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Webcamer - Parte 3

Sinopsis: Cómo concluye la historia sobre la webcamer que me tiene obsesionado.

—¿Y esa sonrisa? —me descubrió mi madre mientras tomaba asiento en la mesa.

—Nada —me puse serio de inmediato.

¡Joder! Estaba sonriendo inconscientemente, aún en una nube después de haber follado por primera vez hacía escasas horas. Sin embargo, me sorprendí no pensando en Verónica. En mi mente estaba grabada a fuego la imagen de mi tía, con quién seguía obsesionado, incapaz de quitármela de la cabeza.

Mientras me disponía a degustar la cena, comencé a cavilar. ¿Podría Carlota llegar a ponerle los cuernos a su pareja del mismo modo que mi amiga? Supuse que no y, si así fuera, seguro que ni me enteraría.

—¿Qué quieres para tu cumpleaños? —me descentró mi padre.

—No sé —respondí, con el piloto automático.

—Si es que el niño ya tiene de todo —argumentó mi madre.

—Pues le damos el dinero y que se compre lo que quiera.

—¿Te parece bien?

—¿Cuánto cuesta un billete de AVE? —solté de forma improvisada.

—¡Ay! Que ahora entiendo esa sonrisa…

—¡Mamá! —me quejé.

—Pues depende, hijo —me respondió mi padre.

—¿Quieres que te regalemos un viaje para ver a tu novia? —sonrió de tal forma que incluso me dio cierta grima.

—No es mi novia…

—Bueno, qué más da, como lo llaméis ahora…

—Y los preservativos que me compraste son pequeños —me quejé, dirigiéndome a mi padre con cierta insolencia.

—¡Miguel! —soltaron al unísono mientras veía cómo ambos, disimuladamente, iban esbozando una progresiva sonrisa.

Esa misma noche, ya en mi cuarto, sin muchas esperanzas de recibir contestación, escribí a mi tía por Skype.

“Tenemos que hablar”

Y mientras me entretenía viendo vídeos de TikTok, para mi sorpresa, vi cómo saltaba la notificación de la llegada de un mensaje en mi móvil.

“dime”

No pude evitar sonreír con cierto regocijo, pues daba toda la impresión de que por fin iba a poder mantener una conversación con Carlota a través de la aplicación de chat. No había duda de que, después de lo vivido, nuestra relación de confianza se iba afianzando cada vez más.

“Este año qué me vas a regalar?”

“jajajaja”

“lo digo en serio 😜”

“y yo me río en serio 😜”

“Mis padres me han dado pasta”

“Qué generosos 😆”

“Y me he comprado billetes para ir a Madrid”

“a ver a tus abuelos? jaja”

“también jajaja”

“ummm no pensarás…”

“verte?”

“desnuda seguro que no 😄”

“jooooo”

“Eres tontooo”

“tendrías que haberte gastado el dinero en un privado 😝”

“No lo he pensado jaja”

“pero prefiero verte en persona”

“Miki…”

“habíamos quedado que si te dejaba estar presente ibas a dejar de pedir”

“😞”

“Tengo una cosa que contarte”

“dime”

“no, mejor en Madrid 😜”

“Mejor no te hagas muchas ilusiones jajaja”

“Hablamos otro día”

“vale, guapo? 😘”

“vale dulce 😝”

“un beso!!!!”

Aunque Carlota estuvo ligeramente reacia a seguirme el rollo, unos meses atrás ni me habría contestado. Ahora, de algún modo, debía conseguir convencerla para volver a vernos. Y juro que lo que ocurrió al día siguiente no lo tenía en absoluto planeado. Mientras jugaba un rato a la consola, mi madre accedió a mi habitación, como siempre, sin permiso.

—¡Joder, mamá! Que no entres sin avisar —me enfadé.

—Ay, perdona… es que tengo una buena noticia.

—A ver… —pausé el juego, sin mostrar mucho interés en lo que tuviera que contarme.

—He hablado con tu tío Mario.

—¿Y?

—Te van a acoger un par de días en su casa para que puedas celebrar el cumpleaños con tu novia.

No sé si mi madre se percató de mi reacción, que debió ser una mezcla de sorpresa, júbilo y duda.

—¿No estás contento? —sonrió.

—Sí, sí. Gracias mamá.

En cuanto vino a darme un beso, me quejé, teniendo que echarla amistosamente a empujones de mi cuarto cuando pretendió abrazarme.

Durante el resto del día no paré de darle vueltas, maquinando cómo debía actuar, hasta que esa misma noche Carlota volvió a escribirme por Skype.

“Hola”

“Hola”

“te has echado novia?”

“no jajajajaja”

“pues parece que ha servido para convencer a tu tío…”

“Te juro que yo no he tenido nada que ver en eso!!!”

“Ya…”

“Bueno, de todos modos, que sepas que Mario estará”

“Olvídate de cualquier cosa que tengas en la cabeza”

“Y si no estuviera? 😜”

“tambien”

“lo del otro día no puede volver a pasar”

“Lo siento”

Su actitud severa me hizo dudar por un momento. Puesto que le había mentido, ya que aún no tenía los billetes, estaba a tiempo de echarme atrás, pues no tenía intención alguna de gastarme el dinero del regalo en un fin de semana familiar con mis tíos. Sin embargo, a esas alturas debía buscarme una excusa creíble, así que decidí no darle más vueltas. Al fin y al cabo, seguro que tendría algún momento de intimidad con ella. Ya solo por eso valía la pena.

Así, sin acabar de tenerlas todas conmigo, el mismo viernes de la semana de mi aniversario, con 17 años recién cumplidos, volví a viajar a Madrid con el AVE. En la estación me esperaba solo mi tío. El recibimiento ya auguraba que, tal y como me había advertido Carlota, no debía hacerme muchas ilusiones.

—Vaya cara traes —se burló ella al verme, ya en el piso.

—Dice que está cansado —respondió Mario por mí, aunque en realidad estaba ligeramente fastidiado.

—Pues a coger fuerzas, que has venido a ver a tu chica —me miró con una mueca divertida, a sabiendas de que era mentira, pues precisamente había ido a verla a ella, logrando animarme de inmediato.

—Eso me ha dicho tu madre —continuó mi tío, esbozando una sonrisa—. No sabía que el año pasado te diera tiempo a conocer a nadie. Estás hecho todo un ligón —acabó riendo.

—Hago lo que puedo… —soslayé con segundas intenciones, mirando con cierto disimulo a los ojos de Carlota, que marcó aún más la expresividad de su gesto.

—Seguro que incluso ha venido algún fin de semana y ni nos hemos enterado —añadió ella en un tono jocoso que solo yo pude captar, confirmando la ya más que evidente complicidad que nos unía.

No voy a mentir. Esas palabras, con las que incluso parecía estar burlándose del propio Mario, me dejaron cachondo. A pesar de que mi tía había tenido que ponerse seria para dejarme bien claro los límites del fin de semana, seguía tan dicharachera como siempre y, si es que era posible, la cabrona estaba más buena que nunca.

Esa tarde no dio para mucho más. Pronto nos pusimos a cenar y por la noche vimos una película. Sinceramente, no recuerdo cuál, pues yo solo estaba atento a los disimulados arrumacos que se daban y a los cuchicheos y risitas que soltaban de vez en cuando. No eran celos lo que sentía, era más bien una especie de rabia contenida por no poder quedarme a solas con Carlota.

Al día siguiente, cuando me levanté, coincidí con ella en la cocina, donde se estaba preparando el desayuno.

—¿Y Mario? —inquirí.

—Durmiendo. ¿Quieres tomar algo?

Observé a mi tía con atención. Aún vestida con ropa cómoda de estar por casa, era un auténtico cañón. El escueto pantalón de deporte dejaba a la vista sus bonitos muslos y la holgada camiseta permitía entrever el bamboleo de sus generosas tetas.

—Ese zumo tiene buena pinta.

—Un poco de zumo para el invitado… —bromeó mientras me servía y se sentaba a la mesa.

—¿Por qué no charlamos un poco? —hice que sonriera.

—No sé yo…

—Me preguntaba si va a haber emisión antes de que me vaya…

—Chis… baja la voz… —murmuró, temerosa de que Mario nos escuchara.

—Vale —sonreí—, ¿vas a emitir o no? —insistí, ahora disminuyendo los decibelios considerablemente.

—No pienso hacerlo en todo el finde —me sacó la lengua.

—Jo…

—Escucha, Miki, emito porque a tu tío y a mí nos gusta —hizo una breve pausa—. Mucho. Pero no estaba en nuestros planes que algún conocido se enterara —se puso seria, sin dejar de cuchichear—. Y encima de la familia. Por suerte eres tú. A ver, por suerte… entiéndeme. Mejor tú que tu abuelo —soltó una pequeña risa—. Pero ya está. Si Mario lo descubre, se acabó. Así que tú verás. O te conformas con verme por internet o te quedas sin nada —concluyó.

—Joder, tenías el discurso preparado, ¿no?

—Un poco —rio ligeramente—. Y en breve seguro que tendrás dinerito y a lo mejor puedes entrar en algún privado y todo —apuntilló, ahora guiñándome un ojo.

—Lo del otro día es insuperable.

—Gracias —mostró una bonita sonrisa—. Y se acabó la conversación, que tu tío puede aparecer en cualquier momento —finiquitó el tema.

—Pero…

—Por cierto —me cortó, dejando de hablar en voz baja—, ¿y tú cuándo piensas quedar con tu novia? —ironizó, esbozando una mueca socarrona antes de morder la tostada que tenía en la mano.

—No sé —me encogí de hombros—, ¿esta tarde? Me doy un paseo por el barrio y ya está —reí, provocando que ella también lo hiciera.

—Uhm… —hizo un gracioso gesto, como dándole vueltas—. Creo que es más creíble por la noche.

—¿Por?

Mi tía alargó un brazo, sorprendiéndome al pinzarme suavemente la barbilla.

—Se supone que te la vas a follar, ¿no?

Sentí cómo deslizaba sus dedos con cierta ternura mientras sonreía con picardía, haciendo que algo se empezara a remover dentro de mis calzoncillos.

—De eso te quería hablar…

—¿De qué, guapo? —apartó la mano de mi rostro como si nada, al mismo tiempo que yo notaba cómo se me iba enardeciendo el paquete, ora de un modo totalmente incontrolable.

—Ya no soy virgen —sonreí orgullosamente, viendo cómo Carlota abría la boca para decir algo cuando…

—Buenos días —nos interrumpió Mario.

—Buenos días, cariño.

Contemplé, con toda la polla dura, cómo Carlota se alzaba para comerle los morros y no pude evitar fantasear, imaginando perversas intenciones en su gesto, hasta el punto de incluso sospechar si mi tía podría haber llegado a pretender calentarme con su actitud. De lo que estaba prácticamente seguro es que le gustaba tenerme cachondo perdido por su culpa. Y lo cierto es que lo lograba con suma facilidad. La muy hija de puta sabía cómo excitarme.

Tras el desayuno hicimos una visita a mis abuelos que duró toda la mañana. Y al mediodía decidimos salir a comer a un restaurante de la zona. El fin de semana estaba cogiendo un cariz tan asquerosamente familiar como me había temido hasta que Mario recibió una llamada del trabajo mientras degustábamos los postres.

—Era mi jefe —explicó en cuanto colgó el teléfono—. Esta noche estoy de guardia…

—Vaya rollo… —reaccionó mi tía.

—¿Eso qué significa? —mostré interés por averiguar si había alguna posibilidad de quedarme a solas con Carlota.

—Pues que tengo que estar en el parque por si me toca salir en algún momento.

Se hizo el silencio. No sé lo que estarían pensando ellos, pero mi mente iba a toda pastilla, sopesando las innumerables posibilidades que se me ofrecían con la nueva situación.

—Oye, ¿y tú cuándo vas a celebrar el cumpleaños con tu novia? —se extrañó Mario, completamente desconocedor de que no era más que una estratagema para poder ver a la suya.

—Pues esta noche —contesté—. Hemos quedado después de cenar —mentí, procurando ocultar un ladino gesto de triunfo.

—Guay —sonrió sospechosamente mi tío, descolocándome al ver cómo Carlota fruncía el ceño.

Tras salir del restaurante, ya por la tarde, opté por acercarme al centro de la ciudad a dar una vuelta, buscando despejarme, con la intención de alejarme de tanto momento en familia mientras procuraba maquinar la mejor forma de aprovechar la ausencia de Mario. Aunque finalmente no serviría de nada…

—Tenemos un problema —me advirtió Carlota en cuanto regresé al piso.

—¿Qué pasa? —me alteré, incapaz de imaginar lo que ocurría.

—Ven, que te cuento mientras termina de ducharse —me agarró del brazo, alejándonos lo suficiente como para poder hablar sin que Mario pudiera escucharnos desde el baño.

Aproveché para fijarme en la ropa liguerita que vestía Carlota, compuesta por un pantalón corto de estar por casa que le cubría poco más que las cachas del culo y un top ajustado de color blanco bien escotado con el que dejaba al aire el canalillo y buena parte de su vientre totalmente plano, permitiendo que pudiera contemplarle su morboso ombligo.

—Tu tío se cree que esta noche has quedado con tu amiga y que no vas a estar en casa —inició la explicación.

—Ya…

—Pues es una putada, porque me ha pedido que emita…

No pude evitar sonreír de forma repentina mientras observaba su cara de circunstancias.

—No te rías —retorció la nariz de un modo que me pareció totalmente cautivador.

—Seguro que le has dicho que no —usé un tono burlón, disfrutando del momento.

—No puedo, sospecharía.

Ahora sí, sonreí a conciencia.

—Qué tonto eres… —me correspondió, procurando fruncir los labios, incapaz de ocultar un alegre mohín—. Al muy idiota le pone cachondo que lo haga sabiendo que puedes aparecer en cualquier momento… —confesó.

—¿Y a ti? —inquirí con sobrada desfachatez mientras comenzaba a sentir mi incipiente erección.

—Puede… —gesticuló con cierta picardía.

—Me parece que me lo voy a pasar muy bien en la cita de esta noche —le guiñé un ojo, provocándole una carcajada.

—¿Quién te ha dicho que vas a estar presente? —esbozó una ladina sonrisa.

—¡Venga ya…! —me quejé.

—A parte del morbo, ¿por qué te crees que tu tío quiere que emita esta noche? —se puso seria.

—Porque estará mirando… —deduje.

—Exacto, así que no puede ser —insistió—. ¿Te recuerdo lo que pasó la última vez? —desvió la atención hacia mi paquete—. Joder, Miki… —volvió a sonreír al descubrir lo abultado que lo tenía.

—Te prometo que esta vez seré bueno… —dibujé una maliciosa mueca.

—No sé yo… mejor me miras desde otra habitación, como en casa de tus abuelos, guarro —me sacó la lengua, haciéndome reír.

—No te lo crees ni tú —solté con chulería, mostrando un gesto vanidoso.

—Chis… —me mandó callar en cuanto dejamos de oír el agua de la ducha—. Ya veremos… —concluyó.

Lo poco que restaba de la tarde se me hizo eterno, esperando el ansiado momento en el que Mario se fuera a hacer la guardia para quedarme a solas con Carlota. Durante la cena estuve todo el rato empalmado, sin dejar de contemplarla disimuladamente, imaginando el momento de la emisión en el que se desharía de la ceñida camiseta o se bajara los escuetos shorts que tan sumamente bien le quedaban. Normal que mi tío estuviera deseando verla para excitarse sobremanera y luego follársela cuando llegara a casa. Me pregunté si, al igual que yo, que estuve sentado en la mesa con todo el cipote a punto de reventarme los pantalones, él habría estado con su pichita levantada. Seguro que el pibón de su novia nos tenía a los dos bien cachondos.

Cuando por fin llegó la hora, mientras esperaba en el salón a que se despidieran, tuve una sensación indescriptible. El recuerdo de lo que había sucedido la última vez, lo mucho que deseaba volver a experimentarlo y las altas expectativas de que pudiera ocurrir algo inesperado hicieron un cóctel explosivo. Evidentemente, tuve una nueva erección.

—Ya se ha ido —anunció ella mientras se acercaba, sentándose a mi lado en el sofá.

—Por fin… —sonreí.

—Miki… —protestó.

—¿Cuándo empieza la emisión? —inquirí, más ansioso de lo que pretendía aparentar, ladeándome ligeramente hacia ella.

—No seas impaciente —me sacó la lengua—. Me escribirá cuando llegue.

—Me dejarás estar presente, ¿no? —forcé un falso gesto de inocencia.

—¿Tú no tenías una cita? —bromeó.

—Sí, contigo.

Aunque de un modo extremadamente sutil, me pareció oír como si Carlota soltara un escueto y tímido suspiro. Estaba seguro de que mi presencia la excitaba.

—Esta vez tienes que ser muy cuidadoso… —me advirtió, sin que me pillara por sorpresa que acabara cediendo definitivamente.

—¿No podré pajearme? —solté con un tono jocoso, viendo cómo mi tía fruncía el ceño sin poder evitar una sonrisa.

—No, no podrás hacerte una paja, guarro —sonrió, ya sin tapujos.

—¿Ni si quiera podré tocarme por encima del pantalón? —esbocé una mueca chulesca mientras me agarraba el paquete delante de ella, estrujándomelo para dejarle ver cómo lo tenía.

—No te pases —me cortó con severidad—. O te quedarás sin nada —volvió relajar el gesto.

—Vale, perdona —dejé de sobarme—. Es que me pones muy cachondo.

—Lo sé —sonrió, con una expresión que me pareció de lo más morbosa.

—Uf…

—Así que ya te has estrenado… —marcó aún más la socarrona mueca, recuperando la conversación que habíamos dejado a medias durante el desayuno por la inoportuna aparición de mi tío.

—Sí, con una amiga.

—Vaya, qué afortunada… —sonrió con picardía, haciéndome reír.

—En realidad tiene un novio gilipollas.

—¡Miki! —amplió la sonrisa, luciendo su perfecta dentadura.

—Más morbo… —reí.

—Vaya con el sobrinito… —alzó los pies al sofá, girándose para ponerse de frente a mí.

Aunque Carlota juntó las rodillas para lograr no mostrar más de lo debido, no pudo evitar que su sugerente postura hiciera que me empezara a molestar la erección, que ya era demasiado considerable.

—No me digas que a ti no te da morbo…

—¿El qué? ¿Qué seas un poquito cabrón? —rio aún más.

—A mí por ejemplo me pondría cachondísimo que le pusieras los cuernos a mi tío —confesé sin ningún rubor mientras imitaba su postura, alzando los pies al sofá para ladearme y, al contrario que ella, dejar las piernas ligeramente separadas, con todo mi abultado paquete al alcance de su vista.

—Eso ya es ser un poquito hijo de puta… —arrugó el ceño.

—No, entiéndeme —procuré explicarme—. Sería brutal que hicieras un real con alguien del chat… —logré sacarle una carcajada.

—Lo cierto es que eso no estaría mal —confesó, sin perder la sonrisa, cada vez más juguetona—. Hay alguno que me pega buenas folladas con el lush… —insinuó, gesticulando de un modo tan morboso que no pude aguantar más.

—Perdona… —me disculpé, agarrándome todo el paquete para recolocármelo mientras ella no perdía detalle.

—No pasa nada —le restó importancia con total naturalidad—. Pero jamás haría real si Mario no quiere… —prosiguió la explicación, excusándose mientras alzaba la mirada al tiempo que se mordía el labio inferior con cierto disimulo.

—La gracia es que no se entere —concluí.

—No voy a ponerle los cuernos a tu tío —aseguró, ahora con el semblante serio—. ¡Y menos voy a emitirlo por internet! —acabó riendo.

—¿Y quién es el afortunado de las buenas folladas? —reaccioné astutamente, viendo cómo se le descomponía el rostro por un instante.

Tuve la sensación de que Carlota había sido salvada por la campana cuando su móvil notificó la llegada de un mensaje.

—Es Mario —anunció—. Me pregunta si ya estás con tu novia —recuperó la sonrisa jocosa.

—Dile que sí —le correspondí, alargando un brazo para acariciarle sutilmente por debajo de la rodilla.

—Oye… —se quejó, sin perder el semblante sonriente, retirando la extremidad rápidamente, lo que hizo que la parte interior de sus muslos quedara al alcance de mi vista—. Tienes las manos muy largas, que yo no soy una de tus amigas facilonas —me sacó la lengua.

—Si lo fueras, ya tendría la polla fuera —solté con total descaro.

—Joder, Miki… —volvió a juntar las rodillas, bajándose del sofá—. Al final vas a lograr que empiece la emisión estando ya caliente…

¿Lo había escuchado bien? ¿Carlota acababa de confesar que se estaba excitando conmigo? Lo cierto es que siempre lo había sospechado, pero oír cómo ella me lo confirmaba hizo que mi cachondez sobrepasara todos los límites. Mientras la observaba, siguiéndola en dirección al cuarto desde donde iba a emitir, comencé a discernir. ¿Se molestaría si me sacaba la polla? ¿Le gustaría pero le parecería mal porque mi tío iba a estar mirando?

—Espera aquí —me detuvo cuando llegamos a la entrada de la habitación—. Me pongo el lush y ahora te aviso.

—¿No puedo ver cómo te lo pones? —sonreí con malicia.

—No, guarro —me devolvió la sonrisa.

Mientras esperaba dejé que mi instinto actuara, bajándome la cremallera tras desabrochar el único botón del pantalón. Agarré la prenda por los costados, junto a los calzoncillos, deslizándola hasta mis tobillos, permitiendo que mi polla, completamente erecta y ligeramente humedecida, tambaleara mientras me desprendía definitivamente de la ropa, quedándome completamente desnudo de cintura para abajo.

—Ya, guapo —oí cómo Carlota me llamaba.

Cuando abrí la puerta vi cómo se transformaba su rostro. La alegre sonrisa inicial se fue desdibujando hacia una mueca severa, no falta de lujuria, al contemplar el ligero vaivén de mi rígida entrepierna a medida que me acercaba a ella, pasando por su lado en dirección a la cama y tumbándome como si nada, quedándome boca arriba para poder verla. Su cara era todo un poema.

—Joder, sobrino… —exoneró, sin quitar ojo a cómo mi altivo sexo respingaba mientras ella se llevaba una mano al pecho y, con un disimulado gesto, se daba un breve magreo.

La cosa no había empezado nada mal. dulce-couplex aún no había iniciado la emisión y ya la tenía aparentemente bien cachonda, permitiéndome estar presente con la polla al aire a pesar de que me lo hubiera prohibido expresamente debido al evidente riesgo, puesto que esta vez mi tío nos estaba observando.

La webcamer retiró la mirada, dando toda la impresión de que no pretendía volver a echarme ningún otro vistazo, seguramente para evitar cualquier posibilidad de que Mario pudiera percibir algo extraño.

“hola”

—Hola —comenzó a responder a los saludos inaugurales del chat.

Y, mientras iniciaba una amistosa charla con los usuarios de la página, llegó el sorpresivo primer aluvión de monedas cuando apenas habían pasado unos segundos, haciendo que Carlota tuviera que dejar la conversación a medias, abriendo la boca para empezar a gemir con más fuerza de lo esperado a esas alturas del stream.

—Uf… —acabó soltando una nimia risita en cuanto cesaron las vibraciones—. Top8, ¿eres nuevo en esta sala? —se dirigió al usuario que había hecho la aportación—. Llevas cinco años en la página, pero no me suenas.

Top8: “en tu sala si”

—Pues muy mal —gesticuló graciosamente—, mucho tiempo por aquí y nunca has venido a visitarme.

Aunque sin dar un protagonismo excesivo a ninguno por encima del resto, dulce-couplex solía interactuar con los usuarios de la página, así que no me extrañó que se dirigiera directamente a uno de ellos.

De repente, el tal Top8 hizo un nuevo gasto, ahora más considerable, logrando que Carlota comenzara a retorcerse, llevándose disimuladamente una mano a la entrepierna mientras se mordía los labios, ocultando una sonrisa que empezaba a delatarla.

“mmmm”

Top8: “perdon”

La jocosa intervención hizo que la webcamer, que parecía estar divirtiéndose, carcajeara brevemente.

—Top, tú eres de los que te gusta jugar… —le incitó, recibiendo como contestación una nueva vibración de igual calibre que la anterior—. Uf… sí, sí te gusta jugar… ¿Pero te gusta jugar fuerte o flojito? —inquirió con picardía—. A ver, a ver, demuéstramelo.

Top8: “depende”

—¿Y de qué depende, Top?

Ahora la aportación fue aún más grande, superior al doble de monedas, haciendo que mi tía soltara un gritito, gimiendo y llevándose la mano al sexo nuevamente, esta vez con mayor descaro, antes de manifestar una mezcla de sollozos y sonrisas que acabó en una especie de risita descontrolada. Ya no tenía ninguna duda de que dulce-couplex estaba empezando a pasárselo muy bien.

Top8: “de si me hacen exitar y me animo o no”

—Bueno, ¿de momento te gusta lo que ves? ¿O no te gusta? —sondeó, agarrándose morbosamente el escote de la camiseta para agrandarlo ligeramente, dejando entrever las copas del sostén—. ¿Qué te parece lo que estás viendo?

Top8: “estás muy muy muy buena”

“con q se ponga de pie y te de la espalda .. es + q suficiente jaja”

El postrero comentario hizo que la webcamer volviera a reír, inclinándose hacia delante mientras hacía girar la silla para mostrar la parte trasera de su cuerpo sin necesidad de levantarse.

“enséñale el. ojete verá como la excitas jajaja”

“y asi tal cual ya tiene morbazooo”

—Mira Top, te voy a enseñar una cosita que tengo por aquí a ver si te gusta —se agarró la cintura del pantalón, empezando a deslizarlo hacia abajo para mostrar a cámara parte de la ropa interior blanca que llevaba.

Top8: “esta muy guapo el tanga”

—Pues a ver —susurró, agravando la expresión de su rostro—, a ver si lo mojamos un poquito… —bajó la entonación hasta convertirla casi en inaudible.

Top8: “pero creo que si estuviera ahí no te duraría mucho puesto”

“ese tanguita te lo partia yo”

Carlota, tal y como estaba, se puso de pie, sorprendiéndome al ver cómo se bajaba el pantaloncito tan pronto, haciéndolo acompasadamente, hasta mostrar el culo por completo, provocando que Top8 le regalara un nuevo aluvión de vibraciones en el coño.

Cuando vi cómo mi tía, sin dejar de sollozar, comenzaba a dar saltitos, haciendo que sus cachas tambalearan a medida que aumentaba los decibelios de sus gemidos para acabar dándose un par de nalgadas, no pude más. Excitadísimo al observar lo rápido que parecía estar desatándose, en gran parte seguramente por mi culpa, me rodeé el tronco de la polla con la mano, percibiendo el contundente palpitar de mi venas, al mismo tiempo que ella se agarraba el lush, follándose durante unos breves segundos mientras soltaba ciertos improperios, hasta que cesaron las aportaciones, momento en el que la webcamer se inclinó ligeramente, regalando a cámara un apoteósico encuadre de todo su trasero.

—Uf… qué rico Top —volvió a ponerse de frente mientras introducía una mano dentro de las bragas—. Parece que te gusta el tanguita… —soltó un ligero sollozo mientras tomaba asiento nuevamente, con los pantalones enrollados en mitad de los muslos y la ropa interior ocultando cómo debía estar acariciándose el chochito.

“échale saliva al conejito preciosa”

Top8: “se empezó a mojar?”

—Un poquito, Top —sonrió—, un poquito…

Carlota dejó de tocarse para deslizar los pantalones hasta sus tobillos y, acto seguido, se subió la camiseta ligeramente, mostrando el sostén a juego que aún cubría sus tetas, aprovechando para acariciárselas suavemente.

“los pechos que tiene son muy top, aviso jaja”

Top8: “madre que bonitos”

—¿Te gusta mi modelito? Llevo un conjuntito blanc… —tuvo que dejar la frase a medias para gemir debido a una nueva cuantiosa aportación, comenzando a removerse en la silla para acabar mordiéndose un labio, señal de lo mucho que debía estar empezando a disfrutar—. ¡Ay… Malsion… qué alegría verte!

Extrañamente, llamando poderosamente mi atención, vi cómo se le dibujaba una desbordante sonrisa, aún más alegre de lo habitual si cabe, mientras se inclinaba hacia delante para escribir en el chat.

“ayyyyyyy”

“malsioooooonnnnnn”

“que alegria verteeeeeeeeee”


Malsion: “que tal guapetonaa”

—Muy bien Malsion —contestó sin perder el semblante rebosante de satisfacción—, ¿tú cómo estás? ¡Ay, qué bien verte! —insistió, dejando claro que no era precisamente la primera vez que coincidían.

“déjanos ver ese culazo 10 jeje”

Malsion: “muy bieen”

Malsion: “encantado d ver ese cuerpazo”

—Malsion, que me abandonas siempre —gesticuló con gracia, como si se lo estuviera reprochando jocosamente, antes de soltar una pequeña carcajada—. Me metes unas folladas de decir… me corro tres veces… —rió— y me abandonas.

Por la reacción y las palabras de mi tía dudé si el tal Malsion debía ser uno de los usuarios a los que había hecho referencia en nuestra conversación previa, empezando a despertar mi curiosidad. Miré su perfil, pero no tenía foto.

Malsion: “nooo jajajak cuando se puede”

Malsion: “;P ;P”

“uffff las recuerdo todas ehhhh”

“son increibles”


La webcamer retiró la silla un poco hacia atrás, lo que amplió la imagen que captaba la cámara, exhibiendo su tremenda anatomía, con sus ojos siempre ocultos, comenzando a coquetear claramente mientras se llevaba las manos a ambos pechos, magreándoselos ligeramente, en un gesto de lo más sensual.

“unmmm k cuerpazooo”

“malsion…”

“y hoy es uno de esos…??”


Tras unos segundos de expectación, durante los cuales llegaron varias pequeñas aportaciones sin que nadie escribiera en el chat, que parecía eclipsado por la irrupción de Malsion, por quien dulce-couplex empezaba a evidenciar cierta predilección, al fin volvió a hacerle vibrar el coño, provocando una reacción en Carlota que jamás le había visto durante ninguna de sus emisiones.

—Uf… —soltó un tenue a la vez que profundo suspiro, seguido de una sonrisa repleta de lujuria, como si supiera lo que estaba a punto de pasar, hasta que un nuevo gasto del mismo usuario le sacó una risita histérica—. Uf… Malsion, tú nunca defraudas, joder… Me estoy poniendo hasta nerviosa… —sollozó, exhibiendo una expresión tan morbosa que hizo que notara cómo se me engrandecían las pelotas al mismo tiempo que aumentaba el hormigueo que, desde hacía rato, sentía en la punta de mi verga.

Cuando las activaciones del lush por parte de Malsion se tornaron constantes, el rictus de Carlota se volvió rígido, llevándose un dedo a la boca mientras comenzaba a gemir con cada una de las aportaciones que estaba recibiendo, moviendo la cadera al mismo ritmo de las vibraciones.

—¡Uf! Así, así, Malsion… así, joder…

De repente, el usuario pareció sorprenderla, aumentando desproporcionadamente la cantidad de monedas tan solo por un instante, haciendo que la webcamer pegara un salto de la silla, soltando un pequeño grito y llevándose la mano a las bragas para empezar a acariciarse mientras abría la boca, sin poder evitar deleitarnos con una enorme sonrisa.

“dioooooooos”

“como me encantas ajjaja”


Malsion: “jajajajaja”

Malsion: “como has saltado”

—Eres un cabrón, eh… No me esperaba yo eso, coño… —rio al mismo tiempo que se daba la vuelta para mostrar nuevamente su culazo y alzaba una pierna para que pudiéramos ver cómo deslizaba los dedos por encima de la tela que cubría sus labios vaginales, haciendo que mis fosas nasales comenzaran a husmear el suave tufillo a chochito caliente—. Uf… ahora sí, ahora sí… —suspiró con una tenue voz vagamente temblorosa, poniéndose de rodillas encima de la silla—. Ahora llegó lo bueno…

“madre mia”

“vaya culo, como se nota el gym”

“abretelo con las manos”

“y enseñanos ese agujeri”

“ábrete culazo a 4 porfa”

Una vez contentado el chat, agarrándose una nalga, Malsion volvió a incrementar el gasto de monedas sorpresivamente, provocando que Carlota reaccionara dándose un fuerte azote antes de girarse nuevamente, sollozando de un modo prácticamente descontrolado, pero sin perder la gozosa sonrisa en ningún momento.

“jajajajajajaja”

“malvadoooooo”


Tras escribir en el chat, dulce-couplex se bajó las bragas unos pocos centímetros, dejándolas enrolladas en la parte superior de sus muslos, suficiente para dejarnos ver cómo seguía acariciándose, esta vez sin ropa de por medio, lo que facilitó que pudiera percibir más claramente el evidente olor a coño que ya desprendía la muy puta, mientras tomaba asiento nuevamente, dejando de sonreír para ponerse a gemir, cada vez con más fuerza, al compás de las vibraciones que ya no paró de recibir en ningún momento, todas del mismo usuario.

—¡Cabrón! Qué cachonda me estás poniendo… —confesó, empezando a sollozar con la voz entrecortada mientras se estremecía, sin dejar de mover las piernas, recuperando la sonrisa que parecía de puro placer para acabar agachándose y deslizando las bragas junto a sus pantaloncitos.

¡Uf! Tuve que esforzarme para contener un gemido, sin olvidar que Mario podía pillarnos ante cualquier descuido, cuando vi cómo mi tía, apoyando una mano en la silla para alzar el pompis, se abría de piernas todo lo que le permitía la ropa que tenía alrededor de los tobillos, follándose con el lush frente a la cam.

“que conejo uffff”

—Cabrón… dios, dios, dios… qué gusto… ¡Uh! —aulló sonoramente justo cuando Malsion, concatenando tres aportaciones seguidas de un calibre más que considerable, logró que Carlota se derritiera, empezando a mojar la silla debido a las gotas que literalmente le caían del coño—. ¡Uf! Quieres que me corra, eh… —soltó con tono de reproche, ocultando el evidente deseo que había tras sus palabras mientras se frotaba el clítoris a conciencia, comenzando a convulsionarse.

“se viene el squirtel”

—Dios… que me voy a correr… —sollozó, echando la cabeza hacia atrás, como si estuviera empezando a perder el control—. Me voy a correr —confirmó, soltando un fuerte suspiro antes de cerrar las piernas con cierta desesperación mientras encogía los dedos de los pies, disfrutando del momento, sin dejar de emitir pequeños grititos de aparente éxtasis.

“corretee”

“a ver esos pechos”

De repente, Malsion pausó las aportaciones después de más de cinco minutos seguidos de incontables vibraciones ininterrumpidas, lo que Carlota aprovechó para recomponerse por segundos, recolocándose la camiseta e inclinándose hacia delante para apoyarse en la mesa, permitiendo que todo el chat pudiera apreciar su morboso canalillo.

—Joder, Malsion —suspiró con la respiración aún agitada—. Joder, qué folladas me metes, joder. Uf… joder… me tienes muy, muy cachonda… —confesó mientras esbozaba una sonrisa de auténtica zorra—. Demasiado cachonda, joder… —enfatizó con un hilillo de voz tan sensual que no pude evitar que un tempranero brote de semen empezara a emerger por mi uretra— ¿Me has echado de menos…? —coqueteó como nunca la había visto con ningún otro usuario de la página.

—Uf… —se me escapó un ahogado gemido, llamando la atención de mi tía, que me echó una breve y discreta mirada, la primera desde que había comenzado la emisión, apenas moviendo las cuencas de los ojos.

Malsion: “tengo que recargar :(”

“yo te esperooooo”

“uffff”

“como me tienes jodeeer”


Malsion: “que te tienes que correr jajaja”

Sonriendo después de leer el último mensaje, Carlota, tras recolocarse el pelo ligeramente alborotado, volvió a recostarse sobre el asiento, procurando relajarse, sin dejar de masturbarse a pesar de que nadie más aportaba, supuse que abrumados por la intervención de Malsion.

“no enseñas carita amor??”

—No, carita no la enseño —hizo un inciso—. Madre mía… tengo el coño chorreando… —confesó entre jadeos, disfrutando de las postreras caricias mientras movía la cadera en señal de lo excitadísima que debía estar—. Uf… joder… como siga así me corro… —anunció, alzando la vista para volver a mirarme disimuladamente, esta vez con mayor atención—. ¡Joder! —se quejó en voz lo suficientemente baja como para que me diera la impresión de que solo yo pude oírla, seguramente molesta por descubrir que me estaba pajeando.

De repente, dulce-couplex dejó de tocarse, inclinándose para poner el mute a la emisión e inclinar la cam, que quedó enfocando al teclado. Tras subirse rápidamente las bragas, deshaciéndose de los pantalones e ignorándome por completo, salió del cuarto. Sin saber muy bien cómo reaccionar, vi cómo mi tía regresaba al cabo de unos largos segundos.

—Toma, que hoy no puedes manchar nada —me sorprendió, lanzándome un rollo de papel higiénico.

—¿No te molesta que me la casque? —sonreí tras descubrir que no parecía importarle demasiado mientras me limpiaba el grumo de lefa que se escurría por mi bálano.

—Qué remedio… —puso cara de circunstancias, bajando la vista hacia mi entrepierna—. Igual te la miro un poco a partir de ahora —confesó, transformando su gesto circunspecto para esbozar una incipiente sonrisa repleta de lujuria—, espero que no te moleste —concluyó, mostrando definitivamente una morbosa mueca, lo que provocó que mi cipote respingara.

—Te gusta, eh —solté chulescamente, con el orgullo casi tan hinchado como el miembro viril, mientras observaba cómo no le quitaba ojo.

—No voy a poder separarme de tu tío, porque siempre que nos quedamos a solas no veas cómo se te pone —alargó la mano, haciendo uso de su dedo índice para darme un sorpresivo y sutil toque en el glande, sin lograr que prácticamente se tambaleara debido a lo tremendamente rígida que la tenía.

¿¡Carlota me acababa de tocar la polla!? Sí, la muy puta lo había hecho.

—Uf… —suspiré, desesperadamente cachondo, incorporándome ligeramente para rodearla con un brazo mientras un segundo brote de semen salía de la punta de mi cipote, sujetándola de la parte superior del muslo, justo por debajo del glúteo, lo suficientemente arriba como para que mi dedo pudiera jugar con la costura de su tanga.

¡Zas!

—Se mira pero no se toca.

Aunque no sentí dolor, supongo que debido a que estaba hirviendo en adrenalina, el bofetón de Carlota me bajó los humos, apartando la mano para que ella pudiera dar media vuelta mientras le miraba el culo a medida que se alejaba.

—Si es que me gusta demasiado jugar… —oí, a duras penas, cómo susurraba entre dientes, sacándose la camiseta de regreso al escritorio.

Con el corazón desbocado, inmerso en un mar de dudas, intentando asumir lo que acababa de ocurrir mientras cavilaba las posibles causas de que la novia de mi tío se hubiera comportado como una auténtica zorra, dándome un golpecito en el rabo, prosiguió la emisión, incapaz de imaginar lo que aún faltaba por llegar.

En cuanto dulce-couplex alzó la cam, volviendo a conectar el audio, Malsion prosiguió justo donde lo había dejado, continuando con el desorbitado gasto de monedas para provocar los inmediatos gemidos femeninos mientras ella tomaba asiento, sobándose una vez más por encima de las bragas.

“muestranos mas cielo”

“fuera tanguita bebe”

Viendo cómo Carlota aumentaba progresivamente la presión que ejercía sobre su raja, mientras no dejaba de mover las piernas, restregándose los muslos entre sí, sin parar de balbucear ciertos improperios cada vez que Malsion subía la potencia de las vibraciones, comenzando a sufrir significativos espasmos, no tuve ninguna duda de que no tardaría en volver a estar al borde del orgasmo.

“a 4 en esa silla tesoro”

“correte en el tanga, empapaloooo”

—Joder… tengo que tocarme… uf… necesito tocarme… —confesó, sollozando melosamente antes de lamerse los dedos para terminar colándolos en el interior de su prenda íntima.

Mi tía empezó a gemir contundentemente, sin dejar de mover la muñeca, provocándose los evidentes temblores que recorrieron todo su cuerpazo. No tardó en levantarse, colocándose de espaldas para subir un pie al escritorio y retirar la tira del tanga a un costado, mostrando cómo se le abría el empapado coño antes de deslizar los dedos entre sus pliegues, hasta acabar introduciéndoselos en el estrecho agujerito, dándose unas buenas sacudidas. Estaba tan húmeda que el más que sonoro chapaleo se escuchó claramente por encima de sus propios jadeos.

“joder”

“y ese coñito uffff”

“me tienes un pollom que te iva a fliparr”

Top8: “lo que haces de apartarte el tanguita y meterte los dedos en el coñito puff que rico”

“chup chup de tu coño lo mejor”

“mmm q rico suena”

“impresionante”

—Uf… lo tengo empapado —aseguró mientras tomaba asiento nuevamente, sin que Malsion detuviera las incontables vibraciones en ningún momento.

“mmm puedes meter un dedito y mostrar lo mojada que estás”

“me la tienes to dura”

—Estoy mojando el ordenador —reveló, entre risas, mientras terminaba de escribir en el chat, teniendo que hacer uso de un pañuelo de papel para limpiar el hilillo de flujo vaginal que quedó colgando en el teclado, confirmando cómo estaba.

“chorreandoooo”

Y, tras mostrar los dedos empapados, la muy guarra se los chupó frente a la cam, saboreando sus propios fluidos.

“joder, q dura me la estás poniendo”

“tienes ganas de follarte a un chico que no sea el tuyo??”

—Uf… me encantaría… —susurró, lo suficientemente bajo como para dar la impresión de estar confesando un pecado, provocando que mi excitación se sobrecargara, sintiendo cómo se me empezaban a constreñir los testículos mientras se le escapaba una medio sonrisa, volviendo a sollozar al meter nuevamente la mano dentro de las bragas—. Y a Malsion el primero —aseguró entre gemidos, con una expresión tan severa que no tuve ninguna duda de que hablaba en serio.

¡Joder! No pude evitar preguntarme si al final sería posible verla alguna vez en un real, poniéndole los cuernos a mi tío. Ahora me parecía menos improbable, sintiendo cómo se me enardecía la polla hasta límites insospechados, teniendo que dejar de tocarme si no quería explotar imaginándome cómo sería ver a Carlota dejándose follar por algún desconocido del chat.

“creo que malsion se merece ver tu coñito, no??”

dulce-couplex se agarró el tanga por los costados, deslizándolo lentamente por sus preciosas piernas, deshaciéndose de la ropa interior definitivamente, quedándose completamente desnuda de cintura para abajo.

—Ahora, al suelo —me sorprendió, apartando la silla para colocar una toalla que tenía previamente preparada—. Me quiero correr —anunció a la cam mientras cogía el portátil y lo bajada al piso justo en el momento que la imagen de mi móvil se tornó negra.

Aunque no sabía si era algo que hacía habitualmente en los privados, estaba claro que era la primera vez que la iba a ver tan espatarrada, con la espalda cómodamente apoyada en la pared mientras le destrozaban el coño a base de interminables vibraciones del lush.

—Uf… —volví a sollozar, procurando contener los decibelios al tiempo que evitaba agarrarme el cipote, que lo tenía extremadamente sensible, sin dejar de palpitarme, ahora tapándome parte de la visión de mi tía, así que tuve que usar los codos para alzarme ligeramente, descubriendo que la muy zorra me estaba mirando mientras alargaba un brazo para hacerse con el dildo.

Tras darle una contundente chupadita al glande de plástico sin apartar la vista de mi tambaleante miembro, lo encaró entre sus piernas, metiéndoselo con avidez mientras no paraba de jadear, hasta acabar cerrando los ojos. Me dio la impresión de que su cuerpo perdía cierta altura a medida que inclinaba el pompis para darse más placer y que, si no estaba mostrando la cara, poco debía faltarle, acelerándome las pulsaciones.

“cuidado dulce”

Tras avisarla desde el chat, ella misma confirmó mis sospechas en cuanto alzó los párpados, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo y reaccionando rápidamente para encorvarse hacia la cam, bajándola ligeramente, antes de seguir follándose como si nada.

—Dios, dios, dios… voy a explotar…

Cuando mi tía, totalmente desinhibida, alzó ambas piernas, apoyando una en la silla y la otra en el escritorio para abrirse completamente, no pude más. Con el ya contundente hedor de su coño impregnando mis fosas nasales, me volví a agarrar la polla, sintiendo inmediatamente el espasmo que recorrió todo mi ser, provocándome el latigazo en los huevos que desató el placer que subió por todo el venoso tronco que me estaba jalando, preludio de la inmensa corrida que se avecinaba.

—¡Ah, ah! Dios… —sollozó Carlota entre gemidos y pequeños grititos, mientras no dejaba de follarse con el pollón de goma al mismo tiempo que Malsion no cesaba en hacerle vibrar el chocho—. Me corro, me corro, me corro, chicos… ¡Ah, me corro! —chilló mientras un acuoso y blanquecino reguero resbalaba por sus labios vaginales, anunciando lo que estaba a punto de ocurrir.

Procurando silenciar mi placer, abrí la boca para jadear sigilosamente al aire, envolviendo mi sensible y rechoncho bálano con una gran cantidad de papel higiénico mientras me daba las últimas sacudidas, disfrutando de la impresionante visión de dulce-couplex, cuando sentí la contundente potencia de mi eyaculación, comenzando a dar golpes de cadera, imaginándome que estaba inseminando a la novia de mi tío, hasta que inevitablemente el cuantioso esperma caló el adsorbente envoltorio, manchándome toda la mano.

—¡Ah! —gimió ella con estridencia, sacándose el dildo de golpe para que un chorretón saliera disparado de su coño, alcanzando el orgasmo con un squirt que empapó la toalla y parte del suelo al mismo tiempo que alzaba los pies, quedándose bien abierta con las patas al aire mientras repetía el gesto, metiéndose y sacándose el consolador en un único movimiento brusco, exprimiendo al máximo el placer de la corrida hasta que, al cuarto intento consecutivo, sin que el lush hubiera dejado de vibrar en ningún momento, volvió a explotar con un nuevo caño.

Finalmente, bajando las piernas mientras se restregaba sensualmente el tronco de la polla realística contra el empapado sexo, Carlota pareció quedarse satisfecha.

—Ya, ya, ya… Mals…

Pero no le dio tiempo a acabar la frase solicitando que el usuario detuviera las aportaciones, cuando, a pesar del reciente orgasmo, volvió a meterse el consolador para seguir follándose justo en el momento que Malsion dejó de activar el lush—. Ah, ah… sigue, sigue… —pareció cambiar de opinión, recuperando los gemidos nuevamente—. Ah… sigue, que sigo cachonda… Dios… me quiero correr otra vez… —confesó.

“follate con el pollón y dale de comer a ese conejo”

Malsion: “espera q estoy a cero”

Instintivamente supe que era mi momento. Con mi tía totalmente descontrolada, seguramente deseosa de rabo, ahora sí estaba absolutamente convencido de que no le haría ascos al mío. A pesar de haberme corrido hacia tan solo unos segundos, sentía cómo mi miembro viril se revitalizaba rápidamente, recuperando gran parte de la dureza y tamaño que apenas había perdido.

Observando la desnudez de sus excelsas piernas, deseé volver a sobarla. El recuerdo del breve tacto de su muslo y el roce de sus braguitas hizo que se me acabara de empalmar definitivamente. Recorrí su cuerpo con la mirada, sintiendo la necesidad de que Carlota volviera a tocarme, imaginando que me agarraba la polla con su pequeña mano, incapaz de rodeármela por completo, lo que hizo que las venas se me hincharan, marcándose una vez más contundentemente a lo largo de todo mi tronco.

Cuando alcé la vista y contemplé cómo me miraba, percibí el deseo en sus ojos. Me aferré el cipote, encarándolo hacia mi tía y la oí gemir, observando cómo empezaba a mamar el dildo sin perder detalle de mi hombría. ¡Uf! Puse un pie a tierra, a punto de levantarme para acercarme a la webcamer. Quería metérsela en la boca y reventarle la garganta, tal y como ella debía estar deseando. Pero me detuve. Me imaginé a Mario haciéndose una pajilla, oculto en los lavabos del parque de ambulancias, observando todo lo que estaba ocurriendo y me vi obligado a controlarme. Juro que en ese momento es lo único que me retenía.

“se ve carita en privi?”

—Se ha visto un poquito, un poquito… —reafirmó mis sospechas justo cuando Malsion regresó, recuperando el ritmo constante con el que la había llevado al éxtasis—. Uf… dale caña… —sollozó, volviendo a restregarse la polla de plástico entre los pegajosos labios vaginales antes de alzar las piernas nuevamente, comenzando a follarse una vez más.

Con el resto de la sala reiteradamente en un segundo plano, en esta ocasión el aparente viejo amigo de dulce-couplex no necesitó mucho más de un par de minutos para que, tras lograr que la habitación quedara anegada de un desproporcionado sonido de chapoteo debido a los incesantes roces de la goma con la encharcada vagina, el coño de la webcamer comenzara a chorrear.

—Dios, dios, dios… estoy a puntito de correrme, ¡eh! Si sigues así me corro otra vez… —empezó a negar con la cabeza, mostrando una leve sonrisa repleta de picardía—. Me corro…

Y acto seguido, se sacó el dildo, volviendo a estallar con un nuevo chorretón, repitiendo el gesto de la anterior corrida, quedándose con las piernas abiertas en el aire, sin dejar de gemir, mientras movía ligeramente la cadera antes de meterse y sacarse la polla nuevamente, provocándose otro squirt prácticamente seguido. Mas, tras reposar los pies en el suelo, ahora sí aparentemente satisfecha, pasaron apenas unos segundos cuando una nueva vibración de Malsion, le transformó el rostro, impulsándola a seguir follándose, separando aún más los muslos, que comenzaron a temblarle incontroladamente.

—¿Quieres más? —sonrió—. Hoy estoy juguetona… —confesó con carita de zorra, provocándome un placentero picor en la punta del cipote.

Esta vez Malsion requirió menos de un minuto para sacarle otros tres nuevos squirts, uno tras otro, rematando una sesión de sexo que me pareció absolutamente increíble.

Puedo asegurar que jamás había visto a la webcamer tan descontrolada. Y no habían sido pocas las veces que la había pillado emitiendo, aunque hubiera presenciado escasos privados. Mas, no pensé que pudiera llegar a estar más cachonda que el día de mi cumpleaños, corriéndose en abierto para todo el mundo, o la primera vez que estuve de cuerpo presente en un stream, permitiendo que me masturbara delante de ella.

Mas no fue hasta ese instante cuando me imaginé lo que mi tía debía sentir con un usuario como Malsion. ¿Cuántos orgasmos había conseguido provocarle? Había perdido la cuenta. No me extrañaba que Carlota pudiera llegar a sentir cierta curiosidad por follar con alguien capaz de inducirle tanto placer. Solo por las expectativas ya debían humedecérsele las braguitas. Aunque en el fondo suponía que no debía ser más que un acaudalado desconocido con pasta suficiente como para comprar muchas monedas.

—Esto por abandonarme tanto tiempo, que lo sepas —le recriminó con gracia en un momento de relax, mostrando una sonrisa que denotaba su satisfacción, sin dejar de acariciarse, deslizando los dedos a lo largo de todo su coño, aún abierta de piernas frente a la cam.

“quítate el suje please”

“que buena esta…”

“y si la vieseis la cara… flipaa---”

“déjanos ver esas tetitas”

Malsion: “después me subes la privada??”

—¿Para qué? —rió—. No enseño la cara, Malsion.

A esas alturas ya no tenía ninguna duda de la complicidad existente entre los dos, así que comencé a sospechar si mi tía habría mostrado el rostro alguna vez, incrementando el precio del privado por ejemplo, tal y como acababa de insinuar. Solo de pensarlo, imaginando lo desatada que habría tenido que llegar a estar para que eso ocurriera, hizo que se me escapara un nuevo gargajo de semen.

“quítate el suje”

Malsion: “bueno pa la cabalgada así como tu haces”

—Sí, eso sí, Malsion —sonrió mientras se inclinaba hacia delante, poniéndose de rodillas—. Me voy a quitar el suje, ¿vale? —anunció, deshaciéndose de la única prenda que le quedaba para acabar quedándose completamente desnuda, permitiéndonos ver sus preciosas berzas y cómo tenía los pezones totalmente erectos.

“me flipan tus tetas, dios”

“mmmm”

Top8: “qué tremenda estás”

“tengo la polla hinchadísima”

—Uf… Malsion… —gimió su nombre en cuanto volvió a sentir sus monedas, agarrándose un pecho para magreárselo.

“con cada gemido se me hincha más”

Malsion: “me tienes tumbado en el suelo ya jaja”

—Aguanta un poco —rio, recuperando el dildo para empezar a lamerlo antes de usar un poco de saliva con la intención de mojar la base, adhiriéndolo al suelo.

Cuando vi a Carlota, después de dedicarme una extraña mirada furtiva, poniéndose a cuatro patas para colocarse encima del consolador a medida que separaba los muslos y usaba una mano para encarar la polla de plástico hacia su coño, soltando un sonoro gemido de placer en cuanto bajó el cuerpo, hincándosela, momento en el que retornaron las constantes vibraciones del lush, no pude evitar soltar un bufido. Procuré hacerlo lo más flojo posible, con la esperanza de que quedara oculto a los oídos de mi tío, entre los jadeos de su novia, mientras se reclinada hacia atrás, cabalgando el dildo al mismo tiempo que se frotaba el clítoris y dejaba que sus liberados melones botaran frente a la webcam. Jamás se me olvidará esa imagen tan tremendamente espectacular.

Malsion: “sube la privi”

Esta vez, la insistencia de Malsion tan solo recibió un suspiro de gozo como contestación, desbordando mis expectativas cuando dulce-couplex se inclinó hacia el portátil, aumentando el precio de la entrada al doble de monedas. ¿Iba a mostrar el rostro? No me lo podía creer.

Malsion: “aleja la cam”

—No, Malsion… —se negó entre jadeos de evidente placer, justo en el momento que el usuario dejó de activar el lush—. Ah… Oh… Ah… —continuó sollozando, sin dejar de masturbarse mientras seguía brincando, subiendo y bajando a lo largo del dildo—. Uf… ¡no me dejes así, joder! —clamó.

Malsion: “como?”

—¡Uf! —resopló—. Cachonda como una… —no pudo evitar una risa nerviosa—. Cachonda como una mona… —confesó, echando las dos manos hacia atrás para apoyarse en el suelo, reclinándose y haciendo que todo su cuerpo bajara considerablemente, tal vez más de lo debido.

“uffffffff”

“estas con carita?”

Al igual que los usuarios que no habían entrado al privado, eso mismo me pregunté yo, demasiado alterado por lo que estaba ocurriendo. El corazón me latía tan rápido que creí que me iba a desmayar. ¿La puta de Carlota estaba enseñando el rostro por internet mientras se masturbaba metiéndose en el coño un dildo en forma de polla realística mucho más grande que la pequeña picha de mi tío?

“haber esa carita de placer cariñoo :*:*:*”

Malsion: “quiero gafiiis”

—Uhm… —soltó un contundente gemido, acompañado de una morbosa risita, mientras se salía del dildo, volviendo a ponerse a cuatro patas para bajar el torso, ahora sí, mostrando claramente su preciosa fisonomía a la cámara.

—Uf… —resoplé, loco de placer al imaginar cómo tenía que estar Carlota, sintiendo cómo se me volvían a constreñir los testículos, teniendo que improvisar rápidamente para contener la inminente eyaculación mientras observaba a mi tía sacando la lengua antes de llevarse un dedo a la boca para acabar chupándoselo.

—Un poquito, un poquito… —sonrió, amasándose ambas tetas que, en esa postura, le colgaban como dos grandes alforjas, mientras gesticulaba coquetamente, haciendo ojitos a los pobres desgraciados que habían tenido que pagar para verla.

“madre mia entre la lenguita y las gafitas”

“vas a hacer que reviente”

“te comooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo”

Esta vez no me dio tiempo a pillar el papel y el primer chorro de semen salió disparado, cayendo sobre la cama. El revuelo que formé alteró a Carlota, que tuvo que apartarse de la webcam para ver lo que ocurría, pudiendo terminar de correrme, ya con la contención alrededor del glande, mientras tenía toda su atención, mirándonos ambos a los ojos. ¡Joder, qué puto placer sentí disfrutando de lo tremendamente buena que estaba la novia de mi tío!

“a ver esa cara otra vez bombonnnnnn”

—¡Uhm, dios! —soltó un bufido, dejando de observarme en cuanto Malsion reanudó las aportaciones, volviendo a concentrarse en la emisión, acariciándose el coño mientras gemía como una cerda y usaba el lush para masturbarse.

Top8: “un poquito más dulce :)”

—No os paséis… —sonrió ligeramente, inclinándose nuevamente para volver a exhibir sus preciosas facciones durante unos breves segundos—. Uhm… no puedo más, eh… —acabó riendo, alzándose para ocultar su rostro y proseguir con la cabalgada sobre el dildo.

“así, con la polla m,etida hasta los huevos”

Malsion: “subete la cam qe vea como disfrutas”

“en vez de subir la cam baja tú hasta los huevos”

Pero esta vez, sin parar de masajearse el clítoris mientras Malsion volvía a estimularle el interior de la vagina, Carlota procuró dejar sus gafas de pasta fuera del encuadre.

—¡Dios, que me voy a correr otra vez! Como sigas así me corro…

Malsion: “sube la cam”

—No, Malsion… no puedo…

Y tan solo medio minuto después de su última negativa, dulce-couplex volvió a echar las manos hacia atrás, separando aún más los muslos mientras levantaba la cadera, quedándose casi reclinada de espaldas, con la cabeza alzada para que la captara bien la cámara, poniendo cara de auténtica puta, sabedora de que estaba mostrando el rostro a todos los que habían entrado al privado, mientras engullía toda la polla de goma, anclada en el suelo, por cuyos huevos comenzaban a deslizarse los viscosos fluidos que emanaban de su coño.

Verla así de zorra, exhibiéndose completamente frente a la cam, seguramente ya capaz de cualquier cosa, hizo que mi húmeda verga, que reposaba en un buen estado morcillón sobre mi vientre tras mi segunda corrida, empezara a revitalizarse.

—Uh… —sollozó, comenzando a convulsionarse—. Voy a ponerme cómoda, ¿vale? —anunció, juntando las rodillas para poder elevar el torso, saliéndose de la polla que tenía insertada—. Me quiero correr —enfatizó, asiendo el dildo para despegarlo—. ¡Dios, dios, que me corro! —se llevó sorpresivamente una mano a la entrepierna, incapaz de evitar el orgasmo a medida que, de cuclillas, el chocho se le hacía agua, literalmente, soltando un continuado chorro al mismo tiempo que comenzaba a masturbarse con frenesí, explotando violentamente— ¡Me corro, me corro, me corro! —no dejó de hipar los largos segundos que le duró el éxtasis.

“diooooos mioooooooo”

“creo que no me he corrido tantas veces por aqui en mi vidaaaaaaaa”


Top8: “jajajaja te has corrido sin poder evitarlo!”

“siii Top”

“corridon”

“espectacular como siempre”

“malsion eres un puto maquina ajajajja”

“me encantas joder”

“!!!!!”


“joder, dulce! he sacado pocos pañuelos para lo que ha pasado jajaja”

—¿Te has pegado una buena corrida? —rio mientras se recomponía, cubriéndose con la camiseta y recuperando las bragas.

“sí, guapa”

“hombre, como para no correrse”

“ha sido genial, como siempre”

—¿Y tú, Malsion? —inquirió mientras se alzaba, volviendo al escritorio.

Pero la única respuesta que recibió fue en forma de monedas mientras la mayoría de usuarios, supongo que tras haberse quedado secos al concluir la paja, iban abandonando la sala, imaginando que la emisión había concluido.

Carlota comenzó a hacer aspavientos debido a las nuevas y otra vez constantes vibraciones, pues debía tener el chochito muy, muy sensible.

—Malsion —se puso seria—, eres un follador nato —mostró su preciosa sonrisa para acabar con una ligera risita que no tardó en tornarse en nuevos gemidos—. ¡Malsion, mi coño! —se quejó, retorciéndose.

“madre mia que bombon”

De repente, el muy cabrón inició una serie de aportaciones con una cantidad de monedas desorbitada, también de un modo constante, haciendo que mi tía se sulfurara, alzándose para volver a girarse y subir una pierna al escritorio, mostrando toda su rajita, que parecía inflamada, aún cubierta por el tanga, mientras empezaba a azotarse una nalga, sin dejar de menear el culo, gimiendo como una cerda. Daba la impresión de que llegaba el colofón final y mi polla, recuperándose por completo, no estaba dispuesta a perdérselo.

—Como sigas así me corro, eh… —se giró para hablar a la cámara—. Como sigas así me corro… —sollozó casi lastimosamente—. Te juro que me corro como sigas así… —negó con la cabeza, como si ella misma no se lo pudiera creer.

Malsion: “de eso se trata jajaj”

—Uh… cómo te echaba de menos Malsion —sonrió, colando las manos bajo la camiseta para subírsela hasta las tetas, magreándoselas, antes de sentarse nuevamente, reclinándose en la silla y alzando ambos pies, colocándolos sobre la mesa y quedándose bien abierta mientras balbuceaba de forma ininteligible antes de retirar la tela de la braga a un costado para comenzar a follarse con el lush.

Cuando dulce-couplex me miró, pudiendo comprobar que mi cipote ya se mostraba nuevamente erguido en su máxima expresión, pajeándome apuntando hacia ella, se estiró en dirección al portátil.

—Corridita para ti, en exclusiva —indicó, subiendo el precio del privado a una cantidad de monedas desproporcionada a la que lógicamente solo Malsion podía acceder.

No pude evitar soltar un sonoro bufido, ya dándome igual mi tío, al ser consciente de que Carlota sabía que esa exclusividad me incluía. Instintivamente me levanté de la cama, demasiado cachondo como para controlarme.

—Me corro… —sollozó ella, con el rostro desencajado mientras movía el cuello de un lado a otro, negando nuevamente—. Me corro ya… —aseguró, sin dejar de frotarse el clítoris—. ¡Uh! Me corro, me corro…

La muy zorra echó la cabeza hacia atrás durante unos segundos, parecía que derritiéndose de gusto, mordiéndose un labio, antes de dejar caer todo su cuerpo, volviendo a mirar a cámara con una expresión lasciva que ya comenzaba a reconocer. No había duda de que estaba dejando que Malsion le viera la cara para que contemplara cómo gozaba, apretando los dientes, entre gemido y gemido, cuando comenzó a convulsionarse.

—Me corro, me corro, ahora sí que me corro… —chilló, aumentando frenéticamente los roces contra su coño antes de alzarse para deshacerse de las bragas.

Agarrando el lush para follarse, no tardó ni cinco segundos en soltar un nuevo squirt, sacándose el vibrador del interior de la vagina para sentirlo en el clítoris, pues Malsion no paraba de activarlo.

—¡Dios! Me acabo de correr, por favor… —pareció pedir clemencia, pero nada hacía detener al maldito usuario, que aún aumentó el gasto —¡Ya me corrí! —insistió, casi con desesperación, volviendo a balbucear entre dientes, sin que ni quiera yo llegara a entender lo que decía.

“dioooooooooos”

“que corrrridaaaaaaaaa”

“meee estas torturando el coñooooooooooo”


Y tras escribir en el chat, logrando que Malsion al fin se detuviera, mi tía volvió a reclinarse, subiendo los pies a la mesa, bien abierta de piernas, para seguir jugando a meterse y sacarse el inactivo lush, ahora pausadamente, mientras desviaba la mirada.

—¡Uh! ¡Dios, qué gusto! —me confesó en cuanto nuestros ojos se cruzaron, bajando lentamente la atención hacia mi entrepierna a medida que aumentaba el ritmo con el que se follaba, explotando finalmente mientras contemplaba cómo me pajeaba frente a ella—. ¡Uf! Uf… —tensionó el rostro, sacando un segundo reguero prácticamente seguido, ahora más pequeño, sin apartar la mirada de mi mano, con la que no dejaba de deslizar la piel de mi polla—. Uh… ¡Uh! —acabó soltando un sonoro chillido cuando terminó la serie con un último squirt, relajándose finalmente mientras bajaba los pies al suelo y emitía los postreros gemidos y sollozos.

Malsion: “corridooon jajaja”

Malsion: “y corridon el q t echaria yo en laa bocaa”

Pero el que se corrió fui yo, ya totalmente despreocupado, sacudiéndome el rabo con tanta violencia que mis pelotas bambolearon, golpeándome en los muslos, mientras percibía claramente el fuerte pestazo a polla que estaba emanando, cuando lancé un primer chorreón de semen que salió disparado en dirección a Carlota, cayendo frente a sus pies.

Ella, viendo el percal, reaccionó rápido, cerrando la emisión de golpe mientras yo comenzaba a soltarme, disfrutando del orgasmo sin ataduras, pudiendo gemir a gusto a medida que seguía eyaculando, aún en abundancia aunque ya no tan copiosamente, exprimiéndome bien los huevos y terminando de manchar el suelo, en el que se acabó formando una pastosa mezcla entre mi leche y todos los fluidos de las numerosas corridas de la novia de mi tío Mario.

—Uf… Carlo… —la llamé cariñosamente, aún meneándomela delante de ella, sintiendo el doloroso pinchado en mis vaciadas gónadas y el molesto escozor en la punta de la polla, aún morcillona.

—Joder, vístete —indicó, poniéndose las bragas antes de recoger el resto de ropa esparcida por el cuarto—. ¡Madre mía, tu tío…! Tenemos que limpiar todo esto.

Pasados los instantes iniciales de euforia por mi parte, comencé a entrar en razón, preguntándome cuando me caería la bronca mientras ayudaba a Carlota a borrar las pruebas de lo sucedido para que Mario no pudiera sospechar nada.

Por mucho que lo deseara, comprendí que solo la idea de follarme a mi tía era una auténtica locura. Aún habiéndose dado todas las circunstancias para que ocurriera era un imposible, pues su pareja nos estaba observando durante la emisión y… Bueno, supongo que, al fin y al cabo, ella tampoco hubiera estado dispuesta, por muy guarra que se hubiera puesto.

—Lo siento, no sé que me ha pasado —me sorprendió, mostrando su arrepentimiento, sin alzar la vista de sus quehaceres.

—¿Por? —me detuve, dudando a qué se refería.

—No debí… —parecía costarle, girando el cuello para mirarme—. No debí tocártela… —concluyó, haciéndome sonreír.

—Te ha pasado que te has puesto muy cachonda —marqué más la sonrisa, liberado al comprobar que no iba a haber reprimenda, sino todo lo contrario, como si mi tía se estuviera echando la culpa por lo sucedido.

—Demasiado… —frunció el ceño.

—Ya te he visto… —indiqué con cierta malicia, percibiendo cómo mi entrepierna comenzaba a reactivarse.

—Uf… —suspiró, mordiéndose un labio—. Maldito Malsion… —rio, más relajada.

—Digo yo que no todo el mérito será suyo… —bromeé, envalentonándome.

—¿Qué insinúas, guapo? —dibujó una leve sonrisa.

—¿Te recuerdo cómo me la mirabas? —me arriesgué, sintiendo la nueva erección que se habría pasa dentro de mis pantalones a medida que los latidos del corazón me retumbaban en el pecho.

—¡Anda ya! —carcajeó, restándole importancia—. Sabes que me excita que me vean y… ¡yo no tengo la culpa de que tú estuvieras presente! —indicó con gracia.

—Pues no recuerdo que me la tocaras la otra vez —la piqué maliciosamente.

—Me habrá hecho gracia que ya no seas virgen —me sacó la lengua—. Ahora eres todo un machote y quería comprobarlo —bromeó, poniendo una mueca que me pareció tremendamente lujuriosa.

—Lo que pasa es que te gusta mi polla —solté ya con total desfachatez, agarrándome el paquete para sentir la colosal virulencia con la que pretendía destrozar la prenda que a duras penas lo retenía—. Y te pone muy, muy, muy cachonda que me la saque cuando estás zorreando por internet —comencé a bajarme la cremallera.

—Eres un hijo de puta —balbuceó, poniéndose seria para comenzar a caminar hacia mí—. Y tienes razón —llegó a mi altura, sujetándome las manos para apartarlas de mi bragueta—, me pone muy cerda tu pedazo de polla —me agarró el cierre, sin poder evitar que sus dedos rozaran sutilmente mi paquete—. Y precisamente por eso no puede volver a pasar —concluyó, comenzando a subirme la cremallera.

Me quedé inmóvil, sin palabras. Estaba confuso, tan excitado como decepcionado, incapaz de reaccionar.

—¿Te crees que no me fijé cuando entraste a mi habitación en la casa de tus abuelos? —prosiguió—. Ibas a reventar los pantalones.

—¿Por eso estabas tan cachonda aquella noche? —rememoré la vez que descubrí su identidad, sonriendo al recordar que pensé que era imposible que no se hubiera percatado de mi erección.

—Yo no he dicho eso… ¡y ya vale! —quiso cortar la conversación, apartándose de mí.

—Entonces, ¿no me vas a dejar que participe en una de tus emisiones? —insistí, provocándole una carcajada.

—Igual lo hago con Malsion… —me sonrió, poniendo cara de zorra—. ¿No es lo que querías?

—Qué hija de puta… —susurré por lo bajo mientras la veía alejarse, dejándome nuevamente cachondísimo.

Cuando el hermano de mi madre llegó de trabajar, yo ya estaba en mi cuarto, haciéndome el dormido después de haberme hecho una postrera paja rememorando lo ocurrido esa misma noche, sin poder quitarme de la cabeza que a Carlota le ponía mi rabo. Pensé que les oiría follando, pero solo escuché vagas conversaciones, como si estuvieran discutiendo. ¿Mario habría notado algo? Intranquilo por las consecuencias que aquello pudiera tener, me costó conciliar el sueño.

Tras el fin de semana en casa de mis tíos, las emisiones de dulce-couplex se volvieron mucho más esporádicas, temiéndome lo peor. Inicialmente quise creer que sería circunstancial, pero algo me decía que tarde o temprano iba a dejar de verla.

Apartando eso a un lado, con la permanente sensación de magnificencia después de haber perdido la virginidad, como si llevara un cartel que indicara mi nuevo status y me hiciera irracionalmente más atractivo a las mujeres, llegó el primer día de clase tras las vacaciones estivales.

—¡Hola, eh! —vino a saludarme expresamente Yamilka, la compañera a la que dejé con el calentón en la fiesta de mi anterior aniversario.

—¿Ya vuelves a hablarme? —indiqué jocosamente, pues nunca habíamos dejado de llevarnos bien y solíamos bromear con lo sucedido.

—¿Dónde has estado este año? No has celebrado tu cumple. Yo que pensaba perdonarte… —rio.

—He estado unos días por Madrid.

—¿Y qué se te ha perdido por ahí?

—Una mujer —forcé una expresión chulesca, provocando las carcajadas femeninas.

—Una mujer soy yo, papi —replicó con gracia, asiéndome una mano para colocarla en una de sus protuberantes caderas.

—No me calientes si luego no me vas a dejar que te folle… —estiré el brazo, deslizándome por su pedazo de nalga, procurando estrujársela.

—Estaremos empate —me sonrió, dejándose meter mano.

Quería volver a follar. Y Yamilka era una cuenta pendiente. Sentí cómo se me exaltaba la polla, deseoso de metérsela a esa zorra. Le devolví la sonrisa, empujándole el culazo para atraerla hacia mí, haciendo que sus tetas se aplastaran contra mi cuerpo y que mi paquete se clavara en su bajo vientre.

—En los baños, después de clase —le indiqué con prepotencia.

—¡Sí, claro! —se quejó, pero sin apartarse, permitiendo que le restregara toda mi hombría gracias al ligero movimiento de mi pelvis.

—Y te meto todo esto, que lo estás deseando… —le susurré, muy cerca del oído.

—Quién sabe…

Ahora fue ella la que se frotó contra mi pubis, dándose un último festín al tiempo que soltaba un suave sollozo antes de apartarse, alejándose definitivamente mientras la observaba, cachondo perdido, sabedor de que estaba a punto de echar mi segundo polvo.

A última hora me encontraba oculto en uno de los lavabos, esperando a Yamilka, cuando un grupo de chicas de primero entró a los baños.

—¿Habéis oído lo de El Perla? —inquirió una de ellas.

—¿Lo de que le han plantado cara dices?

—Yo he oído que ha habido una pelea.

—Y que le han dado su merecido —añadió otra—. ¡Muy fuerte, chochos!

—¡Sí! —rieron.

—¿Sabéis quién ha sido?

—Dicen que el chaval aquel al que buscaba…

—¿El tío bueno ese de segundo?

—¿¡Miki!?

—Sí, ese…

—¡Oh, mi crush!

Mientras las oía cuchichear entre continuas guasas y risas, no pude sentirme más orgulloso al descubrir que, al parecer, estaba bastante bien considerado entre las chicas.

—¿Y esa sonrisa? —me preguntó Yamilka cuando le abrí la puerta de mi escondite.

—Porque sabía que vendrías —la agarré del cuello, introduciéndola bruscamente dentro del pequeño habitáculo.

Sin darle tiempo a contestar, le comí la boca, percibiendo su permisiva reacción, saboreándonos mutuamente mientras le estrujaba una de sus tremendas tetas.

—¡Ah, hijo de puta! —se quejó, mordiéndome un labio—. Qué caliente me pones…

Mientras pensaba graciosamente si todos mis polvos acabarían siendo en sucios lavabos públicos, comencé a notar sus dedos hurgando entre mis piernas, amasándome el paquete, que ya lo tenía a punto de reventar, antes de bajarme la cremallera, colando una mano para intentar sacarme la polla por la pequeña abertura. Misión imposible.

—Tienes la vergota demasiado grande… —jadeaba en mi boca, haciéndome sentir su cálido aliento mientras tiraba de mi vara de hierro, incapaz de sortear la prenda donde se enganchaba una y otra vez.

—Espera…

A partir de ahí todo pasó demasiado rápido, actuando instintivamente, sin pensar. Primero tiré de su blusa, rompiéndole algunos botones para abrírsela, liberando sus enormes melones, aún cubiertos por el sostén. Mientras la volteaba, me bajé los pantalones, pudiendo sacar mi verga a medida que ella se deshacía de sus tejanos y retiraba la tela de sus bragas hacia un costado. Tan solo unos segundos después me la estaba follando, a pelo, colando las manos bajo las copas del sujetador para agarrarle las tetazas mientras hacía chocar mi pubis contra sus morochas nalgas, embistiéndola salvajemente, cada vez con más fuerza, hasta que tuve que taparle la puta boca cuando sus gritos comenzaron a ser demasiado escandalosos.

—¿Hay alguien ahí? —pude oír al conserje mientras nuestros cuerpos, inmóviles, temblaban de excitación, jadeantes y deseosos de continuar follando.

—Chis… —le susurré, procurando calmarla al escuchar cómo comenzaba a gimotear a medida que movía el pompis, buscando el placer de mi penetración.

—Sigue… fóllame…

—Eres una puta zorra —la insulté en cuanto oí cómo cerraban la puerta, dándole un fuerte empellón, estampándola sin querer contra la pared del lavabo.

Cuando la así del pelo, incorporándola, le arqueé la espalda, permitiendo que mis pelotas rebotaran contra sus muslos, metiéndosela hasta las entrañas, momento en el que ella comenzó a gemir desaforadamente, sintiendo cómo todo su cuerpo se estremecía, corriéndose de gusto.

Aún tengo grabada en mi mente la excitante imagen del enorme culo de Yamilka lleno de mi abundante lefa. Por desgracia, también recuerdo el susto cuando se le retrasó el periodo.

Durante los siguientes meses estuve tentado de escribir a Carlota en varias ocasiones, pero el temor a descubrir que había dejado de emitir por mi culpa, sobre todo ahora que tenía la leve esperanza de verla siendo infiel en un real, me impedía hacerlo.

—Mama, el tío Mario sigue con Carlota, ¿verdad? —inquirí, haciendo mis pesquisas.

—Claro —me confirmó—. ¿Por qué lo preguntas?

—No sé… llevan mucho tiempo juntos, ¿no? —improvisé.

—Un montón. Cualquier día nos sorprenden con un bebé —sonrió.

¡Eureka! ¿Carlota se habría quedado encinta? Eso explicaría su ausencia de la página. Debido a mi reciente desliz con Yamilka aún demasiado presente, quise dar por hecho que ese debía ser el motivo y que en cualquier momento llegaría la buena nueva. Así que, aunque me costó, decidí olvidarme de mi tía por un tiempo, con la tímida esperanza de volver a verla emitiendo en un futuro, sin querer pensar en lo que supondría que pudiera ser madre. Mas, en ese momento, no era consciente de que mi vida iba a dar un vuelco a partir de entonces, más concretamente durante la noche vieja de ese mismo año.

Sin noticia alguna de ningún posible embarazo en la familia, el 31 de diciembre, tras tomarme las uvas con mis padres, salí con los amigos a una macrofiesta. Mientras hacía el tonto con unos y con otros, tras haber bebido un poco y estar ligeramente achispado, sin mayor pretensión que pasármelo en grande, un par de chicas aparecieron ante mis ojos de repente. Ambas eran guapas, sin ser unos auténticos pibones. Las conocía de vista, pues eran del barrio, y diría que ya eran mayores de edad.

—Tú eres el que le dio una paliza a El Perla —indicó una seriamente.

—No, es un rumor que…

—Sí, sí, es él —confirmó la otra, cortándome.

—Vaya huevos tienes chaval.

—¿Quieres comprobarlo? —bromeé, sin poder evitar una estúpida sonrisa.

—Sí, claro, ya te gustaría —rieron ambas, menospreciándome.

Al cabo de un par de horas me las estaba follando a las dos a la vez, nuevamente en unos sucios baños. Sin duda, era mi modus operandi. Al menos en esta ocasión me puse un preservativo acorde a mi tamaño.

—Vero, no te vas a creer lo que me ha pasado… —fui en busca de mi amiga, después del asombroso trío, para contarle lo sucedido.

Tras explicarle con preocupación el rumor que se estaba extendiendo a raíz de lo ocurrido entre su novio y yo y bromear sobre las consecuencias del mismo con las dos chicas que lo estaban extendiendo, me la acabé tirando por segunda vez (y no sería la última, convirtiéndose en algo esporádico que le pusiéramos los cuernos a El Perla). No sabía cómo lo hacía, pero me estaba follando a todas las tías de la fiesta de fin de año.

Pocos días después, durante las rebajas de Navidad, aproveché para ir a comprarme algo de ropa con el dinero que me habían traído los Reyes. Tras visitar varias tiendas y hacerme con un par de prendas, estaba a punto de marcharme, asqueado de tanto bullicio, cuando una de las dependientas comenzó a preguntarme.

—¿Puedo ayudarte?

—No, gracias, solo estaba mirando… —alcé la vista para contemplarla.

Lo cierto es que estaba bastante buena. Y no dejaba de sonreírme, con un modelito de la tienda que le quedaba de puta madre, seguramente con la intención de atraer la atención de los clientes. Vale… sí, ya me había puesto cachondo.

—Igual sí podrías ayudarme…

—Claro —amplió su sonrisa, poniéndome la polla como un mástil.

—Estaba buscando unos tejanos.

—¿Talla? —bajó la mirada, contemplándome todo el paquete, que me iba a reventar—. Ya veo —alzó la vista, sin perder la sonrisa, zorreándome.

—¿Puedes ayudarme?

—Veré que puedo hacer.

¡Joder! Me la follé en uno de los probadores, mientras la tienda estaba a rebosar. Fue uno de mis mejores polvos, después de ponerme los pantalones y enseñárselos, cuando ella volvió con otra talla, metiéndose dentro para ayudarme a cambiármelos.

Con el tiempo descubrí lo importante que era que hablaran bien de uno, pues comenzaba a ser habitual encontrarme con mujeres que conocían a alguna de las que ya me había tirado previamente, como las amigas de la dependienta. Eso era sexo fácil, pues todas querían probar las bondades de las que se vanagloriaban otras.

Mi fama se iba extendiendo como un virus, mas no pude contar con ella durante un viaje con amigos a Almería, en Semana Santa. Una noche acabamos en un pub y allí descubrí a una camarera andaluza impresionante. Guapa, morena, tanto de cabello como de piel, tetazas, buenas curvas, sonrisa de infarto… Lo tenía todo. Incluso mucha más edad que yo, pues tenía pinta de ser toda una mujer, posiblemente de más de 30 tacos. Así que, sin mucha expectativa, decidí divertirme un poco.

Me costó llamar su atención, pues estaba rodeada de indeseables intentando ligar con ella. Tuve que esperar a que me atendiera para soltarle cualquier chorrada, sacándole una primera sonrisa. Eso me dio un poco de tiempo, pues no me despachó en seguida y pude empezar una conversación a raíz de la broma inicial. En apenas unos segundos, había conseguido chancear sobre mi condición de joven sin un duro, ganándome la posibilidad de que me invitara a una segunda copa.

—Quieres dejarla en paz, quillo —se quejó uno de los muchos que esperaban en la barra al ver que comenzaba a robarles a su preciosa camarera.

Me incliné hacia ella, logrando que se acercara lo suficiente como para que pudiera cuchichearle al oído.

—Tómate un descanso, que debes estar hasta el coño de aguantar a tanto pesado —hice que riera, desatando la furia de toda la chusma de mi alrededor.

Aunque no fue fácil convencerla, al cabo de un buen rato estábamos charlando entre el bullicio del gentío que atestaba el pub, alejados de su puesto de trabajo.

—Como me pille mi jefe, me mata —me aclaró.

—Tendremos que ser discretos —la rodeé con un brazo, iniciando el contacto físico, para bromear haciendo ver que la ocultaba mientras vigilaba por encima de su hombro.

A partir de ahí, muchas tonterías para hacerla reír y esporádicos toqueteos a medida que subía el tono de la conversación. Pero la andaluza no era la típica niñata a la que solía follarme. Tenía pareja desde hacía un montón de años y, al parecer, nunca le había sido infiel. Y, según ella, yo no era más que un crío que se iba a quedar con las ganas y que acabaría haciéndose una paja esa misma noche. Sin embargo, a esas alturas ya me dejaba sujetarla por la cintura, acariciándola sutilmente mientras nuestros cuerpos se rozaban de vez en cuando, sintiendo sus voluminosos pechos deslizándose por mi torso o cómo mi paquete se restregaba esporádicamente contra su vientre.

Lo cierto es que me puso cachondísimo, aunque finalmente no logré nada. Se dejó magrear un poco, seguramente poniéndose bien cerda, pero cuando le metí mano de verdad, estrujándole toda la teta con fuerza después de jugar con ella durante un buen rato, acariciándola en rededor, me detuvo, no sin antes oír como gemía, cerrando los ojos. Estaba seguro de que debía tener las braguitas bastante sucias. Y me lo confirmó cuando, antes de regresar a la barra, la convencí para que me dejara acompañarla a la playa al día siguiente, pues a su novio seguro que no le apetecía.

Vaya pibón. En bikini, a la luz del caliente sol sureño, la almeriense aún estaba más buena si cabe.

—Qué guapo —me sonrió, piropeándome cuando me deshice de la camiseta.

Lo cierto es que mi aspecto físico había mejorado bastante con los años. Cercano a la mayoría de edad, mi cuerpo se había desarrollado, formando una musculatura natural, todo fibra, sin necesidad de trabajarla en el gimnasio.

—Bueno, tú tampoco estás nada mal —bromeé, sin darle importancia, haciéndola reír nuevamente.

De primeras me costó convencerla para que hiciera topless. Según ella no lo hacía delante de desconocidos, así que no tuve más remedio que esperar a que se tumbara boca abajo para empezar a jugar, tirándole un poquito de arena. En seguida ofrecí mi redención, recreándome a medida que retiraba los calientes granos de su espalda.

Así, mientras recuperábamos nuestras charlas subidas de tono de la noche anterior, ya no dejé de acariciar su piel morena. Primero sutilmente. Luego más descaradamente. Hasta que comencé el masaje. Aunque se quejó, indicando jocosamente que tenía las manos muy largas, confesó con gracia que no lo hacía del todo mal, permitiéndome que le pusiera protección, a pesar de haberme dejado claro que no la necesitaba, pudiendo seguir con los sutiles magreos.

Con la burda excusa de facilitarme las maniobras, no tardé en desabrocharle el cierre del bikini, teniendo que oír una pequeña reprimenda con cada uno de mis avances, pues poco después me puse sobre ella, sentándome encima de sus muslos para poder alcanzar todos los rincones de la parte superior de su tronco.

Tras bromear sobre si a todas las mujeres les gustaban las pichas grandes, mientras deslizaba mis dedos por los costados de su cuerpo, casi manoseándole el lateral de sus voluminosos pechos, aplastados contra la arena bajo la toalla, ella confesó jocosamente que no le importaría que su pareja estuviera un poquito mejor dotado. Aproveché ese momento para dejarme caer hacia delante, haciendo que mi paquete se acunara entre sus nalgas, frotándome contra la escueta tela que le tapaba el chochito, sintiendo cómo le ardía.

¡Uf! Seguimos así, rozándonos durante los largos segundos en los que me dejó restregarle toda la polla contra el coño, hasta que me pidió que me apartara, seguramente con la pieza de abajo del bikini empapada.

—Al final lo has conseguido —se hizo la ofendida, dando media vuelta mientras se desprendía de la prenda que le había desabrochado previamente, enseñándome sus enormes melones bronceados—. Guarro —me sacó la lengua, bajando la mirada disimuladamente para verme el paquete, contemplando cómo se me marcaba con claridad todo el cipote en el bañador.

—¿Nos damos un bañito o te sigo poniendo crema? —inquirí maliciosamente, mirándole las tetas con total descaro.

—Mejor vamos al agua, que igual te viene bien refrescarte un poco.

—¿Solo a mí? —la chuleé, sacándole una graciosa mueca.

No voy a contar si me la acabé follando en el mar, solo diré que fue un viaje de putísima madre.

A esas alturas, lo que a principio de año empezó siendo algo esporádico, se convirtió en algo habitual y no había semana que no me tirara a una u otra, incluso a varias, a veces a la vez, follando muchísimo a pesar de seguir siendo aún menor de edad.

Se acercaba el verano y debía prepararme para la selectividad. Aunque no lo llevaba del todo mal, necesitaba algo de refuerzo en algunas materias así que mi madre me buscó ayuda. Y, al parecer, la musa de mis primeras pajas antes de descubrir a dulce-couplex, mi profesora de la ESO, ahora cuarentona, daba clases particulares.

—Qué crecidito estás, Miki —me sonrió cuando me abrió las puertas de su casa.

—No lo sabes tú bien —le devolví la sonrisa con excesiva suficiencia.

De todas las lecciones que aprendí con ella, sin duda la más provechosa fue el descubrimiento de lo receptiva que puede llegar a ser una madre divorciada con demasiado poco tiempo para divertirse.

Me enteré relativamente pronto, cuando su ex marido trajo al pequeño a casa durante una de nuestras sesiones. Ese mismo día acabamos charlando sobre su hijo, convirtiéndose en algo habitual que tuviéramos conversaciones al final de cada clase. Poco a poco comenzamos a intimar, hasta que un día me confesó el largo periodo que llevaba sin echar un polvo. Me pareció un buen momento para darle a conocer mi secreto, los años que la había deseado en silencio. Sin duda, se sintió alagada.

La primera vez que me chupó la polla se corrió sin ni siquiera tocarse. Luego no quería seguir dándome clases, pero cambió de opinión cuando le pregunté por la excusa que pensaba darle a mi madre. Así que no tuvo más remedio que resignarse a que la siguiera emputeciendo.

Por supuesto, no tardé mucho en follármela. Eso sí, recuerdo lo que me costó comerle el coño. Siempre insistía en que era algo demasiado íntimo y que no le dejaba hacerlo a cualquiera.

—Cuando apruebes la sele —me decía, pero le hice el cunnilingus mucho antes de saber las notas.

Con todos los exámenes ya concluidos, las vacaciones de verano previas a cumplir la mayoría de edad fueron apoteósicas. Nunca me había divertido tanto. Tenía una inmensa sensación de libertad, sin apenas pasar por casa, todo el día con amigos. Y follando, follando mucho. Pero en el fondo, tenía una espina clavada.

Tras un montón de meses desde que decidí pasar de Carlota, ya con la certeza de que no se había quedado preñada, me dio por abrir Skype. Tremenda fue mi sorpresa cuando vi su primer mensaje, que databa de principios de año.

“Pensé que me habrías escrito por aquí… 😟”

Pero más aluciné con el segundo, enviado después de Semana Santa.

“Te echo un poquititito de menos, pero muy poquito eh 😝”

Mientras le contestaba fui consciente de la descomunal erección que me había provocado. Sin duda, mi tía seguía poniéndomela más dura que ninguna otra mujer.

“Se acerca mi cumpleaños. ¿Hablamos?”

Aunque era algo que ya casi no solía hacer, me sobé el paquete, deseoso de sacarme el rabo para masturbarme pensando en ella cuando de repente…

—Miguel, voy a pasar…

—Me cago en la puta… —mascullé por lo bajo, pensando que al menos mi madre había aprendido a no entrar en mi cuarto sin avisar.

Al parecer, tampoco es que Carlota estuviera demasiado pendiente de mí, pues llegó mi decimoctavo aniversario y aún no había leído mi mensaje.

—¿¡Qué tal, Miki!? —soltó mi tío Mario en cuanto descolgué su llamada—. Estás hecho todo un hombretón.

Dejé que soltara las cuatro frases típicas que se había preparado antes de preguntarle por su pareja.

—Está por aquí, un momento… —oí cómo la llamaba—. Cariño, ¿vienes a saludar a tu sobrino?

—¡Hola guapo! ¡Felicidades!

¡Uf! Hacía un montón que no escuchaba su voz y solo con eso fue capaz de endurecérmela.

—Gracias. ¿Puedes hablar? —le pregunté, claramente en clave.

—No mucho… —bajó el tono, haciéndome saber que mi tío debía andar cerca.

—Vete al baño.

Y, tras refunfuñar, pasados unos segundos, continuó la conversación.

—Dime.

—He visto tus mensajes de Skype.

—Ya era hora —rio.

—He estado un poco ocupado… —procuré ocultar el verdadero motivo de mi ausencia.

—Ya… —desdeñó—. Me parece a mí que desde que has probado la carne ya no te interesa verla —bromeó.

—¿Estás celosa?

—¡Sí, claro! —se quejó jocosamente, quedándose unos segundos en silencio—. Aunque sí me jode un poco —confesó, más seriamente.

—Dejaste de emitir —le eché en cara.

—Porque tu tío, aquella noche…

—¿Estás hablando con Miki? —oí la voz de Mario.

—Tengo que colgar… —susurró ella—. Un beso, guapo.

No me podía creer que me dejara así. Después de tanto tiempo evitando conocer la verdad, ahora necesitaba saber lo que había ocurrido, convencido de que si mi tío se hubiera enterado de lo que pasó, habría habido mayores consecuencias.

Tal y como estaba previsto, esa noche salí de fiesta para celebrar mi cumpleaños. Pero algo había cambiado. Deseoso de volver a hablar con Carlota, sintiendo el hormigueo en el estómago que solo ella era capaz de provocarme, renació la obsesión que en realidad jamás se había extinguido. En vez de acabar acostándome con alguna zorra que estuviera bien buena, me fui relativamente pronto a casa. Quería follarme a mi tía.

En cuanto llegué, encendí el ordenador para abrir Skype. Y allí estaba su respuesta.

“Hablamos”

“Ahora?”

Estaba conectada y no tardó mucho en contestar.

“por qué no? Mario está trabajando 😄”

“y mis padres están durmiendo 😄”

“Entonces no podremos hacer ruido 😛”

¡Uf! Qué pedazo de zorra… Empecé a acariciarme la polla por encima de los pantalones.

“Así que me has echado de menos…”

“pero muy muy poquito jajaa”

“pues habrá que poner remedio”

“q insinuas?”

“18 no se cumplen todos los dias”

“jajajajajaaa”

“Ahora que eres mayor de edad seguro que te buscas la vida para entrar en algún privado”

“pero no será en uno tuyo… 😔”

“ya…”

“Pero hay chicas muy monas 😜”

“Ninguna está tan buena como tú”

“Gracias 😘”

“y no soy ningún pajillero!!!!!”

“jajajajaaa”

“pues te has hecho unas cuantas delante de mí guapo”

“Solo me pajeo contigo”

“a las demás te las follas? 😠”

“sí”

“eres un cabrón”

“lo sabías!?”

“eso he oído jajaja”

“Oye, y pq dejaste de emitir?”

Tal y como había supuesto, mi tío no se había percatado de mi presencia. Lo que no le gustó nada fue que su pareja mostrara la cara. No era la primera vez que discutían por eso, pero cuando Carlota se ponía extremadamente cerda, no lo podía evitar. Le daba placer que se lo pidieran y mucho más darles el gusto, nunca mejor dicho. Mario lo sabía y por eso se enfadó cuando ella subió tanto el privado, temeroso de no enterarse de lo que pudiera haber ocurrido.

¡Hostia! Hasta ese momento no fui consciente de que nadie más pagó la desorbitada cantidad de monedas, con lo que solo Malsion y yo vimos lo que pasó realmente. ¡Joder!

“No le importa que siga emitiendo, pero él ya nunca me mira 😕”

“Así que a mí ya no me hace tanta gracia…”

“Por eso me echabas de menos?”

“para que alguien te mirara? 😆”

“Claro! Qué habías pensado!!!? Jajaa”

“Vale”

“vale qué?”

“que sí, que voy a Madrid y emites”

“jajajajajajajaaaaa”

“Puedes hacerlo desde Barcelona”

Incómodo por la molesta erección que desde hacía rato presionaba con fuerza mi bragueta, me desabroché los pantalones, abriéndolos junto a los calzoncillos para liberar a Willy.

“pero entonces no me verás la polla”

Mientras me la acariciaba, sintiendo el palpitar de la sangre que poco a poco me enardecía el tronco, me imaginé a mi tía ligeramente sulfurada, soltando un pequeño sollozo.

“No te pases, Miki 😛”

“Si quieres, ahora que tengo 18, puedo emitir 😃”

“jajajajaaa”

“yo te miraría 😆”

“lo sé”

“Oye! Y tú no me has echado de menos o q!!!!!”

“tú q crees?”

“No sé… Yo dejando de emitir, entrando por aquí… y pensando…”

“y este capullo! no me va a decir nada!!!? jajajaaa”

“jajajaj”

“pensé que lo habías dejado todo para conocer a Malsion 😆”

“otro!!!!”

“Qué pasa?”

“creo que a tu tío no le hace mucha gracia Malsion…”

“jajajaja me meo!”

“Tú no estarás celoso también 😆”

“espera, espera, esto me interesa”

“a ver…”

“tiene motivos para estarlo o no? 😉”

“jajajaa”

“q tonto eres!”

“Eso es que sí 😆”

“a ver”

“depende jajajajajajajaaaaaa”

“te pone cachonda?”

“mucho”

“Esto que no salga de aquí, vale, guapo?”

“o te matoooo!!! 😄”

“Claro, tía 😀”

“Es que cuando Malsion entra en mi sala se me descompone el cuerpo…”

“Jamás le pondría los cuernos a tu tío, pero sí tiene motivos para estar celoso”

“Solo lo conozco del chat, pero me mete unas folladas que…”

“joder! Se me pone la piel de gallina”

“y el chocho mojadito”

“ufff…”

La picante conversación en la que Carlota acababa de confirmar mis sospechas me estaba poniendo tremendamente cerdo, sin poder evitar que un pequeño brote de líquido preseminal comenzara a escurrirse por mi enrojecido glande.

“ahora que Mario no te mira, ¿no harías un real?”

“No vayas por ahí, Miki…”

“por? tan cachonda te pone ese hijo de puta?”

“uffff… un real con Malsion sería peligroso para tu tío”

“ya te estás tocando, zorra?”

“serás guarrooo!!”

“yo ya tengo la polla en la mano”

“mmmm”

“tú sí q eres un buen hijo de puta”

“la quieres ver?”

“se acabó la conversación”

Pero en realidad, concluyó unos pocos segundos después.

“Y que sepas que me ha jodido un montón que pasaras de mí 😡”

Al ver cómo se desconectaba, consciente de que mi tío estaba trabajando, mi último mensaje se lo envié por whatsapp.

“Avisa cuando Mario se vaya unos días fuera 😉”

No me extrañó que me dejara un visto. Ni que me acabara contestando unas pocas semanas después.

“El último finde de octubre 😘”

“Pero si quieres que emita te va a costar convencerme”

“Llamo a Malsion? 😆”

“😆 😆 😆”

“Y ya! Los chats guarros por Skype 😜”

Sonreí, recordando los viejos tiempos en los que se enfadada solo por ponerme en contacto con ella. Por supuesto, durante los siguientes días tuvimos nuevas conversaciones por la aplicación de mensajería, quedando finalmente en que volvería a emitir el mismo viernes que se quedara sola, pero que si quería acceder al privado tendría que pagarlo como cualquier otro usuario.

—¿Quién es? —oí cómo contestaban tras picar al telefonillo.

—Traigo un paquete de Amazon —forcé expresamente un cambio de voz.

—No esperaba nada…

—¿Eres Carlota?

—Sí. Adelante…

Cuando mi tía me abrió la puerta del piso, contemplé cómo se le iluminaba el rostro, despertando el habitual cosquilleo que notaba cada vez que la veía.

—¿¡Pero qué haces aquí, guapo!? —me sonrió mientras extendía los brazos, invitándome a acercarme para acabar rodeándome con ellos, fundiéndonos en un cálido abrazo.

Sentí cómo nuestros cuerpos se fusionaban, con sus buenas tetitas aplastándose contra mi torso mientras me embriagaba de su aroma, mezcla de suave perfume y el excitante olor de su piel.

—Te traigo un paquete —bromeé, empujando ligeramente la cadera para incrustarle el endurecido bulto que ya le estaba restregando contra el vientre.

—¡Qué tonto eres! —se apartó de mí, sin perder el semblante alegre—. Esto sí que no me lo esperaba.

—Habrá una cama para mí, ¿no? —inquirí, levantado sutilmente una de las comisuras de los labios, en un teatrero gesto.

—No sé yo… —me cautivó con su sonrisa—. Anda, pasa.

Tras la agradable sorpresa inicial, Carlota me recriminó someramente mi actitud, señalando lo desafortunada que le parecía mi visita a escondidas de mi tío, pues le generaba la extraña sensación de estar engañándolo. Y, argumentando que no era en lo que habíamos quedado, se negó a volver a emitir para que me cascara unas cuantas pajas delante de ella.

—¿Y qué hacemos? —le seguí la corriente, sabedor de que el fin de semana era muy largo—. No nos vamos a quedar viendo la tele como cuando era un crío —solté jocosamente.

—¡Ay, cariño! —me sonrió—. Sigues siendo un crío —perfiló más su ladina mueca mientras, juguetona, me daba un ligero pellizco en la barbilla.

—Un crío que ya puede salir de fiesta —insinué, provocando sus carcajadas.

—Vale —dejó de reír, manteniendo un rictus jovial—, vamos a tomar algo.

Así, el viernes por la noche del fin de semana en el que premeditadamente había ido a ver a mi tía sabiendo que Mario estaba fuera, acabamos saliendo por Madrid.

Ella, bien arreglada, con un espectacular carmín rojo en los labios y un vestido ceñido de una sola pieza con el que lucía todas y cada una de sus mareantes curvas, estaba cañón. Y también alegre, riéndose con mis bromas y contraatacando, como cuando me preguntó si ya tenía edad para tomarme el copazo que me había pedido.

—Me encanta ser la envidia de todo el puto bar… —la rodeé con un brazo para acercarme, acariciándole cariñosamente la parte alta de la espalda mientras le cuchicheaba al oído.

—¡Anda ya! —me apartó, sonriente, dándome un ligero golpe en el hombro—. ¿Lo dices por esos? —miró disimuladamente hacia el grupito de chavales que no le quitaban ojo—. Nunca salgo sin mi espray de pimienta —bromeó.

—Al final me metes en un lío —reí, siguiéndole el rollo.

—¡Que va! —dibujó una traviesa mueca, mirándome fijamente—. ¿Me vas a llevar a bailar? —perfiló una pícara sonrisa, alzando los brazos para gesticular al ritmo de la música, destilando sensualidad a raudales.

No había duda de que Carlota se lo estaba pasando bien y, al parecer, tenía ganas de marcha, así que después de tomar las primeras copas, nos fuimos a la zona de discotecas de Gran Vía. A medida que el taxi nos aproximaba, ya se notaba el ambientillo y nada más salir del coche vi como unos niñatos se la quedaron mirando, empezando a reír entre ellos.

—Prepara el bote de pimienta… —bromeé antes de percibir cómo mi tía me agarraba del brazo.

—Así no se acercarán.

—Anda, ven aquí —actué con suficiencia, estirándome para agarrarla de la cintura, haciendo que nuestros cuerpos se juntaran.

—Esta noche eres mi guardaespaldas —indicó mientras comenzábamos a caminar, bien pegados, como una pareja de recién enamorados.

—Pensé que no era más que un crío —la quise picar.

—Pero estás muy crecidito —giró el rostro para mirarme, sacándome la lengua.

Una vez dentro, tras pedir en la barra y sudar un poco bailando entre el gentío, nos quedamos charlando en un rincón relativamente tranquilo, hasta que la dejé sola para ir un momento al baño. A mi regreso, la vi lidiando con un par de babosos que estaban intentando un frustrado acercamiento.

—Que corra el aire… —indiqué con voz severa, colocándome entre medio.

—¿¡A ti qué te pasa!? —me increparon con tono amenazante.

—Ya era hora —intervino Carlota alegremente, supuse que con la intención de rebajar la tensión que se había generado, alzando los talones para darme un inesperado pico, rodeándome por la cintura con un brazo.

—¿Va todo bien, cariño? —reaccioné rápido, siguiéndole el juego, antes de llevar la mano hasta su trasero para estrujarle una cacha delante de la atónita mirada de ambos maromos, sintiendo el subidón al sobar ese tremendo culo que me había vuelto loco desde la primera vez que lo vi en casa de mis amigos, mientras contemplaba cómo se abrían las cuencas de los ojos de mi tía, sorprendida por mi descaro, hasta que los dos pavos, con cara de idiotas, se alejaron definitivamente.

—¿Se puede saber qué haces? —tiró hacia atrás el brazo con el que me estaba cercando para asir mi mano, apartándola de su nalga.

—Hacerme pasar por tu novio —sonreí vanidosamente—. Y a mi chica le tocaría ese culazo que tienes.

—Pues este culazo es solo para tu tío —arrugó los morros graciosamente, en un gesto de lo más morboso, al tiempo que ahora era ella la que se apretujaba el pompis.

Tras piropearla un poco más, dejándole bien claro que era la chica que estaba más buena de toda la discoteca, y bromear sobre los emolumentos que debía cobrar por el trabajo extra espantando moscones, fue ella quien empezó a interesarse por mi vida sexual.

—Oye, ¿y te sigues viendo con aquella amiga con la que perdiste la virginidad?

—¿Verónica? Sí —sonreí—, seguimos poniéndole los cuernos a su novio de vez en cuando.

—Qué cabrón eres… —perfiló una ladina mueca—. Eso no se hace.

—Aunque es solo una de tantas…

—¡Ya será menos! —rio.

—¿No me crees? —inquirí alegremente.

—Si es que no eres más que un mocoso —me picó, sacándome la lengua.

—¿Quieres que te lo demuestre?

—¿Qué vas a hacer, llamar a todas tus amantes? —carcajeó, cachondeándose.

—No, pero puedo demostrarte que puedo liarme con quien quiera.

—¡Huy! Con esa —me señaló a un pibón rubio que reía junto a un nutrido grupo de veinteañeras.

—¿Qué me das si lo consigo? —solté, derrochando cierta soberbia.

—No lo vas a conseguir, guapo —mostró una sonrisa radiante—. Tienes una hora —me desafió haciendo uso de una mueca burlesca.

Me incliné hacia ella, sujetándola con fuerza de la cintura para cuchichearle al oído mientras deslizaba lentamente la mano por su cadera.

—Como sigas sonriendo así voy a tener que ir a hablar con esa zorra todo empalmado —la hice reír, logrando que, con cierto disimulo, bajara la mirada hacia mi entrepierna cuando me aparté de ella.

En poco más de treinta minutos, le estaba comiendo la boca a la rubia mientras le magreaba sus carnosos pechos y ella no dejaba de frotarse contra mi paquete, poniéndome la polla a punto de reventar.

—¡Miki! Nos vamos a casa —oí la voz de Carlota en mi cabeza, dejando de besar a mi reciente ligue para girar el rostro.

—¿Qué?

—¿Esta quién es? —preguntó la rubia.

—Soy su tía —contestó con cierto resquemor—. Y se nos ha hecho tarde.

—¿Pero qué…?

—Disculpa un segundo… —procuré calmar a mi rollete, sin acordarme ni siquiera de su nombre, apartándome de ella para dirigirme a Carlota—. ¿Qué pasa? —inquirí sosegadamente, consciente de la malevolencia de mis actos.

—Creí que era un juego —explicó con un gesto de rabia—. Has ganado. Pero ya está. No me puedes dejar sola.

—No lo pretendía. Pero la chavala está buena. Y yo ahora estoy cachondo.

—¿En serio te vas a liar con ella? —mostró su enfado.

—¿Me vas a bajar tú esto? —me agarré el paquete delante de Carlota, que desvió la vista para mirarme el hinchado bulto, ahora con total descaro.

—Puede…

Sonreí, contemplando su rostro de circunstancias.

—Te jode que pase de ti, eh —la chuleé maliciosamente.

—Si nos vamos ahora a casa emito para que te hagas una paja —se mordió un labio, coqueteando claramente.

—Eres una buena zorra… —acepté implícitamente con una sonrisa repleta de soberbia.

—Más que tu nueva amiguita… —esbozó un discreto gesto de triunfo.

Ya en el taxi de camino a casa continuamos la conversación.

—¿Así que es verdad que has follado mucho? —susurró con discreción, girando el rostro para bajar la mirada hacia mi paquete—. Ya te dije que cuando las niñatas de tus amigas fueran más mayores se iban a volver locas con tu pedazo de polla.

—Pues tú me la vas a volver a ver dentro de poco… —trabé todo mi bulto para mostrarle lo grueso que ya lo tenía.

—Uhm… —soltó un pequeño gemido, sin pretender ocultarlo.

—¿Quieres que me la saque ya? —le sonreí con suficiencia.

—Uf… —se agitó—. ¿Quieres enseñarme el pollón, cabronazo? —cuchicheó—. No creo que sea muy correcto…

—¿Me la miras si me la saco ahora, zorra? —la provoqué, comenzando a bajarme la cremallera mientras observaba cómo el taxista no perdía detalle a través del espejo retrovisor.

—¡Joder, Miki! —se quejó—. Estoy demasiado cachonda. Así que mejor deja de hacer eso… —estiró la mano para detenerme, sin poder evitar rozarme ligeramente.

—Paro si en casa me la sacas tú…

—Hijo de puta…

Nada más entrar al piso, Carlota me empujó contra la pared, agachándose para quedarse de cuclillas frente a mí, tirando de la hebilla para desabrocharme los pantalones antes de bajarme la cremallera con sumo cuidado de no tocar más de lo debido. Agarrándomelos por la cintura, comenzó a tirar de ellos, dejándome únicamente con los ajustados bóxers en los que se me marcaba toda la silueta de la polla, hasta el punto de apreciarse cómo me palpitaba debido a lo tremendamente cachondo que me estaban poniendo los juegos con mi tía.

—Uhm… —la oí gemir ligeramente mientras me rodeaba con los brazos, agarrándome las cachas del culo para palpármelas antes de asir mi ropa interior—. ¿Esto es lo que querías? —inquirió melosamente, empezando a bajarme los calzoncillos, desnudándome definitivamente—. ¡Joder, sobrino! —clamó cuando mi encolerizada verga cayó debido a su contundente peso, cimbreando ante su atenta mirada, teniendo que apartar el rostro para evitar que le diera un pollazo.

—Lo que quiero es que me la chupes —sonreí con sobrada desfachatez, más que convencido de que ella lo estaba deseando, lo que elevaba mi excitación a otro nivel.

Mi tía, con cara de guarra, alzó el mentón, mirándome a los ojos y dándome un manotazo al cipote para dejármelo tambaleando de un lado a otro mientras se ponía de pie.

—Eso no va a pasar… —aseguró, dejándome con una vanidosa sonrisa mientras yo comenzaba a pajearme viendo cómo zarandeaba el culo a medida que se alejaba, dirigiéndose al cuarto desde donde estaba a punto de emitir.

En esta ocasión no me pidió que me quedara fuera, permitiéndome disfrutar del morboso momento en el que, subiéndose el vestido por encima de las caderas, coló la mano dentro del tanga para meterse el lush en el chochito mientras me tumbaba en la cama con la encrespada polla apuntando al techo. Y, ya sin bajarse la ceñida prenda, se sentó en la silla para iniciar el stream, bien entrada la madrugada.

Tras la grata sorpresa inicial de los usuarios, tanto los nuevos que aún no la conocían y acababan de descubrir una mina como los que se alegraron sobremanera por volver a verla después de tanto tiempo, la cosa se caldeó en seguida, pues en tan solo unos minutos, recibió una buena cantidad de monedas.

“(…)”

“no hay mejor morena”

—Muchas gracias —sonrió la webcamer, aún con el vestidito levantado para poder tocarse—. Uhm… joder… —suspiró justo antes de que llegara la primera aportación de las grandes—. ¡Ah! —pegó un gritó, removiéndose mientras se llevaba la mano a la entrepierna.

“que tal está ese culazo?”

“hola bombón”

“estas calentita”

—Pues mira, mi culo no sé, pero mi coño se está calentando de una forma… ¡joder! —acabó clamando con la siguiente vibración del mismo calibre, llegando más y más monedas, haciendo que Carlota ya no dejara de gemir y balbucear improperios mientras los usuarios seguían masturbándola.

“esas tetazas…”

“pudffffffff”

“me estais poniendo cerdaa”


“de madrid?”

“q buena estas no??”

—Lo que estoy es caliente —desvió la mirada para observar cómo me la meneaba—. ¿Alguno quiere venir a comerme las tetas? —balbuceó de un modo casi imperceptible, zorreándome al magreárselas por encima del vestido sin dejar de contemplarme descaradamente.

Consciente de que solo me estaba provocando, le respondí con un gesto desafiante, levantándome de la cama para seguir masturbándome frente a ella, que no tardó en replicarme, mostrándome veladamente una sonrisa juguetona antes de alzarse, dándome la espalda como muestra de rechazo para acabar poniéndose de rodillas en la silla.

—Cabrona… —susurré mientras veía cómo empezaba a gemir y menear el culo con cada nueva aportación.

—Uf… madre mía… ¡Madre mía! Joder, joder… madre mía… ¡Ah! Joder, joder, joder… —se inclinó hacia delante, permitiendo que la cámara captara lo poco que le tapaba la tela del tanga mientras se azotaba una de las nalgas, ya completamente desatada.

“que barbaridad de ojete”

“mucha sentadilla se ve ahi”

—¡Queréis que me corra, hijos de puta! —aseveró con una rabia como nunca la había oído antes—. Queréis que me corra… —insistió, sollozando más melosamente—. ¡Uf! —se dio una fuerte azotaina, empezando a notarse cómo se le enrojecía el culo ligeramente, antes de apartar la tira de las bragas para enseñarnos su anhelada rajita, llevándose una mano para acariciarse y acabar metiéndose el dedo medio, haciendo sonar su encharcado coño mientras gemía y gritaba como si estuviera a punto de alcanzar el éxtasis.

“dedo al culitooo jjjjjjj”

“que coñito tienes”

“quitate las braguitas”

“joder si que te estas poniendo cachonda”

—Uf… estoy muy, muy cachonda… —aseguró, escapándosele una risita nerviosa mientras volvía a tomar asiento.

“está muy mojadito el coño, dulce?”

—¡Uf! Muy mojadito…

“supura ya el chochi flujitos?”

“tendré que sacarme ya la polla entonces”

Aún con la emisión en abierto, mi tía se reclinó sobre el respaldo, subiendo los pies al escritorio para quedarse bien abierta, acariciándose por encima de las bragas.

“buuufffffffffffff”

“veamos como te corres”

“uf!”

“yo también voy a sacarmela”

—¿Vais a hacer que me corra? —sollozó mientras metía la mano ahora por dentro del tanga.

“claro”

“perra, me la has puesto durisima”

—Uf… —gimió tras leer el último comentario, echando la cabeza hacia atrás sin dejar de mover los dedos dentro de la prenda íntima a medida que seguía recibiendo monedas por doquier— ¡Mi coño, joder!

“date bien”

“danos tus pezones”

“tu chochi esta inflamandoseeee”

“mueve la tela de la braga a un ladito”

—¿Cómo? —se hizo la tonta, agarrando la tira para desplazarla— ¿así? —mostró nuevamente todo su chochazo mientras se lamía los dedos antes de volver a acariciarse— ¡Uf…! —gimoteó.

“uf!”

“cuanto gusto en tu coño”

“peazo coño ricooo”

“falta una buena polla ahí dentro”

Pareció que mi tía no pudiera evitar una risita, volviendo a desviar la mirada para regalarme una discreta sonrisa llena de malicia, provocándome nuevamente.

—Vale, saco una —se inclinó hacia mí, acelerándome las pulsaciones al ver cómo, bajando los pies al suelo para recuperar la compostura, alargaba un brazo, haciéndose definitivamente con el dildo.

—Hija de puta —vocalicé sin emitir sonido alguno, sacándole una traviesa mueca.

—¿Esta es la polla que le falta? —inquirió morbosamente antes de llevársela a la boca, dándole una buena succión al glande.

“la mia es asi”

“mas o menos”

“una buena polla”

“21”

“de largo”

Carlota, ya sin apartar la vista de mi miembro, comenzó a hacerle una mamada al consolador, acelerando el ritmo de las chupadas mientras sollozaba con cada una de las vibraciones, poniéndose finalmente de perfil mientras agarraba el dildo por la base para mostrar cómo se engullía la verga de goma con maestría.

“espectacular”

“que morbo”

“que rica mamada”

“estoy flipando”

“que entra hasta los huevos el dildo”

“chupalo enseñando la carita amor”

“no te apetece comerte algo más grande? ;)”

—¡Uf! —sonrió, dejando más que clara su respuesta—. Ojalá tuviera una de verdad, eh… —se dirigió a la cam para incendiar a las masas, ya zorreándome descaradamente.

“bufffff”

“si te cojo te destrozo”

“no tienes a nadie por ahi?”

“la ostia puta! dime donde estas y voy aora mismo”

“danos tu carita bby”

“la mia te bale?”

Lo cierto es que lo que hice a continuación no fue premeditado. Inconscientemente, supongo que debido a la despreocupación de saber que Mario no estaba viendo la emisión y empujado por las provocaciones de Carlota, dejé que mi instinto actuara, dejando de masturbarme para dar un paso al frente, suficiente para salir inesperadamente en escena.

La cara de mi tía fue todo un poema, girando el rostro inmediatamente para mirarme, primero a la polla que cimbreaba con altanería ante ella y luego a los ojos, reflejando su tremenda sorpresa, sin saber cómo reaccionar mientras el chat se volvía loco.

“de donde ha salido ese pollon???”

“kien es eseeeeee!!!!”

“es tu novio dulce?”

“joer que tranca ¿no?”

“esto tenia ke pasar tard o temprano con lo peuqeña que la tenia el novio”

“jajajajaja ya era hora q cambiaras de maromo!!!?”

—Sigo con mi pareja, chicos —aclaró tras fulminarme con la mirada, como recriminándome qué coño estaba haciendo.

Pero yo no podía evitar sentir la adrenalina que recorría cada rincón de mi cuerpo, viéndome en la pantalla del ordenador, en pelotas junto a la diosa de dulce-couplex, mientras todo el chat hablaba de mí, convirtiendo las burlas que en su día hicieron sobre el pequeño sobrino de la webcamer en elogios a la nueva polla que sorpresivamente había aparecido en una de sus emisiones.

“uffffffff”

“y ese quién es!!!? un amigo???”

“ostia putaaaa pues esa pedazo de polla no es la tu chico”

“joer me cago en la puta vas a comerte ese pollon?”

“eso no te cabe entero en la boca”

“me acuerdo que tu pareja la tenia bastante pequeña”

“buahhhh lo vas a engañar con ese pedazo de rabo!!! ffffffffffff”

“estás haciendo real, dulce?”

“Ese es el sobrino, que ha venido de visita”

“ostia el sobri! es vrdad jajajaa”

—Chicos, no seáis cerdos, que mi sobrino es un crío —frunció el ceño, estirando el brazo para apoyarse en mi muslo, empujándome y logrando que saliera del encuadre.

Cuando Carlota retiró la mano, entrando en contacto con mi escroto, supuestamente de forma accidental debido a lo mucho que me abultaba la colgandera bolsa testicular, me acabó sorprendiendo, abriendo la palma para acariciarme los huevos con suavidad, antes de estrujármelos sutilmente, girando el rostro para volver a mirarme con aspereza, encumbrándome.

—Uf… —le sonreí con altanería mientras la zorra de mi tía apartaba la vista, masajeándome las pelotas clandestinamente.

“no lo eches jajajajjaja”

“follatelo”

“es alguien del chat?”

“el puto malsion seguro”

“ufff dulce q puto morbo! dinos quien es y q tu novio no sabe nada!!!”

“comete esa polla gorda”

“nen llevaba años esperando esto 00”

“tu sobri tiene q estar ya creciditp”

“vaya pajote me estoy haciendo…”

“has cambiado la ridicula pollita de tu novio por ese pedazo de pollon?”

“eres una zorra mala”

“te gustan las pollas bien grandes, eh dulce”

“lo unico que tiene tu novio más grande que esa polla son los cuernos”

“no veas cómo debes de tener el coño con esa tranca”

A medida que Carlota leía los comentarios soeces de los usuarios, parecía calentarse más, empezando a estirar los dedos para rozarme vagamente por encima de los testículos, hasta que volvió a mover el cuello para contemplarme, como si buscara mi reacción, preguntándome con la mirada si debía continuar con ese dislate, ablandando su severo rictus.

—La audiencia siempre tiene razón… —susurré, temeroso de que me escucharan en el chat y eso pudiera importunarla, mostrando una altiva expresión de seguridad con la que debí dejárselo bien claro, deslizándose una última vez por mi rugosa bolsa escrotal para finalmente aferrarme la base del tronco, incapaz de rodeármelo por completo, tal y como había supuesto.

Aún fuera de cámara, no tardó en subir su pequeña mano por la excesiva rigidez de mi miembro, presionando mis marcadas venas al empezar a pajearme, hasta alcanzar el glande, esparciéndome los tempraneros brotes transparentes que iba eyaculando, lo que provocó el tufillo a polla que comenzaba a invadir la estancia a medida que ella, de vez en cuando, se giraba para mirarme a los ojos, ahora con una carita de niña buena que me volvía loco.

“esa manita…”

“vaya pajote le estás haciendo!!!!”

“yeeeeeee que se vea”

“mmm queremos ver la polla esa enorme”

“me encanta que seas tan guarra”

“noche épica chavales!!!!”

Entre sus ligeros vaivenes, cada vez más enérgicos, y que instintivamente me iba echando hacia delante, no tardé en presenciar cómo, poco a poco, mi miembro viril volvía a aparecer en la pantalla del portátil, dándome cuenta de que, viéndome en la imagen, realmente parecía que la tuviera enorme, sobre todo comparada con el dildo y, muy especialmente, con la pequeña pichita de mi tío Mario, no pudiendo describir la sensación de magnificencia al pensar que los usuarios estaban presenciando lo que yo tanto había anhelado, ver a dulce-couplex con alguien que no fuera su pareja. Aunque lo mejor de todo, sin ninguna duda, es que la polla afortunada era la de su joven sobrino.

“joer que pollon calza el colega”

“ya me has alegrado la noche”

“mmmm”

“omg…”

—No os esperabais esto, eh… —reaccionó al fin Carlota, ya sonriente, inclinándose hacia la cam para zorrear a los usuarios, sacando la lengua para lamerse discretamente el labio superior, con la imagen de fondo de su mano sin dejar de pajearme.

“dios miio”

“por dios…no puedo esperar mas hahah”

“voy a por la fregona ahora a recoger todo jejeje”

“me flipa eda boca con esos labios tan rojos bufff que morbo”

“buuffff esto es impresionante jurao”

“vaya pollon”

—¿Qué os pasa que os estáis alterando todos? —ironizó, soltando una última risita antes de llevarse una mano a la entrepierna, comenzando a sollozar pausadamente mientras volvía a mirarme a los ojos—. ¿Quieres correrte? —balbuceó, bajando los decibelios como si pretendiera tener una conversación privada, recibiendo una negativa por mi parte—. ¿No? ¿No quieres correrte? —sollozó, ahora melosamente, acelerando el ritmo de sus sacudidas al tiempo que aumentaba la intensidad de sus efímeros jadeos— Quieres que te la chupe… —evidenció, casi gimoteando, como si hablara al aire, antes de volverse nuevamente hacia el chat.

“por favor, pintale esa polla de rojo… =p”

“nunca te he visto acompañada”

—Mi chico lleva por lo menos dos años sin salir por aquí —aclaró, echándome un último vistazo antes de alargar el brazo libre para bajar la cam ligeramente, acortando la parte superior de lo que se mostraba en imagen.

Cuando mi tía dobló el torso, agachándose a medida que abría la boca para acabar lamiéndome el frenillo contundentemente, chupándome toda la cabeza de la polla, me sentí en el puto cielo. No habían sido pocas las que me habían hecho una felación, pero nunca había sentido ese latigazo que recorrió todo mi palpitante miembro, desde los tensionados huevos hasta la punta del incandescente glande, haciéndome gemir de placer como ninguna otra mujer lo había logrado mientras sentía un ligero malestar debido a la tirantez de la piel procurando contener el desproporcionado crecimiento de mi cipote más allá de lo que físicamente parecía posible.

“jodeeeer le van a reventar las venas al pavoooo!!!!”

“imagina que nos la mamas a todos”

—¡Uf! —evidencié lo mucho que estaba disfrutando de la comida de polla que me estaba empezando a hacer Carlota, que no dejaba de jadear con cada chupada, intercalándolas con extensas lamidas a lo largo de mi venoso tronco, sin dejar de darme suaves besos dedicados al bálano.

Saber que varios cientos de pajilleros se la estaban cascando presenciando ese momentazo hacía que comenzara a endiosarme, justo cuando llegó un aluvión de monedas, provocando que la webcamer tuviera que apartarse de golpe, soltando un pequeño gritito.

—Joder… —sollozó entre bufidos, reclinándose en la silla, aún aferrada a mi verga, sin dejar de masturbarme.

“vamos fuera el tanga”

Haciendo caso al chat, dulce-couplex se bajó las bragas ligeramente, dejándolas enrolladas a la altura de las rodillas para poder separar los muslos, comenzando a acariciarse el chochito recién liberado. ¡Uf! Nunca había estado tan cerca de su sexo, pudiendo percibir el suave aroma que ya empezaba a desprender. La imagen de la pantalla, mostrando a mi tía haciéndose un dedo con una mano mientras no dejaba de pajearme con la otra, era tremendamente espectacular.

“estoy sin palabras”

“buah tremenda zorra”

“esa polla es la de siempre?”

—Uf… —rio—. No, no es la de siempre… ¿No la recuerdas?

“ya le gustaría al novio calzar como este pavo”

“y yo que pensaba que el dildo ya era grande :(”

Carlota, subiendo un pie al escritorio, se abrió bien de piernas, volviendo a acrecentar el ímpetu con el que iba jadeando, hasta que se metió un dedo en el coño, soltando un contundente sollozo. Pude apreciar cómo la muy puta sufría una sacudida, volviendo a mirarme antes de bajar la pierna, prosiguiendo la mamada, ahora sin dejar de succionármela.

“cielo santo? cómo mama esta niña! joderrrr”

“hace tanto que no follabas por aquí…”

“que bien la chupa”

“que se corra en la boca”

Gimiendo con cada nueva vibración, que le provocaba un lujurioso movimiento pélvico, acompañado de un aumento en la cadencia de las chupadas, la webcamer comenzó a subir los dedos por mi tronco, pajeándome también de un modo acompasado, hasta que finalmente detuvo la felación para volver a mirar el chat, empezando a hacer uso de ambas manos, deslizándolas a lo largo de toda mi longitud, evidenciando que aún le quedaba casi media verga sin abarcar.

“tu polla es como su antebrazo loco!”

“ya te entra entera en la boca?”

“le gusta la puntita”

“no no”

“me gusta el pollon entero ajajajaja”


“jajajajajajajaja”

“te va a poner fina filipina”

“la puntita para las niñas ajjajaja”

—Para tus amiguitas… —me susurró con evidente malicia, como pretendiendo menospreciar mis anteriores ligues.

Y, dando toda la impresión de querer mostrar su valía, volvió a la carga, comiéndome toda la polla, ahora tragándosela en un movimiento rítmico de cuello con el que echaba la cabeza adelante y atrás, haciendo que mi hombría le entrara cada vez un poquito más profundo, hasta que empecé a sentir cómo alcanzaba sus topes, momento en el que, agarrándome de los huevos, se la embutió hasta la campanilla, transportándome a la mismísima gloria y quedándose así unos breves segundos, aún bastante lejos de metérsela entera en la boca.

“ufffff”

“buena mamada”

“me encantaria ver esa cara chupándola…”

“aver como te la mete por el culo”

“ese pollon me dan ganas de comernoslo entre los dos ????????????????”

“sin arcada no hay mamada”

—Por aquí piden garganta profunda —indiqué maliciosamente a Carlota, que detuvo su repertorio de lamidas, chupadas y besitos para mirarme, sin parar de pajearme.

“si!!! reviéntale la boca jodeerr”

“es el tío del gimnasio!?”

“dinos que tu novio no sabe nada porfaaa”

dulce-couplex sonrió cuando se dejó agarrar del pelo para atraerla hacia mí, obligándola a que se quedara quieta mientras empujaba con mi cadera, empezando a follarme su tierna boca, sintiendo cómo mi portentoso glande chocaba cada vez con más fuerza contra su paladar, deslizándome por su garganta y generando un sonoro chapoteo a medida que mi tía comenzaba a babear, logrando al fin superar sus exiguos límites y provocando que tuviera que retirarse bruscamente, conteniendo una incipiente arcada.

“para que la ahogas!!!!!!”

“vaya manubrio que bestiaa!”

Alterada y con la respiración agitada, la muy guarra reaccionó con un lascivo gemido, volviendo a asirme el rabo para seguir masturbándome mientras se tocaba una vez más, alternando entre las caricias en el chochito y los magreos a su pecho por encima del vestido.

—Joder… qué escalofrío… ¡Uhm!

“le vas a hacer correrse con la mamada?=p”

“mmmmmmm aver esas tetass”

“te vas a ir calentita a dormir hoy”

“me encanta ver cómo te clavas ese pollon hasta la garganta dioooos como me pones”

—¿Quieres que me corra? —comenzó a susurrarme libidinosamente, mirándome a los ojos mientras le respondía afirmativamente—. ¿Vas a hacer que me corra? —insistía con un tono demasiado bajo como para que lo escucharan los usuarios del chat, escupiéndome en la verga antes de acelerar el ritmo con el que me pajeaba.

“hacéis trios?”

“pedazo polla joder”

—¿Os gusta la polla? —sonrió a la pantalla, preparando un reguero de saliva con el que me lamió el glande, dejando que el hilo de babas se deslizara por mi tronco, hasta terminar colgando de mis huevos.

“tiene pollón”

“podria ser negro”

“por favor enseñanos la cara…”

Ladeándose para conscientemente mirar a cámara, la muy puta se agachó lo suficiente como para acabar mostrando uno de los cristales de las gafas mientras perfilaba una preciosa sonrisa de auténtico zorrón. El aluvión de monedas fue inmediato, lo que no le impidió hacer un nuevo intento de garganta profunda, tragándose mi polla todo lo que pudo, quedándose aún a varios centímetros de rozarme las pelotas a pesar de mi inestimable ayuda, procurando clavársela más allá de lo que físicamente era posible mientras le sujetaba la cabeza, sintiendo cómo le rasgaba las entrañas a medida que se le humedecían los ojos, ahora sí provocándole una buena arcada.

“va a potar con semejante bicharraco”

“menudo pollon te comes no?”

“de rodillass..”

—Joder, chicos… —sollozó, casi sin aliento, moviendo la pelvis lascivamente al ritmo de las monedas a medida que volvía a comérmela, sin dejar de dar saltitos con cada nueva vibración que recibía en el coño, agarrándome de la camiseta, al borde del éxtasis, hasta que incrementaron el nivel, teniendo que retirarse definitivamente para masturbarse—. ¡Joder, joder, joder, joder…! Chicos… ah… ¡Joder!

“follatelo”

“eso no le cabe en ese coñooo”

“di guarradas”

“joder que suerte tiene tu novio”

“te gusta tragar la lefa??”

“dale a 4 una buena cabalgada”

“follatelooo”

Consciente de lo que estaba a punto de ocurrir y de las consecuencias que podía tener, quise acabar antes que ella, dejándome llevar mientras la veía disfrutar con su preciosa carita descompuesta de placer al mismo tiempo que procuraba hacer todo lo posible por atender las necesidades de su joven sobrino, como abrir la boca para lo que se avecinaba, lamiéndome el glande, cada vez más humedecido debido a la mezcla de sus babas y mis fluidos.

Sintiendo cómo se me retraían las pelotas, la primera avanzadilla cayó pausada y contundentemente sobre su lengua, deslizándose por los costados debido al profuso caudal de semen, con lo que el chorro acabó aterrizando sobre el suelo y la parte superior de su torso, colándose por el canalillo y manchándole finalmente el vestido. Sin embargo, el segundo y tercer caño brotaron disparados, golpeándole en los dientes y salpicándole los labios, así como parte de las suaves facciones de su rostro. Los siguientes regueros, aún cuantiosos, salieron en dirección a su glotis, reuniéndose con el resto de la leche que se fue aglutinando en su garganta, hasta que, durante las postreras simientes, comenzó a lamerme la punta de la polla, provocándome un placentero chasquido en los huevos mientras las secreciones caían a borbotones por su maxilar, culminado con una última chupada a mi sensible glande, haciéndome gemir de gusto, mientras succionaba mis últimos brotes de lefa y se engullía mi corrida, teniendo que tragar varias veces para poder ingerirla al completo.

—Esto para vosotros —se acercó a la cam con los labios y la barbilla completamente pringosos, abriendo la boca para mostrar los grumosos restos de esperma que aún tenía casi por todos los rincones mientras yo, ligeramente aturdido, incapaz de leer lo que escribían en el chat, sentía el endeble cosquilleo que iba bajando por mis piernas.

Tras ver cómo dulce-couplex recogía con los dedos la cremosa corrida que le colgaba del mentón, chupándoselos para terminar de degustar el festín, la webcamer cambió inmediatamente el chip, deteniendo la emisión abruptamente y, sin mediar palabra alguna, se acabó alejando en dirección al cuarto de baño.

¿La pedazo de novia de mi tío me acababa de hacer una mamada? ¡Sí, joder! Y no solo eso, sino que se había tragado toda mi lefa mientras lo emitíamos por internet. Sentí como mi pegajoso miembro, en estado morcillón, se revitalizaba, recordando que la muy zorra aún no se había quedado satisfecha.

—¿Se puede? —inquirí mientras entraba sin permiso.

—¿¡Se puede saber qué haces!? —se quejó desde dentro de la ducha, procurando cubrirse mientras el agua caliente caía sobre su cuerpazo, comenzando a generar la neblina que poco a poco iba empañando el cristal de la mampara.

—¿Te tapas? —sonreí con malicia, viendo cómo se esforzaba en ocultar su morbosa desnudez.

—Oye, Miki, yo… lo que ha pasado… no pretendía… —pareció excusarse.

—Tranquila, es normal —proseguí con mi paulatino avance, acercándome a ella—. Siempre ha habido tensión sexual entre nosotros —sonreí con arrogancia, deteniéndome frente a la ducha.

—¡Sí, hombre! Tú flipas.

Cavilando que era la primera vez que la veía desnuda sin que estuviera emitiendo, sentí el habitual cosquilleo en el estómago a medida que me deshacía de la camiseta, quedándome completamente en pelotas.

—¿¡Pero qué haces, guarro!? —se quejó una vez más.

—Un poco guarro sí que estoy después de lo que ha pasado —indiqué jocosamente, abriendo la puerta corredera de la mampara—. Yo también necesito una ducha.

—¿Y no puedes esperar a que termine? —frunció el ceño.

—Creo que ya nos hemos visto suficiente —le guiñé un ojo graciosamente—, hay confianza —aproveché la maniobra para estirar un pie y colocarlo sobre el plato—. Podemos ducharnos juntos, ¿no crees?.

—¿Así? —me acusó con la mirada, bajándola hacia mi miembro, que estaba nuevamente pletórico.

—Procura no acercarte demasiado —la hice reír al tiempo que me adentraba, dando un primer paso.

—En serio, para… —me detuvo.

—Si te sientes más cómoda, pongo la cámara y volvemos a emitir… —bromeé.

—¿¡Cómo se te ocurre salir en pantalla!? —me abroncó, empezando a destensar el brazo con el que se cubría las ubres, señal de que comenzaba a aceptar mi presencia.

—Te advertí que quería participar.

—¿Y…?

—Y que sería un éxito… —sonreí, metiéndome en la ducha definitivamente.

—Ya… pero no ha estado bien… —se apartó ligeramente para evitar que la rozara con mi erecto falo, viéndose obligada a dejar las tetas al aire para poder equilibrarse con las manos, lo que provocó el automático respingo de mi entrepierna.

—¿No? —forcé una graciosa mueca de estupefacción.

—A ver, entiéndeme… Claro que ha estado bien, guapo… Pero… ¡ha sido una maldita locura!

Me la quedé mirando con deseo, el mismo que le profería desde hacía cuatro años. Después de tanto tiempo, me pareció un sueño haber llegado hasta esa situación, con la musa de mis pajas, la auténtica dulce-couplex, después de haberme hecho una increíble mamada, duchándose como si nada frente a mi ostentosa virilidad, que cimbreaba por culpa de su preciada desnudez, esta vez sin banales excusas en forma de emisión por internet.

Intencionadamente, estirándome para coger el gel de baño, le acabé tocando con la polla, restregándole el glande mientras sentía cómo se le clavaba en el vientre debido a la extrema rigidez de mi inhiesto falo.

—Vamos a tener que coordinarnos —aceptó finalmente el juego, haciendo uso de ambas manos para empujarme a la altura de los pectorales, por los que empezaban a resbalar las gotas de agua que me iban salpicando—. Mientras uno se aclara el otro se enjabona —determinó con una sonrisa que me pareció de lo más picantona, logrando que me separara de ella definitivamente.

—¿Puedo? —sonreí, señalándole que quería meterme bajo la alcachofa por la que caían los calientes chorros que iban humedeciendo cada vez más el ambiente, ahora empañando los espejos del lavabo.

Entre bromas y risitas, intercambiamos posiciones, procurando sortear los inevitables roces. La situación me ponía tremendamente cachondo y solo el agua que empezó a empapar todo mi cuerpo pudo disimular el pequeño reguero de líquido preseminal que ya me brotaba de la punta del cipote mientras me aseaba los genitales y observaba cómo, dándome la espalda, mi tía comenzaba a enjabonarse.

—Déjame ayudarte… —indiqué, estirando los brazos para asir sus manos, acompañándola a medida que se frotaba las lumbares.

—Miki…

—Chis… —le chisté suavemente para que se callara, provocando nuevas quejas en cuanto sintió mis dedos recorriendo su suave piel, relevándola en la sugerente tarea de proseguir subiendo por el resto de su dorso, hasta alcanzar los hombros, deslizándome hacia su cuello para empezar a masajearla—. Relájate…

—Uhm…

—Así que te ha jodido que me liara con la rubia… —comencé a susurrarle, disfrutando de hincar mis dedos en su delicada carne, percibiendo cómo su cuerpo reaccionaba a mis caricias, estremeciéndose.

—Me ha jodido que me dejaras sola…

—Ya no estás sola… —destilé suficiencia, bajando mis pulgares por sus omoplatos, recreando la silueta de los mismos.

—Me parece a mí que estoy demasiado bien acompañada… —me reprochó, girando el rostro para mirarme mientras fruncía los labios, procurando ocultar una ladina sonrisa.

—Chis… —volví a pedirle silencio a medida que mis dedos se intercalaban entre sus costillas, acercándome lo suficiente como para que mi polla comenzara a rozarle por encima de las nalgas.

—Miki…

—Chis… —insistí, agarrándola de la cintura con ambas manos—. Y yo que pensaba que tenía algo que ver con que estuvieras cachonda antes de llegar a casa… —le susurré maliciosamente al oído mientras la atraía hacía mí, logrando que mi hombría se restregara contra la parte baja de su enjabonada espalda, que empezaba a perder la espuma debido a que ahora el caño de agua nos alcanzaba a ambos.

—Nada que ver —aseguró.

—De todas formas, te debo una corrida… —continué cuchicheándole a medida que me deslizaba hacia su abdomen, comenzando a rodearla.

—¡Sí, claro! —despotricó, aunque sin apartarse, permitiéndome seguir con los magreos mientras mi verga ya no dejaba de refregarse contra su espinazo.

—No me digas que no te has quedado con ganas… —subí por su torso, deteniéndome muy cerca de sus senos, sin dejar de acariciarla.

—¿De qué, guapo?

—De esto.

Abrí las palmas de la mano para alcanzar el cielo, cercando la base de sus tetas, palpándolas al tiempo que me recreaba en la increíble sensación de ductilidad cada vez que presionaba con mis dedos, hincándoselos en su excitante carnosidad. ¡Joder, le estaba sobando las berzas a la diosa de mi tía!

—Uhm… —soltó un prolongado gemido repleto de sensualidad, imaginándomela cerrando los ojos mientras disfrutaba de mis magreos hasta que sitié sus tiesos pezones, pellizcándoselos suavemente con ambos índices y pulgares—. ¡Ah! —clamó con evidente placer, agarrándome de las muñecas para detenerme—. Creo que te estás equivocando —jadeó, logrando que le permitiera apartarme de sus deseosos pechos.

—No decías lo mismo mientras me chupabas la polla… —la provoqué, consciente de tener la situación controlada.

—Lo habrás malinterpretado…

—Vaya… creí que tenías ganas de que te provocara un buen orgasmo… —volví a envolverla con mis manos, acariciándole el abdomen nuevamente.

—En absoluto…

—Tendré asegurarme… —la chuleé mientras deslizaba mis dedos por su chorreante piel, acercándome a su bajo vientre.

—¿No te fías de mí?

—Prefiero comprobarlo… —insistí, empezando a sentir la excitante suavidad de su pubis totalmente imberbe.

—¿Qué vas a hacer…?

A pesar del agua que caía sobre nuestros cuerpos completamente empapados, tras chocar momentáneamente con su hinchado clítoris, provocando que se estremeciera de arriba abajo, pude percibir la evidente viscosidad que lubricaba sus rugosos pliegues al deslizar el dedo medio entre sus labios vaginales, disfrutando del agradable tacto de todo su chochito. ¡Uf! La gloriosa sensación de grandeza al tocarle el coño a la novia de mi tío Mario fue absolutamente apoteósica.

—Uhm… cabrón… —sollozó, con apenas un hilillo de voz, abriéndose de piernas a medida que le comenzaban a temblar los muslos.

—Estás bien cachonda, perra —le jadeé al oído, moviendo la cadera para restregarle toda la polla por el lomo, hasta que mis huevos chocaron contra su culo, momento en el que empecé a forzar la entrada de su vagina, sintiendo cómo su agujerito se dilataba, parecía que ansioso por recibir la anhelada visita.

—¡Ah! —gritó con cierta desesperación cuando la penetré con el dedo, deslizándome en su interior—. Uhm, sobrino… —sollozó, volviendo a asirme de la muñeca, pero esta vez no me detuvo.

—¿Quieres que haga que te corras? —le susurré suavemente mientras presionaba la cara interna de su bajo vientre, haciendo que se derritiera de gusto.

—Hijo de puta… —balbuceó.

Tenía el cipote a punto de reventar, sintiendo cómo la sangre se me aglutinaba en el glande, incendiándomelo de un modo totalmente insospechado. Por muchos polvos que hubiera echado durante el último año, con algunas tías verdaderamente espectaculares, lo que me llegaba a excitar Carlota era desproporcionado. Y ahí estaba, masturbándola, a punto de follármela.

Sin dejar de hacerle un dedo, me incliné disimuladamente, facultando que mi verga se deslizara una última vez por su espalda, incapaz de colar semejante tamaño entre sus glúteos debido a la excesiva rigidez que ostentaba, teniendo que buscar alguna alternativa, ladeándome ligeramente para al fin lograr encarar mi masculinidad entre sus piernas.

No solía hacerlo sin condón, pero tenía claro que no podía desaprovechar la oportunidad. Si no se la metía en ese momento, no lo haría jamás. Así que me agarré la polla, alzándola para darle unos golpecitos en el vientre.

—Uf… —relinchó, como si no pudiera controlar lo que estaba a punto de ocurrir.

Restregándosela por el pubis, encaré el palpitante glande hacia su entrada y, acompasadamente, mientras sacaba el dedo de su pringoso coño, alcancé la apoteosis, empezando a desgarrarla como supuse nunca nadie lo había hecho.

—¡Uf! —ahogó un sonoro chillido mientras percibía cómo su cuerpo desfallecía a medida que le embutía el grosor de mi carne, hasta que su hambriento chocho se engulló mi encolerizado bálano—. ¡Uhm, joder! Qué gusto…

—Disfruta, zorra…

Cuando le empecé a meter el resto de la polla, sintiendo el ardor provocado por el roce de su acogedora estrechez, que ceñía con total precisión toda mi virilidad, anhelé dejarme llevar por el auténtico placer de estar follándome a esa diosa, a dulce-couplex, el deseo de miles de pajilleros, a punto de vaciar mis gónadas en el interior de esa pedazo de hembra que no era otra que mi tía, con el morbazo que eso suponía. Pero primero quería hacer que se corriera. Y vaya si lo hizo…

Ya con Carlota más acomodada al tamaño de lo que tenía entre las piernas, sujetándola por las caderas, empecé a bombear lentamente, aumentando el ritmo de la penetración al mismo tiempo que ella separaba las rodillas, incrementando sus gemidos mientras se inclinaba hacia delante, llevándose los dedos al coño para frotarse el clítoris. Aproveché ese momento para deslizar mis manos por su torso, acariciándole la espalda, el vientre y sus colgantes pechos sin dejar de embestirla, cada vez más salvajemente, hasta que comenzó a soltar ciertos improperios entre continuos jadeos, haciendo que su aliento acabara reflejándose en el vaho del cristal de la mampara.

Cuando la agarré del pelo, tirando de ella, sentí cómo la muy puta empinaba el culo, echándolo hacia atrás para engullirse unos cuantos centímetros más de verga, logrando que mis muslos comenzaran a chocar contra sus nalgas, alcanzando sus topes mientras mi tía, abriendo la boca, soltaba pequeños grititos.

—¡Sí…! Joder el pollón… —sollozó casi imperceptiblemente—. Reviéntame… reviéntame el coño… —clamó con la voz entrecortada—. ¡Ah…! —soltó un contundente gemido—. Madre mía…

—¿Te vas a correr, so guarra?

Pero no le di tiempo a contestar. Asiéndola de la mandíbula para hacerla completamente mía, acabé tapándole los labios, obligándola a que se tragara sus gemidos mientras le daba fuertes empellones, clavándole el cipote hasta el fondo, lo que provocaba que mi pubis salpicara el agua con cada embestida a su trasero, hasta que mi tía no pudo más y se deshizo, corriéndose como una perra mientras su cuerpo se estremecía, sufriendo pequeños espasmos con los que prensaba mi miembro viril, presionándomelo fuertemente gracias a los tensionados músculos de su vagina por culpa del orgasmo que estaba disfrutando.

—Ya, guapo, ya… —me advirtió, jadeante.

Pero yo no estaba dispuesto a parar. Después de tanto tiempo viéndola por internet, la conocía bien y no cejé en mi empeño de penetrarla, hasta volver a ponerla cerda.

—Sigue, cabrón, sigue…

Ya la tenía donde quería. Así que, dándole una fuerte palmada en la nalga, dejé de follármela, saliéndome de su interior para acabar dirigiéndome al exterior de la ducha.

—¿Qué haces? —inquirió con la respiración desacompasada—. Ahora sigo cachonda —confirmó, ciertamente alterada.

—Quiero que vean cómo te follo —afirmé con pasmosa tranquilidad mientras asía una toalla y comenzaba a secarme.

—Eso no… —casi suplicó, cerrando el grifo del agua para salir a mi encuentro.

—¿No decías que Mario ya nunca te mira…?

—Ya… pero es arriesgado.

La observé mientras se aproximaba, contemplando la excitante desnudez que acompañaba cada uno de sus andares. Era preciosa. Una puta diva. La tía más buena que podía existir. Y la tenía a mi merced.

—Soy un sueño para ti… —destapó su arrogancia con una pérfida sonrisa, llegando a mi altura.

—Eres una puta obsesión —aseguré, agachando el rostro para robarle un morreo.

¡Uhm! La calidez de sus labios, el suave cosquilleo de su aliento y su mano asiéndome la polla para masturbarme mientras me chupaba la lengua me puso a cien. Deslicé mi boca por su cuello y fui bajando por el resto de su cuerpo, vistiéndola de besos, escoltados por pequeños chupetones.

Alcanzando sus pechos pude degustar el sabor ligeramente salado mientras se los comía, para acabar mordisqueándole los endurecidos pezones en el mismo instante que ella adentraba sus dedos en mi cuero cabelludo. Seguí descendiendo por su estómago, hasta conquistar la sensibilidad de su ombligo, acercándome lentamente a su pubis donde comencé a recrearme, lamiéndoselo de abajo a arriba al tiempo que escuchaba sus jadeos, cada vez más sonoros.

—¿Vas a comerme el coño, hijo de puta? —la oí balbucear cuando colé la cabeza entre sus muslos.

Sin necesidad de contestar, le di un primer sabroso lametón, apreciando la viscosidad acre que me empapó la lengua.

—Uf… —resopló, comenzando a alzar una pierna mientras se aferraba a mi pelo con mayor virulencia.

A pesar de estar recién duchaba, bastaron un par de chupadas para que su entrepierna empezara a desprender el suave aroma a chocho que poco a poco conquistaba mis fosas nasales, alimentando mis tremendas ganas de seguir comiéndoselo todo, logrando que lubricara hasta tal punto que sus densos flujos blanquecinos empezaron a deslizarse por mi barbilla, momento en el que la muy zorra inició un lascivo movimiento de cadera, restregándome el sexo por toda la cara. ¡Brutal! Como la sensación de degustar ese conejo que tantas veces había visto, teniendo que resignarme a pensar que jamás tendría la posibilidad de que fuera mío.

—Para, para, cariño —sollozó con la respiración más que agitada, tirándome del pelo para apartarme de su vulva.

—¿Qué pasa? —sonreí maliciosamente mientras alzaba la vista para observarla, enorgulleciéndome al comprobar la evidente excitación que mi tía anunciaba en cada gesto y reflejaban todos y cada uno de los poros de su piel.

—Vas a hacer que me corra, cabronazo. Y quiero sentirte dentro una última vez —anunció, bajando la pierna con la que se había abierto para facilitarme el cunnilingus.

—¿Una última vez? —inquirí con tono vanidoso.

—Quítame el calentón y nos olvidamos de esto para siempre.

—Pero esta vez lo emitimos… —exhorté, alzándome para quedarme frente a ella.

—Eso no —aseguró con total severidad—. Te quiero para mí sola —dibujó una pícara sonrisa, agarrándome una mano para llevarla hasta su trasero, en un claro y burdo intento de manipularme.

—Creí que este culazo era solo para mi tío —le estrujé la nalga, disfrutando de los glúteos más espectaculares que había palpado en mi puta vida.

—Al parecer esta noche también es para ti…

—Eres una puta cerda —la humillé—. Te tengo bien cachonda, eh…

—Demasiado. Si no te juro que…

—¿Nunca le has sido infiel? —mostré una mueca burlesca.

—Tienes el puto privilegio… —aseguró con el rictus circunspecto.

—Tendré que quitarte el calentón entonces… —sonreí de un modo engreído—. Pero mañana vuelves a emitir —me puse serio.

—¡Sí, claro…! No sabes tú nada…

—Sé que quieres rabo, así que…

—¡Uf! Bueno, mañana ya veremos —pareció empezar a claudicar, sorprendiéndome al agarrarme del cuello, como si pretendiera ahogarme—. Ahora dame polla.

Tan solo unos minutos después estaba tumbado en el suelo, frente al escritorio de las emisiones, con mi efervescente miembro viril, envuelto en uno de mis preservativos tamaño XXL, respingando a la espera de acontecimientos.

—¿Recuerdas tu visita del año pasado? —Carlota empezó su discurso, aproximándose lentamente—. Cuando presenciaste la emisión mientras tu tío Mario miraba desde el trabajo…

Al llegar a mi altura, pasó una pierna por encima de mí, poniendo un pie a cada costado de mi cuerpo, permitiendo que contemplara cómo se le abría el chochito, con sus jugosos labios vaginales retorciéndose con excesiva parsimonia.

—¿Recuerdas cuando coloqué el dildo justo donde estás ahora? —prosiguió, comenzando a doblar las rodillas para hacer que su tronco descendiera lentamente, recreándose y logrando que mi rabo se hinchara de tal forma que tuve la sensación de que iba a reventar la goma del profiláctico—. Uhm… —gimió al sentir el delicado roce de mi bálano, provocando que su sexo comenzara literalmente a gotear.

—Claro que lo recuerdo, puta —me agarré la polla para darle unos golpecitos en el coño.

—Uhm… —sonrió con cara de zorra, recuperando altura al tiempo que meneaba el culo, desesperándome—. Lo que no sabes es que —se agachó nuevamente, permitiendo que ahora le restregara el glande por toda la raja—, mientras Malsion y tu tío se pajeaban viendo cómo me metía la pichita de plástico, yo me imaginaba que me follaba tu pedazo de pollón.

—¡Uf! —sentí cómo se me escapaba un primer brote de semen mientras Carlota bajaba las caderas definitivamente, forzando que la exacerbada punta de mi incandescente cipote volviera a hacerse paso entre sus pegajosos pliegues, disfrutando de la apoteósica sensación al rozar el interior de su acolchada anatomía mientras la penetraba tan lentamente como ella estaba deseando.

—¡Joder, Miki! —clamó, abriendo cada vez más la boca a medida que su vagina se adaptaba al grosor de los centímetros que poco a poco la iban saciando por completo—. Me corro…

Tras los largos segundos en los que le duró el nuevo éxtasis, sintiendo cómo se me humedecían los huevos, supuse que de todos los flujos femeninos que debían estar escurriéndose por el preservativo, mi tía comenzó a cabalgarme. Al parecer, la muy puta quería más.

Así que, metiéndose a penas un tercio de mi longitud, Carlota empezó a mover la pelvis a buen ritmo, provocando el sonido de chapoteo cada vez que deslizaba el chocho por la lubricada robustez de mi polla.

—Uhm… —se detuvo momentáneamente para acariciarse el clítoris mientras se acomodaba, arrodillándose, y comenzaba un ligero vaivén para engullirse unos pocos centímetros más de rabo, estimulando el agradable hormigueo que comencé a percibir en los testículos.

Ahora, reclinada sobre mí, pude alzarme ligeramente para comerle la boca, saboreándonos mientras ella reanudaba el paulatino ritmo de su experimentado movimiento de cadera, haciéndome sentir cómo aumentaba la cadencia al mismo tiempo que subían los decibelios de sus jadeos, bajando el culo para acabar conquistando ya medio cipote.

Cuando la agarré del pompis, abriéndole las fastuosas nalgas, se enderezó ligeramente, zarandeándose con un lascivo movimiento para meterse un cacho más de polla, ya con el coño bien dilatado, a medida que me iba deslizando lentamente por sus glúteos, en dirección a su ano.

—Uhm… —sollozó cuando le rocé la entrada trasera, deteniéndose ante mi inesperada acometida.

—Este culo no es virgen, ¿verdad? —inquirí, percibiendo cómo la excitante rugosidad palpitaba a medida que presionaba ligeramente, empezando a abrirle el esfínter.

—No, no lo es —me sonrió con cara de zorra.

Sintiendo la angosta presión con la que me envolvía la carnosidad de su pequeño y estrecho agujerito mientras mi tía reiniciaba los movimientos pélvicos, cabalgándome el rabo, empecé a follarme su trasero.

—Para… —jadeó, agarrándome la muñeca para detenerme cuando le quise meter un segundo dedo—. Como sigas voy a querer más… —indicó con la respiración claramente agitada—. Y tu polla es demasiado grande para mi pobre culito —dibujó una lasciva mueca, volviéndome loco, al tiempo que se inclinaba hacia delante para volver a besarme.

Ya en silencio, con los gemidos de ambos como única forma de expresión posible y envueltos en un lujurioso ambiente que ya apestaba a sexo, follamos como dioses, destinando todos nuestros sentidos a disfrutar del polvo, ahora con un suave y controlado gesto femenino, estirándose hacia delante hasta casi sacarse mi rabo por completo, interrumpiendo la acción justo cuando mi embravecido glande le dilataba al máximo su abertura. Segundos después, reculando pausadamente, Carlota dobló las rodillas al tiempo que jugaba con su pelvis, tensionando al máximo la rigidez de mi tronco con el objetivo de sentir cómo la punta de mi verga le rasgaba su zona más erógena, suspirando antes de metérsela nuevamente.

Tras repetir la gustosa maniobra en varias ocasiones, volvió a aumentar el ritmo de la penetración, haciéndose agua, como denotaba el sonido acuoso de cada violenta sacudida a lo largo de mi hombría, incrustándosela cada vez más hondo, hasta que sus glúteos comenzaron a chocar contra mis huevos, con mis bolsas testiculares adhiriéndose a su pegajosa dermis, deteniéndose finalmente para balancearse con suavidad sobre mi pubis, bien empalada.

En ese momento, sintiendo la agradable picazón que se había iniciado en mis gónadas viajando a lo largo de mi tronco, aproveché para estirar las manos, alcanzando las tetazas de la novia de mi tío, magreándoselas mientras la muy cerda se deshacía, sollozando con cierta desesperación, hasta que se las estrujé con fuerza, haciéndola gritar de dolor.

Su rostro no tardó en reflejar el placer que le estaba dando, sollozando jadeantes quejidos mientras subía hasta su cuello, rodeándolo con mis dedos para estrujárselo hasta provocarle una ligera apnea, momento en el que le di una fuerte bofetada, denigrándola completamente antes de hacer uso de mis marcadas abdominales para alzar el tronco, forzando que Carlota se reclinara, sujetándola por la espalda para dejarla a horcajadas, rodeándome con sus piernas, mientras iniciaba un complicado movimiento de cadera, follándomela con desaforado frenesí.

—¡Ah! ¡Joder! ¡Hijo de puta! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —empezó a gemir con cada sacudida, estremeciéndose ante mi virilidad para acabar alcanzando un nuevo orgasmo tras los largos segundos que duraron mis embestidas—. Me corro… me corro… —balbuceó, casi lloriqueando.

Tras tremenda follada volví a tumbarme, sintiendo la adrenalina recorriendo cada uno de mis músculos debido al intenso esfuerzo realizado mientras disfrutaba de la recompensa en forma de esperpéntica visión femenina, con la cara descompuesta al tiempo que se arreglaba el pelo totalmente revuelto para acabar poniendo una severa mueca, rechinando los dientes, y volviendo a la carga, insaciable.

—¿Te vas a correr? —sollozó, incapaz de evitar que le temblara la voz.

—Sí —jadeé de puro deseo.

—¿Te vas a correr dentro de mi coño? —insistió, ya de un modo prácticamente imperceptible—. ¡Ah, córrete! Córrete en mi coño…

Ahora votando a saco, con unos buenos golpes de cadera para conseguir deslizar su chochito a lo largo de toda mi enorme longitud, logrando el sonido a charco provocado por sus glúteos chocando contra mis muslos, comenzó a salpicarme flujos vaginales debido a su ya desproporcionada lubricación, logrando que el agradable cosquilleo me alcanzara la punta del cipote, hinchándomelo de un modo desmedido, momento en el que Carlota explotó con un impresionante squirt, empapándome con el pedazo de chorro que cayó sobre mi torso, mucho más abundante que cualquiera de los que le había visto con anterioridad.

—¡Ah! —grité, dejándome llevar al fin, sintiendo el desorbitado gozo de haber cumplido el sueño que me tenía obsesionado, eyaculando en el interior de la increíble dulce-couplex al tiempo que colmaba el preservativo con mi abundante esperma—. Ah… —seguí disfrutando mientras mi tía, revoltosa, lograba sacarme los últimos estertores de placer con un ligero vaivén, hasta que se dejó caer sobre mi cuerpo, aún con mi polla palpitando en su interior.

Ambos, totalmente desnudos y con el latir más que alterado, nos quedamos tumbados, sintiendo cada uno la sudorosa piel del otro mientras ella me echaba el aliento de su fuerte respiración y yo contemplaba la tenue luz del incipiente amanecer asomando por la ventana, convirtiéndose en el momento más agradable que recuerdo con una mujer.

Por suerte, esa madrugada terminamos demasiado rendidos como para que hubiera reproches o lamentaciones. De hecho, acabé durmiendo en su cama, a su lado, rodeado por sus brazos y piernas, conquistando el territorio de mi tío por completo.

Al día siguiente, casi al mediodía, aproveché para follármela recién despertada, procurando no darle tiempo a que se arrepintiera. Y mientras comíamos algo para recuperar fuerzas, aunque no estaba previsto, la convencí para que esa noche abriera un nuevo stream.

Imagen de webcamer

Tan solo habían pasado unos segundos desde que dulce-couplex comenzó a emitir cuando llegaron los primeros mensajes al chat.

“hola preciosa”

“buenas noches dulce”

“qué alegría verte por akí jejejeje”

—Buenas noches, chicos —saludó ella, iluminando la pantalla con su sempiterna sonrisa, favorecida gracias a la posición estratégica de la cámara con la que, como siempre, evitaba mostrar sus ojos, escondidos tras las morbosas gafas de pasta que dejaba entrever de vez en cuando—. ¿Qué tal estáis?

“Mejor ahora qeu t veo”

“no tan bien como tu xD”

“hoy no está el de la polla grande?”

La webcamer rio y, tras dejar pasar unos segundos para recuperar la compostura, contestó alegremente.

—Si os portáis bien, igual se pasa luego… —dibujó una mueca traviesa, provocando que inevitablemente se me comenzara a poner dura.

Comentarios

  1. Ya tenéis disponible la tercera y última parte de esta historia. Siento muchísimo la demora.

    Entre las dificultados para concluir la serie y que la mayoría preferís relatos completos, por ahora no creo que vuelva a escribir por capítulos. Aunque nunca se sabe...

    Bueno, centrándonos en el relato, espero que disfrutéis el final de la historia y, sobre todo, que me hagáis llegar vuestras opiniones. Es la única recompensa por publicar, así que os lo agradezco de antemano.

    Un saludo a todos mis lectores! :)

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  2. La espera se estaba haciendo eterna, pero a valido la pena.

    Lo he leído un poco rápido pero la impresión que me deja es excelente. No pensé que se fuera a extender tanto la tercera parte pero a quedado muy bien.

    En cuanto pueda leerlo con más calma daré una opinión más detallada

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    1. Me alegro! Espero que aunque lo hayas leído rápido hayas quedado satisfecho :)

      Creo que tú eras de los que esperabas este final. Espero que te haya gustado.

      Quedo pendiente de esa opinión más detallada jeje

      Muchas gracias, Lobo.

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  3. Hace poco releía alguno de tus antiguos relatos (por cierto, nunca llegaste a contar la "historia real" detrás de Wedding Planner) y me reencontraba con una conversación que tuvimos en su momento sobre la persona en que narras. Decías que se te hacía muy difícil o imposible escribir sin mostrar muchos puntos de vista o al menos el punto de vista de la protagonista porque sentías que si no se explicaba bien su lado la historia no se volvía creíble. Pues he de reconocer que, con esta trilogía, has demostrado de sobra que sí que eres capaz, de hecho creo que son tus mejores relatos, y a la protagonista se la entiende perfectamente en todo momento aunque no estemos en su cabeza.

    Juntas a eso una historia que se toma su tiempo (tanto en páginas escritas como en tiempo dentro del mundo, al fin y al cabo son cuatro años) para llegar a donde llega y que nos permite conectar con el protagonista y su evolución desde chico que no sabe nada de la vida a "macho" hecho y derecho. Y logras que en ese camino, la evolución del personaje se sienta que va hacia donde sabemos que debe ir, pero al mismo tiempo ocurra sin que nada sea forzado, sino paso a paso, cocinándose a un excelente fuego lento.

    Suma a todo ello tu prodigiosa pluma, las excelentes descripciones, los juegos, los tiras y aflojas, etc. y, sin duda, creo que es tu mejor historia hasta el momento. Por mi escribe tanto como quieras por capítulos y tarda lo que necesites, que esto es un hobby, porque tu calidad merece la pena la espera que haga falta y el tiempo que sea requerido para disfrutar de relatos que (como este) acaban haciéndose cortos pese a la extensión considerable.

    Un placer leerte, como siempre

    Requiem

    PD: algunos mini problemas con los comentarios desde Firefox, espero que no lleguen diez mil copias. :S

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    1. Jolin! Espero que esta vez no hayas perdido el comentario al menos :( Oye, y no me importaría tener 10k comentarios tuyos, eh jajaja

      Sí, es cierto que dije eso sobre la persona que narra y más o menos lo sigo pensando. Aunque también es cierto que no es la primera vez que me enfrento a la primera persona únicamente con el personaje masculino.
      En este caso, igual que en Después de clase, creí que le encajaba muy bien debido al carácter voyeur de la historia.

      He de decir que el relato iba a ser mucho más "sencillo". En el fondo iba a contar lo mismo, pero con mucho menos detalle. Pero cuando empecé a escribir me di cuenta del potencial del personaje y supe que iba a ser más largo de lo que pretendía, de ahí que decidiera publicarlo por partes.
      Tampoco le iba a dar tanto protagonismo a las emisiones de la webcamer, pero vi que podían servirme para desarrollar más al personaje femenino sin necesidad de que nos narrara sus pensamientos y sensaciones. Espero haberlo logrado al menos mínimamente.

      Por lo demás, muchísimas gracias por los halagos :) Para mí también es un placer que me sigas leyendo y comentando.

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    2. Jajaja, no, el comentario era muy parecido al que finalmente si que se colgó así que cero se perdió. Aunque no se si 10k comentarios diciendo más o menos lo mismo tendría mucho sentido. ;)

      Después de Clase lo leí en su momento pero he de reconocer que no lo recuerdo demasiado bien, ya que no es de los que releo ocasionalmente al ser un tema que me interesa menos (ya voy viejo para historias de la secundaria jajja). Y si, el caracter voyeur, como tú dices, hace que sea más fácil, en la medida en que permite narrar sin salirse de personaje, cosas que el personaje de otro tipo de historia no vería. Por eso son tan socorridos los recursos como cámaras espía en la casa, etc. ya que permiten justo eso, que un personaje pueda ver y narrar lo que en teoría debería ir detrás del telón. Sin embargo, en este caso, creo que usas poco la parte voyeur (cámara) ya que en la mayor parte de las veces el protagonista está mirando pero presente, y eso le da mucho más punto de tensión (¿se atreverá a intentar algo, o no? ¿Saldrá bien, o no?) que se pierde ante la frialdad de que haya una pantalla de por medio.

      Y en cuanto a lo otro, creo que lo has logrado mucho más que mínimamente. Y me alegro de que decidieses extenderte más, de hecho ese "apresuramiento o sencillez" se nota más en este tercer capítulo, cuando pasa a toda velocidad por la historia de las chicas con las que se acuesta para volverse un fucker. Pero en este caso no se siente que haga de menos a la historia, porque el centro es la otra parte que sí que está muy detallada. Aunque queda algo raro que, especialmente con la chica de la playa, te hayas tomado el tiempo para crear los diálogos, las escenas y demás, y luego un "no os voy a contar si me la tiré en la playa" que hace que quede un poco como... ¿calentar el horno y luego dejar la comida sin meter?

      Requiem

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    3. Buen aporte. Con las emisiones en las que Miki está presente pretendía generar esa tensión por lo que pudiera pasar: si el sobrino entraría en acción, si Mario se percataría de algo...
      Espero que el momento en el que Miki aparece por fin en escena fuera tan esperado como pretendía, y que haya gustado :)

      Ese apresuramiento en la narración de las evoluciones sexuales de Miki durante el último año antes de cumplir la mayoría de edad es en cierto modo premeditado. La protagonista de la historia es su tía, la webcamer, y en esos párrafos solo quería mostrar la experiencia y el buen hacer que adquiere su sobrino.
      Y supongo que con la chica almeriense me extendí un poco más para darle algo más de fuerza a esa parte y que no se notara un pegote sin más. Quería hacer como un mini relato dentro del relato (con Vacaciones en pareja gustó la historia que cuentan los dos niñatos a las dos hermanas sobre cómo se conocieron y uno de ellos perdió la virginidad gracias al otro). Y bueno, Miki deja la historia a medias... porque él es así :) Pero está claro que se la folla, ¿no?

      Gracias nuevamente por los comentarios, Requiem. Un placer, como siempre.

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  4. Los mejores relatos que leo son los tuyos. Es la primera vez que escribo pero me he leído todos.

    Se que te importan los comentarios pero aunque no siempre escribamos, siempre te leemos.

    Lástima que tardes tanto entre relato y relato pero lo bueno se hace esperar.

    No dejes de escribir!

    Pd: La próxima serie de infidelidad matrimonial ����

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    1. Muchas gracias!

      Pues te animo a que me comentes más a menudo. No sabes lo que se agradece :)

      Ojalá tuviera más tiempo libre para escribir. Pero entre el poco tiempo que tengo y la de horas que se necesitan para escribir... además de las numerosas veces que releo y releo cambiando cosas hasta que quedan a mi gusto...

      Supongo que podría dedicarle menos tiempo, pero no quedaría tan satisfecho :P

      En principio no volverá a haber serie. La mayoría que votó prefería relatos completos. Eso sí, infidelidad va a haber seguro jeje

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  5. Habiendo leído con más calma esta última parte, que no metdido de lleno en la lectura(puto trabajo) mantengo mi primera y positiva impresión. Incluso la elevaría y no dudo que en una tercera lectura la encumbra más.

    En general me pareció un gran desenlace para esta historia, con mucho más contenido de lo que me esperaba. Me da la impresión de que tenías varias ideas de como acabar la historia y las lograste combinar en un sólo final.

    Las intersecciones entre tía y sobrino me an vuelto a gustar, todo el desarrollo me gustó y algo que me encantó fue lo de malsion. No se por que pero es lo que más se me quedo grabado de esta parte. Disfrute mucho más la parte de los chats en esta ocasión.

    Lo único negativo sería la Espera para esta tercera parte y que está vez si se me hizo algo pesada la lectura, aunque esto más por factores externos.


    Otra cosa sería decir que la segunda parte definitivamente no me gustó del todo, solo las interacciones tia sobrino. La primera es genial y esta última excelente.

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    1. Gracias por el nuevo comentario Lobo :)

      Ya, si cuesta sacar tiempo para leer por el trabajo, imagínate para escribir...
      En vuestro caso, tomároslo con calma y leed cuando podáis, que sino no se disfruta tanto el relato jeje

      Bueno, me alegro que te haya gustado esta tercera parte y, sobre todo, el desenlace.
      Lo cierto es que lo tenía, a grandes rasgos, bastante claro desde el principio. Sí que es cierto que lo de Malsion se me ocurrió durante el proceso y me pareció una buena forma de abrir las posibilidades respecto al desenlace de la historia. Pero debía transmitir, en una sola sesión, que ese usuario era verdaderamente diferente al resto. Parece que, al menos en tu caso, lo he logrado :)

      No me canso de pedir disculpas por la tardanza en escribir esta tercera parte. En principio ya no volveré a publicar por partes.

      Y respecto a la segunda parte, revisándola, supongo que tal vez le di mucho peso a la relación con Verónica, pero de algún modo sentía que era importante para conocer el desarrollo de Miki y cómo la disputa con El Perla ayuda a que su vida sexual se vea impulsada después en la tercera parte.

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  6. Gran relato y excelente cierre, de verdad las secuelas si se te dan, tienes grabdes relatos merecen 2da y hasta 3era parte, yo aun sigo esperando continuaciones de regalo de cumpkeaños y la niñera.

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    1. Muchas gracias por el comentario :)

      En principio, esas historias que comentas fueron concebidas como un único relato y no tienen segunda parte.

      De hecho, a día de hoy, tienen difícil continuación incluso las series antiguas que se quedaron sin conclusión definitiva.

      Por cierto, os animo a que si publicáis como Anónimo firméis el comentario porque voy a poner el último relato como privado más pronto de lo que pensaba.

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  7. Hola Doctorbp, felicitarte por el relato. Ha habido momentos que me ha puesto cachondo pero como sabes soy mas de relatos como Noche descontrolada, Las pozas o Vacaciones en pareja. Ya estoy deseando un nuevo relato. La verdad es que es una marvilla poder leer joyas como estas.

    Salva.

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    1. Mil gracias Salva.

      Sí, este relato es un poco diferente a los que suelo escribir. En principio el siguiente debería ser más similar a los que comentas.

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  8. Excelente cierre para una historia muy bien planteada!!!
    De las ideas que se me habían ocurrido para esta parte, solo acerté una (y a medias) pero, igual, me agradó mucho todo el relato, deja muy buenas sensaciones.
    En algún momento pensé que la escena final dejaría a Miki como espectador forzado... eso me habría gustado (no puedo evitarlo, me gustan las historias que no tienen el típico "final feliz" para el "héroe"), pero debo aceptar que esa escena estuvo genial!!
    Sé que no es el formato de historia que va más con tu estilo pero espero ver alguna similar en un futuro próximo!
    Y muchas gracias por compartir y permitirnos disfrutar de tu imaginación.

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    1. Bueno, me alegra un montón que te haya gustado el desenlace.

      Sigo con la intriga de conocer esas ideas xD Además, ahora quiero saber cuál acertaste, aunque fuera a medias.

      Ya... en mis historias es más habitual que haya un "final malo" para el "bueno" (entiéndase el novio cornudo de la protagonista). No son pocas las veces que me han comentado que soy demasiado duro jaja

      Muchas gracias a vosotros por comentar los relatos. Sin duda es la mejor recompensa por escribirlos.

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  9. Genial broche a la serie ...
    Muy morboso y muy bueno como todo a lo que nos tienes acostumbrados...
    Por decir algo se me queda Malsion un poco en el aire.... sin concretar nada, m espera que apareciera físicamente ... un trío entre los 3 hubiera molado :) ...

    Deseando leer lo próximo crack!!
    Gracias por todo el curro que haces para que disfrutemos

    Amalia

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    1. Gracias Amalia, me alegra que te haya gustado :)

      No sé si ya lo he comentado anteriormente, pero el personaje de Malsion fue un recurso para aumentar la duda sobre lo que pasaría al final.
      Aunque la idea de dar peso a un usuario del chat siempre estuvo desde el principio, me convenció un comentario en el que se decía algo así como que al no haber ningún personaje desconocido con relevancia en la historia, quedaba claro que sería el sobrino el que se la acabaría follando.
      Entonces decidí darle un nick a dicho personaje. De hecho lo hago también con Top8 para despistar jaja Espero haberlo conseguido.
      Pero bueno, que me gusta mucho que me hayas hablado sobre ese personaje :)

      Yo también tengo ganas de que leáis lo próximo!!

      Gracias a vosotr@s por leer y comentar.

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  10. Me encanta el erotismo que maneja. Es una exageración en ocasiones, claro, pero es parte del encanto. Después de todo el clímax siempre se hace notar. Es un placer leer el episodio ahora que me es posible. Saludos.

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    1. Me alegra que no hayas tenido que esperar mucho para poder leer el final de la historia.

      Te agradezco mucho el comentario. Y espero que la gente se siga animando a comentar para no tener que volver a poner contraseña al último relato publicado :)

      Un saludo Ian peña!

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  11. tengo que confesar que esta serie no me estaba gustando tanto como los relatos habituales, quizás por el tema del chat... pero esta última parte me ha reconciliado con la webcamer.
    Ahora a por el último!

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    1. Bueno, es que esta historia es un poco diferente a las que suelo publicar, así que no me extraña que haya a quien no le haya acabado de gustar.

      Pero me alegro que esta última parte sí te haya encajado más :)

      ¡Espero encontrarme con un comentario tuyo en el siguiente relato! jaja

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  12. Hola me gusta mucho la manera de ir maneja el exotismo, sinceramente desde hace 4 años he leído sus relatos y no he encontrado quien escriba parecido a usted felicidades, mis saludos respetuosos desde Florida.

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  13. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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