Ir al contenido principal

Día de compras

Sinopsis: Una discusión de pareja provocará un día de compras que no terminará como estaba previsto.

Neus, en un primer estadio de histeria, cerró el armario de golpe, lo suficientemente fuerte como para que Igor, su pareja, que aún dormía en la cama, se desvelara levemente por tan solo unos segundos.

—Necesito ropa —masculló ella entre dientes, alejándose de la habitación de matrimonio.

La mujer, descalza, avanzó por el pasillo con gesto grácil. Aún vestía la indumentaria con la que se había acostado. Una camiseta blanca de tirantes, ajustada, se ceñía a las mareantes curvas de su torso y un tanga de color gris claro, que no se había cambiado debido al disgusto con el que se había ido a la cama, dejaba a la vista su culo respingón.

La noche anterior la pareja había discutido. Después de salir a cenar con unos amigos no se habían puesto de acuerdo sobre quién debía coger el coche de regreso a casa. Ambos habían bebido y, finalmente, ya enfadada, Neus accedió a llevarlo. No habían llegado a la primera rotonda de camino a casa cuando una patrulla de la policía les paró para el respectivo control de alcoholemia. Aunque la mujer iba bien, no pudo evitar la multa, la pérdida de puntos y la consiguiente retirada del carné. El enfado de Neus fue extraordinario y la discusión con Igor de las que no se olvidan. Pensó que por la mañana vería las cosas de otra forma, pero la rabia aún la dominaba.

Se sentó en la silla del escritorio, en frente del ordenador que, como siempre, estaba encendido. Revisó la página de Facebook para cotillear un poco y rápidamente se dispuso a navegar por algunas de sus webs favoritas. A Neus le apasionaba comprar y sabía que unas visitas virtuales a EBay y a un par de tiendas de ropa harían que se sintiera mejor.

Y lo consiguió en gran parte cuando, de repente, intuyó una presencia. Giró el rostro con desgana, queriendo mostrar una mueca de disgusto para mirar a Igor, que la observaba apoyado en el marco de la puerta, con cara de circunstancias.

El hombre vestía una única prenda, unos bóxers azules que dejaban entrever la silueta de su miembro viril. Estaba completamente depilado y aún conservaba la tableta de chocolate en las abdominales, lo más destacable de un cuerpo completamente fibroso.

La tentadora visión de su hombre hizo que Neus aplacara ligeramente su mal humor y relajara la tensión del rostro. No obstante, no pensaba perdonarle tan fácilmente.

—Quiero ir de compras y ahora no puedo coger el coche —soltó con evidentes intenciones—. Tendrás que llevarme tú.

La cara de Igor lo decía todo. No le gustaba en absoluto ir de tiendas así que tuvo que pensar rápidamente una excusa.

—No puedo. —Estaba recién levantado, con lo que su mente no dio para mucho más.

—¡Ah, muy bien! —alzó la voz—. O sea que me quedo sin carné por tu culpa y tú no eres capaz de…

Estaban a punto de empezar nuevamente la misma discusión que el día anterior, así que Igor, asqueado, cortó por lo sano. Con un gesto de desprecio, acompañado de un sonido de desgana, se alejó del cuarto, dejando a Neus con la palabra en la boca, que se alteró aún más de lo que estaba.

La pareja no se había casado, pero su relación había empezado hacía muchos años, casi la mitad de ellos viviendo juntos. En todo ese tiempo habían tenido sus más y sus menos, pero su amor jamás se había desgastado. Y gracias a ello sobrevivían a las crisis como la que en esos instantes se avecinaba. Por suerte, los momentos buenos eran mucho más numerosos que los malos. Y, aunque alguno de los dos llegara a enfadarse demasiado con el otro, nunca era suficiente como para olvidar lo mucho que se querían.

Habían pasado tan solo unos minutos cuando Neus oyó el portazo que evidenciaba que Igor se había marchado. El contundente sonido de la puerta la puso triste. No quería discutir, pero le daba mucha rabia que su pareja no le diera la razón, pues estaba convencida de tenerla.

Internet ya no le servía para aplacar ese nuevo sentimiento, esa especie de sensación de vacío que ahora la embargaba. Solo podía hacer una cosa, justo lo que había originado la nueva discusión, ir de compras.

Caviló opciones. Amigas, su madre y su hermana, la vecina de arriba que era de su misma quinta, Edu o el transporte público. Descartó a las amigas por ser algo tan precipitado. Normalmente necesitaban un largo proceso de organización para conseguir quedar, para lo cual no había tiempo. Su hermana estaba fuera, pasando el día con su marido e hijos en la montaña, lo cual descartaba a su madre, pues no podía quedar con una sin que la otra se sintiera desplazada. La vecina era su mejor baza, pero no sabía conducir y eso decantó la balanza definitivamente. Teniendo en cuenta que quería evitar el incómodo autobús que únicamente pasaba cada hora y tardaba cuarenta minutos en hacer el trayecto, solo le quedaba una posibilidad.

Edu era uno de los pocos amigos solteros de la pareja. Aunque se llevaba bien con ambos, con Neus parecía tener un buen rollo especial. Era alegre y divertido, cosa que a ella le encantaba. Y, aparte de tener coche, el hombre no solía decir que no a casi ninguna quedada que le propusieran. Aunque no era su mejor opción, a Neus le valía. Cogió el móvil y marcó el número de la agenda.

—¿Qué pasa, reina? —contestó Edu con entusiasmo.

—¿Cómo estás, mi rey? —le devolvió el efusivo saludo.

—Pues aquí, esperando a que me llamaras —bromeó, haciendo reír a Neus.

—¡Calla, idiota! Oye, ¿te apetecería acompañarme a ir de compras?

—¡Pues claro, por mi reina lo que sea! Pero… ¿dónde está la trampa? —preguntó, extrañado por la propuesta de su amiga.

—No tengo coche. —Aunque nadie la vio, dibujó una mueca de disgusto—. Si te apetece venir, luego te cuento, ¿vale?

—Eso está hecho.

Media hora después Edu estaba en frente de la puerta de la casa de sus amigos esperando a que Neus bajara para ir de compras.

—Disculpa la tardanza —se presentó la mujer después del retraso de veinticinco minutos durante los cuales su amigo la había estado esperando en el coche.

—Te lo perdono si me dices que te estabas arreglando.

—Pues claro que me estaba arreglando —contestó ligeramente descolocada, sin pillar por dónde iba.

—Pues entonces ha valido la pena la espera —la piropeó al mismo tiempo que la sonreía, intentando adoptar un gesto de hombre interesante.

—¡Anda ya! —rio, quitándole hierro al asunto.

Neus pensó que quedar con Edu tal vez había sido una gran idea. Nadie como él para hacerla reír, justo lo que necesitaba. Se fijó en su amigo, un hombre del montón que, aunque no era feo, tenía un ligero exceso de peso y una incipiente calvicie. Se preguntó, como tantas otras veces, por qué no tendría novia.

De camino al paseo donde se extendía la mayor concentración de tiendas de ropa de la zona, no dejaron de conversar. Neus explicó lo que había sucedido la noche anterior, intentando obviar los detalles de la discusión con Igor. Y Edu no dejó de hacer reír a su amiga, que se lo estaba pasando en grande.

Una vez en la calle comercial, fue ella quien tomó la iniciativa. Moviéndose con pasmosa agilidad entre el gentío, el hombre la seguía como podía, justo a su espalda. Neus entró en una primera tienda.

—¿Tú te vas a mirar algo? —preguntó a su amigo.

—No lo sé.

—Si quieres miro primero lo mío y luego buscamos algo para ti.

—Vale.

Edu se quedó observando a su amiga con detenimiento. Sobre unos tejanos ajustados que le marcaban el bonito trasero, llevaba unas elegantes botas negras que le llegaban hasta casi la rodilla. Arriba, una camiseta estampada y holgada que no dejaba entrever el fenomenal busto que en ese preciso instante Neus estaba marcando sobre la pieza que se había arrimado para comprobar cómo le quedaría.

—Uf —resopló el hombre disimuladamente—. Me voy a dar una vuelta a ver qué veo por ahí —se excusó para alejarse de la tentación que tenía delante.

—Vale, guapo. Estaré por esta zona.

Edu era más que consciente del morbo que desprendía su amiga. No buscaba ni quería nada con ella, pero desconocía si el motivo era la amistad con Igor o el saber que realmente no tendría ninguna oportunidad. En cualquier caso, la cosa no pasaba de alguna que otra paja esporádica que le dedicaba. Por suerte nunca había sentido nada demasiado especial por ella y eso hacía que su amistad no se resintiera.

Tras dar una pequeña vuelta por los alrededores, desconectar un poco y, sobre todo, perder la erección que la imagen de su amiga marcando pecho le había provocado, volvió junto a ella.

—¿Cómo lo llevas?

—Ven, acompáñame. Tengo que probarme esto —mostró el montón de ropa que llevaba en la mano.

Edu tragó saliva. Por un momento pensó que no saldría de allí en todo el día. Aunque estar con Neus tenía muchos alicientes, creyó que esperar a que se probara toda esa ropa iba a ser un suplicio. Sin embargo, su amiga siempre acababa sorprendiéndole.

—No te quedes ahí —le recriminó al ver que Edu se había parado en la entrada a la zona de los probadores.

—¿Para qué quieres que pase? —se extrañó.

—Así me vas dando tu opinión.

—¡Que va, paso! —se hizo el fuerte, aunque le estaba entusiasmando la idea de ver a su amiga probándose modelitos, pues no tenía precisamente mal gusto con la ropa.

—Va, que así es más divertido. Cuando vengo con amigas siempre me dan su opinión… —forzó un gesto de pena.

—Está bien… —aceptó al fin, haciendo ver que era un gran suplicio para él.

—¿Cuántas? —preguntó la encargada que estaba a la entrada de los probadores.

—Diez prendas.

Mientras Neus se cambiaba tras la cortinilla que Edu tenía a su espalda, el hombre intentaba recuperar una imagen mental de la ropa que su amiga llevaba en la mano, pero fue incapaz de recordar ni una sola pieza. Sonriendo él solo, como un tonto al comprobar lo poco observador que era, se preguntó si alguna de las prendas sería algo de ropa interior, dejando correr la imaginación.

La pareja de Igor estaba mucho más relajada que a primera hora de la mañana. Le había venido bien la presencia de su amigo para desconectar, pero, por encima de todo, se evadía completamente cuando iba de compras. En ese instante, vistiéndose con el top negro que dejaba al aire el discreto tribal que tenía tatuado en un lado de la cintura, se sintió bien. Se miró al espejo y se vio guapa.

A Edu se le estaban haciendo eternos los minutos cuando, por fin, oyó a su amiga que, sacando únicamente la cabeza a través de la cortinilla, le chistó.

—Oye, ¿por qué no te sientas ahí enfrente? —le indicó la banqueta que quedaba justo delante de su probador.

Él afirmó con la cabeza, dándose media vuelta para observar a su amiga, que descorrió el visillo para mostrar las primeras vestimentas.

—¿Y bien? —preguntó.

La garganta de Edu se secó. Neus estaba descalza, con unos tejanos que no supo apreciar si eran los mismos que ya llevaba antes. Pero lo que más le impresionó fue la prenda de arriba, que se ajustaba con precisión quirúrgica al cuerpo de la mujer, contorneando unos pechos excelsos. Intuyó que se había sacado el sostén, pues no parecía marcarse bajo la prenda. Instintivamente echó un rápido vistazo al interior del vestidor, esperando encontrar las grandes copas tiradas en el suelo, pero no las vio. Sin embargo, a pesar del tono oscuro de la prenda, pareció atisbar la inequívoca forma de los pezones marcándose muy ligeramente en la tela. Le gustó pensar que efectivamente no llevaba sujetador.

—Te queda perfecto.

—¡Ay, qué soso eres, hijo mío! —se quejó con simpatía, volviendo al interior del probador y corriendo nuevamente la cortina.

Edu se sentó en el pequeño banco tal y como Neus le había sugerido y se sorprendió al descubrir que la tela que hacía las veces de puerta no había quedado pegada del todo al marco, permitiendo ver, a través del estrecho resquicio, el reflejo de su amiga en el espejo del vestidor. La erección fue instantánea. Intentó revolverse para disimular, pero no quería perder el ángulo de visión, así que acabó en una postura del todo antinatural.

El hombre observó cómo su amiga se desabrochaba el pantalón y comenzaba a quitárselo. Le iba tan justo que le costaba hacerlo bajar. Sonrió al ver cómo Neus daba saltitos, haciendo que los pechos se tambalearan al mismo ritmo. Cuando por fin se deshizo del tejano, Edu vio las esbeltas piernas de su amiga y las bragas de color morado. La polla del mirón dio un respingo, provocando que perdiera la extraordinaria perspectiva por un momento.

Cuando volvió a dirigir la vista al interior del vestidor, contempló cómo su amiga se llevaba una mano a la entrepierna para recolocarse la ropa interior, separando ligeramente la tela de su cuerpo. Edu creyó intuir un pubis rasurado y comenzó a sentir un ligero picor en la punta de la verga. Se tuvo que llevar una mano al paquete para recolocárselo lo más disimuladamente posible.

Estaba a punto de vivir uno de los momentos más deseados cuando la novia de Igor se llevó las manos al top. Pensó en la multitud de veces que había soñado con verle las tetas. El gesto de la mujer fue rápido, haciendo que los pechos recién liberados se tambalearan nuevamente, pero esta vez sin tela de por medio. Edu se quedó boquiabierto observando los oscuros pezones, que parecían grandes en contraste con unas areolas ligeramente más claras y que abarcaban un escaso terreno del vasto grosor del que hacían gala los firmes senos.

El hombre sintió cómo se le humedecían los calzoncillos cuando la encargada de los probadores le tapó la visión, poniéndose justo delante de él.

—¿Se encuentra bien? —inquirió—. Tiene mala cara y está ahí medio encorvado…

—Sí, no te preocupes… bueno, me duele un poco el estómago —se excusó por temor a ser descubierto, aguantándose las ganas de mandarla a la mierda por privarle del magnífico espectáculo que estaba presenciando.

—Está bien. Si se encuentra peor nos lo dice —sonrió la chiquilla.

—Sí, descuida…

—¿Qué pasa? —preguntó Neus con extrañeza, saliendo del probador vestida con nueva indumentaria.

—Nada, que me duele un poco la tripa —mintió, sintiéndose como un completo idiota mientras veía cómo la dependienta se alejaba.

—¿Así, de repente? Pobre… dejo esto y nos vamos ya —mostró el montón de ropa que aún le quedaba por probar.

—No, en serio, ha sido solo un retortijón.

—¿Está libre? —preguntó una señora mayor con un tono de voz más que estridente.

—Sí, un momento —respondió Neus con amabilidad.

—Es que si no estás usando el probador deberías dejarlo libre —insistió la mujer.

—Mire, señora…

Edu conocía el temperamento de su amiga y sabía que la conversación iba a acabar en discusión. Y no se equivocó. Al menos, el mal rato le calmó la hinchazón de la entrepierna y, aunque se quedó con las ganas de haber seguido espiándola, se conformó con el recuerdo que se llevaba para toda la vida. Calibró el número de pajas que se haría como consecuencia de esa situación y no le salían las cuentas.

Tras pararse a comer algo y con unas cuantas bolsas repletas de ropa femenina de más, los dos amigos se dirigían en busca del coche, deshaciendo el camino que ya recorrieran anteriormente.

La mujer iba pensando en su pareja. La mañana de compras le había sentado de maravilla y no tenía ganas de que Igor le estropeara el día. Se sentía ligeramente culpable por ese pensamiento, pero sabía que en el fondo lo que no podía soportar era volver a discutir con él.

Estaba envuelta en esos pensamientos cuando, de repente, entre el gentío, divisó una presencia conocida. Se trataba de Paco, un antiguo amigo de la pareja o, más bien, conocido, pues Neus e Igor jamás se habían llevado demasiado bien con él. A su lado estaba un hombre que a ella le resultaba familiar. Sabía que era amigo de Paco, pero era incapaz de recordar su nombre.

La mujer miró para otro lado, intentando disimular y pasar desapercibida para evitar un saludo forzado con el que seguramente nadie se sentiría cómodo. Sin embargo, no pensó en la persona que en esos momentos la acompañaba.

—¡Edu! —gritó Paco, haciendo aspavientos desde el bar en el que acababa de tomar asiento junto a Óscar.

—Mierda… —masculló ella, lo suficientemente bajo para que su amigo no la oyera.

—¿¡Qué pasa, tío!? —saludó Edu con evidente entusiasmo, dirigiéndose al bar y obligando a Neus a detener la marcha, viéndose forzada a seguirlo.

—¡Cuánto tiempo! —Óscar se levantó de su asiento, justo cuando las miradas de Neus y Paco se cruzaron por un instante.

—Hola —saludó ella con cierta desgana.

—¿Qué tal? —le devolvió el saludo con frialdad mientras se daban los dos besos de rigor.

Neus no contestó y Paco pareció captar la indirecta, dirigiéndose nuevamente a Edu. Los tres amigos charlaron amistosamente mientras ella, en un segundo plano, los miraba con recelo.

—¿Por qué no te tomas una? —Óscar le ofreció una cerveza a Edu.

—¡Venga! —aceptó sin pensar en ningún momento que Neus podía sentirse incómoda.

La mujer lo miró con aspereza, pero su amigo no hizo ni el amago de dirigirle la mirada.

—Bueno, una y nos vamos —intervino finalmente—. Que vamos cargados.

—Irás cargada tú —le contestó Paco sin medir las palabras, haciendo que ella recordara perfectamente por qué era tan desagradable.

—Sí, sí, una y nos vamos —confirmó Edu, sin darle importancia.

Neus se vio obligada a pedirse algo y entrar en la conversación. Le preguntó a Paco por su mujer y la peluquería que regentaba, a la que hacía muchísimo tiempo que no iba. También recordó algo más de Óscar, un mujeriego machista con el que había coincidido en algunas ocasiones, como en la boda de Paco o, antaño, esporádicamente, cuando salían de fiesta todos juntos.

—En fin, creo que podemos ir tirando —Neus, una vez terminada la bebida, se dirigió a Edu.

—Sí, vamos. ¿Vosotros qué hacéis? —preguntó a Paco.

—Pues vamos para casa de Óscar, que tiene la custodia del niño y se lo traen ahora. Hemos quedado con los hermanos.

—¡No me jodas! —rio Edu.

—¿Cuánto hace que no los ves? —se interesó Óscar.

—¡Uf, la tira!

—¡Pues vente!

Neus conocía bien a Edu y, sabiendo lo mucho que le costaba renunciar a cualquier tipo de propuesta, y más si era para pasar una tarde con los viejos amigos de toda la vida, rememorando tiempos pasados, se temió lo peor. Le volvió a dedicar una severa mirada y esta vez tuvo la recompensa de la atención de su amigo.

—¿No te importa…? —le preguntó, con una mirada de cordero degollado.

La mujer se resignó, pensando que nadie como Igor para que la entendiera sin necesidad de hablar. Le molestó que Edu la pusiera en ese compromiso, aunque se lo perdonó porque sabía que no lo hacía con mala intención.

—No te preocupes, ya me busco yo la vida —procuró que sonara lo más cordial posible, pero no estaba segura de haberlo conseguido.

—¡Hostia, es verdad, lo siento! No había pensado… —Giró el rostro para dirigirse a sus amigos—. Tíos, no puedo, tengo que llevarla a casa.

—¿Y desde cuándo eres su niñera? —sonrió Paco forzosamente.

Neus se mordió la lengua. Ya había discutido en el pasado por la actitud arrogante de Paco, pero no pensaba darle el gusto de volver a hacerlo. Intentó disimular la rabia, conteniendo todo su temperamento, para contestar con parsimonia.

—No te preocupes, Edu, en serio, yo me las apaño.

—Oye, Neus, que no te voy a dejar tirada.

La mujer oía de fondo las risas y cuchicheos de los otros dos y estaba a punto de estallar, pero quería evitarlo a toda costa, así que no tuvo más remedio que proponer lo que menos le apetecía.

—Sé que tienes ganas de ver a los hermanos, así que no sea por mi culpa que no lo hagas.

En un gesto de resignación, cerró los ojos y gesticuló con el brazo orientándolo hacia Paco y Óscar, como indicando el lugar hacia el que se dirigirían. Sin esperar contestación, comenzó a avanzar pausadamente, en dirección contraria a donde estaba aparcado el coche de Edu.

—Gracias. Te juro que estaremos solo un rato.

—Ya…

El nuevo destino estaba cerca así que, tras caminar algo más de cinco minutos, llegaron a la casa de Óscar, un piso pequeño de una única habitación que el dueño usaba básicamente de picadero. El salón, donde se acomodaron, era la estancia más amplia. Mientras los tres hombres discutían sobre fútbol, Neus, sin ningunas ganas de intervenir, volvió a quedarse en segundo plano, observándoles.

Paco era sin duda el más corpulento. A su cercano metro noventa se sumada su cuerpo rollizo, ligeramente disimulado debido a la altura y los holgados chándales de mercadillo con los que solía vestirse. Una perilla frondosa y una voz grave le conferían un aspecto realmente tosco. Un orco. La mujer sonrió, recordando las bromas al respecto cuando estrenaron la trilogía de El Señor de los Anillos.

A uno de los costados estaba Edu y, al otro, el dueño de la casa. Haciendo un esfuerzo por ser objetiva, reconoció que Óscar estaba bastante bueno. De estatura media, tenía una piel morena y una cara de pillo que, junto a los tejanos y el polo con los que se intuía que no tenía un cuerpo precisamente enclenque, dejaban a las claras su condición de mujeriego.

—Ese debe ser Kevin —apuntó el anfitrión al escuchar el timbre de la casa—. Puedes abrir si quieres —se dirigió a Neus con una sonrisa burlesca, mientras se levantaba a abrir la puerta.

El comentario descolocó a la mujer, que no tenía claro si había pretendido hacer una broma o hablaba en serio. En seguida vio entrar a un adolescente que debía rondar los 15 años, vestido con las típicas prendas anchas de los chicos de su edad. Se sorprendió, pues pensó que el hijo de Óscar no sería tan mayor. Lo cierto es que no lo conocía tanto como para saberlo, pero calculó que debía haber sido padre a una edad muy temprana.

El niño saludó efusivamente a Paco y, con algo menos de entusiasmo, a Edu, ignorándola a ella por completo. Neus no se extrañó de la mala educación del chaval y, al ver que al padre no le importaba en absoluto, no pudo más que compadecerse del chiquillo, que se dirigió hacia la única habitación de la casa.

—Ahora cuando vengan los hermanos podemos echar una partida como en los viejos tiempos —propuso Paco.

Neus recordó las quedadas para jugar torneos de fútbol en la consola a las que había asistido asiduamente Igor. A la mente le vinieron algunas de las discusiones por el mal perder de Paco y un escalofrío le sobrevino, dejándole una sensación de mal cuerpo. Recordando lo mucho que a Edu le gustaba el juego, pues siempre ganaba y presumía de estar en las primeras posiciones del ranking mundial, estuvo a punto de intervenir para recordarle a su amigo cómo habían quedado, cuando el timbre volvió a sonar.

—Ni te molestes —soltó el dueño de la casa con resquemor, señalándola con el dedo directamente, como acusándola de no ir a abrir la puerta.

La mujer estaba alucinando con la actitud de Óscar, pero más lo hizo al volver a ver Carmelo. El mayor de los dos hermanos había sido un buen amigo de Igor, pero los malos rollos les habían distanciado. Ella recordó las continuas insinuaciones que había tenido que sufrir por parte de aquel hombre y de las que jamás le había hablado a nadie. Pensó que aquello habría quedado en el olvido tras tanto tiempo, pero era evidente que el perturbador repaso que le estaba pegando, devorándola con los ojos, decía todo lo contrario.

Ella le devolvió la mirada con frialdad, encontrándose a un hombre bastante cambiado. Nunca había sido muy alto, pero la camiseta ajustada que vestía dejaba claro que se había puesto cachas. También se había quitado las greñas, rapándose el pelo, lo que le confería un brillo al rostro que Neus no había conocido. Sin llegar a considerarlo guapo, sin duda no le pareció tan feo como en el pasado.

Tras él, sonriente como siempre, apareció su hermano menor, Jairo, un porrero empedernido. Era un auténtico personaje, vistiendo prendas desarrapadas, bajito y cabezón, con rastas y los ojos achinados. Al contrario que Carmelo, no parecía haber cambiado en absoluto.

—Menuda sorpresa —la saludó finalmente el mayor de los hermanos—. ¿Qué haces por aquí?

—Pues… viajando al pasado, supongo —bromeó, acercándose a él para darle dos besos sin demasiado entusiasmo.

Tras los saludos de rigor, los cinco hombres, de pie, rodeando la mesa de centro que había justo delante del extenso sofá, empezaron a cruzar entusiastas conversaciones los unos con los otros. Ligeramente apartada, observándoles sentada en la mesa del comedor, Neus se preguntó cómo había acabado en ese piso junto a un grupo de amigos del que tanto ella como Igor habían decidido alejarse hacía ya bastante tiempo. Sonrió por lo surrealista del momento y optó por la decisión que le pareció más inteligente, reírse de la situación, clavando la mirada en su amigo con la esperanza de que, ahora sí, captara el mensaje. Edu tardó un par de minutos en darse por aludido y, cuando lo hizo, no reaccionó como ella se esperaba.

—¿Quieres tomar algo? —le preguntó—. Óscar es un anfitrión de mierda.

—Sí, ¿me acompañas a la cocina un momento? —vio la oportunidad de hablar a solas con su amigo.

—Claro.

—Déjalo, Edu —intervino el dueño de la casa—, que vaya ella y nos prepare unos copazos para todos.

—¿Perdón? —Neus ya no pudo aguantar más.

—¿Qué te pasa? —Óscar puso cara de extrañeza—. Aquí las mujeres solo entran para follar o limpiar. Así que, a no ser que quieras bajarte las bragas…

—Ahora me explico el motivo por el que el niño no tiene una madrasta… —contestó con seriedad, haciendo que el resto reaccionara con comentarios por lo bajo y sonidos de viento, más cercanos a la diversión que a otra cosa.

—Tiene una madre, muy puta, pero madre al fin y al cabo.

Neus no quería seguir discutiendo con ese impresentable y decidió no esperar más. Dándole la espalda al grupo de amigos, hizo ademán de recoger la compra para marcharse.

—Oye, no te vayas, que Óscar solo está bromeando… —intervino Edu, pero ella le ignoró.

—Vaya culito… —soltó el anfitrión al ver la imagen del trasero en pompa que les estaba ofreciendo al recoger las bolsas que descansaban en el suelo.

El enfado de Neus alcanzó una nueva cima justo cuando el móvil le empezó a sonar. Aparcó por un instante la réplica para buscar en el bolso y, cuando lo encontró, contemplando el atractivo rostro masculino que se dibujaba en la pantalla, tuvo una sensación extraña.

—Mierda, ahora no, Igor —soltó, sin darse cuenta, en voz alta.

Aquella llamada podía ser el acercamiento que Neus había estado esperando por parte de su pareja. Pero, después de las últimas discusiones, lo último que quería es que Igor se enterara de que en ese momento estaba acompañada de sus antiguos amigos, aquellos indeseables a los que habían decidido apartar para siempre de sus vidas.

—¡Hombre, míster perfecto! —intervino Paco, dejando escapar toda la rabia que le tenía a la pareja de Neus—. ¿No se lo coges? —se extrañó.

—¿Por qué, Paco? ¿Por qué ese rencor hacia Igor? —respondió, girándose con lentitud hacia el grupo de amigos y soltando la pregunta a la que llevaba mucho tiempo queriendo encontrar respuesta.

—Tal vez sea por envidia… —intervino instintivamente Carmelo, traicionado por el subconsciente, pues a él sí le habían carcomido los celos desde siempre.

—¿Envidia de qué? —insistió la mujer, aún con la melodía del móvil sonando de fondo, dándose cuenta de lo estúpida que era la pregunta.

Igor le daba mil patadas a Paco en todo. Un hombre cariñoso, guapo e inteligente frente a un auténtico gañán. Pero precisamente por eso, por la forma de ser de Paco, le costaba ver que la semilla de la rabia fuera simplemente la envidia. Tenía que haber algo más.

—Será porque Igor la tiene más grande —bromeó Jairo, claramente divertido con la conversación.

La mujer sabía que eso no era más que una tontería. Por un lado, Igor no estaba precisamente bien dotado como para que alguien le tuviera envidia por eso. Y, por otro lado, estaba convencida de que todo el rencor de Paco no podía deberse a semejante chiquillada.

—No lo creo… —replicó Neus finalmente, de forma inocente, sin darse cuenta de que les estaba dando pie a entender lo que no era.

—¿Qué quieres decir con eso, que tu novio la tiene pequeña o que sabes que Paco la tiene grande? —Carmelo provocó las risas del resto.

Neus le dirigió una mirada severa, no queriendo caer en la provocación, justo en el momento en el que el móvil dejaba de sonar.

—Tal vez este no sea un buen momento para hablar de estos temas —intervino Edu, temeroso de que la conversación acabara por malos derroteros.

—¿Por qué no? —contestó Paco sin amilanarse—. No soporto a los tíos que creen tener siempre razón —empezó, hablando con parsimonia, disfrutando de cada una de las palabras que soltaba con evidente malicia.

—Pero si precisamente eres tú el que… —intervino Neus, dejando el móvil sobre la mesa de centro.

—¿Me dejas continuar? —la cortó de malas maneras.

—Vale, perdona, tienes razón.

—Igor es el típico pavo que se cree mejor que los demás, mirándonos a todos por encima del hombro. Y lo peor es que lo hace sin querer, no dándose cuenta de lo que realmente está haciendo —rio, con una mezcla de diversión y odio que provocó un escalofrío de rechazo en la mujer que lo escuchaba con atención.

—O sea, un gilipollas que va de buen tío sin darse cuenta de que en realidad es un tocapelotas —intervino Óscar.

Neus dedicó una mirada fulminante al dueño del piso, que no pareció importunarse.

—Paco, no tienes razón… —insistió la mujer.

—Esa es otra —la volvió a interrumpir—. No sabes lo que me reventaba los huevos que tú siempre tuvieras que estar de su parte…

—Eso no es cierto…

—¡Vamos, no me jodas!

—A ver, Neus no siempre está de su parte —intervino Edu—. Ahora, por ejemplo, está mosqueada con Igor, por eso no le ha cogido el teléfono.

El hombre creyó que le había hecho un favor a su amiga, demostrando que la pareja no siempre estaba de acuerdo en todo. Sin embargo, la mujer le dirigió una nueva mirada asesina. Y ya llevaba unas cuantas en lo poco que llevaban de tarde.

—¡Vaya! Así que el hombre perfecto, al final resulta que no es tan perfecto —sonrió Paco.

—No, no lo es —replicó ella—. Pero ni lo es ahora, ni lo era antes.

—En realidad, si somos sinceros, lo que de verdad nos jodía a todos es que estuviera con la más guapa.

—¡Edu! —la mujer se tomó a broma el comentario de su amigo, que consiguió rebajar la tensión del momento, sacándole una nueva sonrisa y haciendo que se olvidara rápidamente de la metedura de pata de hacía tan solo unos segundos.

Neus volvió a sentir la mirada del mayor de los hermanos clavada en su rostro. Desvió la atención hacia él, rememorando algunas de las embarazosas situaciones en las que se había visto envuelta por su culpa. Una pequeña oleada de nostalgia hizo que, aunque solo fuera mínimamente y de forma egoísta, la pareja de Igor echara un poco de menos esa pasión devastadora con la que Carmelo siempre la había agasajado. A su mente le vinieron algunas de las frases subidas de tono que, a la más mínima ocasión, siempre le cuchicheaba al oído. Un ligero cosquilleo, mezcla de diferentes sensaciones, se adueñó de su estómago.

—¿Y por qué os habéis enfadado, si puede saberse? —inquirió Jairo.

—No, no puede saberse —le cortó con brusquedad, molesta consigo misma por sus últimos pensamientos, llegando incluso a sentirse ligeramente mal por la tajante respuesta.

—Eres una borde. ¿Quieres un porrito para relajarte? —el menor de los hermanos, sin dejar de sonreír, extendió la mano, ofreciéndole un canuto a la mujer.

—Sabes que paso de esa mierda, Jairo.

—Perdona, pensé que habías madurado —bromeó, haciendo reír al resto y provocando una ligera sonrisa en el rostro de Neus.

El grupo de amigos siguió preguntando con insistencia sobre el enfado de la pareja y, poco a poco, la resistencia de la mujer se fue debilitando, aportando cada vez más detalles al respecto. Las graciosas intervenciones de Jairo empezaban a hacer que, por momentos, la mujer se olvidara de las meteduras de pata de Edu, el rencor de Paco, los comentarios machistas de Óscar y las miradas lascivas de Carmelo.

De repente, el móvil de Neus volvió a sonar, provocando un repentino silencio entre todos los presentes, que se prolongó durante unos tensos segundos en los que cada uno caviló sobre lo que esa llamada podía suponer. La pareja de Igor estaba a punto de contestar cuando Jairo se adelantó, cogiendo el teléfono que no paraba de sonar y vibrar sobre la mesa en la que descansaba.

—¿Sí? —contestó, provocando la cara de sorpresa de Neus—. No, soy Jairo, el hermano de Carmelo. ¿Te acuerdas de mí?

El corazón femenino bombeó con fuerza. No tenía muy claro cómo se iba a tomar aquello Igor. En circunstancias normales no habría tenido mayor relevancia, pero enfadados como estaban y, después de cómo se había marchado de casa, se temió lo peor. Intentó reaccionar quitándole el móvil al menor de los hermanos, pero el hombre se lo impidió, esquivándola con parsimonia. Neus se resignó a escuchar la conversación, pensando que, al menos, no había sido Paco el que había contestado.

—Con todos. Está mi hermano, Edu, Paco, que te da recuerdos… —bromeó.

Los amigos rieron ante ese comentario y, muy a su pesar, ella tampoco pudo evitar una temblorosa sonrisa. Se imaginó la reacción de Igor al otro lado del teléfono y, de repente, le hizo gracia pensar que se pudiera estar enfadando sin motivo alguno.

—Pues se está probando la ropa que se ha comprado para que le demos nuestra opinión —continuó Jairo, ahora mintiendo descaradamente.

Neus no se podía creer lo que oía. Ahora más divertida que molesta, se quejó del comentario y se lo hizo saber al autor del mismo en un nuevo intento de quitarle el teléfono mientras forzaba una divertida mueca en la que pretendía mostrar un enfado que no era tal.

Tras unos minutos de conversación y muchas risas, la llamada llegó a su fin. El menor de los hermanos colgó, dejando el móvil nuevamente sobre la mesa de centro, cuando el resto de amigos rompió a reír a carcajadas.

Ella, más comedida, se abalanzó rápidamente para recuperar el teléfono. No había llegado a cogerlo cuando volvió a sonar, haciendo que los hombres que la acompañaban rieran aún con más ganas.

—¡Se ha quedado preocupado! —se oyó, mientras la mujer, aún sonriente, ponía cara de circunstancias justo antes de contestar a la nueva llamada de su pareja.

—Déjame que te explique… —intentó calmarle, pero Igor la cortaba evidenciando lo mal que le había sentado lo que había ocurrido.

Neus hubiera querido ser más comprensiva, pero su pareja se estaba pasando, echándole en cara que, justo el día que habían discutido, hubiera decidido quedar después de tanto tiempo con los antiguos amigos a los que habían repudiado sin saber las circunstancias que la habían llevado a esa situación. Eso, sumado al enfado que ya tenía por lo ocurrido la noche anterior, la hizo explotar.

—¡Escúchame! —alzó la voz.

—¡No, escúchame tú a mí! —se pudo oír claramente a través del altavoz.

Los cinco hombres se miraron atónitos por la bronca que se estaba produciendo entre Neus e Igor. Carmelo parecía satisfecho, mientras que su hermano, como siempre, estaba divirtiéndose, sin preocuparse lo más mínimo por la discusión de pareja que él mismo había provocado. El único que estaba afectado era Edu, mientras Paco se enorgullecía al escuchar cómo discutían las dos personas que siempre se habían puesto de acuerdo para llevarle la contraria en todo. Por último, Óscar parecía impasible, sin darle mayor importancia a lo que estaba sucediendo.

No queriendo dar más la nota, Neus se marchó del salón, dirigiéndose a la cocina para alejarse de miradas indiscretas y continuar la riña con su pareja, que no duró mucho más.

Completamente alterada, no sabía con seguridad quién había colgado finalmente, dando por concluida la conversación telefónica. Cerró los ojos y, con rabia, apretó el móvil que aún tenía en la mano, sin percatarse de la presencia que, a su espalda, le cuchicheó al oído.

—Aún sigues poniéndomela bien dura…

Neus resopló, girándose poco a poco, hasta quedar de frente con Carmelo, que estaba excesivamente arrimado a la mujer.

—¿Cuánto hace que no oigo cosas como esa? —inquirió con más calma de la que se hubiera imaginado.

—No sé. ¿No te las dice Igor?

—Como habéis podido comprobar —alzó el móvil, mostrándoselo al hombre que tenía delante—, no últimamente —sonrió.

Carmelo rio, momento que ella aprovechó para zafarse de su presencia, echándose a un lado y volviendo al salón con la firme intención de marcharse de inmediato, indistintamente de lo que Edu pensara hacer. Sin embargo, no se podía imaginar lo que ocurriría a continuación.

—¿Se puede saber qué haces con eso? —se enfadó al ver a Óscar rebuscando entre las bolsas de la compra.

—Ya le he dicho que no lo hiciera, que te ibas a mosquear —intervino Edu.

—Me suda la polla que se mosquee. Esta ropa está en mi casa y hago lo que quiero con ella.

—¡Venga, tío, déjate de gilipolleces! —ella se abalanzó sobre el hombre, intentando recuperar las prendas que tenía en la mano.

Tal y como Jairo hiciera con el teléfono, ahora fue Óscar el que la esquivó con cierta facilidad.

—Si las quieres, tendrás que recuperarlas —apuntó.

Neus lo miró con desdén, pero sintió curiosidad por saber a qué se refería.

—¿Cómo? —preguntó con cierto interés.

—Tendrás que probarte la ropa, tal y como ha dicho Jairo.

Paco y los hermanos comenzaron a reír, más que divertidos con la idea del anfitrión. A Edu también le gustó la propuesta, aunque no podía evitar un cierto regusto amargo al pensar que estaban puteando a su amiga.

—Ni de coña. La ropa es mía y no tengo que hacer nada para recuperarla. Me la das y punto.

—Lo siento. Llama a tu novio y que venga a quitármela. ¡Ah, no! Que estáis enfadados…

El dueño del piso estaba desquiciando a Neus. Normalmente le habría puesto en su sitio sin problemas, pero sabía que si lo hacía Óscar no le devolvería la ropa y, aunque realmente no tuviera demasiada importancia, no quería que el hombre se saliera con la suya, consciente de que estaba intentando jugar con ella.

—Más lo siento yo, porque no pienso hacer lo que me pides.

—Míralo por el lado bueno —intervino una vez más Jairo—. Si haces lo que te dice Óscar, no habremos mentido a Igor.

—En eso tiene razón —apuntó Edu, imaginando que si conseguían convencer a Neus para que lo hiciera sin sentirse presionada, sería un puntazo.

—¿Pero os estáis oyendo? —insistió la mujer, que no acababa de creerse lo que le estaban pidiendo.

—Tampoco te pienses que es para tanto —aportó Paco—. Te pruebas la ropa y te vemos con ella puesta. O sea, lo más normal del mundo…

Las insistentes argumentaciones de cada uno de los hombres la estaban convenciendo. Lo que en un principio parecía una auténtica locura se fue convirtiendo en una forma fácil de recuperar la ropa para poder marcharse de una vez por todas. Al fin y al cabo, era lo suficientemente abierta de mente como para no darle tanta importancia.

Óscar se fijó en cómo el gesto hosco del rostro de la mujer se fue transformando paulatinamente hasta estar convencido de que había aceptado la propuesta. Antes de que Neus dijera nada, decidió intervenir para controlar la situación.

—La prenda que te pruebes, la recuperas —explicó con seguridad, convenciéndola definitivamente sin necesidad de que tuviera que decirlo—. ¿Por cuáles quieres empezar? —preguntó mientras le extendía un par de piezas que, con rabia, la mujer arrancó de sus manos.

—¿Dónde me cambio? —inquirió con evidente fastidio.

—En la habitación —le señaló el cuarto desde la distancia, sin moverse del sofá.

Neus estaba molesta. Principalmente por tener que probarse la ropa para poder recuperarla, pero lo que también le disgustaba era la sensación de normalidad con la que lo estaba afrontando. Le habría gustado mandarlos a todos a la mierda, pero inexplicablemente probarse ropa para el heterogéneo grupo de amigos no le estaba pareciendo ningún disparate. Supuso que la rabia por la nueva discusión con Igor tenía mucho que ver. Sentía que aceptar las condiciones de Óscar era como una especie de venganza por el injusto enfado de su pareja.

Envuelta en esos pensamientos, fue incapaz de fijarse en la televisión del cuarto. Estaba encendida, aunque con una imagen congelada perteneciente a un juego de la consola que estaba conectada a la caja tonta.

El piso era pequeño, así que Kevin, mientras se viciaba al Call of Duty, había escuchado todo lo que había pasado fuera de la habitación. En cuanto supo que la mujer se dirigía hacia la estancia para cambiarse, decidió esconderse con la esperanza de que ella no recordara que estaba allí. Y tuvo suerte.

Oculto en el armario, abrió ligeramente la puerta corredera para poder ver a través de una diminuta rendija, suficiente para observar a la espectacular mujer que se estaba desvistiendo.

Neus se sentó en la cama para quitarse las botas con mayor comodidad. Cuando lo logró, movió los dedos de los pies desnudos, agradeciendo la movilidad que les otorgaba la reciente libertad. Sin levantarse de la cama, alzó el culo para deshacerse de los tejanos. Con los pantalones a medio bajar, a la altura de las rodillas, se sacó la camiseta, mostrando el discreto tatuaje del costado y revelando el enorme volumen de los senos cubiertos por el elegante sostén a juego con las bragas.

Kevin no pudo evitar empezar a masajearse la entrepierna. La polla se le había puesto dura al momento. Sin quitarse los pantalones, se bajó la cremallera, sacándose el pene, que golpeó contra la puerta del armario, provocando un ruido sordo que alertó a la mujer, haciéndola reaccionar al instante.

—¿Kevin? —preguntó con incertidumbre, aprovechando para subirse los tejanos y taparse los pechos con la misma camiseta que se había quitado, pero sin volver a ponérsela.

Se acercó al armario con parsimonia, completamente convencida de lo que se iba a encontrar. Descorrió la puerta y se confirmaron sus peores sospechas. El hijo adolescente de Óscar la había estado espiando.

—¿Se puede saber qué haces? —le increpó.

—¿Tú qué crees? —el niño, que se había guardado la verga, se sobó el paquete, desafiándola.

Neus no se podía creer el comportamiento del muchacho. No pudo evitar fijarse en su gesto, observando, a pesar de la amplitud del pantalón, lo abultada que parecía tener la entrepierna. Se convenció de que el niño se había empalmado observándola y se sintió ligeramente adulada.

—Sabes que estás muy buena, ¿verdad? —inquirió Kevin, saliendo del armario.

Aquellas palabras aún la lisonjearon más, aplacando los miles de reproches que le venían a la cabeza por haberla espiado a traición.

—¡Óscar, tu hijo! —llamó la atención del padre mientras se colocaba la holgada camiseta—. Haremos como que no ha pasado nada —buscó la complicidad del muchacho.

—¡Kevin! —el anfitrión gritó desde el salón.

—¡¿Qué?!

—¡Saca la consola!

—¡No me jodas, que estoy a mitad de partida!

—¡¿Quieres que vaya y te dé dos hostias?!

—Algún día te rajaré —amenazó el menor de edad a su padre, sin alzar la voz, de modo que solo le escuchó Neus.

La mujer, aturdida por esa contestación de Kevin, se fijó en el joven mientras recogía la consola con cara de pocos amigos. Aunque se veía mucho más enclenque que Óscar, el muchacho había heredado los rasgos más significativos de su padre. A pesar de lo maleducado que era y de tener el rostro fruncido, debía reconocer que el chico era atractivo.

Mientras ella se cambiaba, los amigos decidieron empezar un torneo de fútbol en la consola, como antaño. Ya que no tenía otra cosa que hacer, Kevin también se apuntó. Estaban en mitad del primer partido, cuando Neus hizo acto de presencia.

El grupo se calló de golpe para observar a la hermosa mujer que, descalza, vestía unos elegantes pantalones negros, como siempre, ajustados. Arriba, una camisa blanca que se estrechaba justo debajo de los pechos, realzándolos.

Carmelo estaba embobado observándola cuando su mente se puso a divagar, recordando lo mucho que siempre había deseado a esa mujer y lo mucho que había tenido que fingir delante de Igor. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que los viera, pero las sensaciones seguían tan vigentes como entonces. No hacía falta que Neus se vistiera con la ropa más sensual para despertar en él los deseos más primitivos. Fantaseaba con ver ese hermoso rostro haciéndole una mamada y su mayor anhelo siempre había sido regalarle una bonita cornamenta a su antiguo amigo. Aunque en el fondo sabía que todo eso era un imposible, jamás había dejado de soñarlo.

—¿Y bien? —preguntó la mujer, empezando a sentirse cómoda en el papel de modelo improvisada, sabedora del deseo que debía estar provocando en el grupo de hombres.

—Pues que estás muy buena, ya te lo he dicho —soltó el menor de edad, sin cortarse ni un pelo, haciendo reír a los mayores.

—Esas dos prendas ya son tuyas —intervino el padre.

—Gracias —contestó instintivamente, arrepintiéndose al instante, pues la actitud del anfitrión no era algo que tuviera que agradecerle precisamente.

—Me gustaría que ahora recuperaras esto —Paco sonrió mostrando un vestido veraniego de una sola pieza de color rojo.

Neus, con una nueva mueca de desprecio, agarró la ropa mirando fijamente al hombre que la sostenía.

—¿Puedo acompañarte? —preguntó Kevin con picardía.

—Quédate jugando, que es lo que hacen los niños de tu edad —le recriminó con cierta desgana.

—Entonces, ¿podemos ir los que somos un poco más mayorcitos? —bromeó Edu, haciendo que Neus, una vez más, se sintiera mejor gracias a sus tonterías.

—Mujer, deja que Kevin vaya a echar un vistazo, que ya tiene edad de ir aprendiendo —intervino Jairo de forma jocosa.

—Me da a mí que éste ya sabe demasiado… —concluyó la conversación, dándose media vuelta y dirigiéndose nuevamente a la habitación.

Mientras los hombres reanudaban el torneo, Neus se enfrentaba a un serio dilema. Ya en el dormitorio, en ropa interior, cavilaba si quitarse el sujetador para colocarse el vestido. En otras circunstancias lo habría hecho, pero aquella no era una situación normal. Ni era verano ni quería salir más provocativa de lo estrictamente necesario.

Finalmente decidió dejarse la pieza. Sin embargo, antes de salir, se observó en el espejo del cuarto y concluyó que la visión de los tirantes de la ropa interior sobresaliendo del vestido hacía daño a la vista. Su exquisito buen gusto le impedía dejarse ver con esas pintas, así que se bajó la parte de arriba de la vestimenta y, con suma facilidad, desabrochó el sostén, sacándoselo y dejándolo caer sobre la cama, junto al resto de prendas.

Esta vez Neus provocó silbidos y vítores entre los machos en celo que la observaban. Sabía que esa reacción era bastante plausible y no por ello le gustó menos. Siempre agradecía que alguien la adulara, por muy desagradable que fuera la situación, el piropo o la persona que lo profería.

Paco había odiado mucho a esa mujer, pero más por su relación con Igor que por ella misma. Si Neus no hubiera defendido continuamente los intereses del hombre que estaba en constante desacuerdo con él, la habría visto con otros ojos, con los que ahora la miraba. Desde que había elegido esa pieza de ropa para que se la probara, había fantaseado sobre cómo le quedaría, señal de ello era el nefasto partido que acababa de jugar en el torneo. Sin embargo, ahora que la veía de verdad, se había quedado corto imaginándola. El vestido le llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando ver el tono de piel ligeramente oscuro que invitaba a sobarle cada milímetro de las piernas. Y en la parte de arriba, bajo la prenda, se intuía el movimiento de los senos que, según el gesto de la mujer, se podían apreciar balanceándose a través de la fina tela, señal de que no llevaba sujetador.

—¡Joder, ya me están entrando las calores! —soltó Carmelo, sacándose la prieta camiseta y mostrando un torso trabajado a base de horas de gimnasio.

Neus no pudo evitar sorprenderse. Recordaba un cuerpo más bien fofo, nada que ver con lo que ahora se mostraba ante sus ojos. Aunque el hombre seguía siendo bajito y poco agraciado, al menos ahora tenía una constitución más que interesante.

Los murmullos entre los hombres de la sala se aglutinaron en una amalgama de opiniones entre las que no se entendía nada. Antes de que Neus pudiera intervenir, parecieron llegar a un acuerdo, imitando el gesto de Carmelo.

—¿Pero qué hacéis? —se sorprendió al ver cómo los hombres se medio desvestían, quitándose la parte de arriba de sus vestimentas.

Aunque la escena le pareció completamente fuera de lugar, le hizo más gracia que otra cosa ver los torsos desnudos de todos los hombres. Jairo tenía el mismo cuerpo de siempre, fofo, como su hermano en el pasado. Entre Edu y Paco no supo apreciar quién tenía más chicha. Aunque probablemente el segundo estaba más gordo, lo disimulaba mejor debido a su corpulencia. Óscar, sin duda alguna, estaba tremendo, sin tanto volumen como Carmelo, pero mucho más definido. A Neus le gustó lo que veían sus ojos. Y por último observó al pequeño Kevin. El chico estaba muy delgado y totalmente fibroso.

—Vaya tela… —soltó con resignación, dándose media vuelta y dejándolos en el salón mientras no paraban de reír y bromear sobre lo que acababan de hacer.

Nuevamente a solas en la habitación, la mujer se enfrentó a la tercera tanda de ropa que se había comprado, debiendo resolver un nuevo dilema, aún más peliagudo que el anterior. Observó los leggins de color azul marino y se preguntó qué sería peor, si mostrar las marcas de las bragas o arriesgarse a que su anatomía femenina quedara reflejada sobre la prenda.

Habría preferido dejarse la pieza íntima puesta, pero sabía que, al verse en el espejo, iba a tener la misma sensación de mal gusto que contemplando el sujetador bajo el vestido que se había probado antes. Así, maldiciendo no haber salido de casa con un tanga, optó por quitarse la ropa interior, sabedora de que tendría que ir con cuidado para no mostrar más de lo debido.

Cuando se bajó las bragas se llevó una relativa sorpresa. La tela estaba ligeramente humedecida debido a la lubricación de su sexo. Aunque le gustaba sentirse adulada, empezaba a divertirse con el continuo tonteo de los viejos amigos y, sobre todo, había disfrutado de la visión de Óscar, no era consciente de haberse excitado como para mojarse.

No le dio mayor importancia y, tras quitarse la ropa interior, usó la propia prenda para limpiarse la entrepierna. Al colocarse las mallas sintió cómo la tela se adhería a sus hinchados labios vaginales. Le gustó esa sensación y no pudo evitar sonreír, ligeramente acalorada. Arriba, se colocó la prieta camiseta de color blanca, sin ser consciente de que debería haberse vuelto a poner el sostén. Y sin duda lo habría hecho si se hubiera mirado en el espejo antes de salir.

—Tremenda hija de puta… —susurró Óscar al verla.

Todos y cada uno de los hombres, aún con el torso desnudo, alucinaron al ver aparecer a Neus con la nueva indumentaria. Todo lo que llevaba se ajustaba a su perfecto cuerpo, dibujando cada recodo de su silueta con exactitud. La mujer alzó pollas.

La nueva aparición pilló a Jairo dando una calada a uno de sus porros y la visión le turbó de tal manera que no pudo evitar toser debido al humo. No recordaba la última vez que le había pasado eso. Jamás había tenido mucha relación con la pareja de Igor y, aunque era consciente de que estaba buena, nunca había sentido lo que ahora estaba experimentando. Se empalmó nada más verla y, por primera vez en la vida, deleitándose con los gruesos pezones que rasgaban la camiseta, justo en el centro de lo que, a través de la tela, se intuían como unas pequeñas areolas, deseó a esa mujer mucho más que fumarse un canuto.

—Esto se merece… ¡pantalones fuera! —soltó Carmelo, imitando el gesto que hiciera anteriormente con la camiseta.

—¡No! —se quejó ella, temerosa de que la situación comenzara a írsele de las manos.

Se abalanzó sobre el exhibicionista para impedir que se bajara los pantalones que se estaba desabrochando y, tras unos segundos de forcejeo, durante los cuales el resto de hombres no dejaron de vociferar animando al mayor de los hermanos, Neus decidió cortar la situación definitivamente.

—¡Basta ya de tonterías! —clamó con contundencia, separándose de Carmelo—. Creo que ya os he dejado jugar bastante como para que sigáis forzando la máquina —mostró un gesto adusto—. Os dejáis de tonterías o me marcho a la de ya, con o sin prendas —dirigió la mirada al dueño de la casa.

—Solo te queda esto por recuperar. —Óscar mostró el conjunto de ropa interior a juego que Neus había comprado cuando Edu la había dejado sola—. El resto te lo has ganado —le lanzó las bolsas, que cayeron al suelo más allá de su presencia.

La mujer se resignó y, sin rechistar, se giró para recoger las piezas de ropa que se habían desperdigado por el piso. Al agacharse no fue consciente de que estaba poniendo el culo en pompa, mostrando la forma de su acolchada vagina a los allí presentes, que observaban atónitos el espectáculo. No había duda de que la mujer los tenía a todos más que cachondos.

—¿Y bien? —insistió Óscar cuando Neus terminó de recoger la ropa, haciendo balancear el conjunto de tanga y sujetador frente a los ojos de la mujer.

—No pienso probarme eso delante de vosotros —soltó con total seguridad.

—Vale, se lo regalaré a la próxima puta que me limpie los bajos.

Neus, intentando encontrar una salida digna a esa situación, observó a Kevin, que no parecía inquietarse ante el deplorable espectáculo que estaba presenciando. Asumió que lo más probable es que el chico estuviera acostumbrado a escuchar ese tipo de comentarios tan soeces por parte de su padre. El niño aún sostenía el mando de la consola con el que había estado jugando justo cuando ella hizo el último acto de presencia y, de repente, se le ocurrió una idea.

—¿Cómo va el torneo? —preguntó, descolocando a los hombres.

—Estoy a punto de ganar —afirmó Edu, sintiéndose orgulloso al poder sacar pecho delante de su amiga.

—Ok —suspiró aliviada al escuchar lo que había supuesto—, recuperaré el conjunto de ropa interior haciéndole un favor al que gane el torneo —propuso.

—¿Qué clase de favor? —rio Paco a carcajadas.

—El que me pida el ganador —sonrió con perspicacia, sabedora de que era prácticamente imposible que renunciaran a una oferta tan tentadora.

—Trato hecho —Carmelo se precipitó a aceptar la propuesta.

—Espera, no tan rápido… —intervino Óscar, que no las tenía todas consigo.

—Dejadme al menos elegir entre dos opciones —sonrió Neus, queriendo resultar convincente.

—¡Que sí, tío, que aún tengo posibilidades de ganar! —insistió el hermano de Jairo.

—Vale, pues voy a cambiarme mientras termináis, que no puedo estar con estas pintas —se señaló las tetas, consciente desde hacía un par de minutos de que estaba enseñando más de lo debido.

Sin darles opción a réplica, la mujer se escabulló hacia la habitación para guardar toda la ropa que había recuperado y ponerse nuevamente las prendas con las que se había vestido esa mañana.

A pesar de la arriesgada propuesta, Neus sabía lo bueno que era Edu jugando al juego de fútbol. Así que, a punto de lograr la victoria como había dicho, estaba convencida de que sería a él a quien tendría que hacerle el favor. Y estaba completamente segura de que su amigo no la pediría nada que no pudiera cumplir.

Esperó acontecimientos en el dormitorio, deseando que llegara el momento de recuperar las dos únicas prendas que le faltaban para salir de allí pitando y correr a los brazos de Igor. Aunque no tenía intenciones de perdonarlo, sí pensaba echarle un buen polvo. Tenía ganas de follar por culpa de los indeseables que estaban justo al otro lado de la puerta y que habían estado jugando con ella todo el tiempo.

Lo cierto es que se lo había pasado bien, caviló, sonriendo abiertamente. Le hizo gracia pensar que, a pesar de que habían conseguido calentarla, los pobres no habían tenido ninguna posibilidad. Jamás había sido infiel y era algo que ni pasaba por su cabeza, un imposible. Y menos con ellos.

De repente, los gritos de algarabía del ganador la hicieron reaccionar, despertándola de los pensamientos en los que se había imbuido. Con parsimonia, se alzó de la cama, recogiendo las bolsas de ropa y, con gesto decidido, salió del cuarto. Se sentía vencedora.

Pero la sensación de triunfalismo pronto se vino abajo. Entre los hombres aún descamisados, observó a Edu callado, sentado en el sofá con las manos ocultando su rostro. Había perdido. Con una mueca de pavor en el rostro, dirigió la mirada en busca del dueño de los gritos. Jairo había ganado.

Óscar observó el semblante perplejo de la mujer y pudo adivinar todos sus temores. La vio titubear y supo que era el momento que había estado esperando. Sabía que se la iba a follar desde el momento en el que había puesto un pie en el piso. Siempre era así, todas caían. Sin embargo, esta vez había algo diferente, otras presencias masculinas que no fueran él mismo. Aunque era consciente de que ninguno de sus amigos tenía posibilidad alguna con Neus, debía deshacerse de ellos para conseguir su objetivo. Se acercó a ella con disimulo.

—Vente —le susurró para que nadie más le oyera, cogiéndola del brazo y llevándosela a la cocina con cierta brusquedad.

—¿Qué quieres? —le preguntó con acritud, culpándole a él de verse en esa situación, pero dejándose arrastrar.

—Acabo de mandar a mi hijo al cuarto. Toda la ropa es tuya si largamos al resto y nos quedamos tú y yo solos. ¿Qué me dices?

—Que eres imbécil —provocó una sonrisa chulesca en el rostro del hombre, lo cual la hizo enfurecer aún más.

—Sabes que la propuesta de Jairo no te va a gustar…

—La tuya tampoco me gusta —frunció el ceño, como si lo que acababa de decir fuera algo demasiado evidente.

—¿Pero cuál prefieres? —sonrió con bravuconería, haciéndola reír a ella también.

—No te has enterado de nada —siguió sonriendo—. Si aún estoy en tu puta casa es para que no te salieras con la tuya. ¿Crees que ahora me voy a bajar las bragas para ti?

El hombre no contestó. Simplemente dirigió las manos hacia su entrepierna, marcando la silueta de la polla a través del tejano.

—¿Qué me dices?

Neus no se esperaba ese gesto y mucho menos el tamaño de lo que Óscar guardaba entre las piernas. Antes de estar con Igor había salido con un chico que gastaba un buen calibre, pero nada comparado con lo que se intuía en los pantalones del dueño de la casa.

—Muy bonita —se sinceró sin perder las formas—, pero prefiero hacerle el favor a Jairo —mintió, con la esperanza de que se le ocurriera algo que la hiciera salir del embrollo en el que se había metido.

Todo lo disimuladamente que pudo, echó un último vistazo al paquete de Óscar y se giró para volver al salón, dejándolo con las ganas, lo cual le produjo cierta euforia que la ayudó a afrontar lo que el menor de los hermanos tuviera en mente.

—Acabemos con esto de una vez —interrumpió a los hombres que aún comentaban la increíble remontada final en el torneo—. Tú dirás —se dirigió a Jairo.

El hombre caviló unos instantes, despertando una tremenda expectación entre sus amigos y poniendo a Neus de los nervios.

—¿Polla o porro? —propuso finalmente, sobándose la entrepierna.

Paco comenzó a descojonarse, sabedor de que, de un modo u otro, Neus iba a ser vilipendiada. Y eso, en su retorcida mente, era sinónimo de humillar a Igor. Carmelo, por el contrario, tenía una sensación extraña, una especie de pelusa hacia su hermano que jamás había sentido. Edu seguía cabizbajo. La presión le había superado y ahora se sentía frustrado, consciente de que había decepcionado a su amiga, que confiaba en él. Por último, aunque aún no se había dado por vencido, Óscar se sentía temporalmente derrotado. Jamás una mujer se le había resistido tanto y eso le estaba consumiendo por dentro.

—¡Joder! —se quejó Neus—. Ya te he dicho que yo no me meto mierdas de esas así que… —intencionadamente hizo una pausa más larga de lo habitual— está claro, elijo porro —le guiñó un ojo a Jairo en señal de complicidad.

Lo cierto es que no le hacía ninguna gracia fumarse un leño, pero era sabedora que del mal, el menos. Se convenció de que con eso acabaría toda la pesadilla y se marcharía a casa, completamente victoriosa. Volvió a pensar en Igor y tuvo la sensación de que su nivel de libido había bajado y que imperaba más el enfado que tenía por las recientes discusiones. Sin embargo, seguía estando con ganas de marcha, sintiéndose ligeramente cachonda. Y fue en ese instante cuando fue consciente de lo que pasaba. De lo que tenía ganas era de tontear con Óscar.

La evidencia que acababa de descubrir le provocó una sensación extraña. No era la primera vez que se sentía atraída por un hombre que no fuera su pareja, pero nunca pasaba de ser un regalo para la vista y poco más. Jamás había llegado a sentir un deseo realmente carnal. Alterada, empezó a pensar que tal vez el porro le ayudaría a sobrellevar esa perversa sensación de descontrol.

Intentando evitar mirar a Óscar a toda costa, Neus se fijó en cómo Jairo le liaba el porro. Se sorprendió por la facilidad con que lo hacía. Ensimismada, observando la pasmosa habilidad de sus dedos, empezó a pensar en lo mucho que quería a Igor. Esos pensamientos la tranquilizaron.

—Listo —el menor de los hermanos le ofreció el canuto recién preparado.

La mujer lo agarró, llevándoselo a la boca y dejó que Jairo se lo encendiera. Caló con la intención de que el leño prendiera y una primera bocanada le provocó un picor insoportable en la garganta. Neus comenzó a toser, provocando las risas del resto.

—¿Qué mierda es esta? —se quejó.

—Déjame que te enseñe —respondió el porrero con amabilidad.

El hombre le explicó que debía tragarse el humo y, con total dedicación, le enseñó a hacerlo. Ella asimiló las lecciones rápidamente y a las pocas caladas ya se estaba fumando el porro sin problemas. No tardó en empezar a sentir los efectos del cannabis y, dudando si no era más que sugestión, comenzó a sentirse bastante desinhibida.

Ya no creía que sentirse atraída por el dueño del piso fuera algo malo. Con la mirada, le dio un buen repaso a Óscar, concluyendo lo que ya sabía, que se trataba de un auténtico tío bueno. Sonrió y, por un momento, le hubiera gustado no tener pareja para poder liarse con él. Dirigió la mirada a Carmelo y lo vio guapo, convenciéndose de que estaba colocada. Empezó a reírse sola.

Neus se había terminado de fumar el porro cuando echó un vistazo a los hombres que la acompañaban. Olvidándose de la ropa interior que debía recuperar para marcharse a casa, se volvió a fijar en los torsos desnudos y los pantalones que vestían cada uno de ellos.

—Vaya pintas —advirtió finalmente—. Creo que os vendría bien renovar vuestro vestuario —rio.

—¿Y qué propones? —preguntó Paco, sumándose al buen rollo que la mujer parecía desprender.

—¡Vámonos de compras!

—¡No, otra vez no! —bromeó Edu.

—Oye, ¿te lo has pasado mal yendo conmigo o qué? —puso cara de niña buena.

—No, no, al contrario —no pudo evitar sonreír al contemplar su morboso gesto.

—Lo suyo es que fueras tú a comprarnos la ropa a nosotros —soltó el anfitrión, de malos modos, aún molesto por el reciente rechazo.

—¿Y qué quieres que te compre? —sonrió con picardía—. Estoy segura de que mis mallas te quedarían de maravilla —soltó con complicidad, haciendo reír al resto, que no captaron el verdadero mensaje.

—¿Y a los demás cómo nos quedarían? —bromeó Edu.

—Pues no muy bien, la verdad —se sinceró, sin perder el tono chistoso.

—¿Estás insinuando que estamos gordos? —se hizo el ofendido.

—Hombre, lo cierto es que algo de chicha sí os sobra —rio, pero esta vez la broma no hizo tanta gracia.

—¿Quieres otro? —le ofreció Jairo mientras comenzaba a liarse un nuevo peta.

—No te pases tampoco —le respondió ella jocosamente.

—Si no te gusta nuestra ropa —rescató el tema Carmelo—, nos la podemos quitar —insistió, en un nuevo intento de deshacerse de los pantalones.

Esta vez Neus no pensaba pararlo. Cuando lo intentó la primera vez pensó que si dejaba que se desnudara, el resto también lo haría, quedándose rodeada de hombres en ropa interior. Lo que en un principio le pareció una locura, ahora no le parecía más que una travesura.

—¡Vaya calzoncillos más feos! —rio la mujer al ver los holgados bóxers de cuadritos de Carmelo.

—Si quieres me los quito también —se envalentonó, pensando que tenía una oportunidad única para conseguir hacer realidad sus anheladas fantasías con Neus.

—No te atreverás —sonrió.

La mujer realmente era incapaz de creer que el mayor de los hermanos se desnudaría por completo delante de sus amigos. Sin embargo, Carmelo la sorprendió, bajándose de golpe la ropa interior, que se deslizó por sus piernas hasta los tobillos.

—¡Madre mía! —se asombró por el inesperado gesto, comenzando a reír descontroladamente.

—¡¿Pero qué coño haces, tío?! —se quejó el resto, reprochándole a su común amigo que se quedara en pelotas.

Sin dejar de reír, Neus se fijó en el sexo de Carmelo, que no estaba empinado, pero parecía tener cierta altivez. El pene era bastante pequeño, incluso más que el de Igor. Vio cómo el dueño de aquello se le acercaba y aún rio más.

—¿Por qué no vamos al lavabo y me haces un trabajillo? —le susurró para que ninguno de los otros le escuchara.

La mujer se esforzó en dejar de reír. Se lo estaba pasando rematadamente bien. Antes de contestar, pensó lo que le iba a decir y no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.

—Porque no me gustan tan pequeñas —cuchicheó para que solo le oyera el aludido.

Neus volvió a fijarse en la entrepierna de Carmelo, que se había desinflado completamente y parecía un pequeño cacahuete. Supuso que esa había sido la consecuencia de su rechazo y sonrió cruelmente mientras veía como el mayor de los hermanos, con el semblante serio, se retiraba, subiéndose los bóxers.

—¡Espera! —le detuvo—. No te vistas aún.

Por la mente de la mujer cruzó una maquiavélica idea. Rememorando la silueta de la entrepierna de Óscar, le entraron unas ganas terribles de humillar al hombre que durante tanto tiempo la había estado acosando. Ligeramente mareada por el efecto del porro, con total parsimonia, se acercó a Carmelo, provocando los vítores del resto.

Tras el mal cuerpo que le había dejado la negativa inicial de Neus, el mayor de los hermanos no se podía imaginar lo que veían sus ojos. Alucinando, con el corazón acelerado, observó a la pareja de su antiguo amigo agachándose justo a sus pies. Aunque aún le costaba creérselo, no pudo evitar la empalmada, vislumbrando lo que vendría a continuación, pensando que estaba a punto de cumplir su ansiado sueño.

—Ven aquí —Neus, arrodillada ante la desnudez de Carmelo, llamó a Óscar, indicándole con el dedo índice que se acercara.

El dueño de la casa dudó. Las cosas no estaban saliendo precisamente como había planeado y ahora era ella la que parecía controlar la situación. Sin poder de reacción, esperando acontecimientos, le hizo caso, colocándose al lado de su desnudo amigo.

—¿Qué quieres?

—¿Es que tengo que explicártelo? —puso cara de incredulidad—. Bájate los pantalones —le ordenó imperativamente.

Edu, incapaz de sospechar las verdaderas intenciones de su amiga, estaba confuso por su actitud. Aunque parecía claro lo que pretendía hacer, aún le costaba creérselo. La conocía bien y si ya era difícil imaginar que Neus engañara a Igor, mucho más extraño era que decidiera hacerlo con algunos de los viejos amigos de los que se habían distanciado hacia tanto tiempo debido a los malos rollos. No obstante, estaba ansioso por ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar.

—No pienso desnudarme delante de estos —soltó el anfitrión, ligeramente ofendido.

—¿No te atreves? —le desafió con una mueca traviesa.

Óscar se sentía dolido en el orgullo. Le habría encantado sacarse la polla y, con ella, callar a la que consideraba la bocazas que tenía delante. Sin embargo, no quería desnudarse delante de otros hombres. La simple idea de hacerlo le provocaba un total rechazo.

—¿Quieres que lo haga yo? —insistió Neus, ahora con voz de no haber roto un plato en su vida.

—No serás capaz —la desafió el anfitrión, dejando la resolución de su lucha interna en manos de ella, nunca mejor dicho.

La mujer no se amilanó. Aún de rodillas, se movió acercándose a Óscar. Asió la cremallera del tejano y la bajó. En un gesto hábil desabrochó el único botón que quedaba y tiró de la prenda para deslizarla hacia abajo, dejando a la vista unos bóxers ajustados de color gris. Neus observó el enorme bulto del paquete en el que se podía apreciar perfectamente la silueta de la enorme verga. No pudo evitar una sonrisa nerviosa, que se convirtió en una pequeña risa incontrolada al dirigir la mirada al pequeño pene erecto de Carmelo.

—Así es como me gustan —rio la mujer, dirigiéndose al mayor de los hermanos, al tiempo que agarraba la ropa interior del dueño de la casa, bajándosela de golpe.

Ante todos apareció, tambaleante, el extraordinario pollón que, aun estando flácido, era más grande que cualquiera de los que Neus había catado. Aparte de la considerable longitud y grosor del tronco, que nacía en un lampiño pubis, el descapullado glande aún era bastante más abultado, casi exagerado, y las rugosas bolsas testiculares caían arropando unos huevos prominentes.

Todo ello daba una sensación de magnificencia que no pasó desapercibida para ninguno de los presentes. Incluso se oyó una pequeña exclamación de admiración que Edu no pudo contener. En circunstancias normales el resto se habría cachondeado de su amigo por la reacción al ver la extraordinaria verga de Óscar, pero el ambiente estaba demasiado tenso como para semejantes tonterías.

Neus se quedó atónita observando el pollón del mujeriego machista. Se había hecho una idea cuando le mostró la silueta en la cocina, pero no se había podido imaginar lo bonita que realmente lucía. Aunque racionalmente sabía que no era así, la mujer no podía evitar la sensación de relacionar una verga grande con un buen macho. Y eso es lo que ahora mismo le parecía Óscar, un auténtico semental capaz de satisfacerla como Igor jamás podría hacerlo.

Aunque ahora ya sí estaba tremendamente caliente, la pareja de Igor aún sabía lo que hacía y tenía la situación perfectamente controlada. Desvió la mirada hacia el mayor de los hermanos e inició la venganza que tenía en mente.

—¿Tantos años babeando por mí para ahora descubrir que tienes una cosita tan chiquitita? —desveló con malicia, acusando a Carmelo mientras, con un dedo, le indicaba la entrepierna que, poco a poco, se fue desinflando, volviendo a convertirse en el pequeño cacahuete que ya contemplara antes.

—¡¿Qué me estás contando —exclamó Jairo—, que mi hermano intentó liarse contigo?!

—Sí. Y no pocas veces.

Los cuchicheos se adueñaron de la sala. Mientras Paco y Jairo comentaban el nuevo descubrimiento, Óscar se impacientaba. Neus no parecía hacerle mucho caso y se sentía tremendamente incómodo sabiendo que otros hombres estaban contemplando su desnudez.

—Por si aún no te ha quedado claro —continuó dirigiéndose a Carmelo—, jamás has tenido la más mínima oportunidad. Pero si alguna vez me hubieras convencido y me vienes con eso —volvió a señalarle el pene—, se me habría pasado la tontería —sonrió perversamente, procurando hacerle daño.

—¡Basta ya, payasa! —intervino Paco, empezando a mosquearse con la mujer.

—¿Qué pasa, que también la tienes pequeña y te sientes dolido? —le picó.

Paco la miró desafiante. Reacio a pensar que la novia de Igor comenzara a pajear y comer rabos, algo que era demasiado improbable, había estado expectante por ver los siguientes acontecimientos y le habría gustado esperar un poco más para ver cómo se desarrollaban, pero la rabia empezaba a apoderarse de él. Aún a riesgo de precipitarse, se llevó las manos a la cintura y empezó a deshacer el nudo del cordón del chándal mientras se acercaba al grupo donde Neus seguía de rodillas frente a Óscar y Carmelo.

—Y que conste que no tengo envidia de la de tu novio —quiso dejar claro antes de mostrar sus vergüenzas.

La actitud de Paco hizo sonreír a la mujer. Aunque por un momento dudó, tuvo claro que esa frase no era más que una justificación debido a la escasez de centímetros. Iba a pasarlo muy bien humillando también a su antiguo, gordo y engreído amigo.

El corpulento hombre también vestía unos holgados bóxers y, al contrario que Carmelo, comenzó a bajárselos lentamente. Lo primero que la mujer observó fue una abundante mata de pelos enmarañados que se arremolinaban en el pubis masculino. Tras una sensación inicial no demasiado buena por la falta de pulcritud, se llevó una inesperada sorpresa. El grosor del tronco del pene era más que considerable. Por un momento se imaginó una polla gorda y corta, casi imperceptible entre tanto pelo. Sin embargo, esa idea se fue transformando a medida que Paco deslizaba los calzoncillos hacia abajo. Los centímetros de rabo no se acababan nunca.

Neus tragó saliva, estupefacta contemplando el nuevo pollón que, flácido, colgaba entre las piernas del odioso hombre. La verga, también circuncidada, era más gruesa que la de Óscar y ligeramente más larga. Pero el bálano y los testículos eran menos espectaculares. Una sensación extraña la inundó. Por un lado el saber que Paco no era más que un gañán y, por otro, el irracional pensamiento de que semejante aparato sexual le confería una masculinidad demasiado atractiva.

—No me extraña que no le tengas envidia —afirmó finalmente, más seria de lo que le hubiera gustado.

—Ahora ya puedes seguir cachondeándote de Carmelo —reveló Paco, agarrándose la polla y dirigiéndola hacia su amigo, haciendo reír a Neus.

La mujer, risueña, giró el rostro en busca de Edu, al que hacía rato que no oía. Le dio la sensación de que se había alejado ligeramente, como apartándose del meollo. Lo contempló con cierta preocupación, pues parecía cohibido, y temió que malinterpretara todo lo que estaba sucediendo.

—¡Vete a la mierda! —se quejó Carmelo ante las bromas de Paco, llamando la atención de la mujer mientras se disponía a subirse la ropa interior.

—¡Ey! ¿Dónde te crees que vas? —rechistó Neus, agarrándole del brazo, impidiendo que el mayor de los hermanos se vistiera.

—Si no vas a hacer nada más que mirar, déjalo estar —se quejó Jairo, que se divertía observando los acontecimientos mientras se fumaba el último porro que se había liado.

—Tengo ganas de reírme un poco más de tu hermano —se sorprendió a sí misma, descubriendo una maldad que hasta ese momento le era desconocida.

—Pues hazles una paja a los otros dos, ya verás lo bien que le sienta.

Neus no pudo evitar reír a carcajadas ante la ocurrencia de Jairo, que no parecía muy preocupado por la ignominia que estaba recibiendo su hermano. Aunque tenía claro que no pensaba masturbar a ninguno de los hombres presentes en el piso, se le ocurrió que sobarles un poco podía ser una buena idea. Sin dejar de considerarlo únicamente un juego, por un lado humillaba un poco más a Carmelo y, por otro, excitada como estaba, eso que se llevaba ella.

La mujer, con cierta orden de mando, les indicó cómo debían colocarse, de modo que el mayor de los hermanos se puso frente a ella, entre los dos sementales, que quedaron de costado. Sonriendo con malicia a Carmelo, subió las manos deslizándolas por las piernas de los otros dos, dirigiéndose a los sexos masculinos.

Primero rodeó la cintura de Óscar, acercándose al bajo vientre mientras notaba los casi imperceptibles respingos que daba la polla del afortunado. Acariciándole el depilado pubis, se detuvo a escasos milímetros de la base de la verga. Después, con el otro brazo, se acercó a la entrepierna de Paco a través del rollizo muslo, evitando así sobarle la grasienta barriga. Casi a la altura de la ingle, sintiendo el calor testicular y el roce de los pelos de los huevos en el dorso de la mano, detuvo la incursión.

—Agárratela —le ordenó al que tenía delante.

Carmelo era consciente de que estaba siendo objeto de mofa, pero era incapaz de desobedecer a la mujer a la que tanto deseaba. La había acosado con insistencia durante años, incluso sabiendo que era prácticamente imposible conseguir nada de ella. Y ahora, aceptando que solo quisiera reírse de él, era lo más cerca que había estado jamás de lograr su platónico sueño. Le hizo caso, sujetándose el pito con dos dedos de la mano, pues no daba para mucho más.

Neus sonrió y, también con dos dedos de cada mano para no tocar demasiado, levantó los dos pollones al mismo tiempo que, alzados, aún daban sensación de mayor tamaño. Las comparaciones con el pequeño pene fueron realmente escandalosas.

Extrañamente eufórica por lo que le estaba haciendo al mayor de los hermanos, supuso que debido a los efectos del porro, sintió el desproporcionado peso de las vergas de Paco y Óscar. Notó cómo la de este último se endurecía, adquiriendo una mayor rigidez. Le gustó la sensación y, antes de soltarla, con cierto disimulo, en un gesto rápido, la rodeó con la palma de la mano, sintiendo su incipiente dureza. Acto seguido soltó ambas vergas. La del anfitrión quedó ligeramente altiva, tambaleándose levemente mientras la de Paco cayó con todo su peso, golpeando con fuerza las piernas de su dueño.

—Perdona, ¿te he hecho daño? —preguntó con falsa preocupación, aprovechando para acariciar discretamente el grueso tronco del miembro viril, retirando la mano casi al instante.

—Sí —se quejó—, tendrás que compensármelo —la hizo reír.

—¿Cómo? —sonrió con socarronería.

—¿Tú qué crees? —Agarró la mano de Neus, acercándosela a la entrepierna.

La mujer se resistió inicialmente, pero se vio obligada a dejarse hacer debido a la fuerza de Paco. Podría haberle parado de otras muchas maneras, pero tampoco le desagradaba la idea de volver a sobarle la monstruosa herramienta.

—Cura, sana, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana —recitó mientras acariciaba con cierto reparo toda la longitud del pollón.

—¿Y los besitos? —se quejó el hombre, haciéndola reír una vez más.

—No te pases…

—No me voy a quedar contento si no hay besitos…

—¿Le doy unos besitos? —se dirigió a Carmelo, poniendo cara de niña buena, pero la única contestación que recibió por su parte fue una mueca de completo odio—. ¿Y tú qué dices? —giró el rostro en busca del hermano menor.

—¡Que le des un par de lametazos! —rio él solo.

—Con un par de besitos será suficiente —aseveró la mujer finalmente.

Neus acercó el rostro a la entrepierna de Paco, lo suficiente como para que los labios entraran en contacto con el flácido pene que colgaba entre las piernas masculinas. Le dio un primer beso, casi sin rozarle, mientras el olor a polla impregnaba las fosas nasales femeninas. Con el segundo beso el contacto fue mayor. Los carnosos labios se adhirieron a la piel de la verga, deslizándose a través de ella ligeramente. Aunque en un principio no estaba previsto, hubo un tercer y último beso, en el que la mujer aún fue más allá. Separó ligeramente los labios, aprovechando para sacar la punta de la lengua en el preciso instante en el que entraba en contacto con el tronco, degustando levemente el sabor del orco.

Al separarse del hombre, se sintió ligeramente aturdida. El escrupuloso silencio del salón ayudaba a la sensación de desconcierto que la embargaba. Observó la cierta altivez y el irrespetuoso tamaño del miembro de Paco, que había crecido de forma sospechosa, dibujándose una enorme vena central que recorría toda la longitud del tallo.

—¿No se te levanta más? —preguntó extrañada, convencida de que estaba empalmado.

El gañán no lo había podido evitar. Aunque los besos en su verga habían sido muy discretos, ver a Neus arrodillada con la cabeza entre sus piernas le había provocado una sensación tan grande de triunfo sobre Igor, su odiado antiguo amigo, que se le había puesto dura al instante.

—No mucho —confesó—. Demasiado peso —se encogió de hombros, como ignorando si esa explicación tenía sentido.

—Ya vale de cháchara —se hartó Óscar, agarrando del pelo a Neus para obligarla a seguirle de rodillas hacia el sofá, provocando las quejas femeninas.

El anfitrión se había cansado de esperar. Pensó que si no empezaba a actuar, las cosas nunca iban a salir como pretendía. No solo no había conseguido que la mujer sucumbiera a sus encantos, sino que Paco había empezado a llevarse más atenciones que él mismo.

—¿Se puede saber qué haces? —le recriminó ella mientras observaba al dueño del piso sentándose en el sofá.

—Chúpamela.

—¡Ni de coña!

—¿¡Para qué cojones me has desnudado entonces!? —preguntó con enfado.

—¿No te has dado cuenta de que solo quería reírme de Carmelo? —puso cara de incredulidad ante lo que le parecía una evidencia.

Óscar, desesperado ante la primera mujer que se le resistía, volvió a agarrarla del pelo, obligándola a acercar el rostro a su verga, que había quedado recostada sobre el vientre masculino.

—¡No me he quedado en pelotas delante de estos para nada! —refunfuñó mientras Neus intentaba evitar el contacto apoyándose con la mano sobre uno de los muslos masculinos—. No me creo que no te apetezca —insistió él.

—Que me apetezca o no es irrelevante —gruñó.

—Vale —le soltó el cabello finalmente, relajando su actitud.

Los dos se miraron, desafiantes.

—¿Qué? —preguntó ella, consciente de que Óscar estaba tramando algo.

—¿Cuánto le mide a tu novio?

La mujer dudó. No quería contestar, pero le apetecía entrar en el juego. Aún tenía la mano apoyada en la pierna del hombre y, de espaldas al resto, la movió acercándola a la polla que tenía delante. Neus separó el pulgar y el índice, marcando el tamaño del pene de Igor sobre la verga del anfitrión, que era algo más del doble de grande.

Óscar, enorgullecido, sonrió, mostrando una mueca de sorpresa y provocando las risas traviesas de la mujer, que acababa de confesar que su pareja tenía un aparato sexual más bien pequeño.

—¿De verdad no te apetece? —insistió una vez más, ahora con voz melosa, empezando a masajearse la verga.

—No es eso… es que no puede ser.

Paco les interrumpió, sentándose en el sofá junto a su amigo. Y, al igual que él, comenzó a sobarse la polla, mirando a Neus con una mueca divertida.

—Una paja, aunque sea… —pidió el que en el pasado fuera amigo común de la pareja.

—Es que si se la hago a uno, se la tendré que hacer al resto —argumentó, intentando convencerles de alguna forma que entendieran que le estaban pidiendo algo que jamás ocurriría.

—Me sacrifico por él. Se la puedes hacer a Óscar y yo no te pediré nada.

—¡No me lo puedo creer! —sonrió Neus, incapaz de recordar ni un solo comportamiento tan desinteresado por parte del gañán—. ¿Quién eres tú y qué has hecho con Paco? —bromeó, desconfiando de la actitud altruista del hombre.

—Además, ¿quieres hacerles una paja al resto? —inquirió el anfitrión con un evidente tono de estupefacción, remarcando lo extraño que le parecía.

—¡Claro que no!

—¡Oye! —se quejó Jairo—. Que os estamos escuchando, eh.

Neus se rio, girando el rostro para observar al pequeño de los hermanos acercándose al sofá.

—¿Tú también? —se sorprendió la mujer, viendo como el hombre se sentaba al otro lado de Óscar.

—¿Por qué no?

—¿No tendrás también otro pollón? —preguntó jocosamente.

—Tendrás que descubrirlo… —Se sobó el paquete.

Neus, divertida, sintió curiosidad y, puesto que ya había contemplado tres vergas, no le pareció tan mal ver una cuarta. Acercándose a Jairo, comenzó a desatarle el pantalón hippie de franela, revelando la tienda de campaña que, debido a la evidente empalmada, se ocultaba bajo los calzoncillos del hombre de las rastas. Halagada, agarró los pantalones y los calzoncillos y, mientras el hombre alzaba el pompis, le bajó las vestimentas. Aunque no se podía comparar a las vergas de los dos acompañantes de sofá, la de Jairo no era ni mucho menos tan pequeña como la de su hermano. De hecho, era de un tamaño medio, unos pocos centímetros más larga que la de Igor.

—Bueno, no está mal —sonrió—, pero ahora sois muchos a las que satisfacer. Me temo que os vais a tener que quedar con las ganas.

—¿Y tú no? —preguntó Óscar.

—Pues tal vez.

—Vamos, mujer, sobre todo tú no te quedes con las ganas —bromeó Jairo.

Los tres hombres la apabullaron con constantes argumentaciones, intentando persuadirla para que hiciera una única paja a alguno de ellos. La convicción femenina se fue mermando poco a poco y empezó a pensar que masturbarles no sería mucho más grave que sobarles como ya lo había hecho, pero alargando el momento hasta que se corrieran. Consciente de lo mucho que le apetecía ser mala, intentó hacerse a la idea de que realizarles un trabajo manual realmente no sería ponerle los cuernos a Igor, pero le costaba. Observó a los tres machos que se masturbaban ante sus ojos y, completamente excitada, caviló quién sería el elegido en el caso de que finalmente accediera a la petición del grupo de amigos.

Incluso sorprendiéndose a sí misma, pensó que Jairo era probablemente el primer candidato. Aunque su verga era la más normal de las tres, el hermano de Carmelo no le caía precisamente mal y la había hecho reír muchísimo durante toda la tarde. Y eso sumaba muchos puntos a su favor.

A su lado estaba el guaperas, con un cuerpo de escándalo y una magnífica polla. No habría tenido ninguna duda si no fuera por su forma de ser, un machista que, en algún que otro momento, incluso la había llegado a tratar de malas formas.

Por último estaba Paco. Neus sonrió observando la curiosa estampa. El orco de la monstruosa polla tenía una voluminosa barriga y no era precisamente un adonis. Pero más allá de su estrafalario físico, seguía siendo el mismo indeseable de siempre, el hombre que odiaba a muerte a Igor, y eso lo descartaba definitivamente.

—Lo siento, chicos —concluyó al fin, provocando la decepción de los tres hombres.

Desechando cualquier otra posibilidad, había tomado la decisión de acabar con la situación que ya se le había ido de las manos desde hacía rato antes de que hiciera algo de lo que realmente debiera arrepentirse.

Estaba a punto de levantarse cuando, de repente, se fijó en la perla de sudor que recorría el torso desnudo de Óscar, resbalándose por el fornido pectoral hacia las marcadas abdominales. Instintivamente, atrapada por la sensual visión masculina, apoyó la mano izquierda en la parte externa de una de las piernas del anfitrión para, alargando la derecha, poder recorrer con el dedo índice el mismo camino que dibujaba la solitaria gota, comenzando a acariciar el cuerpo del dueño del piso.

Primero sintió la dureza, tanto o más que la de Igor, del pecho de Óscar y después los cuadraditos de la tableta de chocolate, que eran casi tan pronunciados como los de la pareja de Neus. La mujer alcanzó la gota a la altura del pubis mientras instintivamente comenzaba a sobar la parte interna de los muslos masculinos con la mano izquierda. No pudo evitar subir poco a poco hasta que el anfitrión se removió, haciendo que rozara el escroto sin querer, sintiendo la rugosidad de la abundante piel.

—Agarra esto de una maldita vez —la instó Óscar, dejando de acariciarse el pene, aún en estado morcillón.

El miembro quedó ligeramente altivo tambaleándose ante los desorbitados ojos de la indecisa mujer, que estaba embelesada paseando el dedo índice por los genitales con los que aún estaba en contacto, sin pensar en lo que realmente estaba haciendo.

—Pero solo un ratito… —Las palabras resonaron en la mente de Neus como si formaran parte de su pensamiento, sin darse cuenta de que, aunque de una forma casi imperceptible, lo había dicho en voz alta.

Aún con la mente obnubilada por los efectos de la marihuana, sobó las enormes bolsas testiculares con toda la palma. La sensación de magnificencia fue lo que hizo que, como hipnotizada, usara la mano derecha, con la que se había quedado acariciándole el bajo vientre, para agarrar el falo desde la base, desplazándose a lo largo del tronco, subiendo hasta el inicio del desproporcionado glande y notando la esponjosidad del mismo.

—Guau… —soltó sin poder evitarlo, evidenciando lo mucho que le había gustado recrearse sobando el pollón del mujeriego.

Aunque el anfitrión se sentía triunfante por haber sido el escogido, no podía evitar el regusto amargo de, incomprensiblemente, haber dudado de ello en algún momento. Era la primera vez que titubeaba con una mujer y esa sensación de incertidumbre le descolocaba. Además, seguía sintiéndose incómodo por tener que compartir el momento con el resto de sus amigos. Por suerte, estaba convencido de que no tardarían demasiado en dejarlos a solas.

Sin dejar de sobarle los huevos, Neus comenzó a subir y bajar la mano derecha a lo largo del erecto falo, que ya había alcanzado su máximo esplendor. Cada dos o tres meneos, se recreaba en el glande, rodeándolo y acariciándole el frenillo, provocando los quejidos de placer de Óscar que, junto al chapoteo de las pajas, era lo único que se oía en el salón.

Paco estaba disfrutando como nunca. Había llegado el momento que jamás pensó que se pudiera hacer realidad. Aunque no había sido el elegido, estaba viendo cómo la novia de Igor, la mujer perfecta en todos los sentidos, estaba cayendo tan bajo como para hacerle una paja a otro que no fuera su pareja. Y esa sensación era casi tan placentera como que le masturbaran. Pensó cómo sería que lo hiciera la propia Neus y tuvo que aflojar el ritmo de las sacudidas para no correrse de gusto.

—¿En qué piensas? —le preguntó la mujer, intuyendo que algo pasaba por la mente de su antiguo amigo.

—En lo mucho que me gustaría que me la cascaras…

Neus sonrió, agasajada.

—Lo siento, hemos quedado en que solo una paja —confirmó.

—Si dejas de masturbar a uno para seguir con otro, es como si solo hicieras una, ¿no? —preguntó Jairo, haciéndola reír.

La mujer, divertida por la alocada teoría del menor de los hermanos, usó esa argumentación como excusa para retirar la mano con la que estaba haciéndole la gayola a Óscar y, sin dejar de acariciarle los testículos con la otra, buscar el contacto con la parte interna de los muslos de Paco. El hombre suspiró, soltando el pollón, que cayó por efecto de la gravedad, esta vez golpeando a Neus en el brazo.

—¡Au! —se hizo la dolorida, forzando una mueca quejumbrosa.

—Perdona… cura, sana, culito de rana —repitió el dicho restregando la verga contra la mujer—, si no se cura hoy —siguió mientras ella, girando el brazo, hizo que la polla contactara con la palma de su mano—, se curará mañana.

En cuanto Paco terminó la frase, la pareja de Igor asió el enorme falo, alzándolo, y no pudo evitar sorprenderse al darse cuenta de que no podía rodearlo completamente debido al exagerado grosor.

—No me jodas… —se quejó Óscar, empezando a asimilar que él no iba a ser el único en recibir las atenciones femeninas.

Poco a poco Neus fue deslizándose a través del tronco, recreándose, sintiendo la abultada vena removiéndose entre sus dedos y tardando unos cuantos segundos en recorrer toda la longitud. Al llegar al glande, cambió el sentido, con la misma parsimonia, estirando la piel y haciendo que el orco se retorciera de gusto.

Jairo contemplaba a la mujer que, sin dejar de masturbar a Paco, le seguía masajeando el escroto a Óscar. Nunca antes había sentido la ansiedad que le estaba provocando el temor por saber si al fin llegaría su turno. Pensó que si Neus le ignoraba tendría que fumarse el mejor canuto de toda su particular cosecha para olvidarse de la oportunidad perdida.

La mujer pilló al porrero que no le quitaba ojo, adivinando que estaba como loco por recibir sus atenciones, no en vano tenía marcada la impaciencia en el rostro. Aunque aún no estaba ni mucho menos convencida de lo que estaba haciendo, la divertida expresión del menor de los hermanos la animó a ir un poco más lejos. Buscándole con la mirada, cuando ambas se cruzaron, movió la mano izquierda, liberando los testículos del anfitrión para volver a manosearle la verga, masturbando los dos pollones al mismo tiempo.

—Si vas a pasar de mí casi prefiero liarme un peta —se quejó Jairo, molesto por ser dejado de lado claramente, parando la paja que se estaba haciendo e inclinándose en busca de la ropa que rodeaba sus tobillos, con claras intenciones de vestirse.

—¡Jo! No te enfades —sonrió Neus—, que solo te estaba vacilando.

La mujer, sin dejar de masturbar a Paco, soltó la verga de Óscar para agarrar los calzoncillos que el hombre se estaba subiendo, deteniéndolo. El porrero se relajó, recostándose en el sofá con la ropa interior a la altura de las rodillas. Tenía la polla completamente empinada, apuntando al techo. Neus la rodeó con la mano y sintió una dureza extraordinaria, pensando que probablemente el hombre no había estado tan excitado en la vida.

—En cuanto se corra el primero, se acabó —les advirtió con la mayor dignidad que pudo, empezando a asumir la locura que estaba acometiendo, masturbando a dos al mismo tiempo mientras alternaba entre los tres amigos.

Tras esa declaración de intenciones se produjo un intervalo de tiempo ausente de palabras, únicamente ambientado por el sonido de las manos femeninas restregándose contra la piel de las humedecidas vergas y los gemidos de goce masculinos, unos más sonoros que otros. La sinfonía de lujuriosos placeres solo fue truncada por la agonizante voz de Carmelo.

—Neus… —suplicó.

—¿Qué quieres? —giró el rostro, molesta por la inoportuna interrupción.

La polla del mayor de los hermanos se había vuelto a empinar y el hombre solicitaba una última oportunidad.

—Por favor…

—Anda, acércate…

Temeroso, incapaz de adivinar las intenciones de Neus, Carmelo avanzó con paso inseguro, acercándose al sofá para sentarse al lado de Paco.

—No te pongas ahí, que vas a hacer el ridículo —se quejó la mujer—. Siéntate al lado de tu hermano mejor.

Sumiso una vez más, el hombre acató las órdenes, colocándose junto a Jairo justo en el momento en el que Neus comenzó a reírse a carcajadas.

—Vuestras pollas parecen los Dalton —soltó entre risas, provocando las risotadas de los tres amigos que habían estado recibiendo las atenciones onanistas hasta ese instante.

Carmelo, al escuchar el comentario jocoso, pensó que Igor podía ser Lucky Luke ya que, al igual que Joe Dalton, el más bajito y listo de los hermanos Dalton, él también deseaba acabar con el protagonista. Sonrió, evadiéndose momentáneamente de sus miserias gracias a la imaginación.

—No estés tan contento —le advirtió Neus—, que no he dicho que vaya a meneártela. De hecho, no sabría ni cómo hacerlo —dejó de sobar la polla de Jairo para simular el gesto de hacer una paja únicamente con dos dedos.

—Venga, tía, que ya has sido bastante cruel con él —ahora sí lo defendió su hermano.

—Sí, hazle un favor al pobre —insistió Paco, cachondeándose de su amigo.

Neus tenía sensaciones completamente enfrentadas. No podía negar la evidencia, las ganas que tenía de sexo y que no le importaba en absoluto consumarlo con los que le habían provocado el calentón, pues eran los únicos hombres que tenía a mano. Sin embargo, aún no había perdido el raciocinio del todo y era consciente de que debía poner freno a lo que estaba sucediendo. Tan solo necesitaba cumplir el acuerdo con el grupo de amigos y pensó que conseguir hacer que el mayor de los hermanos llegara al orgasmo no sería difícil. Sin duda, era la forma más rápida de acabar definitivamente con la rocambolesca situación. Y, aunque ella se quedara con ganas de más, después sería Igor el que remataría la faena.

—Hagamos una cosa —se dirigió a Carmelo con seriedad—, te toco si prometes correrte rápido.

—Pues claro —soltó con cierta ansiedad.

—Espera —el anfitrión, incómodo con el protagonismo que sus amigos le estaban robando, la detuvo cuando vio que la mujer se acercaba a Carmelo.

—¿Qué? —le desafió con la mirada.

—Si se corre rápido, te piras. Si aguanta, me la chupas.

—No —contestó instantáneamente, consciente de que masturbarles era el límite, dirigiéndose nuevamente hacia el mayor de los hermanos.

—¡Alto ahí! —el dueño de la casa volvió a agarrarla del pelo, atrayéndola hacia sí.

—¡Au! Qué manía más tonta has cogido —se quejó, intentando liberarse de la mano que la retenía.

—Te suelto si aceptas mis condiciones —se alzó para golpear con la polla en la mejilla femenina.

Neus, llena de rabia, reaccionó intentando apartar el rostro y escupiendo al hombre. El chorro de saliva cayó directamente sobre la verga, provocando las risas de su dueño.

—De eso se trata —siguió riendo estruendosamente.

La mujer, molesta con la actitud de Óscar, se fijó en su propio espumarajo deslizándose a lo largo del descomunal tronco del pene. Muy a su pesar, esa imagen la excitó aún más de lo que estaba y se sintió tentada a lamer el pollón para recoger sus propias babas.

—Está bien —aceptó las condiciones del machista finalmente—, pero suéltame el pelo —impuso, alargando la mano para manosearle el miembro viril, aprovechando para restregar la saliva del escupitajo.

Mientras Neus, de rodillas, se acercaba a Carmelo, sus tres amigos empezaron a animarle a base de vítores con la intención de que aguantara las atenciones femeninas sin llegar a correrse, cosa que provocaría que todo lo que habían logrado acabara precipitadamente.

La mujer acercó la mano derecha a la entrepierna masculina, sintiendo el calor que la zona desprendía. Acarició al mismo tiempo los prácticamente ocultos testículos y el pequeño pene endurecido. Aunque estaba convencida de que el mayor de los hermanos no aguantaría demasiado, en ese instante pensó qué pasaría en caso contrario, viéndose obligada a tener que hacerle una mamada a Óscar. Empezó a salivar.

Carmelo no se lo podía creer. Había llegado el momento que durante tantos años había estado esperando. La situación no era ni mucho menos como se la había imaginado tantísimas veces, pero que Neus llegara a tocarle ya era mucho más que suficiente. No importaban los innumerables rechazos ni las humillaciones previas que había tenido que sufrir. Ahora solo existía el tacto de su mano. Nada más. Y era sublime.

Llevaba unos minutos sobando con evidente indolencia al hombre cuando fue consciente de que si no hubiera estado pensando en Óscar todo el tiempo podría haberle puesto mayor esmero en conseguir que se corriera. Tenía la sensación de que ya era tarde, que los otros la pararían en cualquier momento. Con cierta desesperación, luchando por saber lo que realmente quería hacer, siguió toqueteando sin demasiadas ganas al degenerado que durante años la había estado molestando con algunas de las frases que ahora mismo le estaba susurrando, poniéndole la piel de gallina debido a la repulsa que sentía al escucharlas.

—Chúpamela… —soltaba en voz baja, con los ojos en blanco—. Seguro que a Igor se la chupas a todas horas, zorra…

—Creo que ya es suficiente —el dueño de la casa la agarró del brazo, separándola del mayor de los hermanos, que había dejado escapar un hilillo de saliva por la comisura de los labios.

—¡Mierda, Carmelo, se supone que tenías que correrte rápido! —frunció el ceño mientras observaba la sonrisa ladina que se dibujó en el rostro del hermano de Jairo.

El anfitrión se quedó de pie, con la polla completamente tiesa frente a la cara de la mujer, que seguía de rodillas, sin tener muy claro si se sentía aliviada por haber dejado de sobar el pequeño pene o asqueada por no haber podido detener la caída en picado en la que se estaba viendo envuelta.

—Os juro que esto es lo último que hago —afirmó con rotundidad, convenciéndose a sí misma de que era cierto.

Como hiciera anteriormente, aunque en otras circunstancias, escupió sobre el miembro de Óscar. El blanquecino gargajo cayó sobre el glande, deslizándose a lo largo del mismo y alcanzado una parte del tronco. Neus rodeó la punta de la polla con la mano, deslizándola para restregar la saliva y, tras ella, imitó el gesto con los labios. Abrió la boca todo lo que pudo, pues el bálano le entraba justo, hasta tragárselo enterito. Al sacarse la enorme extremidad del pene, un montón de finos hilillos de babas hicieron puente entre la boca femenina y el miembro masculino. Ella usó la mano para recogerlos y esparcirlos a lo largo del falo.

Tal y como le había mandado su padre, Kevin seguía en el único dormitorio del piso, desde donde había seguido enterándose de todo. Aún conservaba la erección que había tenido casi permanentemente y, desde que había espiado a Neus escondido en el armario, no había dejado de sentir un incómodo dolor de huevos que hacía que tuviera unas ganas tremendas de descargar todo lo que sus jóvenes gónadas pudieran generar.

Si por él fuera, habría salido de la habitación hacía rato, pero había un problema. El adolescente era consciente de que si aparecía en el salón su padre se iba a mosquear. Y sus enfados no eran ninguna tontería. Aún así, el posible premio era mucho mayor que el riesgo de llevarse alguna hostia. Así que, a pesar del temor a su padre, finalmente decidió salir.

—¡Mierda, Óscar, tu hijo! —Neus, restregándose el brazo por la barbilla para limpiarse las babas, se sorprendió al ver a Kevin apoyado en el marco de la puerta de entrada al salón, con cara de cierta inseguridad.

—Olvídate de ese gilipollas —contestó instintivamente, sin ser consciente de lo que realmente la mujer había advertido.

La pareja de Igor observó nuevamente al muchacho, que parecía estar ligeramente encorvado. Era completamente reacia a seguir chupándosela a Óscar mientras su hijo los observaba, pero el padre no parecía estar por la labor de poner remedio.

—Sigue… —la instó, agarrándola de la cabeza para atraerla nuevamente a la polla.

Dejándose hacer, la mujer cerró los ojos, pensando que así, sin ver al niño espiándoles, le sería más cómodo terminar la mamada. Y así fue hasta que comenzó a oír la algarabía que se estaba formando a su alrededor.

Neus abrió los ojos, topándose con la presencia de Kevin, que se había acercado hasta quedar a la altura de su padre. La mujer se fijó en el abultado paquete del chico, que parecía a punto de reventar. No le dio tiempo a reaccionar cuando el hijo de Óscar se desabrochó la bragueta. De repente, ante su estupefacta mirada, apareció una verga grande y completamente empinada, con un brote de líquido preseminal colgando del glande, a punto de gotear.

Rodeando con la lengua el monstruoso bálano que le llenaba la boca, observó detenidamente el joven falo que se exhibía exuberante ante ella. Hacía tan solo unas horas la habría considerado la verga más grande que había visto, pero no llegaba a las exageradas dimensiones de Paco y se podía decir que se trataba de una copia ligeramente reducida del pollón de su padre. También circuncidado, el glande era más grueso que el tronco y los grandes huevos del niño colgaban como alforjas.

Sin pensar en lo que hacía, completamente enajenada, se apartó del enorme miembro del dueño del piso para acercarse a la entrepierna juvenil. Abrió la boca y sacó la lengua, recogiendo el líquido preseminal que estaba colgando, degustando su sabor salado. En un mismo gesto acompasado, le dio una chupada a la durísima verga del quinceañero, provocándole los inminentes espasmos.

Llevada demasiado tiempo excitado como para aguantar el placer que la lamida de la mujer le había provocado. Sin ninguna intención de retrasar el orgasmo más de lo debido, el hijo de Óscar se dejó llevar y, cerrando los ojos, comenzó a eyacular.

Neus no se lo esperaba. Todo fue demasiado precipitado y, sin tiempo a reaccionar, sintió el calor del primer y abundante chorro de semen deslizándose por su mejilla. El segundo disparo fue más impetuoso y le alcanzó la frente, salpicándole el pelo. Aún sorprendida, un tercer caño, el más copioso de todos, le inundó los labios y las fosas nasales, obligándola a abrir la boca, hacia donde comenzó a precipitarse la juvenil leche. El cuarto estallido fue el más enérgico, impactando con fiereza contra el párpado femenino que, por suerte, pudo cerrar a tiempo.

Habían pasado tan solo unos pocos segundos cuando la mujer pudo reaccionar separándose del mocoso, tiempo más que suficiente para que la cara le quedara completamente impregnada de lefa debido al ímpetu juvenil. Intentando expulsar de la cavidad bucal el semen que se le adhería a la lengua y los labios, observó al niño a través de uno de los ojos, pues el otro lo tenía entrecerrado debido al pringoso esperma que lo recubría.

Kevin soltó unos cuantos chorros más, menos beligerantes, que cayeron directamente sobre el suelo. Los últimos escupitajos, fallidos, no eran más que brotes de esperma que emergían lentamente de la uretra desplazándose por el glande hasta quedar colgando de la punta de la verga. Había sido una corrida descomunal.

Neus estaba de pie, aturdida, incapaz de asimilar lo que acababa de ocurrir. Y no lo hizo hasta que Carmelo se acercó, ofreciéndole unas cuantas servilletas de papel con las que limpiarse. Mientras lo hacía, comenzó a reflexionar, dándose cuenta de la enorme estupidez que había cometido. Pensó en Igor, en lo mucho que lo quería y en lo poco que se merecía lo que le había hecho. Empezó a sentir una ligera opresión en el corazón, que fue aumentando alarmantemente, hasta el punto de empezar a sentirse mal. Medio mareada, pensó que estaba sufriendo un ataque de ansiedad y se puso demasiado nerviosa, alejándose hacia el cuarto de baño para acabar de acicalarse.

—¿Estás bien? —Fue Jairo el que, tras un tiempo prudencial para dejar que se limpiara, se acercó a ver cómo se encontraba.

De frente al espejo del lavabo, Neus alzó el rostro demacrado, aún humedecido por las friegas con las que se había estado quitando las costras de semen de la cara. Giró el cuello para mirar al hombre que, nuevamente vestido, parecía preocupado.

—No, no estoy bien —le tembló la voz, a punto de llorar—. No creo que pueda sobrellevarlo —confesó amargamente.

—Tampoco ha pasado nada del otro mundo —intentó engañarla, aunque sabía que no iba a ser fácil.

—Ah, ¿no? —se enfadó, más consigo misma que con él—. Pues haría cualquier cosa por borrar lo sucedido.

—Pues me temo que eso no puede ser.

—Lo sé —bajó el tono de voz, asumiendo la culpa y empezando a pensar si sería capaz de ocultarle lo ocurrido a Igor o si tendría el valor de confesárselo.

—Pero sí puedo ayudarte a olvidarlo —sonrió, acercándole el porro que acababa de prepararse.

Neus reaccionó sonriendo con desgana, agradeciéndole el gesto, pero rechazando el ofrecimiento.

—Como quieras… —soltó Jairo, llevándose el pitillo a la boca para encenderlo y darle una primera calada.

El humo denso del canuto bailó alrededor de la cara de Neus, que husmeó, impregnando sus fosas nasales del aroma del cannabis, haciéndola recordar el divertido rato que había pasado antes de que todo comenzara a salirse de madre.

—El olor es agradable —confesó.

—¿Quieres una calada?

—¿Seguro que el porro me hará olvidar? —preguntó con desesperación, aferrándose a cualquier clavo ardiendo que le permitiera sobrellevar la tremenda desazón que sentía.

—Sí.

Neus cogió con la mano el cigarro de la risa directamente de los labios del hombre, llevándoselo a la boca, y le dio una primera calada, deleitándose con la sensación del humo cosquilleando su garganta. Sonrió, observando cómo el menor de lo hermanos comenzaba a preparar un nuevo leño, y repitió el gesto, dejándose llevar por la sensación de tranquilidad que le proporcionaba el sabor y olor a marihuana.

—¿Mejor? —se interesó al cabo de un rato Jairo, que se había recostado contra el lavabo, situándose al lado de Neus para fumar junto a ella.

La mujer no contestó. Simplemente, sintiéndose ligeramente colocada, se giró hacia él para, en un gesto desprovisto de toda índole sexual, darle un pico en señal de agradecimiento, pues lo cierto es que se sentía mucho mejor que hacía tan solo unos minutos.

Cuando los dos fumadores volvieron al salón, la fémina se fijó en Edu, que seguía estando mustio, sentado ligeramente apartado del lugar en el que se habían producido los acontecimientos. Le extrañó su forma de comportarse. Pensó que tal vez la amistad con Igor hacía que se sintiera mal por lo sucedido, pero le costaba imaginar que no hubiera intentado aprovecharse de ella igual que el resto. Y fue entonces cuando se le encendió la bombilla, concluyendo que Edu tal vez fuera gay y, lógicamente, no quería salir del armario para toparse de lleno con sus antiguos y retrógrados amigos. Eso lo explicaba todo y ahora entendía la reacción al ver el aparato sexual de Óscar. De hecho, lo entendía muy bien, sonrió para sus adentros.

—¿Cómo te encuentras? —se interesó Carmelo, con una dulzura más que exagerada.

Neus agradeció que el mayor de los hermanos también se hubiera vestido. Todo parecía volver a la normalidad y eso la tranquilizaba. Sin embargo, había algo que le impedía acabar de sentirse bien. El subconsciente le decía que algo iba mal cuando, de repente, se oyeron unos gritos procedentes de la habitación. En ese momento la mujer se dio cuenta de que Paco, el anfitrión y su hijo no estaban en el salón.

Cuando llegó al cuarto no se podía creer lo que vieron sus ojos. Óscar, más que alterado, intentaba pegar a Kevin, que estaba arrinconado en el suelo de una esquina. Entre ambos estaba Paco, intentando separarlos. El corazón de Neus dio un nuevo vuelco. Observar una pelea nunca era agradable, pero ver la indefensión del muchacho la descompuso por completo, revolviéndole el estómago, e intentó disuadirlos.

—Pero, ¿qué hacéis? ¡Estaros quietos!

Óscar hizo caso omiso, haciendo que la adrenalina de la mujer fuera en aumento. Finalmente, envalentonada, agarró el fornido brazo masculino, intentando detenerlo.

—¡Estate quieta! Por culpa de este gilipollas me he quedado sin mamada.

Neus no se podía creer que todo eso fuera por una simple comida de polla. Alucinada con la actitud del dueño del piso, le soltó el brazo y vio cómo Óscar aprovechaba el momento de distracción de Paco para soltarle un puñetazo a su propio hijo.

—¡Basta ya! —gritó la mujer con desesperación, incapaz de soportar lo que estaba viendo.

El hombre soltó una patada, alcanzando al ovillo en el que Kevin se había convertido y llevándose por delante las piernas de Paco, que, tambaleándose, estuvo a punto de caer al suelo.

—Oye, tío —continuó Neus—, si todo esto es por una mierda de mamada, te la termino, en serio. Pero deja al chaval.

Lo último que quería era volver a chuparle la verga a Óscar o cometer una nueva locura de la que luego se tendría que arrepentir, pero el mal cuerpo que le había dejado la violenta escena entre padre e hijo y la sensación de culpabilidad por lo ocurrido hacían que, en comparación, hacer una mamada le pareciera algo casi sin importancia.

—Está bien. Vamos —el agresor se tranquilizó, dirigiéndose hacia el salón mientras el resto se recomponía—. ¡No quiero volver a verte! —se giró para amenazar a su hijo, justo antes de reanudar la marcha.

—¿Te encuentras bien? —la mujer se interesó por el estado de Kevin, ayudándolo a levantarse.

—Oye, que yo también quiero que me la chupes —soltó sin darle mayor importancia a lo que acababa de suceder.

—Ya me lo imagino —sonrió, halagada—. Pero no puede ser —suavizó el tono, procurando ser comprensiva.

De camino al salón, las miradas de Paco y Neus se cruzaron por un instante. La mujer pensó la diferencia abismal que había entre ese intercambio de miradas y el que habían tenido hacía tan solo unas horas en la calle, cuando se dirigía con Edu en busca del coche para volver a casa después del día de compras.

—Ni en tus mejores sueños te podías imaginar lo que está ocurriendo hoy —le acusó con cierto reproche, consciente de lo satisfecho que debía sentirse al haberla visto cayendo tan bajo como lo había hecho.

—Tú tampoco te podías imaginar que estuviera tan bien servido —contestó acariciándose el paquete.

La mujer bajó la mirada con cierta resignación, consciente de que había perdido toda la posición moral de la que siempre había podido hacer gala delante de Paco.

El anfitrión se había vuelto a sentar en el sofá. Neus, sin decir ni una palabra, se acercó a él, colocándose entre sus piernas. El hombre las abrió ligeramente para que pudiera arrodillarse y, cuando lo hizo, ella llevó las manos a la bragueta para desabrocharle el pantalón tejano, en un gesto completamente mecanizado. Le sacó la prenda con desgana, volviendo a ver la enorme silueta de la verga a través de la ajustada ropa interior.

—Te dije que era lo último que haría y así será, ¿estamos? —soltó con seriedad, comenzando a masajearle el paquete.

Sintió la flacidez del miembro, pero la sensación de amasar un trozo de carne tan grande no era desagradable precisamente. Aunque había perdido gran parte de la libido y no le gustaba verse obligada a volver a engañar a Igor, no podía obviar que el dueño de la casa estaba muy bien dotado y eso seguía siendo excitante. Y aún lo era más sentir cómo la polla crecía y se endurecía. Por un momento pensó que volver a chupársela no sería tan traumático como había imaginado.

Metió una mano dentro de los bóxers, agarrando la altanera verga, que ya estaba nuevamente en estado morcillón. La recostó sobre el vientre masculino para palparla con la mano abierta, desde el desproporcionado glande hasta los grandilocuentes testículos. No dejaba de sentir cómo crecía más y más y eso la estaba volviendo a calentar.

Sacando la mano del interior de los calzoncillos, los asió por la cintura para bajárselos, liberando a Willy. Ante ella apareció el hermoso pollón, prácticamente en su máximo esplendor, bamboleándose de un lado a otro. Agachándose para llevar la prenda hasta los tobillos de su dueño, se inclinó hacia delante, abriendo la boca para alcanzar el tremendo glande, succionándolo. No lo pudo evitar, ya estaba nuevamente cachonda.

Completamente absorta comiéndosela a Óscar, se había olvidado de todos los hombres que estaban alrededor y tenía puestos los cinco sentidos en la degustación. Sin embargo, aún no había actuado el sexto sentido femenino. Alzó la vista y, de reojo, contempló a Kevin espiándoles nuevamente desde el marco de la puerta de entrada al salón. Neus se puso nerviosa. No sabía si por temor a que el padre se enterara o por cómo había acabado todo la última vez que estuvieron en esa misma situación. Alerta, no quitó ojo al muchacho, empezando a ponerse histérica.

El adolescente se estaba viniendo arriba. Pensó que no volvería a tener la oportunidad de que Neus se la chupara, pero la mujer no dejaba de mirarle, provocándole, mientras le hacía la mamada a su padre. Se convenció de que no era más que una auténtica puta que iba de mujer con principios. Sonrió, sobándose el paquete que tenía nuevamente endurecido, consciente de que era un deleite para los ojos de la furcia que no dejaba de contemplarlo.

La pareja de Igor alucinó al ver cómo Kevin se abría la bragueta. No podía creer que el chico arriesgara tanto. Pensó en alguna forma de pararlo, pero no podía hacer nada sin que el padre se enterara. Atónita, observó cómo el muchacho se sacaba el enorme cipote a través de la abertura. Se fijó en la preciosa verga y caviló que, debido a la edad, aún era probable que le creciera unos cuantos centímetros más mientras seguía desarrollándose.

—¿Qué coño haces? —se quejó el anfitrión al notar que Neus se descompasaba en las rítmicas chupadas, rasgándole ligeramente con los dientes.

—Perdona —le miró a los ojos, sonriente, procurando evitar que se diera cuenta de lo que realmente sucedía.

Volvió a fijarse en el chico, que se había acercado. A Neus le dio un vuelco el corazón, pero no pudo evitar una sonrisa cómplice debido a los nervios. Se sentía como una adolescente haciendo una travesura. Lamiendo el enorme falo de su padre, contempló el rostro de Kevin. Aunque su juventud era más que evidente, era muy atractivo. Con esa enorme verga solo le faltaba coger algo de volumen en el resto del cuerpo para convertirse en lo que era su progenitor, un auténtico macho. Por un momento se imaginó comiéndosela a los dos, padre e hijo, y una oleada de morboso placer recorrió su cuerpo, haciéndola gemir, lo que alertó a Óscar, que giró el rostro contemplando la presencia de su descendiente.

—¿¡Otra vez!? —se quejó.

—No, no, no, oye… —Neus intentó tranquilizarlo— No pasa nada.

—Solo quiero que me la chupe a mí también —se encaró.

—¡No eres más que un crío! ¿Tú te crees que te la va a chupar? —se rio desproporcionadamente, molestando a la mujer.

—Pues lo está deseando —soltó con la seguridad de estar completamente convencido.

—¿Es eso cierto? —preguntó el padre inquisitivamente.

—Bueno, a ver…

Neus no sabía qué contestar. Tenía miedo de decir algo que enfadara a uno o desilusionara al otro. Además, no tenía clara la respuesta. Estaba convencida de que no quería mamársela a un niño de 15 años, pero no estaba segura de no querer hacerlo con Kevin.

—Ahora más vale que quieras —la amenazó Óscar—, porque como me vuelva a joder la mamada te juro que no habrá nada que me impida matarlo.

Asustada por los ojos inyectados en sangre del anfitrión, sus palabras acabaron de convencerla.

—Siéntate al lado de tu padre —le instó, señalándole el sitio donde antes estuviera Jairo.

Los pollones de padre e hijo quedaron alzados, esperando las atenciones de la bella dama. Neus alargó los brazos, asiendo una verga con cada mano. Le gustó escuchar el sonoro gemido de Kevin. Comenzó a subir y bajar a lo largo de las extensas longitudes, masturbándolos. Se alegró de que el joven no comenzara a eyacular a las primeras de cambio nuevamente. Era evidente que la anterior corrida le dotaba de mayor aguante.

Mirando a los ojos de Óscar, se inclinó hacia delante, alejándose de él, en dirección al mástil de su hijo. Sin perder el contacto visual con el padre, sacó la lengua para darle un primer lametazo al juvenil falo. Acto seguido abrió la boca, introduciéndose el grueso glande, y cerró los ojos. Saboreó el bálano, recordando el ligero deje salado del semen de Kevin. Abrió aún más la cavidad bucal, introduciéndose la polla todo lo que pudo, hasta la campanilla. Cerró los labios entorno al tronco, a la altura de los tres cuartos de verga, y se la sacó de golpe, dejándola completamente llena de blanquecinas babas.

—¡Qué asco! —se quejó el anfitrión—. ¿No pensarás chupármela a mí ahora? —dibujó una mueca de disgusto.

—Que me la chupe a mí entonces —aprovechó Paco la ocasión para volver a sentarse en el sofá junto a su amigo.

—No, oye, la mamada se la debía a Óscar —argumentó la mujer, intentando aplacar las claras intenciones de su antiguo amigo.

—Ya, y lo del chaval, ¿qué? —la puso en un brete.

No tenía excusa. Lo de Kevin había sido lujuria pura y dura. Y no encontraba una sola explicación para justificarse. No quería pensar más, solo que se acabara la pesadilla cuanto antes. Un mal sueño lleno de tentadores placeres que la hacían sucumbir una y otra vez. Porque, muy a su pesar, no le desagradaba la idea de hacerle una mamada a Paco. Sonaba tan sucio en su mente, que empezaba a parecerle algo más que excitante. Se olvidó de Igor o, al menos, intentó no pensar en él. Se acordó de Jairo y concluyó que, a unas malas, volvería a fumarse un porro. Sonrió con socarronería mientras observaba cómo el orco se desnudaba.

Cuando Paco sintió los labios femeninos aferrándose a su polla, fue apoteósico. Tuvo la sensación de levitar entre esponjosas nubes blanquecinas. Al sentir la húmeda lengua recorriéndole el tronco, fue como si miles de pequeños pajarillos le canturrearan mientras recibía pequeña descargas eléctricas por todo el cuerpo. La nueva sensación de triunfo sobre Igor fue tan mayúscula, que perdió el control.

Neus advirtió el extraño espasmo del grandullón, separándose rápidamente de él, evitando que el semen que se avecinaba la atragantara, pues tenía la boca completamente llena por la inmensa verga. Observó el rostro del hombre luchando por no correrse y no pudo evitar reírse por el ridículo gesto.

—No vuelvas a darme esos sustos —le golpeó en la pierna, divertida, al ver que finalmente había podido controlar el orgasmo.

Paco estaba sudando. Solo la imagen mental de Igor, al que odiaba con locura, había podido evitar el desastre. Era curioso que la fuente del placer que le había llevado hasta el borde de la corrida fuera la misma que había conseguido detenerla. Sonrió para sus adentros, pensando que el odio y el placer, Igor y Neus, estaban unidos por una delgada línea.

Cuando la mujer se quiso dar cuenta tenía a cinco hombres desnudos sentados en el sofá esperando sus atenciones. Aún arrodillada, se alzó, separándose de ellos ligeramente para contemplarlos con mayor perspectiva. Estaban todos menos Edu, que seguía alejado, sin moverse, observando en silencio todo lo que ocurría.

Carmelo estaba en una punta, impaciente, como expectante por saber si volvería a llegar su oportunidad. A su lado estaba su hermano que no dejaba de sonreír, bromeando sobre lo que estaba sucediendo. El del medio de los cinco era el pequeño Kevin, que parecía ansioso, no pudiendo evitar mover una pierna compulsivamente. Óscar estaba junto a su hijo, con una mueca de disgusto, indeciso sobre si dejar que Neus se la mamara después de haber chupado otras pollas. Por último, en la otra esquina del sofá se sentaba Paco, completamente dichoso contemplando a la novia de Igor, gracias a la cual su antiguo amigo estaba siendo ultrajado.

La mujer, satisfecha al observar las vergas que estaban tiesas en honor a ella, fantaseó sobre cómo sería mamar cinco pollas al mismo tiempo. La idea era tan sucia e inverosímil como morbosa y única, hasta el punto de darle igual que el grupo de hombres estuviera formado por los antiguos amigos de ella y su pareja.

—Seguro que no quieres, ¿no? —preguntó con inseguridad al anfitrión, aferrándose a su negativa para evitar la locura que le empezaba a resultar demasiado tentadora.

Óscar dudó unos instantes. Era rebajarse a compartirla con sus amigos o perder la oportunidad de liarse con Neus, posiblemente una de las tías más buenas que habían pasado por su piso. Finalmente, con mala cara, dirigió la polla hacia ella, ofreciéndosela y, con ese gesto, empujándola al abismo.

—Una mamada a cada uno y se acabó —advirtió la mujer, procurando sonar lo más convincente posible.

Moviendo las caderas con sensualidad, avanzó con parsimonia para acabar arrodillándose nuevamente frente a los cinco hombres que, empalmados, la esperaban sentados en el sofá. Agarró las vergas de Paco y Kevin, comenzando a masturbarlos, mientras se agachaba en dirección a la entrepierna del dueño de la casa para volver a hacerle la mamada.

Unos cuantos segundos después, Neus se movió a un lado, pasando a chupársela al adolescente mientras se la meneaba al padre y al menor de los hermanos. Y, al poco rato, volvió a desplazarse, comiéndosela a Jairo sin dejar de pajear a Kevin y Carmelo. Y así, fue pasando por cada uno de los cinco hombres, mezclando sus babas con los sabores de cada una de las pollas, degustando una revoltijo sexual que, con una sinfonía de gemidos y chapoteos de saliva de fondo, la estaba transportando a un mundo de sensaciones completamente nuevo para ella.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Óscar, rozando con un dedo el costado femenino, que había quedado ligeramente al descubierto tras subírsele un poco la camiseta.

—Ese fue el tatuaje más admirado durante el viaje que hicimos a Ibiza —confesó Paco, recordando las vacaciones estivales del grupo de examigos en el que la mujer lo lució por primera vez.

Dejando de chupársela al menor de los hermanos, Neus se giró para mirar al hombre de la frondosa perilla.

—¡Me encantó ese viaje! —evidenció su entusiasmo, dejando que el anfitrión le siguiera acariciando el tribal dibujado sobre la piel—. Jo… aquella playa en la que estuvimos… era un paraíso —sonrió.

—En el paraíso estamos ahora —bromeó Jairo, haciendo reír a la mujer, que volvió a girarse para continuar mamándole la polla.

Óscar aprovechó para seguir acariciándole el costado, ahora adentrándose bajo la camiseta, haciendo que el contacto fuera mucho más evidente.

—Las manos quietas —reaccionó apartándole con el brazo con el que estaba masturbando a su hijo, aprovechando para alejarse, buscando hacerle la mamada a Carmelo.

El mayor de los hermanos estaba demasiado excitado y jamás había sentido tanto placer, pero su mente se había confabulado para aguantar, retrasando el orgasmo. Si estaba durando mucho más de lo que físicamente creía posible era gracias al irrefrenable deseo de lograr llegar aún más lejos, aferrándose a la más mínima posibilidad de alcanzar nuevas metas en la enfermiza obsesión que tenía por Neus. Sin embargo, tras sentir el aliento de la boca femenina en su entrepierna, el placer acumulado le desbordó, sobrepasando incluso las ganas de cumplir sus propios anhelos. Apretando las nalgas, intentando retrasar lo inevitable, sintió el punto de no retorno y se dejó llevar, queriendo disfrutar de la mejor corrida de su vida.

Neus se apartó de Carmelo rápidamente, a tiempo para ver el primer chorretón de esperma saliendo disparado hacia el cielo, describiendo una trayectoria curvilínea que lo llevó a caer sobre el fuerte vientre masculino. Una segunda oleada de semen, mucho menos impetuosa, apenas brotó, depositándose directamente sobre el pequeño pene, al igual que el tercer y último lechazo, ya casi imperceptible.

—¡Apoteósico! —gritó el hombre, haciendo reír a sus amigos.

Con el pulso acelerado por la adrenalina que la corrida de su acosador particular le había provocado, no fue consciente, hasta pasados unos segundos, de la mano que ahora le acariciaba el costado tal y como hiciera Óscar momentos antes.

—¿Por qué no me ayudas con las botas y dejas de meterme mano? —le recriminó las caricias a Jairo, dándole la espalda para desplazarse hacia el otro lado, en busca de Paco para volver a empezar una nueva ronda de mamadas.

Neus tenía los pies tremendamente doloridos por el incómodo calzado y, queriendo evitar las nuevas caricias del menor de los hermanos, pensó que pedirle que la descalzara sería una buena idea, pues además de mantenerlo entretenido, conseguiría aliviar el daño que le hacían los zapatos.

A Jairo le encantaban los pies femeninos y no pudo imaginarse una propuesta más tentadora por parte de la pareja de Igor. Procurando ocultar su entusiasmo, aceptó la petición de la mujer y, tras un rato peleándose con las dificultosas botas, por fin pudo liberarle los pies, que le parecieron tremendamente hermosos. Con la excusa de retirar las pocas pelusas negras que el calzado había soltado, acarició las doloridas palmas, sintiendo cómo se le hinchaba la polla al hacerlo. La ausencia de una negativa le dio alas y siguió sobando las pequeñas extremidades.

Igor casi nunca le masajeaba los pies y cuando lo hacía no le ponía demasiado entusiasmo por lo que Neus no era consciente de que pudiera ser tan gustoso. En un principio no le dio mayor importancia a las caricias del hermano de Carmelo, pero las atenciones empezaban a ser tremendamente excitantes. El hombre parecía tener una habilidad especial, apretándole justo donde más lo deseaba. Sintiendo los dedos de la mano masculina intercalándose entre los de sus pies, no pudo evitar suspirar de placer.

El resto de hombres aprovecharon la coyuntura para continuar metiéndole mano. Los roces masculinos eran cada vez más numerosos y constantes. Ella, reacia, los iba apartando, pero los insistentes mimos empezaban a resultarle demasiado habituales. Disfrutando de las atenciones de Jairo y abrumada por las continuas caricias del resto, decidió que, mientras fueran sobadas inocentes y no se sobrepasaran demasiado, les dejaría hacer.

Así, el primero en colarse bajo la holgada camiseta sin ser rechazado fue Kevin, que le pudo palpar el abdomen a conciencia, sin encontrar resistencia. Pero el ímpetu del muchacho le jugó una mala pasada. Emocionado por el delicioso contacto con el cuerpo de la mujer, pensando que ya tenía vía libre, subió rápidamente hacia el pecho femenino, sobando una de las tetas, aunque solo durante un segundo, lo que tardó Neus en reaccionar. Tiempo más que suficiente para sentir el glorioso y natural tacto que le empujó a su segunda corrida.

La mujer se separó del pollón de Óscar para observar las convulsiones del menor de edad que, sin agarrarse el miembro, completamente descontrolado, comenzó a eyacular al aire hacia todos lados, provocando la algarabía en la sala, pues el resto de hombres salió corriendo para evitar ser salpicados.

La graciosa escena aplacó el mal humor de Neus, que se había molestado con la metida de mano a traición del muchacho. Le habría gustado reprochárselo, pero se contuvo al ver cómo el resto de hombres le abroncaban. No supo si fue el instinto maternal, pero quiso salvaguardar al niño y se le ocurrió que la mejor forma de hacerlo era llamando la atención del resto.

—Dejadlo en paz —gruñó—. Anda, venid aquí —los cameló con voz melosa mientras les indicaba con el dedo índice que se acercaran.

—¡Limpia esto! —le amenazó el padre justo antes de girarse ante la llamada de la mujer.

Jairo, Óscar y Paco, como atraídos por los cantos de sirena, rodearon a Neus que, aún de rodillas, volvió a mamar y masturbar alternativamente a los tres machos que aún no se habían corrido.

Una nueva mano no tardó en volver a la carga, introduciéndose por la espalda bajo la camiseta femenina, rodeándola para acariciarle nuevamente el vientre. Se trataba del dueño de la casa, que se había agachado para estar a la altura de Neus. Más inteligente y calmado que su hijo, el hombre manoseó las abdominales carentes de cualquier rastro de grasa. Poco a poco se fue introduciendo más bajo la prenda, subiendo por uno de los costados, sin precipitarse en ningún momento.

—Óscar… —le advirtió, sacándose la polla de Jairo de la boca.

El aludido se alzó, aprovechando el movimiento para subirle la camiseta con el brazo que tenía bajo la tela, fingiendo haberlo hecho sin querer. Ante el resto apareció el sostén morado que retenía las magníficas ubres de Neus.

—¡Óscar! —se quejó, intentando bajarse la prenda que el anfitrión retenía bajo las axilas femeninas.

—Solo quería ver si tenías más tatuajes —mintió.

—Pues ya ves que no. —Tras una nueva tentativa fallida de bajarse la ropa, relajó el gesto, asumiendo que el anfitrión no cedería fácilmente.

—¿Y en las piernas? —preguntó al mismo tiempo que tiraba de la camiseta hacia arriba, obligando a la mujer a alzar los brazos.

—¿¡Qué coño haces!? —se quejó mientras el hombre la desvestía.

—Nada. Es para que estés más cómoda —volvió a mentir.

—Dame la camiseta —frunció el ceño.

—Mujer, no es más de lo que enseñaste en las vacaciones ibicencas —rio Paco.

Aunque a Neus no le gustó esa argumentación, concluyó que tenía razón. De hecho, pensó que había enseñado más esa misma tarde cuando se vistió con las prendas ajustadas y sin ropa interior. Sonrió con malicia para sus adentros y, obligándose a no darle más importancia, se centró en terminar cuanto antes las comidas de polla que tenía a medias. Hasta ese momento se había recreado, así que decidió esforzarse en provocarles el orgasmo, pues sentía que debía poner punto y final a toda esa locura.

Dedicándose exclusivamente a Paco, se tragó el pollón, incrustándoselo hasta la garganta. Aunque debido al exagerado tamaño no tenía mucho margen de maniobra, procuró trabajárselo con la lengua, sintiendo cómo se removía la esponjosa vena con cada roce. Mientras con una mano le amasaba los huevos, con la otra masturbó el trozo de tronco que no le cabía en la boca y había quedado fuera.

Esta vez el hombre no pudo controlar el nuevo espasmo que le hizo tambalearse, provocando el contundente tembleque de la grasienta barriga. Gorjeando un grito gravoso, soltó un primer contundente chorretón de semen que impactó contra el paladar de Neus, inundándole la cavidad bucal.

La mujer no había calculado bien. Pensó que le daría tiempo a apartarse antes de que comenzara a eyacular, pero al no estar acostumbrada a pollas tan enormes no había calibrado la dificultad de sacarse algo tan largo y grueso de la boca. Mientras lo hacía, el agrio semen del orco comenzó a rebosar, desparramándose entre los labios que aún se aferraban al orondo tronco, haciéndola toser cuando la enorme verga salió disparada entre convulsiones, cayendo con todo su peso al tiempo que seguía escupiendo chorreones de esperma.

El avispado Jairo, que había estado absorto contemplando la tentadora visión del canalillo femenino que se apreciaba desde la privilegiada perspectiva que le ofrecía su posición, de pie ante la arrodillada mujer, aprovechó la confusión para deslizar una mano en el interior del sostén. Ella, que no paraba de toser, le dejó hacer, seguramente más preocupada por la corrida con la que se estaba atragantado. El hombre sintió la fuerte presión que la carne del seno ejercía sobre sus dedos. Desplazó la mano hacia la parte delantera, separando la tela del sujetador para apreciar la ligera rugosidad de la areola antes de toparse con el durísimo y abultado pezón. Se recreó en ese contacto, ensimismado.

El anfitrión maldijo no ser el primero en sobar los pechos de Neus y, sobre todo, tener que precipitarse por culpa del menor de los hermanos. Tenía que actuar rápido, así que se deslizó hacia la otra teta, palpándola al tiempo que retiraba la copa del sostén provocando que, sin perder ni un ápice de firmeza, la ubre adquiriera aún un mayor volumen debido a la reciente libertad. En un rápido gesto se deshizo del cierre del sujetador, que cayó al suelo.

—¡Oh! —Un sonido de asombro generalizado al contemplar el espectacular busto femenino hizo que Neus, una vez recompuesta, aplacara ligeramente su mal humor.

Procurando ocultar su desnudez con los brazos, no sabía si estaba más molesta consigo misma por la torpeza cometida con Paco o enfadada con Jairo y Óscar por haberle metido mano y quitado el sostén respectivamente.

—Neus, no te tapes. Son demasiado grandes como para no verlas —bromeó el gañán entre jadeos, empezando a recuperarse del reciente orgasmo que le había dejado completamente satisfecho, tanto en el plano sexual como en el plano psicológico, pues haberse corrido en la boca de la mujer de Igor, el hombre al que odiaba, había sido tremendamente satisfactorio.

—Venga, dadme la camiseta —procuró sonar lo más imperativa posible mientras degustaba el poso de sabor amargo que la leche del orco le había dejado.

—Lo siento, pero esta no te la has ganado —el dueño de la casa le mostró la prenda estampada que aún tenía en su poder.

—¿Qué no me la he ganado? —se quejó, estupefacta.

—Déjate sobar un poco y luego te vistes —propuso Jairo.

—¡Joder, que no! —se alzó, molesta, dirigiéndose hacia las bolsas de la compra.

Antes de alcanzar su objetivo, Óscar la detuvo, agarrándola de las muñecas para retenerla con los brazos a la espalda, provocando las quejas de Neus y la admiración del resto de hombres de la sala, que pudieron contemplar, ahora perfectamente, los perfectos senos femeninos, encumbrados por unas pequeñas y rugosas areolas y unos gruesos pezones oscuros claramente exacerbados.

La mujer forcejeó con todas sus fuerzas, llena de rabia, pero fue incapaz de escapar de su captor. Avergonzada al no poder ocultar la desnudez de su busto ante los hombres que la devoraban con la mirada, se resignó, consciente de que no tenía alternativa. Ella solita se había metido en el tremendo lío y ella solita debía resolverlo. Se conjuró en terminar las dos mamadas que le quedaban para poder marcharse definitivamente, viéndose obligada a hacerlo con las tetas al aire.

Arrodillada ante Jairo, con los brazos a la espalda sujetados por Óscar, volvió a chupársela al menor de los hermanos mientras el dueño del piso comenzaba a sobarle los pechos descaradamente.

—¡Eso sí que no! —se quejó.

—Si quieres podemos llegar a un acuerdo…

—¿Otro más?

—Te va a gustar… —sonrió con suficiencia.

—Dime… —se mostró, una nueva vez, más sumisa de lo que le hubiera gustado.

—Te suelto las manos si te dejas sobar un poco.

La propuesta no le gustaba en absoluto, pero las muñecas comenzaban a dolerle. Además, no le resultaba cómodo hacer la mamada sin usar los brazos y quería acabar cuanto antes, para lo cual Jairo no debía durarle mucho más. Muy a su pesar, se vio obligada a aceptar el nuevo trato, dejando bien claro que únicamente el anfitrión podía tocarla.

Una vez liberada, se esforzó en provocarle el orgasmo al hombre de las rastas. Mientras lo hacía, se recreó con las sobadas de Óscar, que no lo hacía precisamente mal, amasándole con suavidad los pechos y dándole pequeños pellizcos en los pezones, provocándole electrizantes destellos de placer mientras sentía cómo bajaba una de las manos por el vientre.

Pajeó con esmero al menor de los hermanos, que comenzó a jadear con más fuerza. Le dio un par de pegajosos lengüetazos a la verga y se apartó ligeramente a un lado para ver cómo los chorros de semen salían disparados en dirección a Edu, alcanzando una distancia considerable, aunque aún lejos del retraído hombre. Tras las tres primeras ráfagas, el resto de esperma se atoró en el glande, desplazándose por el tronco hasta alcanzar los dedos femeninos que seguían masturbándolo, aunque ahora más pausadamente.

El anfitrión aprovechó el nuevo desconcierto para desabrochar el pantalón de la mujer, colando una mano dentro. Acarició la tela de las bragas y arrastró los dedos hasta la raja, sintiendo cómo se deslizaban con facilidad por la esponjosidad de los hinchados labios vaginales.

—¡Mierda, Óscar! —le recriminó, agarrándole el brazo para detenerlo.

—No me digas que no te ha gustado —sonrió con bravuconería.

La mujer resopló, evidenciando una respuesta que no pronunció.

—Anda, siéntate en el sofá, que así te tengo más controlado —medio sonrió, alterada por el placer que aún recorría sus piernas debido a la pérfida caricia.

El hombre le hizo caso y ella, tras limpiarse los restos de semen que impregnaban la mano con la que había masturbado a Jairo, volvió a arrodillarse entre las piernas del mujeriego, poniendo el culo en pompa. Neus se giró rápidamente al sentir que alguien le acariciaba las nalgas, encontrándose con el joven rostro de Kevin. No pudo evitar sonreír al verlo nuevamente empalmado.

—¿Ya te has recuperado? —preguntó sin perder la sonrisa.

El chico no parecía muy ducho, evidenciando su inexperiencia, palpándole el culo torpemente, sin demasiada práctica. La mujer le dejó hacer, pues le dio la impresión de que Kevin no sabía muy bien cómo proceder. Seguramente no lo habría permitido si hubiera sido cualquiera de los otros hombres más experimentados.

Mientras, procuró centrarse en el padre, que parecía controlar el orgasmo mucho más que el resto. Asió la magnífica verga del anfitrión, lamiéndole el largo tronco para acabar succionándole el orondo bálano. Sin dejar de sobarle los huevos, rodeó la verga acompasando con la mano los movimientos de la boca, restregando por el pollón las blanquecinas babas que las papilas gustativas femeninas estaban fabricando gracias al roce con el sabroso falo.

Completamente inmersa en la mamada, tardó en reaccionar mientras Kevin tiraba de los pantalones hacia abajo, desplazándoselos, dándose cuenta de que ya tenía la prenda a la mitad de los muslos, dejando a la vista el culo únicamente tapado por las bragas de color morado.

—¿Se puede saber qué haces? —amonestó al chico, alertada por los tirones que estaba pegando para sacarle los ajustados tejanos.

—Comprobar si tienes más tatuajes —usó la excusa que antes había puesto su padre.

—Ya…

Neus se giró, sentándose en el suelo para facilitar la maniobra del muchacho, que volvió a estirar de la prenda para acabar de sacársela.

—Ni uno —confirmó, mostrando la tentadora desnudez de sus esbeltas piernas—. Las bragas ni de coña. Si alguien intenta quitármelas, cojo y me marcho —les advirtió, volviendo a arrodillarse frente a Óscar—. ¡Y tú córrete rápido, joder! —le recriminó jocosamente, golpeando la tiesa verga para hacerla oscilar antes de volver a metérsela en la boca.

Las manos de Kevin volvieron a la carga, sobando el culo de Neus, aunque ahora solo la ropa interior le separaba del contacto directo con la piel femenina. El chico, nuevamente más que emocionado, acercó el falo a la nalga, manchando las bragas al depositar en ellas la humedad que nuevamente brotaba de su uretra.

—¡Kevin! —se giró para recriminarle una vez más, pero no pudo evitar reír al ver la estampa.

El niño tenía el rostro desencajado y de la punta del miembro viril le colgaba un largo hilo de líquido preseminal. El hijo de Óscar apoyó ambas manos en las posaderas femeninas, encarando el pollón a la entrepierna, lo que alertó a la mujer.

—Sóbame si quieres, pero aparta eso de ahí —bromeó.

Ahora fue Paco el que, ya recuperado, se acercó a su antigua amiga, dándole un cachete en la nalga.

—¡Ay! —se quejó.

—¿De verdad que no quieres que te quite las bragas? —le dio una nueva azotaina, más fuerte que la anterior.

—¡Ah! —gritó, quejumbrosa, al tiempo que el de la perilla le calmada el dolor acariciándole la nalga maltratada.

Mientras Kevin le tocaba sin mucha maña y Paco la azotaba para después sobarla, Óscar había vuelto a manosearle los pechos. Sin duda la situación se le había descontrolado y ahora no solo estaba haciendo lo que no tenía previsto, sino que estaba dejando que pasara lo que no quería. Pero no se sentía capacitada para reaccionar, dejándose llevar por la lujuria de sentirse abrumada por tanta mano masculina que, sumado al tremendo calentón acumulado y el pollón que seguía degustando, hacía que se sintiera completamente descontrolada.

El grueso dedo índice de Paco se introdujo bajo la tela de las bragas, acariciando la nalga femenina y, poco a poco, comenzó a desplazar la ropa interior hacia un costado, descubriendo por primera vez un coño completamente empapado del que colgaban multitud de hilillos blanquecinos que se adherían a la prenda íntima.

De fondo, se oyó el gemido de sorpresa de Edu al contemplar, igual que el resto de hombres de la estancia, las humedades que goteaban de unos prominentes labios vaginales menores que caían colgando entre los mayores, más discretos. Neus reaccionó al escuchar a su amigo, recordando que aún estaba en el piso y dudando de si realmente era homosexual. Se llevó una mano a la entrepierna para taparse, avergonzada, impregnándose los dedos de sus propios flujos vaginales. La intención de la mujer había sido ocultar su desnudez, pero la mano se deslizó con suma facilidad, casi sin querer, a lo largo del lubricado coño, provocándose un aumento sustancial de la libido al rozarse ligeramente el henchido clítoris. Gimió.

Óscar tenía claro lo que iba a pasar desde hacía rato, pero lo que acababa de suceder le confirmó que se iban a follar a la mujer que en esos momentos se estaba tocando la entrepierna. Carmelo no se podía creer todo lo que estaba pasando, pues los acontecimientos empezaban a ser casi mejor que en sus sueños. Por su parte, Kevin estaba cada vez más convencido de que Neus era muy puta. Sonrió pensando que iba a perder la virginidad con una tía tan espectacular en mitad de una orgía. Jairo pensó lo bien que le iba a sentar el porro que pensaba fumarse después de que todo lo que estaba sucediendo terminara. Por último, Paco se tomó la reacción de su antigua amiga como una invitación, así que acercó la mano al sexo femenino con la intención de sustituirla en las caricias.

El roce del enorme dedo de su antiguo amigo le gustó mucho más de lo que hubiera deseado. Sin poder evitar gemir debido al placer, dejó que el odioso hombre la acariciara, derritiéndose sobre la mano masculina, que se estaba empapando por la cantidad de líquido que estaba lubricando. Sintió el apéndice deslizándose por su vagina, separando los labios menores a medida que se adentraba en su interior.

—Vale ya —quiso parar a Paco, agarrándole de la muñeca para intentar alejarlo de su sexo antes de que le metiera el dedo por completo.

La mujer, resoplando, echó un vistazo a su alrededor. Las cinco pollas volvían a estar erectas y tuvo la sensación de que la necesidad de follar comenzaba a ser imperiosa. Empezó a dudar si sería capaz de provocarle el orgasmo a Óscar solo chupándosela y si el resto se conformaría con terminar ahí. Se convenció de que no había ninguna otra posibilidad. En casa le esperaba Igor, al que pensaba regalarle el mejor polvo de su vida.

—¿¡Qué haces!? —regañó a Carmelo, que se había acercado para besarle en una de las nalgas, deslizándose hacia la parte interna de los muslos en busca de su cueva.

—Déjame que te lo coma… —le susurró como tantas otras veces, volviendo a provocarle un escalofrío de rechazo.

—No —fue su última palabra, obstruyéndole el paso cerrando las piernas antes de volver a girarse para seguir chupándosela al semental.

Con el enorme glande incrustado en la garganta, perdió la cuenta de la multitud de caricias que estaba recibiendo por todo su cuerpo. Jairo le manoseaba los pies. Kevin seguía acariciándole las nalgas. Paco insistía rondando las ingles femeninas. Carmelo se dedicaba a besarla subiendo por la espalda en dirección al cuello. Y Óscar seguía regalándole una experta sobada de senos.

Los amigos se fueron intercambiando las posiciones, calentando cada vez más a Neus, que estaba alcanzando sus límites cuando Jairo le palpó la vagina. El menor de los hermanos sintió la sonora humedad al golpear con los dedos los inflamados labios. Con una habilidad extraordinaria, los movió deslizándose dentro de la mujer, rasgándole las paredes internas de su sexo al mismo tiempo que le masajeaba el abultado clítoris, haciendo que la pareja de Igor tuviera que sacarse de la boca el pollón lleno de babas para gemir.

A la mente de la mujer le vino el recuerdo de la extraordinaria habilidad del hombre mientras le preparaba el porro y de cómo le había masajeado los pies con una pericia fuera de toda duda. Y ahora el menor de los hermanos estaba llevándola muy cerca del orgasmo con la endiablada agilidad que tenía en los dedos.

Carmelo, expectante viendo el desencajado rostro de Neus, atisbó la inminente corrida y se abalanzó con desesperación, apartando a su hermano para tumbarse en el suelo colándose entre las piernas femeninas, que se abrieron para dejar espacio al voluminoso cuerpo del hombre, que alzó la cabeza, acercándose a la vagina, sintiendo el tremendo calor que desprendía y el intenso olor a sexo. Sacó la sinhueso y le lamió el coño.

Jairo la había dejado al borde del orgasmo y Neus solo necesitaba un pequeño estímulo como sentir una lengua para dejarse llevar al fin, arrastrándose por el apoteósico éxtasis que hizo que se corriera en la boca de su antiguo acosador, que se relamía, completamente dichoso, a medida que las secreciones vaginales le inundaban la cara.

Extasiada por el descomunal placer que estaba sintiendo, fruto de la acumulación de sensaciones que había adquirido durante toda la tarde, se dejó caer sobre el cuerpo de Óscar mientras temblaba de la cabeza a los pies debido al impresionante clímax sexual que acababan de regalarle. Con el rostro restregándose contra el enorme pollón del anfitrión, sintiendo el fuerte olor masculino impregnándose en sus fosas nasales, comenzó a recomponerse. Con la cara sonrojada, lo primero que hizo fue recolocarse la ropa interior mientras se separaba del hombre que seguía empalmado sentado en el sofá.

—Mi ropa —pidió sin demostrar demasiada seguridad.

—¿Qué dices? —se quejó Paco.

El flamante orgasmo la había vuelto a expulsar bruscamente de la placentera pesadilla en el que llevaba un buen rato atrapada. Al verse rodeada de sus examigos en una estampa ambientada por una aurea de sexo mientras se acordaba del hombre que la esperaba en casa, una nueva bofetada de realidad la sacudió del mismo modo que cuando Kevin se corrió en su rostro hacia tan solo unas horas. Sin embargo, esta vez se lo tomó con mayor entereza.

—Me marcho —aseguró mientras se alzaba, procurando taparse los pechos con uno de los brazos.

—¿Qué pasa? Te llevas tu orgasmo de regalo y a los demás que nos den, ¿no? —la amonestó el hombre de la perilla.

—Creo recordar que tú también te llevas lo tuyo —replicó mientras buscaba la ropa con la que vestirse.

—Deja eso —bromeó Jairo arrebatándole las prendas que estaba a punto de recuperar.

—Eres una calientapollas —la acusó Paco.

—¿¡Qué!? —se sorprendió.

—Lo eres. Siempre lo has sido —siguió picándola—. Ese es otro de los motivos por los que no os soportaba. ¿Crees que no nos calentabas a todos con tus modelitos y tu forma de comportante?

Neus estaba alucinando. Normalmente se sentía guapa y le gustaba demostrarlo arreglándose, pero sin llegar a considerarse provocativa. Siempre se había considerado una mujer abierta a la que no le importaba bromear sobre sexo y no tenía reparos en tratar a amigos del mismo modo que a amigas. Sin embargo, le parecía completamente fuera de lugar que alguien pudiera acusarla de algo por todo ello.

—¡Eso es injusto, Paco! —se enfadó—. Y menos que lo digas después de todo lo que ha pasado —se le humedecieron los ojos, mezcla de rabia e impotencia.

—Injusto será si te vas y nos dejas a medias —aportó el menor de los hermanos.

—¿¡Y se puede saber lo que debo hacer para no dejaros a medias!? —comenzaba a alterarse en demasía— ¡Ya os la he mamado a todos!

—Pero yo no me he corrido —concluyó Óscar.

—Yo no tengo la culpa de que tardes tanto —se quejó la mujer.

—Tal vez si pones algo más de tu parte…

—¿Más? —se quejó— ¿Qué más quieres?

—Bájate las bragas.

El silencio se adueñó del momento. Los hombres estaban expectantes mientras observaban a la mujer que debía tomar una decisión.

Neus no quería alargar más la situación. Ahora tenía la entereza para poner fin a todo definitivamente. Sin embargo, un cierto malestar la intranquilizó, la alarmante sensación de que realmente tenían parte de razón. Ella se sentía como la única culpable de lo ocurrido y, aunque creía que no le debía nada a ninguno, concluyó que no era justo dejar a Óscar sin orgasmo.

—Te corres y se acabó —concluyó mientras se agarraba la ropa interior, deslizando la tela a través de las largas piernas, soltándola para que cayera enrollada alrededor de los tobillos, que alzó, deshaciéndose de la prenda definitivamente.

Óscar, triunfante, observó la fina y arreglada línea de vello que cubría el pubis femenino, acercando el pulgar para perfilar la raya que empezaba en el bajo vientre y se iba afilando a medida que se acercaba al clítoris, donde los pelos eran casi imperceptibles. Neus le agarró el brazo, deteniendo la caricia.

—Tienes cinco minutos para correrte —le advirtió, arrodillándose para volver a masturbarlo.

Mientras la pareja de Igor terminaba de chupársela al anfitrión, el resto de hombres volvió a asediarla con aviesas caricias. La mujer hubiera preferido detenerlos, pero era consciente de que no sería capaz y procuró estar atenta a que ninguno se acercara demasiado a su entrepierna. Pensó que solo tenía que aguantar un poco más.

Aunque había puesto límite a la situación, que Óscar se corriera comenzaba a ser casi una cuestión de orgullo. Empezaba a tener la sensación de que si no conseguía provocarle un orgasmo acabaría teniendo una incómoda sensación de fracaso. Así que procuró esmerarse en la mamada, concentrándose en provocar el mayor goce posible sobre el hombre. Mientras lamía con esmero el frenillo del pollón, estimulando los quejidos de placer del dueño del piso, y succionaba el enorme glande sin dejar de masajearle el tronco, estirando la piel de la verga para que el contacto con su lengua fuera lo más placentero posible, Neus descuidó la vigilancia sobre el resto de hombres.

Las manos de Paco ya se habían colado nuevamente entre las piernas femeninas, subiendo por la parte interna de sus muslos hasta llegar a la ingle, donde comenzó a acariciar los costados de la vagina. La nuevamente humedecida raja seguía goteando a medida que el hombre rozaba los labios mayores, haciendo que los menores se agitaran con el movimiento.

—Paco… —gimió al sentir cómo le acariciaba—. No… —se quejó sin hacer nada para evitar los tocamientos.

El dedo del orco se deslizó a lo largo del coño, buscando el agujero en el que se adentró con cierta brusquedad.

—¡Ah! —el quejido femenino fue una mezcla de lamento y placer.

—¿Quieres que te folle, calientapollas? —sonrió, sabedor de lo mucho que la estaba puteando.

Neus sintió el grueso índice rasgándole la pared vaginal y, con las pocas fuerzas de voluntad que le quedaban, intentó detenerlo agarrándole del brazo. El reciente orgasmo no la había calmado lo suficiente como para obviar que aún no había sentido una polla en su interior. Tan solo imaginarse empalada por el enorme rabo de su antiguo amigo hacía que se volviera loca, pero no estaba dispuesta a dejar que eso pasara.

Tiró de él para que sacara el dedo de su interior. La sensación de tremendo placer que el roce le produjo hizo que se viniera arriba, tomando la peligrosa decisión de hacer que Óscar se corriera, costara lo que costara y tardara lo que tardara. El hombre parecía controlar el orgasmo a su antojo y eso daba vía libre para que el resto continuara forzando la situación.

Carmelo volvió a besar una de las nalgas femeninas, desplazándose poco a poco hacia el interior de los muslos. Esta vez no encontró oposición. Al contrario, de forma instintiva, Neus abrió ligeramente las piernas, permitiendo que el rostro del mayor de los hermanos se incrustara entre sus posaderas. El hombre sacó la lengua para volver a lamerle el coño.

—Carmelo… —se quejó, pero lo único que hizo fue separar un poco más las piernas.

El acosador tenía la boca reseca debido a la ansiedad. Deslizó lentamente la árida sinhueso a lo largo de todo el coño, desde el erecto clítoris, pasando por los lubricados labios vaginales, que se removieron de un lado a otro a su paso, hasta el ano. Tras el sabroso recorrido, el hombre tenía la lengua empapada debido a la abundante lubricación de Neus. Siguió comiéndose la entrepierna femenina, que se deshacía en su boca, hasta que ella cerró las piernas definitivamente, obligándole a apartarse del exquisito manjar.

El siguiente en acercarse a la mujer fue Jairo, golpeándole con el pene sobre el culo. Ella, inmersa en la mamada, le dejó hacer. Sintió cómo el menor de los hermanos desplazaba su miembro entre las nalgas, acercándose peligrosamente hacia la entrepierna. El porrero comenzó a restregarle la polla por la vagina.

—De ahí no pases —le pidió casi con desesperación, dejando de chupársela a Óscar para girar el rostro buscando con la mirada al hermano de Carmelo.

El hombre le hizo caso, deslizando la verga a través de los incandescentes labios vaginales que se deshacían a cada roce, adhiriéndose al intruso e impregnando de flujos la durísima polla de Jairo, que tras un par de refriegas encaró la punta hacia la entrada femenina. Suavemente, con cierto disimulo para no ser amonestado, empujó, ganando terreno entre los pliegues de la vagina, que parecía querer absorber al invasor, casi teniendo que poner freno para no deslizarse hacia el interior de Neus precipitadamente.

—¡Ah! —gimió placenteramente al sentir cómo el pene se colaba entre sus piernas— Jairo… —se quejó sin que casi le saliera la voz, tragándose sus propias palabras del mismo modo que su coño se estaba tragando la verga del menor de los hermanos— ¡Basta! —reaccionó al fin, haciendo que el hombre se separara definitivamente.

Tras ese primer intento de follársela, el resto de hombres siguieron probando fortuna. Aunque la mujer cada vez tardaba más en reaccionar, siempre los acababa deteniendo, hasta que le llegó el turno a Kevin.

Neus sintió el orondo bálano del hijo de Óscar restregándose contra sus labios vaginales. El chico le frotó la polla a lo largo del coño hasta alcanzar el clítoris, que se besó con el humedecido glande. El menor de edad se alzó ligeramente, haciendo que todo el tronco del pollón lamiera toda la longitud de la vagina. El niño se separó ligeramente, encarándose para comenzar a meterle la verga. La mujer no pudo evitar, de nuevo instintivamente, abrir las piernas un poco más, facilitando la maniobra juvenil.

Kevin no reprimió su habitual ímpetu y, cuando pensó que tenía vía libre, dio un empellón, introduciendo gran parte de la verga en el coño, haciendo salpicar la lubricación femenina debido a la impulsiva acción.

—¡Ah! —Neus volvió a gemir, separándose momentáneamente del pollón que seguía degustando—. Más suave —guió al menor de edad, apoyando una mano en el vientre del chico para marcarle el ritmo adecuado.

—¿Vas a dejar que te follen antes que yo? —se quejó el padre, alzándose con rabia del sofá para apartar a su hijo bruscamente.

Sin dejar que la mujer pudiera reaccionar, Óscar la empujó hacia la mesa del salón, dejando caer un abundante acopio de saliva sobre sus dedos para llevarlos a la entrepierna de Neus, procurando limpiar los posibles restos masculinos que por allí pudiera haber. Aunque no le hacía mucha gracia meterla en un coño por el que acababan de pasar otras vergas, sintió que la necesidad de no perder la oportunidad de follarse a una tía tan buena era mucho mayor que cualquiera de los reparos que pudiera tener.

—¡Óscar! —se quejó, tumbada sobre la mesa, antes de que el anfitrión encarara el pollón hacia su raja— Cabrón… —se resignó, sabedora de que al machista no habría forma de pararlo.

Cerró los ojos y esperó el momento. El desproporcionado glande pidió paso, deslizando hacia los costados los colgantes labios menores y adentrándose en la cueva, separando las paredes internas del coño de Neus como nunca antes se habían alejado una de la otra. La sensación de plenitud al sentirse empalada por la enorme tranca del macho hizo que se dejara llevar al fin. Ya no quería resistirse más y disfrutó de la penetración como nunca antes lo había hecho gracias a las enormes dimensiones de la entrepierna de Óscar.

La sensación de triunfo del anfitrión al follarse a la preciosa Neus aplacó su mal estar por las condiciones en las que estaba echando el polvo. No le había gustado tener que currárselo tanto, haberse mostrado desnudo delante de otros hombres o haber tenido que compartirla. Sin embargo, todo ello había valido la pena. Y más cuando el móvil de la mujer empezó a sonar nuevamente.

Los ojos femeninos se abrieron como platos al escuchar la melodía que evidenciaba la nueva llamada de Igor. No podía haber estado más equivocada, hacía ya unas cuantas horas, cuando recibió las anteriores y, en aquel momento, pensó que no podría ser más inoportuno.

—Contesta —Jairo, risueño, le acercó el móvil.

—¡¿Qué… dices?! —se quejó, jadeando, sin que Óscar detuviera el ritmo de las embestidas.

—Si no contestas va a empezar sospechar… —intervino Paco malintencionadamente.

Neus se asustó. Un cúmulo de pensamientos le golpearon con fiereza. Lo último que quería era dañar a Igor y se arrepentía de lo que estaba haciendo al mismo tiempo que le culpaba por impedirle disfrutar del frenesí de éxtasis que acababa de aceptar después de mucha resistencia. No sabía si quería parar o seguir, ocultar la verdad o confesar. Lo único que tenía claro es que no quería que lo sucedido se descubriera antes de tiempo. Entró en pánico y estiró un brazo para recoger el móvil que Jairo seguía ofreciéndole.

—Hazlo más suave… por favor —suplicó al hombre que tenía entre las piernas—. ¿Sí? —contestó a la llamada con el rostro desencajado.

Las risas y cuchicheos se adueñaron del salón donde Óscar penetraba a Neus mientras ella mantenía una conversación telefónica con su pareja, que había llamado con intenciones de reconciliarse, preocupado por cómo se habían despedido tras discutir esa misma tarde.

—No tienes que disculparte… ha sido cosa de los dos… —gimió, mezcla de dolor por Igor y de placer por Óscar—. Sí, es que me pone trist… ¡ah! —un fuerte empellón del anfitrión la hizo gritar.

Neus le dedicó una mirada asesina al hombre que se la estaba follando, pero lo único que recibió a cambio fue un gesto divertido, señal de que Óscar estaba disfrutando con la situación. Muy a su pesar, esa suficiencia le gustó más de lo que hubiera deseado y, aunque se había propuesto que la llamada no se alargara, empezaba a no importarle que Igor siguiera disculpándose.

—Nada, que Edu me está chinchando. Ya sabes cómo es…

Mientras el dueño del piso aprovechaba para volver a sobar los pechos de Neus, que se dejó hacer, Carmelo acercó la verga a la boca femenina, que giró el rostro intentando evitar el contacto, sin darse cuenta de que al otro lado estaba Paco esperándola para restregarle el pollón mientras hablaba con Igor.

—Sí, yo también te oigo fatal —se excusó, agarrando el enorme miembro del orco para que no golpeara contra el móvil—. Debe ser la cobertura.

El antiguo amigo de la pareja estaba disfrutando como nunca de la situación. Se agarró la verga, acercándola a la cavidad bucal de Neus, obligándola a abrirla para metérsela, provocando los quejidos femeninos. Ella reaccionó rápidamente, retirándose para poder contestar a Igor.

—Sí, estamos merendando unos churros que ha comprado Edu.

Los hombres rompieron a reír a carcajadas, mientras Neus procuraba tapar el móvil para evitar que su pareja las oyera, aprovechando para sollozar debido al placer que la situación le estaba provocando. Se sentía eufórica, chorreando adrenalina mientras mentía una y otra vez a su pareja.

—Sí, yo también te quiero —se despidió—. Vale. Esta noche acabamos de arreglarlo, cariño —frunció el ceño, pensando que el único sexo que en esos momentos le apetecía era el que se estaba practicando en casa de Óscar.

En cuanto Neus colgó la llamada, el anfitrión volvió a aumentar el ritmo de las sacudidas, haciéndola gemir con mayor contundencia, liberando la tensión que había acumulado durante la conversación telefónica. Al poco rato comenzó a mamar las distintas pollas que se le acercaron, masturbando a las que esperaban su turno. Paco, Kevin, Carmelo y Jairo iban pasando alternativamente por boca y manos de la mujer de Igor.

—No es justo que uno de nosotros se quede siempre desatendido —se quejó Kevin, con cara de disgusto, mientras Neus se la chupaba a Paco y pajeaba a los dos hermanos.

—El niño tiene razón —observó Jairo, acariciando las nalgas femeninas con ladinas intenciones.

—¡No! —se quejó ella—. Eso sí que no.

—¿Por qué no? —preguntó Paco.

La mujer miró con los ojos desencajados la entrepierna del hombre que acababa de hablar.

—Nunca lo he probado con algo tan grande —aseveró.

—Carmelo es tu hombre —se burló Paco.

—Bueno, a ver, pero si me vais a dar por el culo, también quiero sentir algo —se unió al escarnio.

—Entonces está todo más que claro —sonrió Jairo, que siguió sobando las posaderas de Neus.

—Vale, vamos a probar —aceptó.

—¡No me jodas! —volvió a quejarse Óscar, sin ningunas ganas de participar en una doble penetración.

Una vez más, el menor de los hermanos dio muestras de su pericia, usando los habilidosos dedos para dilatar el ano femenino con gran maestría. En poco rato, Neus ya se sentía preparada. Con Jairo tumbado en el suelo, la mujer, de espaldas a él, encaró el culo hacia la empinada verga del hombre de las rastas. El agujero trasero engulló a su presa sin problemas y la pareja de Igor se inclinó hacia atrás, abriendo las piernas para facilitar la entrada vaginal del siguiente hombre.

Con el anfitrión renunciando a follársela mientras otro la penetraba por el culo, fue Paco el que se coló entre las piernas de Neus, encarando la verga hacia el dilatado coño. El pollón aplastó los labios vaginales, abriéndose paso entre los pliegues para adentrarse poco a poco en la cueva. La mujer sintió cómo el nuevo intruso se restregaba, a través de sus paredes internas, contra el erecto falo que la empalaba por detrás. Era la primera vez que la penetraban doblemente y la sensación fue apoteósica.

De una forma completamente desacompasada, el trío comenzó a moverse. Una mezcla de gemidos, sudor y olor a sexo se aglutinó en la estancia. Kevin, impaciente, fue el primero en acercarse a Neus, apuntando hacia la boca femenina con su falo. La mujer aceptó la invitación a duras penas, pues le costaba moverse con comodidad, pero hizo lo que pudo para chupar el mástil del adolescente. No tardó mucho más en tener las manos ocupadas con las dos vergas restantes, las de Óscar y Carmelo.

A medida que se habituaba a la postura, doblemente penetrada, mientras se comía una polla y masturbaba otras dos, el placer de Neus fue en aumento hasta que alcanzó su segundo orgasmo de la tarde. Ni en sus más sucias fantasías se podía imaginar que algún día se correría disfrutando de cinco pollas al mismo tiempo.

Deshaciendo la maraña de cuerpos en la que se habían convertido, la mujer retiró a Paco para poder alzarse, dejando escapar del interior de su ano el erecto pene del menor de los hermanos.

—¡Largo! —de malas maneras, el hombre de la perilla instó a Jairo levantarse, golpeándole ligeramente con el pie—. Ven aquí, guarra —llamó la atención de la mujer, tumbándose en el suelo ocupando el lugar que el porrero había dejado libre.

—El recuerdo que te va a quedar de todo esto es casi lo que más me jode —respondió ella, poniéndose a horcajadas sobre el rollizo cuerpo de su odioso antiguo amigo.

—Pues yo me relamo pensando en los recuerdos que te vas a llevar tú —sonrió con malicia al tiempo que alzaba la verga, encarándola hacia la cueva femenina.

—Eres un maldito imbécil —comenzó a agacharse, acercándose al pollón—. Siempre lo has sido —gimió al sentir el roce del glande restregándose por sus hinchados labios menores, que se retorcieron al contacto con la incandescente verga.

Lo siguiente que se oyó fue un grito de placer, el de Neus mientras sentía los centímetros de rabo de orco arrasando en lo más profundo de su ser. Antes de que ambas pelvis se juntaran, la mujer se detuvo con el pollón del hombre que odiaba a su pareja tocando fondo, llenándola por completo. La lubricación femenina se escurría a lo largo de la parte del tronco que había quedado fuera, alcanzando los testículos y humedeciendo el matojo de pelos del pubis masculino.

Empalada por el gañán, la mujer sintió cómo alguien comenzaba a hurgar nuevamente entre sus nalgas. Giró el cuello, encontrándose de lleno con el rostro de Carmelo, que intentó besarla. Ella reaccionó instintivamente, apartándose.

—Nada de besos —advirtió con aspereza.

El inesperado gesto del mayor de los hermanos le había dado cierta ventaja a Kevin, que seguía empujando su abultado glande contra el ano femenino que, poco a poco, volvía a dilatarse.

—¡Mierda, niño! —se quejó Neus, consciente de las dimensiones de lo que comenzaba a colarse por su culo.

Antes de que pudiera reaccionar, Paco la retuvo agarrándola por los brazos, permitiendo que el adolescente siguiera presionando su entrada trasera. Se mordió el labio, suplicando mentalmente que no le doliera demasiado, mientras tenía la sensación de que el ano comenzaba a desgarrarse.

El hijo de Óscar, mientras escuchaba los quejidos de Neus, estaba alucinando con la sensación de meter la polla en un agujero tan estrecho. Por un lado sentía la resistencia femenina, al mismo tiempo que, a medida que empujaba, tenía la impresión de que la oscura cueva quería succionarle, sobre todo tras conseguir meterle el bálano por completo. La excesiva presión sobre su miembro provocó que no aguantara mucho más el placer, eyaculando dentro del culo que estaba penetrando.

La pareja de Igor no había llegado a disfrutar con la enculada del menor de edad cuando sintió el pollón, ligeramente menguado, saliendo de su interior junto con los restos de semen de la juvenil corrida. No supo si se sentía aliviada por lo poco que había durado o si hubiera preferido que Kevin aguantara más, una vez asimilado el dolor inicial y adaptada a su exagerado tamaño.

El siguiente en acercarse fue Carmelo, que estaba ansioso por penetrar a la mujer de sus sueños, culminando así los cuernos que siempre había deseado ponerle a Igor. Estaba tan excitado que, antes de encararse para metérsela, del pequeño pene ya había empezado a brotar leche. Apoyó las manos en las nalgas femeninas y, antes de llegar a su objetivo, comenzó a eyacular sobre el culo de Neus, pintándole de blanco las posaderas y la parte baja de la espalda.

—¡Qué buena estás, hija de puta! —gritó, en una mezcla de euforia por todo lo que había conseguido esa tarde y de decepción por todo lo que podría haber hecho si hubiera podido retrasar más la corrida.

Óscar, cansado de la situación, se fue a la cocina en busca del rollo de servilletas. Cuando regresó, agarró a Neus del brazo y, estirando de ella, separándola de Paco, le tendió el papel para que se acicalara.

—¿Me estás echando? —preguntó, descolocada, mientras se limpiaba los restos de semen que aún corrían por su cuerpo.

El anfitrión le respondió con un tórrido morreo, pillándola por sorpresa. Aunque no le gustó el gesto, rápidamente cambió de opinión, dejándole hacer, teniendo que admitir lo bien que besaba el mujeriego. Eso hizo que tardara en reaccionar más de la cuenta.

—Los besos cuando hay amor. Esto es solo sexo —aclaró, apartándose de él tras unos breves pero intensos segundos en los que se había dejado comer la boca.

—Como quieras. Sexo es lo que vas a tener.

Con cierta brusquedad, Óscar la giró, poniéndola de espaldas. La empujó, obligándola a inclinarse hacia delante, y encaró el pollón hacia su coño. Con cierta maestría, la penetró en un solo gesto mientras le sobaba los voluminosos pechos que, en esa postura, habían quedado colgando por efecto de la gravedad.

Las rítmicas penetraciones, las expertas caricias, los inteligentes cuchicheos y las excelsas dimensiones la estaban transportando a un punto del nirvana sexual jamás alcanzado. Igor la quería, Paco tenía una polla enorme, Jairo la hacía reír, Carmelo la deseaba y Kevin era todo fogosidad, pero ninguno era un amante tan extraordinario como Óscar, el semental que la estaba haciendo levitar. Estaba rendida a él, a punto de alcanzar el orgasmo más salvaje que jamás…

El anfitrión se detuvo, desesperándola, provocando que el deseo aún fuera mayor debido a la ansiedad, a las ganas de que continuara dándole placer, llevándola de la mano a un mundo de lujuria en el que lo único que importa es el goce sexual, el mayor de los deleites, la sensación de dejarse llevar.

Óscar tiró de ella, alzándola y girándola para volver a quedar encarados. Asiéndola por las axilas, la levantó. Neus instintivamente rodeó con las piernas al macho, que la empaló con una habilidad digna del Cirque du Soleil. La mujer se abrió definitivamente, de piernas, de mente y de corazón. Inclinó el rostro hacia un costado, buscando la boca del dueño de piso, y lo besó. La pareja se comió los morros con lujuria ante la atenta mirada del resto de hombres mientras ella brincaba sobre el cuerpo masculino, deslizando el coño con desesperación a lo largo del tremendo pollón del que colgaban los hilillos que se acumulaban producidos por la mezcla de fluidos generados por ambos sexos. Neus se corrió mientras saboreaba con pasión la lengua de Óscar.

El anfitrión aprovechó los espasmos de la mujer para, tambaleándose ligeramente, agacharse, recostándola en el suelo. Observando el precioso rostro que le sonría, perlado debido al sudor provocado por el flamante orgasmo, concluyó que Neus era la mujer más espectacular que se había follado. Agarrándola por la cintura, acariciando el costado tatuado, comenzó a empujar con más fuerza, casi salvajemente, casi haciéndole daño. Y entonces, empezó a eyacular.

Ella sintió claramente el abundante semen del dueño de la casa golpeando con fiereza contra el cuello del útero, algo que nunca antes había experimentado. No sabía si era debido a la sensibilidad producida por el éxtasis de la reciente corrida, la sugestión por el cannabis de los porros que se había fumado o es que simplemente no había estado nunca con un hombre con tanta masculinidad. Pero lo cierto es que le encantó seguir sintiendo los siguientes chorros de leche derramándose en su interior.

Con parsimonia, el anfitrión sacó el pollón aún palpitante del interior de Neus, descargando un copioso brote de cristalino esperma sobre los enrojecidos labios vaginales, mezclándose con las humedades de ella y salpicándole el bajo vientre, impregnando de lefa los escasos y cortitos pelos del pubis femenino. Mas ahí no se detuvo. Agarrándose el mástil, se inclinó hacia delante, acercándose al rostro de la pareja de Igor mientras un nuevo manantial de semen volaba por los aires, aterrizando a lo largo de toda la faz de la mujer que, incrédula, veía cómo el semental seguía eyaculando.

—Abre la boca —ordenó.

El siguiente caño de esperma cayó sobre la húmeda lengua de Neus, degustando el sabor dulzón del machista, que siguió depositando el resto de la descomunal corrida en el interior de la boca femenina.

—¡Uf! —resopló, exhausta, dejando escapar por la comisura de los labios gran parte de la simiente de Óscar mientras observaba cómo se alejaba el hombre que en una sola tarde le había dado más placer que ningún otro en toda su vida.

Aún tumbada en el suelo, rendida por el clímax alcanzado, vio como ahora era Paco el que se ponía a horcajadas sobre ella. Observó al gañán masturbándose y, sin fuerzas para rechistar, le dejó hacer. No tardó mucho en sentir el ardor del semen cayendo sobre sus pechos al mismo tiempo que sentía un calor similar sobre sus pies. Alzó el rostro y observó a Jairo corriéndose sobre sus extremidades. No se quejó. Aceptó el baño de leche sin oponer resistencia.

Ligeramente aturdida, observó a los hombres que, ignorándola, la habían dejado tirada en el suelo, cubierta de esperma. Jairo se retiró en busca del material para prepararse el porro que bien se había ganado mientras Paco comenzaba a vestirse. No vio a Óscar, pero sí a Carmelo, que la miraba con un gesto que no supo interpretar si era de cariño o de lascivia. Sintió un nuevo repelús. Y, de repente, ante sus ojos, apareció Kevin, una vez más, empalmado.

—¡Joder, chaval! ¿Esto no se te baja nunca o qué? —golpeó el juvenil falo, más halagada que excitada.

—¿Me haces una paja?

Neus dudó. Se había hecho a la idea de que todo había concluido. Se sentía tan dichosa como vacía, una mezcla extraña de placer y remordimiento que le impedía decidir si reír o llorar. Todo un cúmulo de sensaciones que no le dejaban pensar con claridad. Sin embargo, la inexplicable ternura que sentía por Kevin, la hizo reaccionar.

—La última —le advirtió con seriedad mientras se alzaba con lentitud, quedándose medio recostada en el suelo.

El menor de edad se sentó a su lado y ella, sin esperar contestación, comenzó a manosear el pollón del niño, que aprovechó para sobar las nalgas femeninas. Ambos se regalaron caricias, haciendo que la libido de la mujer volviera a crecer. Neus comenzó a tocarse con la mano libre, sintiendo la viscosidad del semen de Óscar que se escurría por su vagina. Jugó con los restos de lefa, introduciéndose un par de dedos en el coño, rememorando el reciente encuentro sexual y volviendo a excitarse por momentos. Escuchó los sollozos de Kevin y aumentó el ritmo de la paja, recreándose en el juvenil glande, el cual rodeó con la palma de la mano, amasándolo sin dejar de acariciarlo una y otra vez, deslizándose arriba y abajo y hacia los costados, dándole un exhaustivo masaje hasta que el pequeño no pudo aguantar más.

El chico comenzó a eyacular por cuarta vez, toda una proeza, impregnando de esperma la mano femenina, que no se detuvo, continuando la fricción al enrojecido bálano, que estalló en un definitivo y poderoso enorme chorro de semen que se escurrió con fiereza entre los dedos de Neus, impactando contra el pelo de la sorprendida mujer que, aún jugando con la leche de Óscar en el interior de su coño mientras se masajeaba el clítoris con el pulgar, se provocó también su cuarto y último orgasmo de la tarde.

Los jadeos de la pareja de Igor quedaron ocultos tras las animosas conversaciones del resto de hombres que, completamente dichosos, comenzaban a comentar la orgía que acababan de compartir.

—¿Puedo darme una ducha? —preguntó Neus retóricamente, aun con un evidente temblor de piernas debido a la flamante corrida, al ver aparecer al dueño del piso.

—No —la descolocó—. Date un agua rápida y os vais todos a tomar por culo, que he de tener una charla con mi hijo.

—¿Qué vas a hacer? —se preocupó.

—¿A ti qué coño te importa?

—No irás a pegarle, ¿verdad?

—¡Cómo se preocupa por mí la zorra!

—Kevin… —se sorprendió la mujer, viendo cómo el menor de edad reía a carcajadas.

—Joder, Neus, pareces gilipollas —intervino Paco—. El chaval acaba de conocerte y tú te pasas por la piedra a medio barrio. ¿Qué quieres que piense?

—Pues que eres muy puta —concluyó Jairo, haciendo reír al resto.

El duro golpe de franqueza hizo que se diera cuenta de que, muy a su pesar, la visión que el hijo de Óscar tenía de ella no distaba mucho de la realidad. Miró hacia abajo, avergonzada, observando su propio cuerpo bañado por el semen de los distintos hombres, notando cómo la piel se le iba acartonando a medida que el esperma se secaba. Se sintió tremendamente sucia y corrió en busca de algo con lo que taparse.

Una hora después, Neus estaba sentada en el asiento del copiloto del coche de Edu, que la llevaba de regreso a casa, ambos completamente callados.

—¿Por qué no has intervenido? —rompió ella el escrupuloso silencio.

El hombre caviló la respuesta, alargando el mutismo durante unos cuantos segundos más.

—Me habría encantado —sonrió sin ganas, provocando una leve sonrisa en la mujer que lo acompañaba.

El sepulcral silencio volvió a hacer acto de presencia. A Neus le habría gustado seguir preguntando, pero no se atrevía a hacerlo.

—Tengo complejo de micropene —confesó al fin—. Y después de que te rieras de Carmelo… me entró el pánico.

La pareja de Igor no se lo podía creer. Por muy pequeña que la tuviera, no pensaba que fuera para tanto. Además, eso no había sido impedimento para que el mayor de los hermanos se hubiera aprovechado de la situación. La mujer sintió rabia y una ligera sensación de culpabilidad. No es que hubiera querido que Edu participara en la orgía, pero ya que había pasado, hubiera preferido que se beneficiara él antes que otros. Y, al parecer, eso no había ocurrido por haberse reído de las ridículas dimensiones del pene de Carmelo.

—¡Vamos, seguro que no la tienes tan pequeña! —procuró bromear para quitarle importancia.

—Te aseguro que lo de Carmelo no es un micropene —certificó con seriedad.

—¿Y lo tuyo sí? —comenzó a asimilarlo—. ¿En serio?

El silencio se volvió a adueñar del habitáculo. A Neus le habría gustado tener más tacto, pero jamás pensó que su amigo pudiera tener algo tan pequeño entre las piernas. Al menos, eso lo explicaba todo y ahora entendía el motivo por el que nunca había tenido novia. No era gay, simplemente tenía complejo de polla pequeña. Le dio pena y, por un momento, deseó que se hubiera atrevido a participar en el gangbang. Le habría quitado las tonterías. Dibujó una tímida sonrisa, que duró tan poco como lo que tardó en volver a pensar en Igor.

Jamás se había planteado las posibles consecuencias de un adulterio, pues jamás se le había pasado por la cabeza cometerlo. Había transitado por multitud de estados desde que había empezado a ponerle los cuernos. Desconcierto, euforia, tristeza, lujuria, desesperación, placer… pero nada comparado con el desánimo que ahora estaba experimentando. No se sentía preparada para mentir ni para decir la verdad, ni siquiera para decidir si hacer una cosa u otra. Pensó que debería haber una especie de manual con las instrucciones a seguir en estos casos, pero si no lo había era por algo.

Unas cuantas horas del mejor sexo de su vida a cambio de destrozar una relación de años de pareja, pues tenía la sensación de que ya nunca nada volvería a ser igual con Igor. Aunque el amor que sentía por él no había cambiado, sí lo había hecho todo lo de alrededor, principalmente ella misma. No tenía ganas de verlo por algo que ella había hecho y eso la estaba matando incluso más que los cuernos que le había puesto. Cerró los ojos y deseó desaparecer. No se merecía otra cosa.

—Hemos llegado.

Comentarios

  1. Guauuu... Doctor relato nuevo. No lo he leído todavía, prefiero felicitarte antes de leerlo. Un saludo y de verdad gracias, estoy seguro que la espera mereció la pena.

    Fdo. Ermendaxxx79

    ResponderEliminar
  2. Gracias Ermendaxxx79.

    La verdad es que una vez publicados los relatos, espero casi con ansiedad los comentarios, así que se agradece un montón que hayas escrito para agradecérmelo aunque aún no lo hayas leído.

    Aprovecho para decir que espero que guste y que siento haber tardado tanto en publicar. De hecho, aún podría haberme alargado un poco más, pero no quería demorarme tanto. Como consecuencia, tal vez el final no esté tan trabajado y los acontecimientos puedan resultar un tanto precipitados. No sé... ¡espero vuestras opiniones! :)

    ResponderEliminar
  3. Ante todo quiero agradecerte por tomarte el tiempo de crear estos relatos, manejas muy bien las historias y los personajes. Creo que eres el único autor que conozco que tiene esta calidad de escritura.

    Sin embargo, las temáticas que desarrollas en tus relatos cada vez son menos de mi gusto así que dejaré de leerte. Te deseo los mejores éxitos y que sigas encontrando tiempos libres para dedicarle a estos escritos y a tus lectores.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Me ha parecido un buen relato, tanto por la riqueza en la escritura como por el morbo de las situaciones quizas me habria gustado que se alargara la situacion de la llamada telefonica mientras la follaban es algo que personalmente me da muchisimo morbo, espero con ansia tu proximo relato que espero no se demore tanto, un saludo y a seguir así.

    ResponderEliminar
  5. Hacía mucho tiempo que esperaba un nuevo relato tuyo, doctor. Y me ha encantado, con todas tus señas de identidad bien presentes. Es de agradecer que sigas esforzandote en conseguir una calidad que distingue a tus historias. Y la forma de ir introduciendo el morbo poco a poco es una pasada. Ya empezaste a destacar por estas cosas en TodoRelatos... ( me atrevería a decir que marcaste Tendencia) En fin, lo único que puefe decir es enhorabuena por la pieza, y ojalá no tardes tanto en publicar el próximo.

    ResponderEliminar
  6. Me lo he leido completito y es un relato de 8, ahora desglosaré mi valoración, pero la historia y los personajes son de 10. ¿Cual es el problema? La extensión. Todo lo referente a los personajes (personalidad, actitud, dialogos) son creibles y están curradisimos, pero sin tener en cuenta la presentación de los personajes; las partes esenciales para entender la relación entre ellos... Hay escenas que sobran completamente.

    El relato podría haber sido un 35% más corto y haber transmitido el mismo mensaje, y sabes que yo siempre he sido de los que te he dicho que tenías que alargar más las escenas de preliminares y de sexo, pero vamos, esta vez te has quedado corto xDDD

    Si tengo que elegir, prefiero que vayas de sobrado y escribas más de lo que deberías, pero también sobrecargas al lector con información innecesaria. ¿Cuanto duran las mamadas? ¿Cuanto duran los sobeteos?

    ------

    Sin tener en cuenta lo de la extensión, que para mí ha sido soportable... Me ha encantado. Tu esfuerzo y tardanza sin duda ha merecido la pena, y mientras leía el relato, en varias ocasiones he pensado: ''Maldito doc, lo ha vuelto a hacer''.

    Enorme.

    ResponderEliminar
  7. Corto no, te has pasado. Me confundí xD

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  8. Escribi mi opinion pero ha desaparecido :S

    ResponderEliminar
  9. Saludos Doc,
    Me llamo Halicarnaso y son un gran fan tuyo.

    La verdad es que me ha encantado por fin ver un nuevo relato en el blog. Así que me puse a leerlo con muchísimas ganas. De hecho, cuando nuestra protagonista está en el probador me estaba imaginando un sin fin de desenlaces a cual más perverso.
    Conforme he avanzado en el relato, me he dado cuenta de dos cosas: La primera, que eres el escritor de relatos que consigue describir el momento mejor. La segunda, que últimamente me cuesta creerme tus relatos.
    Me gustaría explicar un poco mejor esta segunda cosa. Este relato podría haber sido igual de bueno (con tu calidad) y mucho más realista. Tenemos por un lado a un tío que se siente atraído por su amiga y a una chica que tiene problemas con el novio. Esta es una situación ideal para que algo surja. Imagínate que el primer día por A o por B acaba pasando algo en ese centro comercial. Aunque sea una mínima caricia más subida de tono o un comentario que pudiese haber plantado en la cabeza de Neus una futura infidelidad tras haber vuelto a casa y encontrarse que su novio sigue siendo un capullo. Se que a ti te gusta o gustaba crear ese choque te sentimientos y deseos en la mente de uno de los personajes femeninos de tus relatos. Por lo que podría ser un relato realmente tuyo.
    Sin embargo, últimamente me encuentro con esta serie de orgías (contra las que no tengo nada ojo) cargadas de situaciones en los que la perversión de la mujer me resultan poco creíbles. hablo por ejemplo de este y de tu anterior relato (dos primos muy primos). Has de coincidir conmigo que por muy enfadada que estuviese con el novio, no hubiese tardado ni 5 min en salirse echando mil demonios por la boca de esa casa. O que Edu, viendo sus complejos y el cariño hacia su amiga no hubiese cortado la situación a los primeros comentarios.

    Siento si no me he explicado del todo bien, pero espero haber dejado claro mi mensaje. Si tienes alguna duda de lo que traté de expresar, pregúntame lo que sea y estaré encantado de responderte.


    Pd: En cuanto a la longitud, me gustan los relatos largos la verdad, así que no tengo problema con ello. Cierto es que podrías haber utilizado la base de este para hacer dos relatos (la infidelidad que te propuse antes y este mismo)

    Un saludo y gracias por tu tiempo

    ResponderEliminar
  10. La espera ha merecido la pena. Un placer leerte, sobre todo a los que disfrutamos con los relatos y fantasías que incluyen el tamaño y la humillación como parte de la perversión. Ojalá escribas más así!

    ResponderEliminar
  11. ¡Cuántos comentarios! Gracias :)

    Primero de todo quisiera preguntar al anónimo que va a dejar de leerme, ¿a qué temáticas te refieres? ¿Infidelidad, orgías...? Son dos de las categorías que más abundan en mis relatos, sobre todo la infidelidad, así que no lo entiendo. Si lees este comentario me gustaría que, si te apetece, me contestaras para acabar de comprender tus motivos.
    En cualquier caso, muchísimas gracias por comentar y, sinceramente, para mí es una pena que dejes de leerme.

    Javi, ¿tendencia? ¡No creo que sea para tanto! Me alegro que te haya gustado el relato. Después de tanto tiempo sin publicar pretendía lograr lo que no acabé de conseguir con el anterior, acercarme más a mis inicios.
    Espero no tardar tanto con el siguiente, aunque lo dudo. Ahora no tengo mucho tiempo libre para escribir. Y mi musa me abandonó hace tanto...

    ¡Zorro, me alegra que te hayas leído el relato del tirón, que ya lo hayas comentado y, sobre todo, que te haya gustado!
    No voy a negar que el relato se alarga en exceso, también tenía esa sensación, pero por más que revisaba para pulir, en vez de quitar, acababa añadiendo más cosas en el afán de que no se me escapara ningún pensamiento o sentimiento que dejaran cojo el comportamiento de alguno de los personajes. Te juro que he llegado a tener verdaderos quebraderos de cabeza.
    Por ejemplo, soy consciente de que podría haber quitado cosas como cuando Neus piensa a quién de los tres masturbaría. Estuve a punto de eliminar los párrafos de cada uno de los personajes (Jairo, Óscar y Paco), pero los acabé dejando porque intentan explicar, entre muchas otras cosas, por qué ella le acaba haciendo la paja a Óscar.
    Sin embargo, añadí escenas que no estaban en un principio, como la sobada de pies o el cunnilingus. La primera siempre es un recurso para que un personaje femenino se empiece a dejar sobar (se puede considerar algo inocente, pero realmente no lo es). Y la segunda... bueno, me apetecía describir una comida de coño a Neus, y creo que ella también me lo ha agradecido jajajaja De hecho, si tardo un día más en publicar habría añadido un anal de Óscar, que se me ocurrió después :P
    En definitiva, las mamadas duran tanto porque debía alargar mucho las sobadas. Y las sobadas duran tanto porque ella se resiste a cada una de las nuevas intentonas de los personajes masculinos. Si todo esto lo acorto, luego me decís que ella cae muy rápido... Aunque admito que probablemente podría haberlo hecho mejor, dando la misma sensación de resistencia sin necesidad de alargar tanto las escenas. Pues no te lo niego.

    Al anónimo que se le ha perdido el comentario. Creo que sí ha llegado a mi correo. ¿Es el que dices que te gustaría que fuera más larga la escena en la que habla con el novio mientras folla? Si quieres puedo transcribirlo. Ya me dirás :)

    (...)

    ResponderEliminar
  12. (...)

    Hola Halicarnaso. Suena muy bien eso de gran fan :) Muchísimas gracias.
    Respecto a lo que dices de si el relato es creíble o no... en este caso, ¿dónde está el problema realmente, en que se lo monte con los cinco tíos o en que no sea creíble cómo ocurre? Es decir, ¿crees que es posible narrar una historia en la que se lo monte con los cinco tíos y sea creíble?
    Sin quitarte la razón, lo que quiero decir es que si parto de la base de querer narrar un gangbang de una mujer fiel con cinco tíos con los que no tiene una buena relación precisamente, muy, muy, muy creíble pues no va a ser. Evidentemente, para que acabe pasando debo poner muchas veces la historia en los límites de la realidad, soy consciente de ello. Lo que procuro es no acabar cruzando ese límite.
    Por ejemplo, que Neus acepte ir a casa de Óscar no pasaría en la realidad, pero es algo creíble. Del mismo modo, que no dure ni cinco minutos en la casa, como dices, es lo más real, pero que se quede un poco más porque discute con Paco sobre el odio que le tiene a Igor, pues es creíble.
    Evidentemente habría sido mucho más verosímil la historia que tú dices, pero seguramente no habría alcanzado el morbo que pretendía con esta. Para mí este relato tiene algunos puntos imprescindibles, algunos de los cuales son consejos o propuestas que vosotros mismos, los lectores, me habéis hecho llegar. Por ejemplo, que la prota vaya cediendo poco a poco, sin llegar tan fácilmente al punto en el que ya lo acepta todo sin problemas o el uso de la comparación de penes para humillar a algún personaje.
    De hecho, creo que el acercarme a los límites de lo creíble es la base de mis relatos. ¿Crees que Marta, la protagonista de "Las pozas", se abría quedado en el agua rodeada de tíos en vez de irse con su novio y amigos? Incluso en "Noche descontrolada", ¿crees que Merche habría permitido que Yeray se acercara después de que pegara a su novio? Creo que esa es precisamente la clave del morbo, conseguir que lo inverosímil sea creíble. Tal vez no lo consiga y eso haga que el relato no guste, lo entiendo, pero a mí se me ponía muy dura cuando escribía que Kevin, un chaval de 15 años, no puede resistir el lengüetazo de Neus y le pinta la cara de blanco sin que ella se lo espere. Seguramente no habría sentido lo mismo escribiendo que Edu consigue acostarse con su mejor amiga por el simple hecho de que ella se ha enfadado con su novio porque eso, al fin y al cabo, es tan real que no da morbo.
    No sé si me explico.

    ¿Veis? Ya sabía yo que a más de uno le iba a gustar lo de las comparaciones jajaja Gracias por el comentario, anónimo.

    Bueno, nada más que decir por ahora. Perdón por el tocho de comentario, pero es que me encanta que me saquéis punta al relato :)
    Espero que más lectores se animen a comentar. Incluso los que ya lo han hecho, si quieren rebatir, adelante.

    ResponderEliminar
  13. Doc, como escritor (de relatos largos xD) sé muy bien que cuesta mucho recortar porque todo parece importante, pero de verdad, hay muchas cosas que sobran. Cuando los lectores no nos importa leer, no importa que el relato se alargue porque todo es un extra que satisface la sed del lector.
    El problema en todo caso es que hay cosas que llenan el relato sin aportar nada, por ejemplo:
    Kevin escondido en el armario, el torneo de la play, la prueba de modelitos para poder llevarselos, la masturbación de ella a ellos... Son cosas esenciales, pero que podrías haberlas resumido mucho más, por ejemplo, en dos parrafos cada una (y estoy quedandome corto), en vez de dedicar una parrafada a cada evento.

    Esto lo digo no como critica destructiva, pues no solo me gustó sino que resulto tan morboso que me dedique un homenaje y todo al relato jajaja, pero hay partes que me sonaba haberlas leido una y otra vez, y el problema era que no acababan.

    Yo no te digo que quites cosas como la comida de coño o el sobeteo de pies, o información esencial sobre pensamientos o conversaciones, pero si que te aconsejaría que recortases escenas enteras resumiendolas en uno o dos parrafos. De esta forma el lector sabrá a lo que quieres llegar y no te quedará tan largo.

    Por lo demás, te felicito, incluso que sea un relato largo ya es merecedor de elogio. Esperando ansioso al proximo, crack :D

    ResponderEliminar
  14. Ufff...

    A ver, de entrada voy a decir que he disfrutado el relato. Al fin y al cabo, es tuyo, tu estilo permanece intacto, y ese estilo me encanta. Así que en cuanto he visto que lo habías subido he empezado a leerlo y hasta que lo he terminado no me he despegado de la pantalla.

    Pero creo que el relato peca de bastantes cosas. Para empezar, voy teniendo claro que no me gustan los relatos tan corales, prefiero aquellos con un solo “antagonista” que estos que acaban en locas orgías, entre otras cosas porque las líneas de separación entre unos y otros acaban difuminándose demasiado y al final te da un poco igual qué esté haciendo la chica con quién. También algo que es muy evidente en este relato es la (casi) ausencia del término medio. De 7 personajes masculinos 2 tienen micropene, otro la tiene bastante pequeña y 3 tienen pollones, dejando solo a un personaje con una medida promedio. Entiendo que para producir morbo los tamaños extremos son mucho más eficaces, la cosa está en que si estos tamaños extremos se repiten tanto pasan a ser la norma y no la excepción que destaca sobre el resto, perdiéndose el encanto.

    Sin embargo, el mayor problema del relato creo que es lo mecánico y repetitivo que es. Es muy largo y en el fondo no pasa casi nada. Desde que Neus empieza a desinhibirse hasta el final la “trama” se queda totalmente estancada, volviendo una y otra vez a los mismos puntos, cambiando simplemente la naturaleza de la práctica sexual de turno. Da igual que primero sean pajas, luego mamadas, luego sexo vaginal y luego sexo anal, la fórmula es la misma y no se ve progreso.

    Con una excepción. Una enorme y fantástica excepción. Cuando en mitad de la orgía el novio llama por teléfono mi excitación se ha multiplicado por 10, te juro que la mezcla de morbo y angustia ha hecho que me latiera el corazón con tanta fuerza que lo he sentido en todo mi cuerpo. Y créeme que hacer sentir una emoción física tan fuerte a través de la lectura no es nada fácil. Y sin embargo la escena no está tan aprovechada como debería y enseguida volvemos a lo mismo de siempre.

    Normalmente tus relatos, cuando son tan largos, me los leo en dos tandas porque llega un momento a mitad de lectura en el que no puedo aguantar más (y tengo que ir al baño, vaya xD). Este me lo he leído del tirón, cosa que por un lado es buena señal (ha mantenido mi interés) y por otro es mala (no ha tenido ese punto álgido que me haya hecho acabar).

    En conclusión, que conservas tu estilo de siempre, para lo bueno y para lo malo, el problema es que la repetición de lo bueno aburre y la repetición de lo malo cansa. xD

    Creo que salir un poquito más de tu zona de confort, con escenas como la de la llamada de teléfono, con tramas más originales como la de “Justicia o venganza” o con giros de tuerca como el de “Cuatro universitarias” te haría mucho bien.

    En cualquier caso un placer leerte de nuevo, y esperemos que el próximo no se haga tanto de rogar. :)

    ResponderEliminar
  15. Sí, soy el que dijo que me habría gustado mas larga la parte de la conversación telefónica, como comente desde la tablet, pensé que habría dado algún tipo de fallo, a que te refieres con que puedes transcribirlo?

    ResponderEliminar
  16. Relato nuevo! Relato nuevo!! Con los repetidos avisos de que estaba quedando largo voy a tener que planificar su lectura para no tener que interrumpirlo a medias!! (No lo he leído aún, sólo pasaba por el blog a ver si había novedades).

    Marta

    ResponderEliminar
  17. Me sumo a varias opiniones. Sabor agridulce. Dulce, porque llevaba meses asomándome por aquí y releyendo mis relatos favoritos. Porque eres muy muy bueno, para mi gusto el mejor, y eso se ve en cada detalle. Agrio, porque como han dicho ya "es más de lo mismo". La mujer se deja engañar soberanamente, parece tonta. Y eso pasa en otros relatos. Todos los tíos son unos sucios con pollones o micropenes. Y todos, sistemáticamente, acaban follando con ella y humillándola. A ella y al novio de ella.

    Me he tocado varias veces con este relato. Y muchas con otros. Pero me gustan más los relatos de mujeres fuerte (las universitarias) o de parejas equilibradas que el de la mujer tonta y débil. Las Pozas fue original, pero se ha ido repitiendo demasiado. Yo soy mucho más seguidora de relatos realistas en las relaciones humanas (el primero del niñato pollón que jugaba a fútbol, el del fin del mundo, el del los Madrid-Barça...) que de las poco probables orgías múltiples.

    Y otro consejo. Ojo, consejo para que me sigas agradando a mí, evidentemente escribe lo que te plazca, querido: ¡quítale la mugre a tus relatos! es verdad que a más de una nos gustan los relatos en los que hay algún guarro pollón, para que negarlo. Pero tus relatos que me han vuelto verdaderamente loca eran aquellos en los que no había odio, ni ningún personaje misógino barrigudo y con una polla maloliente. Tú me entiendes.

    Dicho eso, me tragaré (ejem...) lo que me eches. Ahora, en el futuro, y cuando quieras.

    ResponderEliminar
  18. Vale, zorro, creo que sé a qué te refieres. No es que sobren cosas, es que hay cosas en las que me explayo demasiado. Te doy la razón, aunque creo que no nos pondríamos de acuerdo en algunos casos concretos. Por ejemplo, la escena de Kevin escondido en el armario creo que está bien en cuanto a duración, no siento que en esa me haya alargado más de la cuenta. En cuanto a las masturbaciones, pues sí, ahí probablemente tengas razón.
    Muchas gracias por las felicitaciones y me alegro por el homenaje xD

    Hola Miru Jaca. Creo que tus sensaciones respecto al relato van un poco en la misma línea que la de Halicarnaso.
    Respecto a los personajes masculinos y los tamaños de sus miembros... probablemente tengas razón, seguramente un único personaje con una gran polla destacaría más sobre el resto y quedaría más patente que es algo que se sale de la norma. Del mismo modo, si un único personaje tuviera micropene probablemente la humillación aún sería mayor.
    El fallo es únicamente mío y viene dado porque la mayoría de personajes de mis relatos se basan en gente que conozco y... bueno, eso influye a la hora de elegir longitudes jajaja
    Efectivamente, gran parte del relato (desde que empieza a masturbarlos más o menos) es un constante tira y afloja en el que ellos intentan forzar la situación y ella procura evitarlo. He querido hacer que Neus se resistiera tanto que probablemente he sido repetitivo en la fórmula. He procurado que esa no fuera la sensación, pero puede ser que sea la que transmite.
    La llamada... pues fíjate que no quise alargar la escena de la llamada precisamente por temor a que resultara demasiado poco creíble. Fíjate tú lo difícil que es acertar con los gustos de todos.
    "En conclusión, que conservas tu estilo de siempre, para lo bueno y para lo malo, el problema es que la repetición de lo bueno aburre y la repetición de lo malo cansa. xD": gran frase que explica muy bien la sensación que tengo al publicar nuevos relatos.
    Tengo empezado un relato muy diferente a lo que he publicado normalmente, pero esa sí será una historia larga, con muchas escenas de sexo y muchos personajes. Bueno, sería lo más parecido a una novela que jamás escribiré. Sin embargo, la falta de tiempo me impide continuarlo.
    Pero en esa misma línea tengo varias ideas que hasta ahora he ido dejando apartadas, pero que probablemente una de ellas sea la que utilice para mi próximo relato. Eso sí, ya os avanzo que una tía buena y mínimo una polla grande va a haber :D

    Con transcribirlo me refiero a escribir aquí tu comentario tal y como me lo escribiste. Lo pongo, ¿vale?:
    "Me ha parecido un buen relato, tanto por la riqueza en la escritura como por el morbo de las situaciones quizas me habria gustado que se alargara la situacion de la llamada telefonica mientras la follaban es algo que personalmente me da muchisimo morbo, espero con ansia tu proximo relato que espero no se demore tanto, un saludo y a seguir así."

    (...)

    ResponderEliminar
  19. (...)

    Marta, ya estás tardando en darme tu opinión :D Muchas gracias por pasarte y hacerme saber que no te has olvidado de mis relatos :)

    Me ha encantado ese último comentario anónimo con cierta picardía, común en algunos de mis personajes femeninos :)
    Para empezar, he de admitir que soy nefasto construyendo a las protas de mis relatos. Son todas iguales y con todas pretendo que se vean como mujeres fuertes, con personalidad, que acaban sucumbiendo ante lo que nadie jamás pensaría que caerían. Sin embargo, no eres la primera que las considera tontas y débiles por dejarse engañar. Te puedo asegurar que esa no es mi intención, así que estoy fallando en eso estrepitosamente.
    Por cierto, si no lo he dicho ya, que creo que sí, me encanta saber que os tocáis leyéndome, en serio.
    Sobre los relatos más cercanos a la realidad o las inverosímiles orgías, los personajes guarros con pollones o los adorables tíos buenos... bueno, supongo que lo bueno es la variedad, que no siempre sea lo mismo y que cada nuevo relato pueda sorprender respecto a estas cuestiones. Pero sí debo admitir que me cuesta no poner a un personaje masculino feo, gordo, sucio o con alguna de estas cualidades que hacen que la caída de la protagonista sea más acusada. Cosas de mi mente enferma... jajaja Por ejemplo, para el relato que comentaba más arriba que tengo en mente, me está costando no meter otro gangbang con tíos despreciables. Pero bueno, estos debates me dan ideas para crear nuevas encuestas en el blog :)

    Gracias a todos por los nuevos comentarios. De verdad, un placer diseccionar con vosotros sobre mis relatos.

    ResponderEliminar
  20. Jajaja,que ya estoy tardando? Mira quién fue a hablar!!
    ;-p
    Que sepas que aún no lo he leído, y no por falta de ganas sino por esperar a poder dedicarle el tiempo que merece. De momento estoy disfrutando esa sensación de niño con un regalo por abrir... Tampoco he leído aún los comentarios,no sea que me vaya a enterar antes de tiempo de que el asesino es el mayordomo.
    No te preocupes que según lea el relato lo paso a la sala de autopsias y me uno al debate sobre el estado de la disección.
    ��
    Marta

    ResponderEliminar
  21. Muy buenas Doc!!!

    Lo primero y mas importante, agradecerte este nuevo relato, como siempre con una calidad superior, por algo eres el Nº1 de esto.

    Y lo segundo que no me ha gustado, es mas ni me lo he terminado de leer. Ya rechazo de plano que las tias sean infieles con tanta facilidad. No me lo creo. Y si no me lo creo me parece un relato fantástico, no erótico. Y no me gusta. Y tampoco me ha gustado la extensión del relato y no por largo, si no pq habia muchas partes que sobraban.

    Lo siento pero quiero volver a tias como la dulce Merche o la de vacaciones a toda costa, duras de roer. Me acabaré la paja con alguno de ellas.

    Un saludo a todos

    ResponderEliminar
  22. A estas alturas prácticamente todo lo que había que decir se ha dicho. Que tus relatos me encantan y este no es excepción, que si la verosimilitud, que si la extensión, etc. Así que para no ser redundante con las acertadas críticas que precedieron a esta, creo que voy a poner el acento en una cuestión que quizás sirva para encajar un poco el resto: la proporción, y no me refiero esta vez al tamaño de penes que ya ha sido expuesto.

    Con la proporción me refiero a la cantidad de palabras que hay entre las tres partes principales de la historia. En este tipo de historia, planteamiento, nudo y desenlace tienen unas dimensiones claras. Si la mujer es fuerte, está satisfecha, es inteligente, no quiere caer en la infidelidad, etc. la parte que va a requerir más trabajo y extensión es la del planteamiento, que es la que lleva la evolución del personaje desde A hasta B.

    Luego viene el nudo, que en un relato erótico corresponde con la escena sexual. Lo ideal es que la historia tenga un peso importante de la escena de sexo y que continúe desarrollando a los personajes. Si la chica es una chica fácil, vulnerable o chantajeada (por ejemplo) la historia puede pasar rápido del planteamiento al nudo, porque la seducción es un "pim pam pum, toma lacasitos". Si quieres transmitir lo opuesto, la proporción debe inclinarse a la inversa.

    Finalmente, como siempre, el desenlace se queda corto en tus relatos, porque faltan las consecuencias y resultados de lo ocurrido que le den sensación de cierre. Ella ha cambiado y sabemos que su amigo ha confesado el misterio por resolver de por qué se queda al margen pero, ¿cómo afronta ella el ver de nuevo a su novio? ¿Vuelve a quedar con ellos? ¿A caer? ¿O logra mantenerse fiel?

    Con estas herramientas en mente, generalmente, a más difícil sea pasar de la situación de fiel a infiel, mayor peso debe cargar el planteamiento. A más complicada sea la escena en si, uno o muchos, deseados u odiados, etc. lo mismo, aunque cargando parte de esto probablemente ya en la escena de sexo. En este caso, querías demostrar que la tía era fuerte en que se resiste pero, en realidad, tan pronto ella acepta la apuesta de la consola (algo un tanto forzado de más), el resto es dar vueltas a una rueda de la que ella en dos ocasiones se sale y vuelve a caer, lo cual no deja nada bien ni su inteligencia ni voluntad.

    Por poner un ejemplo que has mencionado, por ejemplo Merche en "Una Noche Descontrolada" pasa buena parte del relato entre los juegos, roces, miradas y demás, antes de llegar a la salida del coche. Es un relato donde pesa mucho más el planteamiento que el nudo y, al hacerlo, el desarrollo de una historia de imposibles acaba siendo mucho más orgánico y natural. Y ojo, ese es un relato que bien podría ser ejemplo de lo contrario, porque en cambio la escena de sexo acaba siendo probablemente demasiado corta y le faltan aún más las consecuencias que a este.

    En cualquier caso, como siempre, el relato ha estado muy bien y se saca punta por buscar una perfección ideal e inalcanzable. :)

    Requiem

    ResponderEliminar
  23. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  24. Buenas Doctorbp, antes de todo muchas gracias por escribir todos estos relatos, muchas horas de diversión, excitación, este tiempo hasta que llego el nuevo relato ha sido tan largo que cuando ha aparecido, perdona que sea franco, pero un poco decepcionado.Siento decir esto, encima que no escribimos y no aportamos nada, nos permitimos criticar tu excelente trabajo, perdon por la osadia.
    Pero al leerlo, me pareció que estaba leyendo algo ya escrito, le cambio los nombres a los protagonistas del relato y podria titularse "Dos primos muy primos" o "Los feos también follan" o "Cariño ponte en forma", cambiando situaciones, lugares y numero de personas son iguales, un pibón, un superdotado o dos, uno menos dotado, un porrero etc.... Tengo la teoria que te has instalado en una "zona de comfort" llamada sexo grupal, una chica y muchos chicos, y de tan bien que los describes y afrontas el comienzo de la situación, no quieres arriesgarte en cambiar de tema.
    Para mi el mejor de tus relatos "Vacaciones a toda costa", trataba de incesto, sexo intergeneracional y mas cosas, hay algunos temas que no has tocado y que podrias tener un filón dado el don que tienes, escribir muy bien, puedes intentar temas como interracial (gitanos, moros) sin ser racista, sexo intergeneracinal (Abuelos, jefes viejos), sexo con indigentes, mendigos, etc... Muchos temas variados, se que tienes un estilo y no lo vas a cambiar por mi, ni mucho menos, pero si te digo que arriesgarse de vez en cuando no viene mal.
    Muchas Gracias por escribir, no tardes tanto en escribir el siguiente, y agradecerte el esfuerzo que haces por nosotros.

    ResponderEliminar
  25. Guaauuuuuu un genio doctor después de una noche descontrolada lejos el mejor saludos desde Tucumán Argentina

    ResponderEliminar
  26. Al acabar de leer el relato he pensado, ¡que pena! ese final por llamarlo de alguna manera. Pero vayamos al principio, si tienes tantos comentarios es porque tu disposición y los relatos lo permiten, nada que ver con esa inmensa cantidad de relatos cutres y penosos que te encuentras, por eso es normal que cuando encuentras algunos que merecen la pena nos volvamos más exigentes y los comentemos desde nuestras ideas y respeto. Resumiendo y a mi modo de ver, lo que le sobra al gangbang, cinco tipos por cuatro situaciones, sería un milagro no caer en la monotonía y la reiteración, digo que lo que le sobra al gangbang le falta al final. Las últimas frases parecen que hacen referencia al autor más que a los personajes, ese quiero desaparecer es como si fueras consciente de que no vas a acabar el relato adecuadamente, y el ya hemos llegado parece una liberación por haber acabado el relato. Hay una historia bastante clara, unos personajes bien definidos, al menos los que aportan algo a la trama y una tensión no resuelta, creo que ese es el principal problema del relato que creas una tensión, la mantienes y desaparece. Tienes todo eso, ¿no se merecería la historia una continuación que cierre la trama?

    ResponderEliminar
  27. No tengo tiempo para contestaros, como para ponerme a escribir... :(

    Marta, ya sabes que espero con ganas tu disección. Pero me merezco la espera por lo mucho que he tardado yo en publicar. Lo acepto.

    Me ha sorprendido que se considere que Neus es infiel con tanta facilidad. Ya he comentado con anterioridad que lo más lógico es que no diera pie a que pasara nada, rompiendo antes con la situación, pero de ahí a considerarla tan facilona... No sé, tenía la impresión de que había hecho que se resistiera bastante más que, al menos, las protagonistas de los últimos relatos.
    Tal vez sea el que ella reconozca estar cachonda lo que lleve a confusión. Sí, está caliente y se siente atraída por Óscar, pero en ningún momento acepta todo lo que empieza a pasar, únicamente al final, precisamente con la llamada telefónica del novio.
    Por cierto, creo que Merche está sobrevalorada xD

    Requiem! Me alegra un montón que sigas leyéndome, sobre todo a pesar de mi demora en publicar.
    Ya he reconocido en más de una ocasión mi dejadez con los desenlaces. Estoy seguro que en parte se debe a que no sé cómo afrontarlos, que no me apetece escribirlos o cualquier otro motivo de índole similar. Sin embargo, un gran porcentaje del porqué es que me gusta dejar el final relativamente abierto y que sean los lectores los que se imaginen esos acontecimientos que tú echas de menos.
    Unos pensarán que Neus confesará e Igor la perdonará. Otros que lo mantendrá en secreto, pero él lo acabará descubriendo con nefastas consecuencias. No sé, me parece muy tentador ese desenlace abierto para la imaginación del lector. Aunque soy consciente de que a muchos no les gusta, pero se podría decir que es un rasgo característico de mis historias.
    Respecto al nudo de este relato, en el que se repite una y otra vez la actitud de Neus saliendo y volviendo a caer, pues qué quieres que te diga, que lo has explicado muy bien y tal vez tengas razón y seguramente sea eso lo que no encaja.
    Mi intención era hacer precisamente lo que dices, haciendo que cada vez fuera un poquito más lejos, pero en el fondo manteniendo siempre una actitud de rechazo. O lo he hecho muy bien y no ha gustado o lo podría haber hecho mejor para que gustara :)

    (...)

    ResponderEliminar
  28. (...)

    Hola Cokycai. No te voy a mentir, me encantaría que todas las críticas fueran positivas y todo el mundo se hiciera pajas leyéndome. Pero mucho más de que alguien me mienta para decirme eso, prefiero que comente diciendo la verdad :)
    Efectivamente este relato no es para aquellos que buscan algo diferente en mis relatos, más bien todo lo contrario. De hecho, quería volver a mis inicios (cosa que no conseguí en el anterior relato y aún no tengo claro si en este lo he logrado) en los que al personaje femenino le costaba mucho más caer.
    Respecto a la zona de confort... bueno, digamos que son el tipo de relatos que más me gustan, pero no quiere decir que no haya escrito cosas que se salen de la norma. ¡Tengo hasta un zoo!
    De hecho, algunas de las propuestas que me indicas creo que quedan más o menos cubiertas con algunos de mis relatos como Las pozas o Un día de huelga. A parte, toco otros temas en muchos relatos como Regalo de cumpleaños, Un paquete en mensajería, Amistades peligrosas, ¿Y tú de quién eres?, Despedida de casada, Órdago a todo o Tabú por poner algunos ejemplos.
    Ahora bien, no te niego que la mayoría de mis relatos tienen los mismos rasgos: tía buena que es feliz en pareja acaba siendo infiel con uno o varios tíos bien dotados.

    jajajaja anónimo argentino, jamás conseguiré desbancar a Noche descontrolada :P

    Precisamente lo que pretendo con mis relatos (que os puedo asegurar no son los mejores) y mi predisposición para comentarlos es poder crear estos pequeños debates en torno a ellos.
    ¡No, por favor! ¡No empecéis a pedirme continuaciones! :P Es broma, aunque ya sabéis lo que opino al respecto. No haré una continuación de un relato que fue concebido para una sola parte a no ser que se me ocurra algo que realmente crea que merece la pena. Si no está marcado como Serie, probablemente no tenga continuación.

    Bueno, muchas gracias a todos nuevamente por los enriquecedores comentarios. Y animo a todo aquel que lea a dejar sus impresiones, aunque sea un escueto insulto :)
    Me quedo con la sensación de que el relato en general ha gustado, aunque con ciertos matices que sé que podrían ser mejores. Y soy consciente de que me pedís la excelencia. Sed vosotros conscientes de que no soy capaz de alcanzarla jajaja

    Un saludo a todos!

    ResponderEliminar
  29. Gracias por el relato ... lo esperaba con ansia
    Soy muy fan de tus relatos. Me parece que narras muy bien y sobre todo existe mucho morbo en todos ellos y eso me encanta, no es común en muchos relatos que solo van a lo que van y para mi gusto se dejan lo más importante en el camino.

    Sobre la extensión del texto para mi nunca ha sido un problema (uno de mis favoritos es el de cariño ponte en forma y es larguisimo) es más me gusta q sean así porque cunden mucho más.

    Sobre este relato en particular me ha gustado mucho prácticamente todo pero un par de cosas como mujer no me ha gustado mucho: el trato que Oscar le ha dado a la protagonista (estirones de pelo, etc...) entiendo que hay gente a la que le pueda gustar pero en concreto a mi eso me da más para atrás que darme morbo. La otra cosa es que hay demasiado texto centrado en mamadas en relación con el resto en mi opinión.

    Por lo demás un 10 como siempre y deseando leer más textos.

    Aia

    ResponderEliminar
  30. Buenas... He tardado tanto en leer que la longitud de los comentarios ya casi iguala a la del relato!
    Seré escueta, al menos de momento:
    Globalmente: Me ha gustado mucho.

    Ahora podemos pasar a la disección y los "peros".
    ;-p

    Longitud: Te has pasado... Ya llega un momento es que es ir rotando de posición y probando diferentes combinaciones pero sin aportar novedades. Y se me ha hecho largo.

    Si cae fácil: Hombre, pues sí. Lo de la condición para recuperar su ropa es algo muy tonto. Y una cosa es q caiga un poco y otra que no ponga absolutamente ningún inconveniente en seguir.

    Teléfono: Coincido en que la llamada también me provoca taquicardia pero de morbo nada, al contrario, corta el rollo q no veas.

    Personajes: Sigues siendo el número 1 en definir unos personajes y mantener su personalidad a lo largo del relato. Eso sí, la protagonista es como una vieja conocida.

    Final: A mí no me disgustan los finales súbitos. No echo de menos que se me diga qué pasó luego, me trae sin cuidado.

    Sugerencia: Vale que te guste mantenerte en relatos de infidelidades pero... y si pruebas a que por una vez la protagonista, tras más o menos dudas, sea la que inicia de forma activa la infidelidad? Puede ser ella la que por un enfado, y aunque reconozca q no es justificación suficiente, no pueda evitar conducir la situación como ella quiere. Se podría hacer que con el mismo esqueleto q este relato, fuera ella la q sugiriera ir a casa de ellos a tomar algo y luego fuera tonteando con ellos. Y como está Edu y tampoco le apetece que vea algo que no "debe", tiene que hacerlo sin que él lo note. Sin dejar de pensar que ella lo q tendría q hacer es irse a casa y punto. No sé, darle un poco la vuelta a la típica chica que cae o no cae...

    Siguiente relato: Lo esperaré pero no impaciente, no sea que muera de desespero ya que parece que irá para largo. Ya me pasaré por el blog el año q viene... Realmente tiene que tener muchos personajes y ser tan extensa?
    Ah, por último, personalmente prefiero cuando la chica "cae" por las buenas porque alguien se la gane por atractivo o por conversación, simpatía, etc, que no por desagradable e indirectamente a la fuerza. Alguien como tú puede llegar a describir una escena donde la chica sienta una gran antipatía personal por alguien y no pueda evitar acabar reconociendo muy a su pesar que le resulta ocurrente y provocador. Y que no sea que ella no se va de la casa porque físicamente no puede sino porque es ella la que no tiene voluntad para abrir la puerta e irse. O incluso (volviendo a la sugerencia) la que descubre que aunque podría irse sin ningún problema, es ella misma la que busca pretextos para quedarse y calentar sutilmente la situación.

    Vaya comentario desordenado que me ha quedado, suerte que a mí no me van a criticar!

    Muchas gracias por el relato, tal como he dicho al principio (pese a todo) me ha gustado mucho.

    Marta

    ResponderEliminar
  31. Hola Aia y Marta.

    Perdonad la tardanza en contestaros. Mil disculpas.

    Aia, precisamente la descripción que haces de mis textos es lo que pretendo que sean, así que me alegra que tengas esa opinión :)
    Respecto al primer punto, el trato vejatorio de Óscar a Neus, es simplemente porque el personaje es así. He intentando dar una cierta personalidad a cada uno de los protagonistas y he procurado que sus actos sean acordes con esa personalidad. Óscar es machista y de ahí su comportamiento. Eso no quiere decir que sus actos estén para excitar, aunque sí pretendía con ello hacer ver lo mucho que llega a caer Neus haciendo lo que hace incluso con un tipo de esa calaña.
    Y sobre la extensión de las mamadas... nada más que decir. Ya lo he comentado con anterioridad. Desde que ella acepta hacer las mamadas hasta que acepta todo lo demás pasa bastante tiempo y, claro, en ese intervalo no deja de practicar sexo oral. Pero entiendo que probablemente no he sabido hacerlo de la mejor manera.

    Marta, globalmente me encanta tu comentario :D
    Que un relato se haga largo no es buena señal, pero creo que he aprendido del error. Esto va muy en relación con lo que acabo de decir sobre la extensión de las mamadas.
    No sé, tenía la sensación que aceptar lo de probarse la ropa era bastante viable (sí, sé que no es una situación de lo más común, pero...). Y pretendía hacer ver que mientras se va exhibiendo con las diferentes prendas se va calentando al sentirse deseada. El punto que realmente me parece forzado es lo de la apuesta final, el favor al que gane el torneo de fútbol de la consola.
    jajaja claramente es imposible acertar con todos. A unos les encanta lo de la llamada, a otros les corta el rollo... Bueno, al menos me quedo con que la mayoría de los que me leéis habitualmente sí os gusta la tónica general de mis relatos, los haya más o menos acertados o con unos puntos concretos que puedan gustar más o menos.
    Te doy la razón con el personaje femenino. Y es algo que ya he confesado más de una vez. La protagonista de uno de mis relatos podría intercambiarse por la de otro y prácticamente no cambiaría nada. Pero me temo que en eso poco margen de mejora hay :P
    Sobre esa sugerencia ya hemos hablado con anterioridad y sé lo mucho que te gustaría leer algo así. Por desgracia, no es una historia que en principio me inspire. Y te puedo asegurar que con el poco tiempo que ahora le puedo dedicar a esto más vale que no desaproveche mis inspiraciones jejeje Aunque, bien pensado, una de las posibles historias para mi próximo relato podría asemejarse a lo que dices... ¡pero tampoco esperes gran cosa, eh! xD
    Sobre la espera de mi próximo relato... espero que lo del año que viene sea una reprimenda por mi tardanza más que una confesión por tu desilusión. ¡Dime que es lo primero, porfa!
    Por último, gracias por tenerme tan en consideración. Espero ser capaz de describir escenas como la que planteas. A veces las dificultades me las pongo yo mismo, eligiendo personajes y situaciones de lo más rocambolescas, haciendo que la única solución posible sea que ella se vea imposibilitada para marcharse porque, en circunstancias normales, es lo que haría. Mea culpa.

    Muchas gracias a ti y al resto de lectores que lo habéis comentado. Sin vosotros, esto ahora mismo tendría menos sentido si cabe. Y, sin duda gracias a vosotros, voy a seguir escribiendo. Aunque como os podéis imaginar, soy incapaz de saber cuándo volveré a publicar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, ni reprimenda ni desilusión, es simplemente mentalizarme de que escribir un relato lleva su tiempo y que no va a estar en unas pocas semanas. Así que nada, a tu ritmo, que si se convierte en obligación entonces pierde la gracia y nos quedaremos todos con las ganas de volver a leerte. Intenta plantearlo como algo corto no sea que se te vaya de las manos y para cuando quieras rectificar hayan pasado ya meses de espera.

      Marta

      Eliminar
  32. PRIMERO.-
    Aclaramos que somos nuevos Mi esposa y yo, leyendo en este sitio de relatos eróticos.
    Y este es el primero que leemos y…?
    Y resulto mejor de lo que esperamos.
    ¡Nos encantó!

    Tenemos tanto que comentar.
    Pero lo principal ¡AGRADECER!
    Te luciste al crear el personaje de Neus, nos enamoramos de ella.
    Tiene tantas facetas, imperfecciones, curiosidades y emociones.
    A veces contradictorias entre sí, pero…?
    Pero así son las mujeres y a esa edad más.

    Gracias por ese personaje.

    ResponderEliminar
  33. SEGUNDO.-
    Nos agradó como el relato va creciendo.
    En todos los aspectos
    Sexual, enredos, acosadores, etc…
    Y la mezclas perfectamente de CIRCUNSTANCIAS que CONSTRUYES.
    Primero solo es La coquetería de Neus, le encanta que la vean.
    Después el chantaje.
    Y el Morbo.

    ResponderEliminar
  34. TERCERO.-
    Neus es la personificación de la ACTUAL “PSIQUE” fémina.
    Ese constante REMORDIMIENTO entre el deseo y la culpabilidad.
    Pero…?
    La libertad de acción.

    En la actualidad una mujer que en su casa NO recibe verga Grande y dura, de manera constante.
    Sale a la callea buscarla.

    Uuuufff! Solo de recordar la escena donde habla por teléfono con Igor, mientras la penetran, eso merece media hora de aplausos, gracias.

    (Incluso creo que la propia Neus, le agrado verse en esa situación)

    ResponderEliminar
  35. CUARTO.-
    Durante todo el relato fuiste generoso en la descripción de las circunstancias y en lo que sentía Neus, Lo que le encanto a mi esposa por los preliminares, pero…?
    Cuando llego la penetración el sexo…?
    Recibimos muy poco, incluso lo sentimos apresurado
    No es queja, por favor NO te enojes autor, ¡es ELOGIO!

    "!Queríamos seguir disfrutando MÁS de tu talento!".
    Lo hiciste tan bien en el sexo oral, (muchas páginas) que Queríamos seguir disfrutando tu talento también en el sexo vaginal, anal, y en la doble penetración, (que delicia, casi lloro al ver que lo hiciste tan corto) deseábamos con todas las fuerzas de mis testículos, que le dedicaras también más páginas con tus magistrales descripciones.

    sigo llorando por lo rápido que quedo el final, La bella dama ya estaba domada y entregada, mas, Mas, MAS!
    Autor sigo llorando y NO solo de mis ojos, de mi Alma y corazón.

    ResponderEliminar
  36. QUINTO.-
    Ojala este personaje tan completo y CONTRADICTORIO que es Neus.
    NO termine en esta historia.
    A nuestro nombre te suplicamos continúes relatándonos mas aventuras de ella y su DILEMA, (problema, caso)
    Ama a un hombre de pene chico.
    Y tiene la necesita “!constante de mucha VERGA GRANDE!”

    Mi esposa dice que eres de los pocos autores que NO tiene miedo de escribir, la eterna comparación que hace CUALQUIER MUJER, desde pequeña.
    - “EL TAMAÑO DE LOS PENES”
    Jaja (son sus risas)

    Ojala te guste la idea de una SAGA, de las aventuras de Neus.
    1.- Con diversos; amantes, lugares, circunstancias.
    2.- Pero con las mismas características, personajes opuestos entre ellos, sometimiento paulatino ante un pene grande, y un cornudo pene chico.

    Eso fue lo que encontramos en este relato que nos fascino.
    Saludos de tus satisfechos lectores a partir de ahora.
    Federico y Señora.

    ResponderEliminar

  37. SEXTO.-
    Mi esposa dice que le agrada mucho cómo se comporta Neus.
    ¿Yo más bien creo que se siente identificada, jeje?
    Dice ella que cualquier mujer NORMAL a ESA EDAD, le gusta experimentar (Con todos sus amigos y compañeros de colegio) y si encuentra un pene grande, en su camino es capaz de:
    “Auto engañarse” o ¡culpar a otros!, Incluso olvidar rencores con cualquier con tal de la monten.

    Pero… ¡eso sí!
    Necesita un “PRETEXTO”
    ¡NO importa lo ABSURDO que sea! con eso justificara su PUTERIA.
    (Ahí que cuidar el buen nombre!)
    Jaja (son sus risas nuevamente)

    Además agrega; Lo de elogiar el pene del amante, ese truco es más viejo que las pirámides, y es una señal de “!COMPLICIDAD entre amantes!”
    Cualquier mujer lo hace para hacer sentir bien a su amante.

    Si los hombres ¿NO lo han escuchado? de la voz de sus mujeres, entonces lo tienen muy pequeño.
    Y si las mujeres ¿NO han sentido PASIÓN-AMOR por una verga? entonces NO han encontrado una que valga la pena.
    En ambos casos, “¡sentimos pena por ustedes!”

    Animo autor sigue con esta línea.
    ¡Vivan los GRANDES PENES!

    Nos vemos en unas semanas para leer otra de tus historias, pero será en un tiempo pues, primero pensamos releer muchas veces esta, que nos parece GENIAL.

    Federico y Señora de México.

    ResponderEliminar
  38. Hola y bienvenidos federico y señora.

    Me alegra bastante saber que os ha gustado tanto el relato. Ojalá os gusten muchos otros del blog, pues la temática de penes grandes es bastante habitual en mis historias. No obstante, me atrevo a aventurar que ninguno superará las expectativas de este, pues tengo la ligera sospecha de que a los lectores les suele gustar más el primer relato mío que leen. Supongo que será por el hecho de descubrir por primera vez el estilo que creo impregno a todos mis relatos. Y supongo que por eso también a muchos les encanta "Noche descontrolada" :P

    En cualquier caso, espero que sigáis comentando, ya sea para bien o para mal, con el mismo entusiasmo. De verdad que se agradece.

    Por cierto, solo aclarar que si la descripción del sexo de este relato os ha parecido poca... ¡ay, madre! la de palos que me vais a dar por otras narraciones xD

    Sobre la idea de continuar esta historia... bueno, si leéis otros relatos míos y sus comentarios veréis que no soy partidario de continuar relatos que no fueron concebidos pensando en una segunda parte. Rara es la vez que pasado un tiempo doy con una idea que me haga cambiar de opinión. De hecho, creo que no ha pasado nunca. Aún así espero que sigáis disfrutando con otras historias de otros personajes.

    ¡Vivan! :D

    ResponderEliminar
  39. Ahora es cuando puedes mezclar los personajes de tus relatos para armar otro relato, que te parece Neus vs Martín (Regalo de cumpleaños)

    ResponderEliminar
  40. Quiero intentar escribir mi propio relato, no tan extenso claro, solo por ir probando, me podrias dar algun consejo? Te lo agradeceria mucho.

    ResponderEliminar
  41. Hola,

    pues no creas que no lo he pensado alguna vez lo de mezclar historias/personajes de diferentes relatos. No es algo que descarte, pero tampoco lo he pensado lo suficiente.

    Respecto a los consejos... bueno, yo no soy nadie para dar consejos sobre cómo escribir. Pero como novato que soy, te diría que intentes escribir lo que te gustaría leer. No intentes agradar y disfruta del proceso. Ya sé que no es gran cosa, pero por aquí poco más te puedo ayudar. Suerte!

    ResponderEliminar
  42. Doc por favor, haz un relato rápido de playa o piscina. Gracias

    ResponderEliminar
  43. Pues mira, justo hace unos días leí un relato inacabado que me gustó mucho y transcurre durante unas vacaciones en la playa.

    Me entraron ganas de reescribirlo y/o terminarlo, pero me he puesto en contacto con el autor y no he recibido respuesta.
    Además, es una mezcla de diferentes relatos que ya tengo escritos (Vacaciones a toda costa, El trabajo de Biología, Sin tetas no hay trabajo...) y eso me tira bastante para atrás.

    ResponderEliminar
  44. Venga porfa, tirate el rollo y hazlo, que además con lo que has dicho tiene muy muy muy buena pinta.

    ResponderEliminar
  45. Doctor, cuando viene el siguiente relato
    Atte. Su fiel admiradora Yamilka
    Posdata. Besos de desde R.Dominicana

    ResponderEliminar
  46. Buenas,

    pues el comentario me ha animado a escribir un pequeño borrador con anotaciones sobre lo que sería el relato y me apetece escribirlo :)

    Ahora bien, Yamilka, no puedo decir cuándo estará disponible para su publicación.

    ResponderEliminar
  47. Podrias hacer una continuación de alguna de los mejores relatos que has escrito que para mi son: Noche descontrolada, vacaciones a toda costa, mis inicios en el mundo del porno o dos primos muy primos. Gracias y espero un relato pronto

    ResponderEliminar
  48. Sólo de pensar en la de vacaciones a toda cosa se me ponen gotitas preseminales y el nabo como una piedra

    ResponderEliminar
  49. En principio no van a haber continuaciones para Noche descontrolada, Vacaciones a toda costa ni Dos primos muy primos.
    Para Mis inicios en el mundo del porno, sí.

    jajaja espero volver a escribir algo que te lo vuelva a poner tan duro :)

    ResponderEliminar
  50. Para cuando el siguiente relato? Acaba ese de la mezcla de varios

    ResponderEliminar
  51. Recordando los motivos y, sobre todo, las motivaciones que me impulsaron a crear este blog (puedes echar un vistazo a la página about para más información) me he dado cuenta que no hace falta esperar a que terminen de escribir la serie inacabada que leí hace unos días. Voy a escribir la historia tal y como me hubiera gustado que hubiera sido.

    Ya he empezado a escribir. Mi intención es continuar en breve. Pero no sé cuándo tendré el relato listo.

    Os pido paciencia, por favor.

    ResponderEliminar
  52. Doc, si el relato se estuviese cargando, por cuanto dirias que va el loading??? Gracias

    ResponderEliminar
  53. Pues me atrevería decir que debe estar en torno al 50% Seguramente algo menos, que luego siempre se me alargan. De hecho, este tampoco será corto.

    La buena noticia es que estoy con ganas. El fin de semana estuve escribiendo. Y hoy un poquito en el trabajo (jejeje).

    ResponderEliminar
  54. Como va el loading, doc? XDDDDD

    ResponderEliminar
  55. muy bueno me gustaría que hicieras una orgía entre una madre su hijo y los amigos de su hijo

    ResponderEliminar
  56. Siento decir que la carga se está haciendo con un módem de 56K (los más veteranos sabrán de lo que hablo).

    Orgía entre madre, hijo y sus amigos... me la apunto.

    ResponderEliminar
  57. Entonces para cuando sale? Y un relato con una mujer morocha involucrada?
    Atte. Yamilka. Saludos desde República Dominicana

    ResponderEliminar
  58. Me pongo en huelga de pajas hasta que publiques el siguiente relato. Pero de follar no, así que si alguna quiere, quedamos para hacer guarreridas.

    ResponderEliminar
  59. jajaja publicando como anónimo poco vas a ligar me parece a mí :P

    ResponderEliminar
  60. ¡El comentario desaparecido estaba en spam! Tonto de mí por no mirarlo antes :( Ya está recuperado.

    ResponderEliminar
  61. En cualquier caso, espero que sigáis haciendo relatos, ya sea para bien o para mal, con el mismo entusiasmo. De verdad que se agradece. Yo podria mandaros alguno si quereis, un saludo.

    ResponderEliminar
  62. Voy a ser breve, muy breve. ¿Neus? ¿Jairo? Eso no son nombres, son insultos, jajaja. Pido disculpas a los que se llamen así y lean esto; a los que no lo lean no. Sabes que eres uno de mis autores favoritos, pero no por ello te voy a lamer el culo siempre, solo regalo saliva cuando un relato me gusta y hoy te voy a dejar el culo seco. No sé por qué, pero no me ha llegado, ni me ha excitado ni nada de nada, me ha dejado bastante fría. Lo siento, Doctoret.

    Supongo que ya se te han quitado las ganas de leer, pero te contesté en los comentarios de mi relato "Bajo el mismo techo (ella)": http://todorelatos.com/comentarios/7388/

    Un beso. Sonia.

    ResponderEliminar
  63. jajaja Neus es un nombre catalán y no me parece precisamente feo, pero entiendo que en el resto de España no sea muy común. Jairo... bueno, sí, ese no es un nombre muy glamouroso, pero el personaje tampoco pretende serlo.

    Pues lamento que no te gustara, Sonia, pero por otro lado agradezco tu sinceridad.

    No es que se me hayan quitado las ganas de leer, es que ya no tengo tiempo ni de escribir!!! :( Ahora me paso a contestar tu comentario.

    ResponderEliminar
  64. Genial. Eres el maestro del morbo. Tus relatos me ponen a mil

    ResponderEliminar
  65. Cuando un relato con mujeres negras?

    ResponderEliminar
  66. jajaja pues hace muchos años tenía en mente un relato en el que una negra ridiculizaba a un blanco por el mito del tamaño de una raza respecto a la otra. Y... bueno, ¿os imagináis el final? :P

    ResponderEliminar
  67. Bueno y que paso con ese relato de la negra y el blanco? Nos lo merecemos haha

    ResponderEliminar
  68. Pues que se quedó en el limbo como tantos otros... :(

    ResponderEliminar
  69. Gran relato. La transformación de Neus es muy buena. No se merecía menos jeje

    ResponderEliminar

Publicar un comentario