar, pero creo que definitivamente la he cagado :(

    Quisiera aprovechar el comentario para agradecer a Vieri toda su ayuda con este relato. ¡Un saludo compi!

    Como siempre, gracias a los que participáis en forma de comentario. No me cansaré de decir lo mucho que me aportáis para seguir escribiendo.

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  5. A mí no me ha gustado en exceso porque los personajes no me han llegado como en otras ocasiones... No me he compadecido de Antonio como de los cornudos de anteriores relatos, ni he odiado a Nacho como a los antagonistas de relatos previos tampoco. No sabría decir a qué se debe esto, no creo que tenga que ver con la narración en primera persona.

    No obstante, considero que como comienzo de una serie está bastante bien, a mí me ha dejado con ganas de más, que es lo suyo.

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  6. No hombre, tampoco es un fracaso. En cuanto al por qué me gustó menos, a parte de que como dije en Trovadores soy de relatos protagonizados por personajes masculinos, creo que la historia floje a un poco al final. La parte de la persona, al contrario, está perfectamente logrado, ninguna queja con el uso de la primera.

    En cuanto a lo de dar el misterio, ahí si que creo que fracasaste. Primero, porque aún así hay detalles de personajes que sobran (las esposas y la ayudante especialmente), que aunque tienen sentido se siguen sumando al constante rifirrafe de personajes. Y, por otro lado, quizás es porque he leído demasiado tuyo escrito, pero tan pronto la protagonista tiene una reacción de odio/rechazo tan claro con Nacho ya se sabe que él va a ser el protagonista; especialmente cuando las escenas de seducción con él se suceden y la del baño con la alternativa pasa a toda velocidad y un tanto forzada de más. Como sueles currarte mucho más las seducciones e historias, estaba claro que esa no iba a ser.

    Requiem

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  7. Pues creo que la narración en primera persona es clave para los puntos que indicáis. Cuando narro en tercera persona puedo dar las pinceladas justas de sensaciones/pensamientos de cada uno de los personajes mientras que en esta ocasión únicamente puedo exteriorizar lo que ve, siente y piensa el personaje principal.
    Seguro que el problema es mío por no saber hacerlo. Supongo que continuaré esta historia en primera persona (espero ir mejorando), pero tranquilos que volveré a la narración en tercera :)

    Requiem, creo que ya me conocéis demasiado :P Tendré que escribir novelas para conseguir engañaros jaja

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  8. Creo que simplemente se deslinda de lo que sueles escribir, no porque esté narrado como mujer o en primera persona, sino porque el elemento cotidiano con el que te suelo asociar (y seguro que tus lectores también) no está muy presente. Es decir, en el relato de la niñera (por poner un ejemplo), o el de la barbacoa, o el de la casada que se aventura con un veinteañero, pues yo al menos suelo hacer un paralelismo con mi vida particular, y esto te lo he dicho varias veces, que identifico personajes e historia tuyas con mi entorno. Una chica que comienza una vida nueva, un trabajo nuevo, con todo lo que eso supone, es algo que me ha gustado. El que consiga un trabajo en la industria porno me ha chocado pues se ha salido de esa cotidianidad que te comenté.

    No siempre suena la flauta, ya te dije que mi relato de la pasantía tampoco es que haya un éxito y creo que los motivos son los mismos que los tuyos. O similares.

    Tu trabajo a la hora de tratar a la protagonista es sublime; realmente he sentido que eras una mujercita, doctora. Y tiene un par de escenas muy morbosas. Para ser tu primer disparo te ha salido muy bien.

    Un abrazo. Y un placer haberte ayudado (y que tú me hayas dado también una mano ;) )

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  9. Si te hace falta un poco más de inspiración, visita el catálogo de Ángeles con Bragas Sucias en www.bragasardientes.com
    Cierra los ojos y huele...

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  10. Vieri, como siempre, aciertas en el comentario. Tal vez tengas razón y el problema sea que me metí demasiado en un tema menos cotidiano como es el porno.
    He de decir que en la primera idea que tenía sobre el relato la protagonista no era maquilladora ni se metía a trabajar en el mundo del porno. Inicialmente tenía pensada la escena con los amigos en los que ven la peli porno y ella echa pestes de Nacho Vidal para que luego se encontraran de forma casual y echaran un polvo. Pero no acababa de creerme la trama, y hacer que se encontraran debido a que ella empezaba a trabajar en el mundo del porno me pareció más verosímil.

    Bueno, veremos qué tal sale la continuación cuando la escriba :)

    jajaja Angel Ardiente, ¿bragas sucias? Si fueran de alguna amiga aún, pero ¿¡de una desconocida!? Te dejo el spam porque al menos has intentado ocultarlo, pero la próxima vez borraré el comentario :P

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  11. Hola Doctor, hace un tiempo que leo tus relatos y por fin me animo a comentar.

    Para mi no ha sido un mal relato, de hecho la situación de una chica corriente seducida por una estrella del porno me parece bastante excitante, ademas le has dado la suficiente cotidianiedad (existe esa palabra?) para que no parezca inverosímil en mi opinión.
    Sin embargo creo que flojea a la hora de profundizar en los personajes, quizás por el hecho de que este en primera persona (la cual has sabido hacer con soltura), ademas la infidelidad la he visto al final muy forzada. Quizás si hubieras metido mas tensión sexual en el trabajo de la protagonista y si el marido la hubiera dejado mas a dos velas hubiera sido mas verosímil.
    A parte de esto estoy esperando que saques la continuación o un nuevo relato. Sigue asi :)

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  12. Hola! Pues me alegro de que te animes a dejarme comentarios. Espero que no sea el último :)

    No calificaré el relato de fracaso, pero sí entiendo que ha sido muy mejorable.

    Bueno, espero que las consecuencias de esta historia, es decir, la continuación, sea mejor relato.

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  13. Hola te invito a unirte al grupo “Club de relatos eróticos” donde podrás darle difusión a tus historias a 1400 personas interesadas en leer literatura erótica.
    https://www.facebook.com/groups/320512508018787/

    Besitos.
    Michelle.

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  14. Pues a mí me encantó.

    Hace rato que no comento, pero este relato fue de mi agrado.
    Me parece extraño ver los comentarios tan 'negativos'. Pienso que está muy bien logrado.

    Quizá hubiera puesto alguna escena en donde Nacho seduce a alguien que No es una actriz y nuestra protagonista los ve (quizá ve toda la seducción) y le crecen celos por ello.


    Pero en general, muy buen relato. Hay un par que no he leído (sólo "ponte en forma" desde Amistades peligrosas), los iré a revisar.

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  15. Steamer, muchas gracias por el comentario. Me alegra que te haya gustado el relato.

    Adelante con los que te faltan. Espero que te animes a comentarlos igual que este, aunque no te gusten :)

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  16. Para cuando el proximo relato????

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  17. Pues lo cierto es que ahora mismo tengo un pequeño problema/dilema.

    Tengo un relato escrito, el que presentaré para la próxima edición del Ejercicio. Por lo tanto, no lo publicaré hasta finales de año más o menos.

    Empezada, tengo una historia que estaba aparcada y que me llevará mucho tiempo escribir y repasar, pues no es precisamente corta. Tal vez tampoco la podría acabar antes de final de año, por ejemplo.

    La única opción de publicar antes sería ponerme con una nueva historia desde cero. Y tampoco sé el tiempo que me llevaría acabarla.

    En fin, como veis, me debo a otras cosas, no solo escribir, y mi ritmo de publicación se ve claramente afectado :(

    Lo siento de verdad por todos aquellos que esperáis con ganas un nuevo relato. Os agradezco un montón vuestra presencia en este blog, ya sea de una forma u otra. Lo que sí quiero dejar claro es que, aunque tarde, yo sigo con este hobby de escribir relatos eróticos. Así que, más tarde o más temprano, seguiré publicando.

    Un saludo a todos!

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  18. Qué pena tener que esperar!

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  19. Si ....ya van casi 3 meses.....y supongo que todos a igual que yo estamos esperando la continuación........Saludos

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  20. Excelente! Es un gusto leer una narración correcta sin dejar de ser caliente. Gracias

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  21. Mi consejo es que continúes con los relatos que ya tienes empezados. Es mejor que te tomes tu tiempo para completarlos que sacar uno deprisa y corriendo.

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  22. Hola, muchas gracias a todos por las ganas que demostráis de que siga publicando :)

    Como ya dije, tengo un relato terminado que ya puedo confirmar que subiré al blog a finales de noviembre.

    Casi seguro, antes publicaré el relato que empecé a escribir hace menos de un mes. El pasado fin de semana lo pude avanzar bastante y ahora estoy rematándolo. Espero terminarlo en breve con lo que tardaría en subirlo lo que me lleve revisarlo, que no es poco.

    Gracias a todos por la paciencia. Y siento el retraso, culpa mía por malacostumbraros a publicar mensualmente.

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  23. Estimado Doctor estamos esperando con muchas ansias su relato. Sepa que hay mucha gente que por mas no comente lo siguen atentamente. Desde ya muchas gracias por los relatos subidos y esperemos mas éxitos. Saludos desde Argentina . JOr

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  24. Muchas gracias a ti.

    Me imagino que son muchos los que leen habitualmente y no comentan, pero siempre es bueno saber que están ahí aunque solo sea de vez en cuando.

    El nuevo relato se está alargando más de lo que pensaba en un principio, de ahí el retraso. Espero que durante lo que queda de semana pueda acabar de perfilarlo.

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  25. He leído avidamente y solo puedo decir.... increible.
    Bss

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  26. Muy bueno..me gustó ...Ufffffff ...lo leí hace ya tiempo...esta haciendo esperar la secuela.....espero q llegue pronto....tus relatos son muy buenos a nivel general, te felicito sigue asi q lo haces muy bien....Saludos y felices fiestas...
    jrdirton.

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  27. Muchas gracias jrdirton.

    Lo cierto es que tengo varios relatos pertenecientes a series inacabadas y debería empezar a poner remedio. Tal vez el próximo relato que escriba sea perteneciente a alguna de estas series.

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  28. Solo son unas ideos, espero que te sirvan:

    - Santi es quien la llama (obvio), para decirle que sabe lo que hizo con Nachete.
    - Resulta que fue grabada por una cámara oculta, y que Nachete convenció a la productora para que fuera incluida en el dvd, aunque censurando su rostro, pero Santi se dio cuenta, y la reacción de Noemí, se lo confirma.
    - Una vez que el grupo se reúne (donde Santi o Noemí, este la chantajea enseñándole la escena en su móvil, entonces sabiendo lo que significa, y estando a solas (baño, dormitorio) le hace una paja. (solo eso)
    - En uno de sus encuentros fortuitos (cocina) Noemí esta haciéndole una cubana (ocultándose tras la encimera) mientras Santi prepara algo en la misma, y Arturo distrae (sin saber lo que ocurre a escasos metros) a Antonio.
    - Finalmente, Santi se la folla, con Arturo (para su suerte) los descubre y solo se masturba mientras mira, por orden de Santi.

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  29. ¿Eres un hacker con acceso a las notas de mi pc sobre la continuación de este relato? jaja

    Lo cierto es que lo que tengo en mente se parece relativamente a lo que propones.

    Siento no tener tiempo para continuar esta historia ni para escribir nuevas :(

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  30. hola soy Ana tengo 23 años y en algún momento de mi vida hice porno, al principio todo normal, pero después se convirtió en toda una pesadilla en mi entorno familiar y laboral.

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  31. Hola Ana, espero que, ya que hablas en pasado, toda esa pesadilla haya acabado.

    Por otro lado, como todos y cada uno del resto de mis relatos, no pretendo reflejar ninguna realidad, solo fantasías con las que los lectores puedan pasar un buen rato. Espero que eso esté claro :)

    Un saludo!

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  32. Estoy en proceso de releer todos tus relatos y acabo de fijarme en lo que creo que es una errata: en un punto dado dices "camarotes" cuando creo que querías decir "camerinos".

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    Respuestas
    1. jajajaja pues toda la razón!

      Mil gracias por el aviso. Lo edito y dejo este comentario como recordatorio de mi error y merecida fustigación jajaja

      Espero que estés disfrutando con las relecturas :)

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