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Regreso al pasado

Sinopsis: A partir de una cena entre parejas se desata lo que ya se venía gestando desde el pasado.

Susana aún no había parado de reír cuando Aitor soltó otra broma, provocándole la carcajada con la que, a duras penas, con los ojos entre cerrados, pudo observar la sonrisa de su chico, en todo su esplendor, amenizando la velada junto a la pareja de amigos a los que habían invitado a cenar en casa.

—Mi ex es la Voldemort —prosiguió el chascarrillo.

—¿Por? —le preguntaron.

—Porque su nombre nunca debe ser nombrado —chanceó Aitor, mirando de soslayo a su chica—. Jamás —enfatizó con gracia, provocando las risas multitudinarias.

—¡Qué tonto eres! —reaccionó Susana ante las ocurrencias de su novio, golpeándolo jocosamente en el hombro.

Se lo quedó mirando, percatándose de cuánto lo amaba. Le encantaba que fuera gracioso y, por supuesto, era un plus que estuviera bueno. Aitor era muy guapo y tenía un físico envidiable debido a lo mucho que se cuidaba. Pero lo que más apreciaba es que era un buen hombre. Le agarró del mentón y le dio un beso en los morros.

—Te quiero, cielo —le susurró él cuando sus labios se separaron.

—Pues deja ya de hablar de tu ex —sonrió Susana con malicia, dándole un postrero pico.

—¿Lo veis? Jamás debe ser nombrada —volvió a hacer reír a la otra pareja.

—¿Y su ex? ¿Puede ser nombrado? —preguntaron jocosamente.

Aitor desvió la atención hacia su chica, sintiéndose dichoso de estar con ella. Susana era una mujer con carácter, alegre y extrovertida, aunque a simple vista lo que más llamaba la atención era su imponente presencia. Morena, de pelo y ligeramente de piel, con un rostro precioso y un cuerpazo de escándalo en el que destacaban su buen par de tetas, totalmente naturales, era un autentico pibón.

—Mejor no —bromeó ella, mostrando su cautivadora sonrisa, con la que era capaz de encandilar a cualquiera.

Mas en el fondo lo dijo en serio, pues nunca le había hablado a su pareja del último hombre con el que había estado antes de su relación actual. Tampoco es que lo hubiera ocultado por ningún motivo especial, pero era alguien de quien prefería no acordarse. Y mientras lo hacía, sintió un ligero cosquilleo de incomodidad en el estómago. Su ex fue un auténtico cabronazo.

—Por mí no hay problema —indicó Aitor—. Digo yo que si ahora estás conmigo es por algo… —sonrió con suficiencia, dirigiéndose a su chica para darle un nuevo beso.

—¡Pues claro! —aseguró ella, recibiendo sus arrumacos de buen grado.

—Tu ex no sabe lo que se ha perdido… —le susurró, sacándole una sincera sonrisa a su novia.

—Te quiero…

Susana y Aitor eran dos guapos treintañeros que se querían y compenetraban de maravilla después de varios años juntos en los que, a pesar de las típicas rencillas de toda relación, se habían mantenido unidos y fieles, siendo la pareja perfecta, si no fuera por un pequeño matiz…

Tras concluir la cena, ya solos en el piso, ella aprovechó para darse una ducha mientras su novio recogía un poco. Bajo los agradables chorros del agua caliente, la morena comenzó a deslizar las manos por su escultural cuerpo y, a medida que lo hacía, sintió el incremento del pequeño cosquilleo que se había quedado aletargado a raíz del recuerdo de su ex, solo que ahora parecía transformarse en una placentera sensación a medida que se masajeaba los voluminosos pechos, provocando la retroalimentación de su incipiente excitación. Se estaba poniendo cachonda. Y lo corroboró cuando guió los dedos entre los pliegues de su vagina, soltando un discreto gemido de gusto con el que empezó a tocarse, percibiendo cómo la humedad de su entrepierna se iba tornando más viscosa.

—Uf… —resopló, deteniendo la masturbación—. Necesito carne… —susurró, terminando de ducharse con premura.

Cuando Susana salió del cuarto de baño, dirigiéndose al salón, se encontró a su chico relajado, viendo la tele en el sofá.

—Cariño… —le cuchicheó provocativamente tras aproximarse, recostándose contra él mientras alargaba una mano en dirección a su entrepierna.

—¿Qué…? —contestó sin demasiado interés, prestando toda la atención a la caja tonta.

—Tengo ganas… —aseveró, contorneando con los dedos la aún total flacidez de Aitor.

—Ahora no me apetece…

—Jo… —se quejó jocosamente, sin dejar de palparle el paquete hasta que, tras un par de minutos de jugueteos, fue consciente de que no se le iba a poner dura.

—Cielo… —rechistó al fin, apartándola parsimoniosamente.

La preciosa morena desistió, frustrada, pensando si volver al baño a terminar el dedo, pero una nueva sensación le había bajado la libido. Aunque el sexo con Aitor no era malo, era bastante menos frecuente de lo que a ella le gustaría y no podía evitar sentirse un poco desatendida en ese aspecto. Frunció el ceño y procuró no darle más vueltas.

Los siguientes meses transcurrieron como de costumbre, sin mayores novedades, hasta que un fin de semana de relax, mientras Susana ordenaba los armarios, concluyó que necesitaba renovar vestuario.

—Aitor, podríamos ir de compras… —sugirió, ataviada con algunas de las típicas prendas que solía vestir por casa, como el pantaloncito corto con el que mostraba sus estilizadas piernas y la camiseta holgada bajo la que se insinuaban sus dos grandes melones.

—Sí, claro, querrás decir que podría acompañarte —replicó con gracia, logrando que su chica riera.

—Veo que lo has entendido perfectamente —siguió el tono jocoso de la conversación, dibujando una divertida mueca.

—¿No puedes quedar con tu hermana o con alguna amiga? —indicó más seriamente.

—No serías mi primera opción si pudiera ir con ellas —le sacó la lengua—. Va… por fa… —insistió melosamente mientras se dirigía a Aitor esbozando un semblante sonriente.

—No… —le devolvió la sonrisa, consciente de las intenciones femeninas.

—¿Seguro? —perfiló más la mueca, ya cautivadora, al llegar hasta él, alzando los talones para acercarse a sus labios mientras se restregaba contra sus pectorales—. Jo… —ronroneó con un lujurioso tonillo de voz, a escasos milímetros de su boca.

Aitor intentó besarla, pero ella, risueña, se apartó.

—¿Vamos de compras? —mostró una sonrisa triunfal.

—Te voy a hacer hasta un regalito… —aseguró él, provocando las carcajadas de su novia.

—Uhm… —gimió al sentir cómo Aitor le agarraba una nalga, estrujándosela con fuerza.

A Susana no le habría importado quedarse en casa y echar un polvo, pero ahora su chico quería complacerla de otro modo, acompañándola de compras.

Ya en una de las tiendas, Aitor seguía a la preciosa treintañera que lucía todo su morbazo debido a la camiseta blanca de tirantes y el ajustado pantalón tejano de color rosáceo con los que lograba que todos los tíos, con mayor o menor descaro, acabaran mirándola disimuladamente.

Y no fue menos el hombre que, acompañado de su actual pareja, una atractiva rubia, se percató de su presencia nada más entrar al local, provocándole una sonrisa mezcla de diferentes sensaciones. Ya hacía algunos años que Susana había sido uno de sus tantos ligues, pero no podía negar que, a pesar de haber estado con auténticos pibones, sin duda ella era la que estaba más buena de todas. Su mueca se tornó malévola mientras desviaba la atención hacia su chica.

—Ese me gusta —indicó Aitor sobre el top escotado que estaba mirando su novia.

—¡Sí, claro! Tú lo que quieres es verme las tetas —bromeó.

—Puedo vértelas cuando quiera… —sonrió, orgulloso.

—Si me haces el regalito que me has prometido igual te las enseño cuando volvamos a casa —alzó ambas comisuras de los labios, mostrando una preciosa sonrisa.

—El top me parece un buen regalo —cogió la prenda, haciendo reír a su chica.

—¡Anda, ya! —reaccionó jocosamente, quitándosela de las manos para colocarla en su sitio.

Pero Aitor, más caliente de lo habitual desde que Susana le zorreó para lograr que le acabara acompañando, estaba inusitadamente juguetón, insistiendo una y otra vez.

—Va… pruébatelo al menos, que quiero ver cómo te queda… —consiguió convencerla al fin.

—Está bien… —acabó aceptando a regañadientes para no escucharlo más, aunque por supuesto no se lo pensaba comprar.

Tras hacer acopio de varias prendas, Susana se dirigió a los probadores. Con la intención de satisfacer a su chico, se deshizo de la camiseta blanca que llevaba, colocándose el ceñido top que le oprimió el pecho mucho más de lo esperado. Se miró al espejo y vio cómo las tetas, a punto de reventar la tela, casi se le salían por el escote.

—Joder, Aitor, necesito una talla más —asomó el rostro para informar a su pareja.

—Uhm… ¿me dejas ver? —sonrió, poniendo una divertida cara de pervertido.

—¡Sí, claro! —se rio, forzando a su novio a retirarse en busca de una nueva talla.

Tras unos cuantos minutos de espera, Susana se extrañó que tardara tanto.

—¿Aitor? —inquirió, asomando la cabeza para comprobar que no había nadie justo en frente.

Abriendo la puerta lentamente para ganar ángulo de visión, una conocida voz masculina la sorprendió desde el otro lado.

—Cuánto tiempo…

¿Era él? Una extraña y angustiosa sensación se instauró en su vientre a medida que se daba media vuelta. Ante ella apareció un corpulento treintañero bastante alto, sin duda más que Aitor, de pelo moreno, con barbita. Sus brazos eran fuertes y, aunque no se apreciaba bajo la camiseta, sabía que estaba completamente fibrado. Era su ex, al que no veía desde que lo dejaron.

—¿Qué haces aquí? —inquirió con un hilillo de voz más tembloroso de lo que pretendía.

Aunque había pasado suficiente tiempo, el recuerdo de cómo ese cabronazo le fue infiel aún hacía que se le revolviera el estómago. Y más al darse cuenta de que prácticamente le estaba enseñando las tetas por culpa del lujurioso escote que aún llevaba puesto, tapándose inmediatamente.

La maliciosa sonrisa masculina no pasó desapercibida para Susana, que no pudo obviar lo guapo que siempre había sido Carlos.

—Comprando —hizo una irreverente pausa—. Es lo que se suele hacer en este tipo de tiendas —esbozó un gesto chulesco.

Y cuando se comportaba de ese modo… La novia de Aitor debía admitir que el muy hijo de puta seguía estando tremendamente bueno.

—No, en serio —prosiguió Carlos, sin perder el apuesto semblante—, es que a mi chica le apetecía conocer el lugar donde crecí.

—Vaya… —no supo muy bien qué decir mientras pensaba en cómo sería la novia—. ¿Está en los probadores?

—¿Quieres conocerla? —bromeó.

—No, gracias… —respondió con una divertida mueca.

—La he despistado para poder venir a hablar contigo…

—¿Por qué no me sorprende? —inquirió con tono de reproche, sin poder evitar una tímida sonrisa, consciente de que en el fondo le gustaba que Carlos fuera así—. No cambiarás nunca…

—Tú, sin embargo —se inclinó ligeramente hacia ella, recortando la escasa distancia que los separaba—, estás aún más buena que antes… —le soltó, tan directo como siempre.

—Eso se lo dices a todas… —le restó importancia.

—Pero sabes que contigo es verdad.

—Ya… —frunció el ceño—. Anda, será mejor que vuelvas con tu chica…

—Por ahí viene —indicó y, antes de alejarse, se agachó para susurrarle al oído—. Me encanta cómo te queda ese top… —se incorporó, volviendo a lucir un gesto malicioso, sabedor de que la prenda le iba pequeña—. Ya nos veremos —se marchó sin opción a réplica.

Susana giró el rostro en dirección a Carlos para comprobar, tal y como había supuesto, que su novia era un cañón.

—Cómo te gustan las tías buenas, cabronazo… —susurró casi mentalmente.

—¿Qué haces, cielo? Que te van a ver… —se preocupó Aitor al llegar con la nueva prenda, que habían tenido que ir a buscar al almacén, y comprobar que su novia estaba casi fuera del probador, teniendo que cubrirse las tetas que apenas podían mantenerse dentro de la tela.

—Anda, trae —disimuló, asiendo el nuevo top mientras procuraba olvidarse de lo sucedido.

Sin duda, esa era su talla. Al observarse en el espejo, Susana se vio guapa. El generoso canalillo evidenciaba claramente el considerable volumen de sus pechos sin mostrar más de lo debido. Se sintió tremendamente provocativa y eso le gustó.

—¡Aitor! —se quejó cuando su impaciente chico entreabrió la puerta para mirar disimuladamente.

—Uf, cielo… cómo te queda…

—¿Me queda bien? —se giró hacia él, pavoneándose ante los desencajados ojos de su novio.

—Uf… —resopló una vez más—. ¿Te gusta?

—Sí —sonrió con picardía—. ¿Me lo vas a regalar? —lo cameló, estirando del top ligeramente para que la tensionada tela contorneara a la perfección sus recios melones.

—Claro, cariño —entró al probador para besarla.

El treintañero, normalmente mucho más comedido, estaba desatado, apretando uno de los generosos pechos de su chica, que inmediatamente se encendió, pensando si Aitor se la iba a follar por primera vez en un sitio público.

—Madre mía… —tartamudeó mientras colaba una mano por el escote de Susana—. Estás demasiado buena… —la piropeó al tiempo que deslizaba los dedos sobre la erizada piel femenina—. Y yo estoy demasiado cachondo —farfulló al retirar la prenda a un costado, desnudándole un pecho—. Joder, cariño… —sollozó al ver a su preciosa novia con las mejillas incendiadas mientras le asía la teta recién liberada, percibiendo la total magnificencia de su lujurioso tacto—. Me corro… —gimoteó, desbordado por la más que morbosa situación—. Me cor… —procuró silenciar sus gemidos a medida que se estremecía espasmódicamente, manchando los calzoncillos con todo el esperma que habían fabricado sus excitadísimos testículos.

Aitor jamás había sufrido una eyaculación precoz. Aunque no fuera precisamente el hombre más libidinoso que había conocido, cuando cumplía, era bueno en la cama, así que su sorprendida novia, tras la inevitable decepción inicial, no le quiso dar mayor importancia, excusándolo con que debía haberse puesto excesivamente caliente, pues nunca antes había actuado de ese modo tan desinhibido. No se podía creer que hubieran estado a punto de echar un polvo en los probadores de una tienda de ropa. Le habría encantado tanto…

Ya en casa, él se mostró ligeramente distante, como avergonzado por lo sucedido. Y ella, cachonda como una perra, no se atrevió a pedirle nada y simplemente esperó a que su pareja se acostara. En cuanto Susana se quedó a solas, empezó a tocarse.

—Unm… —ahogó un primer gemido cuando se apretó un pecho, recordando la mano de su chico estrujándoselo— Joder…

A medida que su imaginación recreaba lo sucedido en la tienda, la preciosa treintañera se iba poniendo más y más cerda. Inconscientemente recordó viejos tiempos en los que sí se la habían follado en situaciones tanto o más morbosas.

—Uhm… —sollozó un poquito más fuerte mientras liberaba una teta, sacándosela del sostén para dejarla a la vista, pudiendo pellizcarse el pezón que tenía totalmente tieso.

El hecho de que las mayores locuras las hubiera cometido con el hombre al que había vuelto a ver después de tanto tiempo hizo que comenzara a pensar en Carlos a medida que colaba la otra mano dentro de los shorts, deslizándose bajo uno de los innumerables tangas que siempre vestía.

—¡Uf, joder! —resopló, rememorando alguna de las tremendas folladas que ese cabronazo le había pegado en numerosos lugares públicos—. ¡Ah! —soltó un incontrolable gritito cuando entró en contacto con su entrepierna, ya completamente empapada.

Sin darse cuenta, mientras se metía un dedo, comenzando a masturbarse, su fantasía se centró en su ex. Con los ojos cerrados, en su mente se dibujó el recuerdo exacto de su fisonomía, haciéndola temblar de arriba abajo a medida que percibía cómo se excitaba sobremanera, teniendo la irremediable sensación de que eso no estaba bien, forzándose a tomar la definitiva decisión de ponerle freno.

—Dios… —se detuvo, saliéndose de su interior para limpiarse el hilillo de flujo vaginal que quedó colgando entre su apéndice y el aún palpitante chochito, mientras se daba un último apretón al voluminoso seno que se postraba orgullosamente desnudo sobre el ropaje que previamente se había bajado hasta la base—. Joder… —maldijo con la respiración completamente agitada—. Se me va la olla…

La desdicha de Aitor se alargó aún durante unos días, los mismos en los que percibió cierta preocupación en su novia. Pero lo que él no sabía es que Susana se sentía culpable por haber estado a punto de tener un orgasmo fantaseando con el hijo de puta que le había puesto los cuernos en el pasado. Aunque no le duró mucho, consciente de que no había sido más que el shock provocado por el inesperado encuentro, cosa que no volvería a suceder, considerándolo finalmente una mera anécdota sin más.

Mientras, Carlos aprovechaba para recuperar viejos lazos, visitando a antiguos amigos con los que había perdido el contacto y poniéndose al corriente de todo lo sucedido desde que se marchó hacía algunos años. Y le bastaron tan solo unas pocas semanas averiguar lo que pretendía.

Ya con el incidente acaecido el día de las compras en el olvido, Susana, junto a algunas compañeras del trabajo con las que había salido de fiesta, estaba haciendo cola en la barra de la discoteca cuando sintió el evidente calor que desprendía lo que le pareció un corpulento desconocido colocándose a su espalda.

—Joder, otro… —cuchicheó con desdén después de haber tenido que lidiar con más de uno arrimándose intencionadamente para refregarse un poco.

Normalmente los muy guarros se rozaban con cierto disimulo y se hacían a un lado, procurando pasar desapercibidos, pero este parecía más insolente, sorprendiéndola al aproximarse mucho más de lo debido, aguantando el contacto sin apartarse y haciendo que empezaran a encendérsele las alarmas. Atenta, apreció claramente cómo el desgraciado se pegaba a ella, ya demasiado descaradamente, hasta que el muy cerdo le restregó todo el paquete. Susana apenas tardó un segundo en reaccionar, suficiente para tener un pequeño flash, asombrándose al percatarse de que el maldito pervertido no parecía ir nada mal servido. En cuanto se giró para darle un bofetón se detuvo instintivamente al descubrir de quién se trataba, percibiendo cómo el rechazo inicial se transformaba rápidamente en una sensación de desconcierto, preguntándose por qué demonios se había frenado.

—Tan temperamental como siempre… —sonrió él maliciosamente.

—¿¡Otra vez tú!? —se extrañó, pues creía que no iba a volver a verlo después del encuentro en los probadores de la tienda de ropa.

Carlos se fijó en lo tremendamente guapa que estaba. Tenía el pelo recogido mediante un elegante peinado, lo que aún resaltaba más el moreno, sin una sola marca, de la piel que lucía gracias al espectacular escote palabra de honor de la blusa, cuya ligera transparencia permitía insinuar el sostén a través de la tela.

—Se nos quedó una conversación a medias… —gesticuló con cierta soberbia después del repaso que le acababa de pegar con la mirada.

—Ya hablamos todo lo que nos teníamos que decir —desdeñó—. Espero que no te hayas quedado más tiempo por eso —rió en tono burlón.

—¡No! —se sumó a sus risas—. Creo que no te has enterado de que no estoy de visita —volvió a mostrar su pérfida sonrisa—. He vuelto para vivir aquí con mi chica.

—Vaya… —se quedó ligeramente bloqueada, sin saber cómo reaccionar justo cuando la llamaron—. Tengo que pedir —se excusó, aprovechando para quitárselo de encima, dando media vuelta para ir junto a sus amigas mientras cavilaba sobre la reciente revelación.

Aunque no le hacía ninguna gracia saber que podía volver a cruzarse en cualquier momento con el indeseable de su ex, pensó que tampoco era ningún drama. De hecho, se percató de que ya ni siquiera sentía el malestar en la boca del estómago, ignorando por completo el dedo que casi se había hecho recientemente pensando en él, pues lo tenía totalmente olvidado.

—¿Quién era ese tío bueno? —inquirió una de sus compañeras, sacándola de la ensoñación.

—Sí, no veas cómo está ese pedazo de macho… —añadió otra mientras iban pidiendo las consumiciones.

Susana meditó la respuesta, recordando que Aitor no sabía nada y, dado que no le apetecía tener que dar explicaciones de por qué lo había ocultado, se vio obligada a mentir.

—Un amigo… —contestó finalmente, procurando no darle relevancia alguna.

—Qué calladito te lo tenías —chancearon—. Quieres todos los guapos para ti —prosiguieron con las bromas, divirtiéndose—. ¡Preséntanoslo!

—Mejor no —sonrió la aludida con pillería, desatando la algarabía.

—¡Huy, tú te has liado con ese!

—¡Qué va! —carcajeó—. Lo que pasa es que es un poquito cabrón.

—Pues lo que nos gusta… —rieron todas.

Pasado un rato, aún rodeada de sus compañeras del trabajo y a punto de acabarse la bebida, Susana vio cómo Carlos se aproximaba hacia ellas.

—Ahí viene otra vez —advirtió, risueña, una de sus amigas.

—A ese le gustas —insistió otra, riendo.

—Seguro… —susurró Susana por lo bajo, logrando que su voz quedara oculta tras los decibelios de la música.

—¿Al final te compraste el top? —inquirió él jocosamente, hablándole directamente al oído.

—Me quedaba pequeño —procuró no darle más explicaciones, girándose hacia Carlos para que sus amigas no pudieran escucharlos.

—Lástima, me habría encantado verte con él puesto —dibujó su típica sonrisa rebosante de malicia.

—¿Es que no me queda bien la blusa? —reaccionó Susana con gracia, tirándose un poco hacia atrás para dejarse ver.

—Ya sabes lo que pienso, nena —la nombró como hacía antaño, evidenciando todo su descaro, mientras la miraba, comiéndosela con los ojos.

—¡Joder, tío! Que tienes novia… —le reprobó.

Susana lo conocía bien. Carlos se follaba a todo lo que se movía. Aunque esa actitud le repugnaba, no podía negar que era parte de su atractivo, un depredador sexual. Creyó que estando juntos se comportaría, pero se equivocó. Ahora estaba convencida de que su actual pareja ya llevaría unos cuantos cuernos y no tenía ninguna duda de que pensaba volver a ponérselos con ella.

—Esta noche estoy solo —bromeó, desviando la atención hacia los costados como si buscara a su chica.

—Sigues siendo el mismo cabrón de siempre —le miró con aires de reproche.

—Siempre te gustó que lo fuera… —replicó con prepotencia.

—No cuando tienes novia —insistió, tirándole una clara pullita—. Y la de ahora es muy guapa… —se sorprendió a sí misma al darse cuenta de que no había podido evitar decirlo con un ligero desdén mientras daba la conversación por concluida, girándose hacia sus amigas, que no habían dejado de cuchichear sobre la charla que estaba manteniendo con el pedazo de tío bueno que no hacía más que revolotearla.

Pero Carlos la detuvo, agarrándola del brazo con firmeza para obligarla a que volviera junto a él, quedándose ambos nuevamente de frente.

—Tú estás con el tío aquel de la tienda, ¿no?

—Se llama Aitor.

—Hacéis buena pareja.

—Gracias.

—Te invito a una copa, que la tienes vacía —provocó las carcajadas de Susana.

—No creo que sea buena idea —declinó la oferta, aún sonriente—. ¿Qué bebes?

—Prueba —le acercó el vaso.

La morena le lanzó una miradita acompañada de una medio sonrisa y, ya tomándoselo a guasa, acabó usando la pajita para pegar un trago.

—¡No! —se quejó él jocosamente—. La caña es mía…

Y acto seguido se la quedó mirando, provocándola, mientras abría la boca para hacer uso del mismo tubito de plástico que acababa de chupar su ex. Ella, cada vez más relajada, estaba comenzando a divertirse.

—¿Te acuerdas cuando nos liamos en esta misma discoteca? —prosiguió Carlos la conversación.

—Pues no…

Pero Susana mintió. Recordaba perfectamente la esquina donde ese cabrón le sacó una teta, manoseándosela discretamente delante del gentío. Le encantaba desnudarla para luego obligarla a ir sin ropa interior. ¡Joder, era un maldito hijo de puta! Y, mientras lo rememoraba, empezó a sentir un ligero cosquilleo en el vientre. Debía reconocer que no se lo pasaba nada mal con él.

—Si quieres te puedo hacer un recordatorio —mostró una mueca chulesca, alzando ligeramente una de las comisuras de los labios.

—No necesito recordar nada del pasado —aclaró ella—. Ya tengo con quién enrollarme en las discotecas —añadió jocosamente.

—Tu novio no tiene pinta de ser tan divertido —lo ninguneó por vez primera.

—Pero es mi chico y me da justo lo que necesito.

Aunque no lo precisó, Susana se refería a los motivos por los que lo dejaron. A pesar de que los cuernos fueron el detonante, ella buscaba una estabilidad que Carlos no podía ofrecerle y que, sin duda, sí tenía con Aitor.

—¿Acabas de confesar que no te diviertes con él tanto como conmigo? —se burló.

—Yo no he dicho eso…

—¿Y qué es lo que has dicho? —preguntó inteligentemente y, antes de que ella pudiera contestar, prosiguió—. No sé por qué tengo la sensación de que tus amigas no saben quién soy —hizo que Susana girara el rostro para mirarlas—. Tal vez sea mejor que tengamos esta conversación en un sitio más tranquilo —comenzó a manipularla, logrando llevarla a su terreno.

—Está bien —alzó su vaso, mostrando que lo tenía seco—. ¿Me invitas a esa copa?

Ya a solas, Carlos siguió trabajándose a su ex, que no sabía cómo había acabado en esa situación, charlando con el hijo de puta que la había engañado con otra y que ahora no hacía más que insinuarse, viéndose obligada a tener que pararle los pies una y otra vez.

—Estoy muy bien con Aitor —aclaró—. Hazte a la idea de que jamás voy a serle infiel —aseguró tajantemente—. Y menos contigo, así que olvídate de lo que está pasando por tu cabecita —lo rechazó, ya descaradamente, pues ni loca pensaba ponerle los cuernos, y en ningún caso con ese indeseable.

—¿Te recuerdo cómo te gustaba todo lo que salía de esta cabecita? —reaccionó astutamente.

—Sabes que ese no fue precisamente nuestro problema —clarificó Susana.

—La verdad es que no lo pasábamos nada mal… —esbozó una mueca orgullosa.

—Es que el sexo era bueno —confesó ella—. ¡Joder, era muy, muy bueno, cabronazo! —no pudo evitar sonreírle con cierta picardía, piropeándolo indirectamente—. Pero eso no lo es todo —se excusó torpemente.

—Pues tú nunca decías que no —le sacó una carcajada.

—Te seguía el ritmo… —le rió la gracia, sin perder la preciosa sonrisa que le estaba regalando—. Carlos… —le recriminó parsimoniosamente, agarrándole de la muñeca para apartarlo cuando su ex inició el contacto físico, apoyándose sutilmente en la cintura femenina.

—Ven, que te quiero contar un secreto —insistió, volviendo a sujetarla para atraerla hacia él, como si quisiera cuchichearle algo al oído, logrando que ahora Susana consintiera el acercamiento.

—Dime —se dejó hacer con cierta resignación, comenzando a percibir, a medida que se aproximaba a su ex, el agradable aroma a macho que desprendía y con el que tanto había disfrutado en el pasado.

—Fui yo el que convencí a mi chica para venir a vivir aquí —le susurró, empezando a acariciarla muy discretamente al deslizar los dedos que aún seguían sobre su cintura—. Porque quería volver a verte —confesó.

—Ya… —desdeñó—. ¡Las manos quietas! —le frenó con severidad cuando Carlos procuró rodearla con el otro brazo, sintiendo cómo le empezaban a retumbar los latidos en el pecho al seguir permitiéndole el primer contacto, cada vez menos inocente.

—¿Sabes que he estado como un par de semanas charlando con gente que teníamos en común? —prosiguió el discurso, haciendo una breve pausa para darle un empujoncito, logrando que sus cuerpos se juntaran aún más, ya casi rozándose—. Hasta que averigüé cuándo podía pillarte a solas, sin que nos molestara el pesado de tu novio —lo volvió a ningunear.

—Serás cabrón… —rechinó los dientes, con una mezcla de rabia y tensión por cómo se estaban precipitando los acontecimientos.

—Y me alegro de haber regresado… porque sigues estando tremendamente buena, zorra —remarcó el insulto, ahora deslizándose lentamente por su cadera.

—Eres un hijo de puta… —le reprochó, procurando mantener la calma, sin tener muy claro si le estaba echando la bronca o si le acababa de adular, mientras sentía cómo Carlos se acercaba peligrosamente a su culo.

—Solo quería advertirte de que este hijo de puta va a volver a follarte —aseguró con toda la chulería que le caracterizaba al mismo tiempo que extendía los dedos para agarrar la nalga de Susana, estrujándosela con evidente fogosidad.

—Uhm… —soltó un incontrolable gemidito, torturándose al sentir lo mucho que le estaba gustando tener esa mano grande y fuerte en su culo, lo que hizo que se dejara palpar un poco, recreándose en la oleada de creciente placer que le estaba provocando ese prohibido contacto físico—. ¡¿Quieres parar?! —reaccionó al fin, deteniéndole secamente después de permitirle unos cuantos segundos de sobadas para acabar cortándole las intenciones de raíz, ahora sí, dándole la hostia que le debía desde que le restregó el paquete—. Eres un cerdo.

Carlos se la quedó mirando, relamiéndose las heridas con un gesto de prepotencia.

—No vuelvas a ponerme la mano encima —le advirtió ella—. Te juro que no vas a volver a follarme ni de coña —concluyó, alejándose en busca de sus compañeras de trabajo, queriendo obviar que tenía el coño ardiendo.

Aunque la noche concluyó sin nuevos sobresaltos, una vez en casa, Susana aún seguía con el picorcillo en la entrepierna. Necesitaba quitarse el calentón antes de acostarse, pero al entrar a la habitación, debido a las altas horas, se encontró con su chico ya dormido.

—Aitor… —lo llamó suavemente, calibrando su reacción—. Cariño… —insistió, ahora con la intención de ver si se despertaba mientras se estiraba junto a él, procurando que el colchón se moviera algo más de lo debido.

—Uhm… —farfulló ininteligiblemente, aún en sueños.

—¿Estás despierto? —sonrió, sabedora de que lo estaba chinchando.

—No… —contestó instintivamente.

—¿Me vas a hacer caso? —le zarandeó ligeramente para ver si se espabilaba, pero ni por esas—. Jo… —se quejó graciosamente cuando su pareja dio media vuelta, empezando a asumir que se iba a quedar sin polvo—. ¿En serio, Aitor? —acabó indignándose cuando lo oyó roncar—. Joder… —refunfuñó mientras recordaba que llevaban más de una semana sin hacer el amor.

Aún acostada a su lado, inconscientemente inició unas suaves caricias sobre uno de sus senos, sintiendo el ligero placer con el que comenzó a mitigar el creciente calentón. No queriendo hacer nada que pudiera molestar a su chico, procuró evitar fantasear con lo sucedido en la discoteca, pues era evidente que a él no le haría ninguna gracia. Y es que, al fin y al cabo, a medida que se apretaba la teta con más fuerza, por mucho que le jodiera, no podía obviar que había sido su ex el que la había puesto así de perra.

—Uf… —resopló, separando el tanga de su pubis para comprobar cómo estaba, contemplando los recientes hilillos de flujo vaginal adheridos a la tela, que ya estaba sucia debido a toda la lubricación reseca que le había provocado el cabronazo de Carlos, imposibilitando que pudiera prevenir los pensamientos que, por momentos, se iban desviando hacia él.

Cada vez más cachonda, mientras controlaba los movimientos del bello durmiente por si pudiera despertarse, se bajó las bragas ligeramente, dejándolas enrolladas en la parte alta de sus muslos.

—Uhm… —gimió levemente, entrecerrando los ojos a medida que apretaba la parte trasera de la cabeza contra la almohada y se adentraba en la pringosa carne de su coño, justo cuando comenzaba a asumir que estaba comportándose como una guarra por culpa de Aitor, que no le había hecho ni puto caso, incluso después de tanto tiempo sin ni siquiera tocarla—. Que te jodan… —susurró casi imperceptiblemente al tiempo que se hincaba los dedos medio y anular hasta el fondo— Ah… —gimoteó.

Empezando a rememorar el comportamiento varonil y descarado de Carlos, ya sin cortapisas, así como su enorme mano estrujándole el culo, procuró disimular que se estaba masturbando como una cerda al lado de su novio, pues el sonido de chapoteo de su chumino era cada vez más evidente al tiempo que se esforzaba en ahogar sus gemidos para evitar ser descubierta.

—Uhm… cabrón… —sollozó entre jadeantes susurros cuando recordó el breve instante en el que el hijo de puta de su ex le restregó el paquete, haciéndole sentir que…— ¡Ah!

Teniendo que morderse un dedo para contener el grito de puro éxtasis, Susana se corrió sin dejar de recrear la morbosa escena vivida con el pedazo de macho que antaño le puso los cuernos, sufriendo los espasmos del apoteósico orgasmo mientras temía por los ya escandalosos crujidos del colchón.

—Uf… —resopló, con la respiración agitada y las pulsaciones disparadas, mientras comenzaba a tomar conciencia de lo sucedido a medida que se relajaba—. Joder… —protestó, más que molesta consigo misma.

Lo cierto es que el regreso de Carlos a su vida parecía haberle puesto las hormonas patas arriba. Estaba claro que no sentía absolutamente nada por él, más allá de un ligero desprecio por cómo se comportó con ella. Pero no podía negar que era precisamente esa conducta zafia lo que a veces echaba de menos en Aitor. Y eso no hacía más que aumentar la bola de remordimientos que se había iniciado por lo que, en realidad, no había sido más que una paja sin importancia, como tantas otras que ya se había hecho con anterioridad. Solo que esta vez se había metido los dedos pensando en su ex pareja y, para más inri, con su chico al lado.

—¡Cariño! —se acercó a su novio a la mañana siguiente, todo lo risueña que pudo para darle un buen beso—. El próximo finde podríamos ir a pasar el día fuera —le propuso alegremente, con la intención de recompensarle por lo sucedido.

—Vale —aceptó de buen grado—, ¿qué te parece si vamos a la playa? —indicó, pensando que era la época ideal para empezar a coger color de cara al verano—. Que tú ya estás morena, cabrona —bromeó jocosamente.

Así, al otro sábado, habiendo salido temprano para coger un buen sitio, mientras Susana extendía la toalla, se fijó en su chico, que se acababa de quitar la camiseta, luciendo todo su torso bien torneado. Instintivamente dibujó una leve sonrisa, pensando que, sin ninguna duda, era el tío que estaba más potente de toda la cala.

—¿Qué? —sonrió él al fijarse en cómo le miraba su pareja.

—Nada —amplió la mueca mientras ahora era ella la que se desnudaba.

Aitor observó cómo su novia se quedaba únicamente con el escueto bikini negro que evidenciaba todo lo buena que estaba esa pedazo de hembra. La parte de arriba, con las copas en forma de triángulo, realzaba a la perfección sus dos grandes peras, mientras que la braguita brasileña apenas cubría sus partes más íntimas, permitiendo comprobar que Susana no tenía ni una sola marca blanca en su ya bronceaba piel.

—¿Hoy no haces topless? —se extrañó, pues era lo habitual cuando estaban los dos solos.

—De camino he visto a Antonio.

—¿Al vecino?

—Sí.

—Mujer, no creo que aparezca —sonrió de forma ligeramente burlesca, contrariado por la decisión de su chica.

—Por si acaso… —se excusó, dejándolo medio convencido, pues nunca mostraba los pechos delante de conocidos.

Tras un buen rato en silencio, disfrutando de los ardientes rayos de sol que poco a poco iban subiendo la temperatura del par de cuerpazos que formaban la preciosa pareja de treintañeros, fue Aitor el que rompió el agradable sonido de las olas del mar golpeando contra la orilla.

—¿Te has fijado en esos dos? —inquirió, indicando a una joven pelirroja, de tallo espigado y muy guapa, acompañada de un chico corpulento, que parecía mayor que ella, de piel blanquecina y con algún que otro kilo de más.

Susana alzó la cabeza, girando el cuello hacia ellos sin demasiado interés.

—Estaba imaginando qué clase de relación podrían tener… —propuso, como si fuera un juego, llamando la atención de su novia.

—Son hermanos —sonrió, divertida con la ocurrencia de Aitor.

—Qué aburrida eres… —se burló, despertando ya completamente la curiosidad de Susana.

—Pareja no son —puso una divertida mueca, metiéndose totalmente en la chanza.

—Tal vez sean ex pareja.

—¡Sí, claro! —se rio—. ¡No tienes tú imaginación!

—Tienes razón. Muy grande la tendría que tener él para haber estado con una tía así —chasqueó, sacándole una carcajada a Susana.

—Qué malo eres… —le recriminó jocosamente mientras se fijaba en el pobre chico, pensando que Aitor tal vez no iba del todo desencaminado, pues la pelirroja era mucho más guapa.

—Mira, mira, mira… que se besan —susurró él, haciendo que ahora rieran los dos al mismo tiempo, divirtiéndose.

—Pues al final será verdad y el chaval tendrá un buen trabuco —bromeó ella, haciendo que Aitor abriera graciosamente las cuencas de los ojos—. ¡Idiota! —mostró su siempre preciosa sonrisa.

Tras la jocosa conversación, Susana se quedó en las toallas para no dejar las cosas desprotegidas mientras su novio se marchaba al agua con la intención de darse un refrescante chapuzón. Ella aprovechó para fijarse en la gente que tenían alrededor, entreteniéndose imaginando las relaciones que podrían tener entre ellos. Y así estaba, ensimismada, cuando la sorprendieron.

—Qué casualidad…

—No puede ser… —reaccionó incrédulamente mientras alzaba el rostro, encontrándose con un pedazo de tiarrón cuyo cuerpazo, todo perfectamente fibrado, comenzó a taparle el sol—. ¿Tú otra vez? —inquirió con resignación mientras observaba lo tremendamente bueno que estaba Carlos en bañador, endiosado al contemplarlo con los rayos iluminándolo desde la espalda—. ¿Me estás siguiendo o qué? —chanceó.

—No —rio—. Esta vez no —dibujó una de sus típicas sonrisas repleta de intenciones.

—No sé si me fio… —dijo, recelosa—. Mi chico está en el agua —le advirtió.

—No me digas más… —tomó asiento junto a ella, mostrando su habitual desfachatez.

—No te acoples —indicó, procurando tirar de la toalla inútilmente.

—Tu novio tampoco sabe quién soy —afirmó, ignorándola, mientras perfilaba una mueca burlesca.

—Claro que no —confirmó con cierta rabia—. No eres el centro del universo, ¿sabes? Y no tengo un buen recuerdo de ti precisamente. Así que no voy hablando de nuestro rollete por ahí —procuró mostrar el mayor menosprecio posible.

—¿Y cómo me vas a presentar? —sonrió con malicia.

—Como nada, porque te vas ya —colocó ambas manos sobre su brazo, sintiendo la increíble dureza de su musculatura al intentar empujarlo o tirar de él, rememorando lo fuerte que estaba, incapaz de moverlo ni un ápice.

—Seguro que ya me ha visto —empezó a manipularla como siempre hacía—. Te dejo que me presentes como un amigo del pasado —mostró un gesto chulesco, sabedor de que había vuelto a hacer con ella lo que quería.

—Eres un cabrón —refunfuñó mientras desviaba la mirada hacia el mar, comprobando que su chico los estaba observando—. Te presento y te vas —propuso, teniendo que rebajarse al mismo tiempo que recuperaba el malestar en el estómago que Carlos solía provocarle.

—Claro, nena —le regaló una sonrisa socarrona mientras apoyaba una mano sobre uno de los muslos femeninos, aprovechando para darle una breve caricia antes de levantarse, quedándose de pie para mirar hacia Aitor, como desafiándolo a medida que el novio de Susana salía del agua, acercándose a ellos.

—Hola.

—Hola.

Tras los escuetos saludos iniciales, la morena percibió la tensión en el ambiente.

—Mira, cariño, este es Carlos, un viejo amigo. Aitor —los presentó.

—¿Y no nos conocemos? —inquirió la pareja de Susana, extrañado por no haber sabido nada de él hasta ahora.

—Me largué de aquí hace ya algunos años y acabo de regresar —aclaró, mirando de soslayo a su ex novia—. No sabía que me iba a reencontrar con este bellezón —sonrió con descaro, piropeándola sin rubor alguno delante de Aitor.

—Bueno, ahora me toca a mí darme un baño —interpeló ella para cortar la conversación—, que Carlos ya se iba.

—Te acompaño —reaccionó él en seguida, perfilando aún más su habitual gesto chulesco al mismo tiempo que Susana se quedaba con la boca abierta, pues no había visto venir la jugada de ese maldito cabronazo.

Aitor no pudo hacer nada para evitar quedarse mirando cómo su escultural novia se dirigía al agua, meneando el precioso trasero mientras caminaba junto a su corpulento amigo, al que no le quitó ojo. Aunque confiaba absolutamente en ella, no le hacía ninguna gracia que Carlos estuviera tan bueno.

—Habíamos quedado que te presentaba y te ibas —le recriminó serenamente, no queriendo hacer aspavientos que pudieran llamar la atención de su chico.

—Me iba, pero al agua contigo —rio con desfachatez.

—No tienes remedio… —se resignó, sin poder reaccionar cuando Carlos se acercó a su espalda, asiéndola con ambos brazos para zambullirla en el mar—. ¡Serás capullo! —protestó, risueña, al salir a flote, usando las manos para intentar salpicarlo.

El novio de Susana estaba empezando a ponerse nervioso al ver a ese hombretón jugando con su chica, que no parecía estar pasándoselo mal precisamente. Por suerte, pronto parecieron calmarse los ánimos, viendo cómo ambos únicamente charlaban el uno frente al otro.

—Pues sí que ha pasado tiempo, sí… —prosiguió Carlos, mostrando una sonrisa perversa—. Ya no haces ni topless —se burló.

—Sabes que no hago si hay algún conocido… —replicó, sintiendo cómo se le removía algo en el vientre al recordar cómo ese cabronazo la obligaba a hacerlo delante de sus amigos, pues le encantaba presumir de lo buena que estaba su novia.

—Cuando he llegado estabais los dos solos… —soltó con malicia.

—No vas a verme las tetas… —aseguró, mostrando una sonrisa repleta de confianza.

—Lo mismo decías de mis colegas. Y luego bien que se las enseñabas sabiendo que se iban a hacer unas buenas pajas fantaseando contigo…

—Porque eres un guarro y me insistías… —medio sonrió—. Te ponía demasiado cachondo exhibirme…

—¿Y a ti no se te calentaba el coño cuando lo hacía…?

—Uf… —no pudo evitar que se le escapara un ligero soplido—. Por suerte ya no puedes obligarme a nada —se dio media vuelta, con la intención de nadar un poco para alejarse, cuando sintió las poderosas manos de su ex asiéndola por la cintura.

—No tan rápido, preciosa… —aprovechó para acariciarla tenuemente con la excusa de voltearla, quedándose nuevamente de frente, ahora bastante más cerca el uno del otro.

—Está mi chico mirando —le volvió a advertir—. No te pases ni un pelo —insistió, no queriendo tener que montar ningún espectáculo.

—Ven aquí —le sonrió con chulería, atrayéndola ligeramente hacia él.

—Qué manía con agarrarme… —se quejó, hundiendo las manos para sujetarle las muñecas, comprobando que no iba a poder librarse fácilmente por la fuerza con la que la tenía maniatada.

—Te soltaré si me confiesas una cosa… —jugó con ella, deslizándose hacia sus lumbares, ya casi rodeándola.

—Vale, pero no avances más —se vio forzada a negociar, teniendo que permitirle que siguiera manoseándola bajo el agua.

—No me digas que no te gustaría que te obligue a enseñarme las tetas delante de tu novio —hizo una breve pausa, aprovechando para subir las manos por su espalda.

—Eres un maldito cerdo —le recriminó, esforzándose por evitar disimuladamente su imparable avance.

—Sabes que no podría tocártelas —prosiguió, casi susurrándole lujuriosamente, con una mueca perversa a medida que le acariciaba las costillas—, pero que te las estaría comiendo con los ojos.

—¡Uf! —resopló, más que consciente de lo mucho que a su ex le gustaban sus pechos y cómo antaño no perdía la más mínima oportunidad de sobárselos—. Ya vale, Carlos —se puso seria.

—Confiesa, zorra —injurió, alzando el tono, mientras pinzaba con disimulo el nudo del bikini.

—Sí que me gustaría, cabronazo —se deshizo finalmente, asumiendo que el muy hijo de puta la estaba volviendo a calentar—. Me gustaría que me vieras las tetas y que supieras lo que te has perdido —sonrió lascivamente—, pero te vas a quedar con las ganas.

Carlos respondió vanidosamente con una última sonrisa.

—¡No! —reaccionó Susana, sorprendida al sentir cómo le aflojaba el cierre de la pieza—. No seas cabrón… —imploró, quedándose quieta, completamente acongojada por si su novio los pillaba a medida que su ex le arrebataba la prenda, liberándole los enormes melones bajo el agua.

Aitor, ya más tranquilo al ver que solo estaban hablando, se estiró sobre la toalla, relajándose definitivamente.

—Ya he confesado —aseguró Susana, cubriéndose los pechos con un brazo—. Ahora dame el bikini.

—El trato era soltarte —sonrió, echándose hacia atrás para alejarse ligeramente con la tela recién robada.

—No me jodas, Carlos, no puedo salir así…

—Hagamos una cosa… —perfiló aún más su maligna mueca—. Yo te devuelvo el bikini a cambio de que hagas lo que estás deseando —la volvió a manipular.

—¿El qué? —estiró el brazo libre bajo el agua para intentar coger la prenda.

—Que hagas topless delante de mí…

—¿Al final vas a obligarme, hijo de puta?

—Como siempre hago, nena…

—Uhm… —soltó un discreto gemidito que quedó oculto bajo el sonido del mar—. ¡Anda, trae! —se hizo finalmente con la pieza del bikini, colocándosela.

Aitor estaba cavilando cuánto tiempo debían llevar en el agua cuando comenzó a oír las pisadas en la arena de alrededor.

—¿Ya habéis vuelto? —preguntó, abriendo los ojos para contemplar los cuerpos completamente empapados de su chica y su amigo.

—Perdona que te la haya robado tanto rato… —contestó Carlos con una encubierta malicia.

—No pasa nada —sonrió afablemente—, seguro que tenéis muchas cosas que retomar del pasado.

—Cariño —intervino Susana, llamando su atención—, Antonio ya no creo que aparezca, ¿verdad? —inquirió como si nada, desabrochándose el cierre del bikini a medida que percibía el aumento del contundente latir de su corazón, completamente alterada por lo que estaba a punto de hacer.

Aitor, sabedor de que su novia no mostraba los senos ante cualquiera, se quedó absolutamente alucinado al ver cómo se quitaba la pieza de arriba delante de su amigo, exhibiendo sus dos buenas berzas, que tambalearon debido a su portentoso volumen antes de quedar colgando majestuosamente, con sus pequeñas areolas marrón claro cercando los pezoncitos que tenía completamente erguidos y por los que empezaron a deslizarse las gotas de agua que resbalaban desde su cuello.

—Así aprovecho antes de que el sol afloje —añadió, excusándose burdamente mientras desviaba la mirada disimuladamente hacia su ex, sintiendo cómo se le calentaba el coño, consciente de que, solo con la diminuta braguita brasileña, estaba prácticamente desnuda, enseñando las tetas únicamente para su disfrute, tal y como evidenciaba la triunfal mueca masculina.

Incapaz de reaccionar, observando a su sensual chica tumbarse en la toalla boca arriba, ya con los ojos cerrados, mientras su amigo parecía no perder detalle, contemplando descaradamente los bronceados pechos que brillaban morbosamente bajo los efectos del sol, Aitor recordó que Susana no había querido hacer topless previamente y pilló un rebote de la hostia. Para su fortuna, Carlos no tardó mucho más en despedirse.

—¿Se puede saber qué te pasa? —inquirió ella, una vez a solas con su pareja, al que se le notaba claramente disgustado.

—¿Que qué me pasa? —respondió, enfadado—. Igual te lo ha pedido tu amigo que hicieras topless —se indignó.

—Anda, no digas tonterías.

—Es que no entiendo que lo hayas hecho con él delante cuando antes no has querido —indicó, más que contrariado, mientras recogía las cosas y se dirigía al coche, dejándola con la contestación en la boca.

Ya dentro del vehículo, de regreso a casa antes de lo previsto, la tensión se palpaba en el ambiente. Aunque no había hecho nada malo, Susana entendía el mosqueo de su chico y estaba dispuesta a poner remedio.

—Aitor…

—¿Qué? —contestó secamente.

—Lo que te voy a contar no tiene ninguna importancia y por eso nunca ha surgido el tema… —inició las explicaciones, incapaz de esperar a llegar a casa, deseosa de calmar los ánimos de su chico cuanto antes—. Carlos no es ni siquiera un antiguo amigo —prosiguió, queriendo dejar clara su poca relevancia—. Lo conozco de un rollo de una noche —mintió piadosamente.

—Me quedo mucho más tranquilo, gracias —ironizó con un claro tono de disgusto.

—Cállate, tonto —sonrió, procurando limar asperezas—. ¿Por qué te crees que no repetí?

Ahora Susana se ladeó ligeramente, inclinándose hacia su chico, que desvió el cuello para mirarla brevemente.

—Carlos no es gran cosa… —comenzó a camelarlo, estirando una mano para agarrar el paquete de Aitor.

—Cielo… —se sorprendió, pues nunca habían hecho nada mientras él conducía.

—Por ejemplo, tú estás bastante mejor servido… —le susurró al tiempo que cerraba la mano, apresando toda su masculinidad.

—Su…

—¡Vaya! —se asombró—. ¿Alguien se está poniendo cachondo?

—Uf… —resopló, sintiendo cómo el pene se le iba endureciendo.

—Carlos ya me ha visto las tetas, por eso no le he dado importancia —razonó mientras tiraba del bañador de Aitor, sacándole la picha de algo más de 15 centímetros que apareció completamente tiesa, como un pequeño resorte—. Uhm…

Las piernas del conductor, no acostumbrado a ese tipo de juego sexual, empezaron a temblar cuando su chica inició la mamada, teniendo que aflojar la velocidad del coche mientras gemía de placer disfrutando del buen hacer femenino.

Susana, aún cachonda por lo que había sucedido en la playa, no pudo evitar empezar a fantasear a medida que degustaba el sabor salado de la minga de Aitor, recordando las veces que Carlos se había sacado el cipote en el coche, haciendo que se lo chupara mientras conducía. La exuberante morena, comenzando a babear debido a sus libidinosos pensamientos, ya no aguantó más. Se llevó una mano a la entrepierna, palpándose por encima del bikini para calmar el picor que sentía en el chocho desde que se vio obligada a enseñarle las tetas al cabronazo de su ex.

—Uf… cielo… cómo te gusta comerme la polla… —sollozó al ver cómo su novia se tocaba.

—Mucho, cariño —se la metió entera, sintiendo cómo el glande apenas le rozaba la garganta, cuando empezó a recibir los cálidos chorros de semen que Aitor comenzó a eyacular dentro de su boca.

Al treintañero, completamente satisfecho, se le pasó el enfado, quedándose con la certeza de que él era mucho más hombre que Carlos, tal y como su novia se lo había hecho creer. Ella, sin embargo, se quedó una vez más con ganas, pues su chico fue incapaz de quitarle el calentón en un segundo asalto.

Con el paso de los días, el recuerdo de la nueva situación vivida se fue diluyendo, quedando en el olvido del mismo modo que las anteriores. Susana no podía negar que había sido divertido rememorar parte del pasado, pero era imposible que la cosa fuera a más. Ya no solo por lo mucho que quería a su pareja, sino porque no podía obviar el desprecio que sentía por el comportamiento inadecuado de su ex. Así, determinó que si la volvía a mangonear se vería en la disyuntiva de tener que contárselo a Aitor, cosa que prefería evitar a toda costa. Sin embargo, no pensó que, un manipulador nato como él, fuera capaz de atreverse también a engañar a su novio.

—Cielo, ¿recuerdas tu amigo de la playa?

—¿Carlos? Sí, ¿por? —se extrañó, intrigada por lo que le tuviera que contar, pues pensaba que el tema había quedado completamente zanjado.

—Me lo he encontrado esta mañana.

—Vaya…

—Estaba con su chica.

—Ajá…

—Es muy guapa —remarcó.

—¿Te ha gustado? —refunfuñó, ligeramente molesta.

—No —sonrió—. Pero me ha tranquilizado saber que está con alguien así —chanceó, riendo.

—Qué tonto…

—No sé… me han parecido majos.

—Seguro que lo son —procuró no darle mayor importancia, ligeramente incómoda, con ganas de cambiar de tema.

—Hemos estado charlando y me ha comentado que podíamos quedar los cuatro…

—Le habrás dicho que no —se alteró por un momento.

—Bueno, él ha insistido y me ha sabido mal…

—¿Qué has hecho? —se preocupó.

—Les he invitado a cenar en casa.

—¡Aitor! ¿Por qué no me consultas las cosas? —se enfadó, pensando en la encerrona que suponía.

—Será divertido —se excusó—. Lo pasaremos bien, ya verás.

—Seguro… —se esforzó en suavizar el tono, consciente de que no podía montar un pollo, teniendo que aceptar la cena de parejitas porque no había más remedio.

Para disgusto de Susana, el día de la quedada llegó más pronto que tarde, pues no le apetecía en absoluto. Además, estaba convencida de que su ex no se iba a comportar. Por eso no se extrañó cuando sintió el habitual malestar en el estómago al escuchar el timbre.

—Hola.

—Buenas.

—¿Qué tal? Pasad.

—Mira, Susana, esta es Berta —presentó a su chica, ataviada con un conjunto de dos piezas, compuesto por una fina blusa de color salmón claro, adornada con un elegante colgante de eslabones, y una falda negra.

—Encantada.

—Qué piso más bonito.

—Gracias.

Tras los saludos iniciales, los anfitriones se dispusieron a enseñar la casa, compuesta por el salón, nada más entrar, y el pasillo en el que a un lado estaba la cocina y al otro los dormitorios. La segunda habitación, la de la pareja, se situaba junto al baño, que quedaba justo al fondo.

Mientras paseaban de una estancia a otra, Carlos se dedicó a fijarse en su ex novia, que vestía una discreta camisa blanca con ligeros encajes, pero lo que más llamó su atención fue el ceñido pantalón de cuero que le quedaba como un guante, mostrando al detalle la redondez de su perfecto culo y toda la fisonomía de sus piernas.

Las inapropiadas miraditas no pasaron desapercibidas para Susana, incomodándola. Así que, a la mínima oportunidad, aprovechó para recriminarle.

—¿Cómo se te ocurre venir a mi casa…? —le cuchicheó.

—Qué bien te queda el cuero —sonrió él, acariciándole discretamente la cadera con su descaro habitual.

—¡Tío, no te pases! —alzó el tono, entre dientes, parándole los pies y, antes de que sus respectivas parejas pudieran percatarse, concluyó la reprimenda—. Cenáis y os marcháis pronto.

La noche, como no podía ser de otro modo, comenzó con algo de tensión, pero poco a poco se fueron relajando a medida que los cuatro treintañeros, cada uno frente a su pareja gracias a la forma redonda de la mesa, tomaban algo alrededor de la misma. Aitor, como siempre que tenía invitados, no tardó en encauzar la situación.

—Un día, durante nuestro primer año juntos —comenzó a explicar, haciéndose el gracioso mientras miraba con una medio sonrisa a su chica—, no sé por qué, me entraron unas ganas enormes de comprarle flores a Susana.

—Yo no me acuerdo de eso —apuntilló ella, risueña.

—Pues las recibiste casi con lágrimas en los ojos —exageró—, diciéndome que no me había olvidado de nuestro primer beso —hizo una breve pausa—. ¡Uf, me salvé! —enfatizó, provocando las risas de las dos féminas.

—Lo más interesante es que tu novia probablemente se lo inventó porque no tenía ni idea del motivo de las flores —le troleó Carlos, logrando que ambas carcajearan mientras Aitor se quedaba sonriendo como un idiota, procurando disimular el ligero malestar al sentir cómo le robaban su tradicional protagonismo.

Imagen de la cena

—Pues puede ser, porque de verdad que no me acuerdo —insistió Susana, con un pequeño ataque de risa—. Ven aquí, tonto —se estiró cariñosamente hacia su chico al percibir la incomodidad que ocultaba bajo su rostro de circunstancias para agarrarlo de la barbilla con la intención de recompensarle con un pequeño pico.

—¡Cuidado! —reaccionó Aitor, cogiendo al vuelo la copa que cayó debido al gesto de su novia, evitando que se derramara sobre Berta—. Menos mal que no se te ha manchado la ropa, con lo guapa que estás… —se dirigió torpemente a la invitada.

Susana, molesta con el comentario, soltó inmediatamente el mentón de su pareja con cierto desaire, renunciando a darle el beso.

—¡Uf! Muchas gracias —sonrió la rubia—, solo me ha salpicado un poquito —se inclinó hacia delante para alcanzar una servilleta, facilitando que Aitor se percatara de que iba sin sostén, pues su prenda se movió claramente más de lo normal cuando sus tetitas, bien sueltas, cayeron restregándose contra la tela, moldeándola.

El sorprendido novio de Susana no pudo evitar que los ojos se le fueran instintivamente hacía el busto femenino, gustándole lo que estaba viendo. Mas su breve e inocente mirada no pasó precisamente desapercibida.

Berta, satisfecha al sentirse exhibida tal y como a Carlos le gustaba, esbozó una taimada sonrisa repleta de picardía, desviando la atención hacia su chico, que le devolvió la mirada con cierta complicidad. Por el contrario, a la morena no le sentó nada bien lo que acababa de presenciar, levantándose en busca del picoteo que tenían preparado.

—Espera, que te ayudo —se alzó Aitor, siguiéndola hasta la cocina—. ¿Te pasa algo? —inquirió al percibir el mosqueo de su pareja, corroborado debido al tajante silencio entre ambos.

—No me pasa nada —soltó con desdén mientras no se podía quitar de la cabeza los motivos por los que se imaginaba que la invitada iba sin sujetador.

Estaba convencida de que, al igual que ella cuando salía con Carlos, Berta cumplía órdenes de ese cabronazo, percatándose de que el malestar que sentía en el estómago había desaparecido, dando lugar al tenue y agradable cosquilleo que le producía el recuerdo de esa lujuriosa sensación de ir sin ropa interior, como si fuera una auténtica guarra.

Nuevamente sentados alrededor de la mesa, se iba haciendo cada vez más patente el evidente protagonismo que Carlos iba adquiriendo mientras degustaban el ligero picoteo.

—No sé… a mí me han sucedido un montón de cosas… —gesticuló graciosamente el invitado, como si no diera crédito.

—Cuenta lo que nos pasó en aquellos baños… —rio Berta alegremente.

—Eso le puede ocurrir a cualquiera… ¿Verdad, Aitor? —esbozó una sonrisa burlesca, dándole un golpetazo en el hombro con la mano abierta para después estrujárselo como si fueran una especie de compinches.

Y antes de que el anfitrión pudiera contestar, empezó a contar la anécdota, dejándolo con la palabra en la boca.

—Pues nada… que un día a Berta le dio por tener sexo en los lavabos de un centro comercial… —puso una jocosa mueca.

—A Berta… seguro… —intervino Susana con garboso sarcasmo, pues ya hacía rato que se lo estaba pasando bastante mejor de lo que había supuesto desde un principio, en parte gracias al agradable vino con el que estaban acompañando la cena.

—Bueno, ya me conoces… —respondió él graciosamente, aprovechando para estirar un brazo por debajo de la mesa, dándole un inocente toquecito de complicidad—. El caso es que se nos fue un poco el tiempo —mostró una sonrisa de suficiencia, desviando la mirada hacia su chica mientras alargaba los dedos para acariciar subrepticiamente la rodilla de la morena que tenía al lado.

Susana, ligeramente acalorada, no se sorprendió, pues estaba convencida de que ese cabrón acabaría intentando algún acercamiento tarde o temprano, así que pausadamente retiró la pierna, sonriéndole para dejarle claro que no tenía nada que hacer.

—Disfrutamos muchísimo —enfatizó Berta.

Aitor miró instintivamente a su chica, pues lo que acababa de oír no parecía coincidir con lo que ella le había contado, pero su pareja, aún mosqueada con él, simplemente le mostró una malévola sonrisa, como si lo estuviera castigando.

—Y cuando quisimos salir nos habían dejado encerrados —concluyó Carlos, provocando las carcajadas de las dos mujeres, de las que ya tenía toda su atención—. Tuvimos que dar golpes en la puerta hasta que nos oyó el de seguridad.

—Eres un caso… —indicó Susana, risueña, mientras meneaba ligeramente la cabeza, como si negara, al tiempo que le detenía secretamente, pues su ex había vuelto a la carga, ahora estirándose lo suficiente como para que la mano le alcanzara la parte baja del muslo, teniendo que sujetarlo de la muñeca, puesto que ya no podía apartarse más sin que empezara a ser sospechoso.

—Seguro que a ti también te ha pasado —chasqueó Carlos, dirigiéndose a Aitor.

—¡Qué va! —entró en la conversación, teniendo que aceptar su rol, en un claro segundo plano—. ¿Verdad, cariño? —sonrió a su chica, buscando su perdón.

—Conmigo seguro que no —soltó en tono de broma, provocando nuevas risas multitudinarias, mientras, cada vez más sofocada, seguía peleando por debajo de la mesa para evitar el avance de su ex.

—¿Y el primer polvo que echamos en mi casa? —intervino Berta, dirigiéndose nuevamente a Carlos.

—¡Joder! —sonrió con falsa timidez—. Se supone que esa noche no iba a aparecer tu novio…

—¡No! —se sorprendió Susana, que no se lo esperaba.

—Sí, tía —afirmó la rubia—, le puse los cuernos por culpa de este maldito cabronazo —rio.

—Qué hijo puta… —sonrió Aitor, buscando su complicidad, sin tener ni idea de que en ese preciso instante el invitado le estaba intentando meter mano a Susana.

—No os lo vais a creer, pero me tuve que esconder en el baño —gesticuló Carlos con indudable gracia, haciendo que las dos treintañeras no pararan de reír—. Y Berta venía a verme cada dos por tres… —carcajeó con chulería.

—¡Serás caradura! —sonrió la anfitriona, disimulando con una preciosa mueca cuando él volvió a las andadas nuevamente, empezando a alterarle las pulsaciones.

Sopesando cómo actuar, Susana ya no se vio capaz de detenerlo sin correr el riesgo de que su chico se diera cuenta de que estaba pasando algo raro, pues su ex llegó aún más lejos, comenzando a deslizar los dedos por la parte interna de su pierna. Así que, con la intención de evitar tener que montar un escándalo debido a su insistencia, esta vez no le retiró la mano, empujándolo discretamente hasta la rodilla para dejarle bien claro que ese era el límite, teniendo que permitirle el contacto siempre de que no pasara de ahí.

—¡Caradura ella! —replicó, refiriéndose a Berta—, que no hacía más que decirle a su novio que le había sentado mal la cena.

—Vaya tela… —se quejó la guapísima morena, dedicándole a Carlos una medio sonrisa de desaprobación mientras se veía obligada a dejarse acariciar por ese maldito cabronazo, sintiendo cómo inevitablemente, después de tanto sibilino manoseo, se le empezaba a instaurar un ligero cosquilleo en el bajo vientre.

—Y acabamos follando a escondidas cuando el otro se quedó dormido… —desveló finalmente, comenzando a clavar los dedos en la carne de Susana, forzándola a separar las rodillas para deslizarse lentamente a través del cuero de los pantalones con la malévola intención de subir por la pierna femenina, extendiendo la mano a medida que le masajeaba toda la zona, sobrepasando la línea roja, hasta acabar pinzándole sensualmente el interior del muslamen.

—Uhm…

Susana, ya con el chocho bastante calentito, no pudo evitar un pequeño sollozo que quedó disimulado gracias al contexto de la conversación. Consciente de que, muy a su pesar, su ex estaba logrando ponerla cachonda una vez más, decidió que era un buen momento para servir el último plato, retirándose a la cocina con el propósito de alejarse de los prohibidos palpamientos del actual novio de Berta.

—Te acompaño, cariño —se ofreció Aitor nuevamente, pero Carlos reaccionó rápido.

—Ya voy yo —aseguró con firmeza, volviendo a apoyar la mano sobre su hombro para evitar que se moviera mientras él se alzaba—. Y que no me entere que le miras las tetas a mi chica —le amenazó jocosamente, mostrando una burlesca sonrisa mientras lo dejaba en evidencia.

—Berta… —se dirigió torpemente a ella, avergonzado, sin saber qué decir.

Una vez a solas en la cocina, Susana le pudo echar la bronca a su ex pareja.

—Tío, ¿¡quieres dejar de meterme mano!? —se quejó, casi susurrando.

—Pensaba que te gustaba… —mostró su perenne chulería mientras la asía de la cintura.

—Sí, claro —ironizó—. Y con mi chico delante…

—Se lo merece, por mirarle las tetas a Berta —dibujó una media sonrisa, haciéndose falsamente el ofendido mientras comenzaba a tirar sutilmente de la camisa de Susana.

—Solo lo ha hecho una vez —le defendió—. Y porque el pobre seguro que no se esperaba que no llevara nada debajo.

—No me digas que no sabe que la zorra de su novia ha ido más de una vez sin ropa interior… —esbozó una mueca maligna al tiempo que lograba el objetivo de sacarle la tela por fuera del pantalón, introduciendo una mano bajo la prenda femenina para comenzar a acariciarle la parte baja del lomo.

—No le he ido contado las cosas que hacía contigo… —se giró hacia la encimera, dándole la espalda para evitar los inapropiados tocamientos—. Solo sabe que tuvimos un rollo de una noche…

Pero el cabronazo de su ex volvió a sujetarla, ahora por las caderas, mientras la abordaba por detrás para susurrarle al oído.

—Entonces vamos a tener que darle una lección al paradito de tu novio…

—Carlos… —se quejó, sin poder obviar cómo le empezaba a palpitar el pecho a medida que las grandes manos masculinas se deslizaban por el ajustado cuero de sus pantalones, volviendo a colarse bajo la camisa blanca.

—Hoy va a descubrir lo guarra que es su novia…

—No… —negó casi imperceptiblemente al tiempo que sentía cómo él se aproximaba, comenzando a subir por su espinazo—. Joder, tío… —casi sollozó, cerrando los ojos, resignada, mientras su ex le acariciaba suavemente los músculos intercostales— ¿Vas a dejar de sobarme o qué? —reaccionó finalmente, mas sin apartarse.

—Podemos llegar a un acuerdo… —propuso mientras alcanzaba la base del sujetador, rozándoselo a medida que deslizaba ambos índices por la parte baja de la ropa interior femenina.

—¿Cuál? —giró el rostro hacia él, haciendo que ambas bocas quedaran muy cerca la una de la otra, percibiendo cómo el agradable aliento masculino se adentraba entre sus labios.

—Dejo de tocarte a cambio del sostén —jugó con ella, deshaciéndose del cierre con pasmosa facilidad gracias a la habilidad adquirida después de los muchos que había quitado.

—Qué manía te ha entrado con sacarme las tetas… —desdeñó, quedándose quieta para disfrutar de la lujuriosa sensación, prácticamente olvidada, de cómo ese cabronazo le hacía comportarse como una guarra, hasta que la fina tela de la camisa le acabó rozando los sensibles pezones, completamente endurecidos, provocándole un chispazo de placer—. Uf… Aitor no puede verme así… —balbuceó.

—Él te ha obligado —comenzó a manipularla una vez más, dando un nuevo pasito hacia ella—. Si tanto le gusta mirar pechos sin sujetador, no has tenido más remedio que quitártelo para poder llamar su atención.

—Estás loco… —sonrió, más que divertida, mientras comenzaba a intuir los suaves roces con el paquete de su ex—. Entonces, ¿vas a dejar de meterme mano? —preguntó inocentemente.

—Claro, nena —aseguró él con prepotencia, echándose hacia delante para mordisquear el cuello femenino al tiempo que le agarraba una de las tetas recién desnudadas.

—Uhm… —ahogó un gemido de placer, bajando los párpados y mordiéndose un labio mientras disfrutaba de cómo el hijo de puta que en el pasado le había puesto los cuernos ahora le estaba pegando una buena sobada, clavándole los dedos lujuriosamente en la moldeable carne del orondo pecho, con el pobre Aitor al otro lado de la pared.

—Me moría de ganas desde que me las enseñaste en la playa, zorra…

—Lo sé… —balbuceó, sintiéndose excitantemente deseada—, pero este no era el trato —se quejó, apartándole la mano antes de doblar el torso con la excusa de buscar algo en el armario para escapar de las artimañas de Carlos, sin prever que, al alzar el culo, acabaría restregándose inevitablemente contra la entrepierna masculina.

El novio de Berta, sin soltar la ropa interior que le acababa de quitar a Susana, sacó los brazos del interior de la camisa femenina para volver a agarrarla de la cintura, atrayéndola hacia sí con la intención de apretujarle toda la polla entre las nalgas.

—Uf… —resopló ella, gozando de los prohibidos frotamientos con los que el coño se le iba haciendo agua a medida que notaba cómo se endurecía ese pedazo de bulto—. Prométeme que vas a dejar de sobarme —insistió, ahora moviendo la cadera con cierto disimulo para refregarse un poco, justo antes de girarse, recomponiéndose.

—Te lo prometo, putita… —contestó, subyugándola definitivamente.

—No podemos salir los dos juntos después de esto —se miró el pecho, viendo cómo la tela blanca le apretaba las tetas, evidenciando claramente que iba sin ropa interior—. Saca tú los platos —le indicó—. Yo haré que salgo de nuestro cuarto. ¡Y dame eso! —se quejó jocosamente, arrebatándole el sostén de las manos.

A medida que Susana avanzaba por el pasillo en dirección al salón, notando cómo sus dos grandes melones se balanceaban libremente a casa paso, rememoró la cantidad de veces que su ex le había hecho vestir de ese modo, sintiéndose mucho más que provocativa. Pero cuando vio el rostro desencajado de Aitor, junto a la mueca de suficiencia de Carlos, creyó que no iba a poder evitar llevarse la mano a la entrepierna. La situación le ponía tremendamente cachonda.

—¿Todo bien, cariño? —se interesó su chico con un claro tono de estupefacción.

—Claro —le sonrió, poniendo cara de zorra, pues es como se sentía.

Mientras degustaban el último plato, la morena se percató de cómo su pareja no perdía detalle, fijándose en sus pechos cada vez que podía. Le encantó saber que lo estaba calentando, ganándole claramente la partida a la zorra de Berta. Pero la mano masculina que le alcanzó la rodilla le recordó para quién se estaba exhibiendo, desviando disimuladamente la atención hacia su ex, recriminándole con la mirada los nuevos toqueteos.

—Y tú, Aitor, ¿no tienes ninguna anécdota con Susana? —se dirigió al anfitrión mientras, por debajo de la mesa, le empezaba a palpar las piernas a la novia del aludido.

—No que yo recuerde —rio inocentemente, como si nada.

—Si quieres te explico yo una —soltó en un tono burlesco, con sobrada desfachatez.

—¿Cómo? —preguntó Aitor con cara de idiota, completamente descolocado.

—¿No le has contado la noche que nos liamos? —se dirigió a Susana, comenzando a subir la mano por su muslo.

Imagen de la ex pareja

—No —contestó, absolutamente acongojada por lo que pudiera decir, pero ya demasiado sumisa como para protestar, dejándose sobar por ese pedazo de hijo de puta que estaba rompiendo el pacto con total impunidad mientras sentía cómo se le endurecían los pezones, comenzando a rasgar la fina tela de la camisa.

—Pues habíamos salido de fiesta… —inició la narración, magreándola cada vez más descaradamente mientras presumía de ella delante de su novio.

Escuchando a ese maldito cabronazo, Susana asumió que no había vuelta atrás. Procurando mantener la compostura, comenzó a dejarse llevar, gozando de los fuertes dedos de Carlos deslizándose por el interior de sus piernas, hasta que el malnacido le alcanzó la ingle, deteniéndose para acariciársela muy suavemente mientras seguía explicando una de las muchas anécdotas reales que habían experimentado.

—Llegamos a mi casa y, antes de entrar —relató—, me saqué la polla en el rellano —giró el rostro hacia la morena—. ¿Verdad, nena?

¡Joder! La suficiencia de Carlos la estaba poniendo demasiado cerda, tratándola de ese modo delante de Aitor, como si aún fuera suya, sintiéndose muy, muy sucia, pues ella misma se lo estaba permitiendo. Así que, mientras su ex seguía rozándola muy cerca del chochito, notando cómo las tetazas, cada vez más hinchadas, tensionaban la única prenda que las cubría, marcándose toda su desnudez sobre la tela, no lo pudo evitar. Separó ligeramente las rodillas y le contestó.

—Verdad —casi gimoteó, momento en el que el dedo masculino se desplazó hacia su entrepierna, acariciándole el chumino por encima del ceñido cuero.

—¿Y tú qué hiciste? —continuó, dibujando una pérfida sonrisa al tiempo que la ponía en un brete, ya sin dejar de frotarle todo el coño.

—Te chupé la polla, vida —se esforzó en no gemir, usando el apelativo cariñoso con el que solía llamarlo en el pasado.

—¿Cómo? —inquirió suavemente el contrariado chico de Susana.

Ella, temblando de arriba abajo, empezó a escuchar el inconfundible rechinar del cuero debido a las fricciones del apéndice de Carlos apretándole el chochito cuando un instintivo impulso sexual la empujó a mover los brazos bajo la mesa para desabrocharse disimuladamente el pantalón. Estaba excitadísima.

—Y mientras la preciosidad de tu novia me la chupaba —ahora se dirigió a Aitor, vacilándole, a la par que introducía una mano dentro de la abertura de la prenda femenina—, como el ascensor estaba roto, nos pilló un vecino —sonrió.

—¡No me jodas! —carcajeó Berta.

En cuanto la morena sintió el portentoso dedo deslizándose por el interior de su tanga, acariciándole el rasurado pubis hasta alcanzarle la pringosa raja, creyó que se iba a correr.

—No me habías dicho nada… —se quejó, ligeramente hosco, el anfitrión a su chica.

Ella se quedó observando la inocente carita de su novio a medida que Carlos la masturbaba, ya con los melones prácticamente transparentándose a través del blanco de la camisa. Pero antes de que pudiera contestar, percibió los incipientes espasmos provocados por la más que morbosa situación, viéndose obligada a tener que contenerse, lo que hizo que comenzara a sofocarse.

—¿Te encuentras bien? —se interesó Aitor.

—No mucho —jadeó—. Voy un momento a nuestro cuarto —agarró la muñeca de su ex, obligándolo a que sacara la mano de dentro de sus pantalones antes de recomponerse, alzándose para marcharse.

—El baño estaba al fondo, ¿verdad? —inquirió Carlos, haciéndose el despistado, justo cuando la morena ya se adentraba en el pasillo.

Aproximándose a la habitación, con todo el coño empapado, Susana se preguntó si Aitor captaría la indirecta. Tras el calentón y después de varios días sin follar, le encantaba la absurda idea de que su chico la siguiera para echarle un polvo mientras los invitados esperaban. Y, antes de llegar a abrir la puerta de la estancia, sintió cómo la aferraban del brazo, tirando de ella con tanta energía que no pudo oponer resistencia, viendo cómo la introducían a la fuerza en el cuarto de baño.

—¿¡Se puede saber qué haces!? —rechinó los dientes al encontrarse nuevamente con Carlos.

—Mira cómo me has puesto —se quejó, señalándose el paquete mientras no perdía detalle del exuberante pecho femenino.

La novia de Aitor bajó la mirada, percatándose del pedazo de bulto que su ex tenía entre las piernas. Sabía lo que tocaba, pero no lo iba a permitir.

—Por tu culpa —prosiguió con la retahíla de reproches, empezando a desabrocharse los pantalones con parsimonia—, que llevas toda la noche zorreándome delante de mi chica, al final me has puesto cachondo —se hizo el ofendido, dejando caer la prenda para mostrar su ropa interior—. Así que ahora voy a tener que follarte —aseguró mientras su exagerada erección palpitaba con virulencia, dibujándose claramente bajo la apretada tela de los bóxers.

—Sí, claro… —ironizó Susana, volviendo a mirarle a los ojos—. Te he dejado jugar un poco porque eres demasiado cabrón —argumentó con rabia, observando de reojo cómo su ex comenzaba a bajarse los calzoncillos—. Y, como no quiero que Aitor se entere y se lleve un disgusto —no pudo evitar que la vista se le desviara disimuladamente hacia la entrepierna masculina—, he preferido no… ¡Uf! Joder, pero qué pedazo de polla tienes… —le piropeó con cierto tonillo de admiración.

La visión de esa grande y preciosa verga circuncidada, con las venas bien marcadas a lo largo de toda la extensa longitud del tronco, la transportó a otra época, una en la que ese pedazo de cipote de 24 centímetros, tan gordo como un vaso de tubo, la volvía loca. Cada vez más enajenada, recordó las múltiples situaciones en las que ese macho se la había follado a escondidas después de haberle metido mano y haber fardado de lo buena que estaba delante de sus amigos. Exactamente igual que en esta ocasión. Solo que ahora ella tenía otra pareja.

—A mí también me gustaba hacerte disfrutar sin que supieran lo que estábamos haciendo —le leyó el pensamiento, tergiversándolo astutamente, antes de agarrarla del pelo, casi dándole un tirón—. Por eso hoy vas a volver a ser mi zorra, nena —la chuleó para acabar morreándola con su distintiva fogosidad.

Mientras Susana se dejaba comer la boca, saboreando la masculinidad de su viperina lengua, ya sintiéndose toda suya, no pudo evitar que el instinto la llevara a agarrarle el pollón, gozando como antaño de la magnificencia de ese enorme miembro viril a medida que deslizaba la mano por el venoso tronco, hasta alcanzar sus testículos, percibiendo su exagerada grandilocuencia.

Tras unos largos segundos de apasionados y sucios morreos, en cuanto pararon de besarse, la novia de Aitor, palpándole los huevos suavemente, se estiró hacia delante, aproximándose a su oído.

—Pero no me vas a follar, vida —le contestó, cuchicheándole entre jadeantes susurros para acabar vislumbrando el orgulloso rostro de satisfacción de su ex a medida que se arrodillaba frente a él.

Ya con el característico olor de la polla de Carlos invadiendo sus fosas nasales, Susana percibió el desmedido respingo del miembro viril mientras le lamía la sudorosa piel, desde la parte superior del muslo hasta el rasurado pubis, percibiendo su fuerte sabor a macho al mismo tiempo que provocaba el pequeño brote de leche que surgió de su uretra. No había duda de lo cachondo que estaba y eso la ponía tremendamente cerda. Así que no dudó en sacar la lengua para darle un buen lametón, recogiendo el gustoso líquido blanquecino que le pringó la boca, antes de abrirla para chuparle todo el glande, sintiendo cómo se enardecía con cada nueva succión, hinchándose de un modo casi desproporcionado, alcanzando prácticamente el doble de volumen que el de la pichita de su actual novio.

Mientras tanto, envueltos por un incómodo silencio en el salón, Aitor y Berta esperaban el regreso de sus respectivas parejas. Él, preocupado por su chica, se moría de ganas de ir a ver cómo se encontraba, pero prefería no molestarla después de su extraño comportamiento, pues estaba convencido de que sin duda era fruto del mosqueo que llevaba. Ella, sin embargo, estaba aburrida, maldiciendo que la hubieran dejado a solas con el anfitrión pues, más allá de haberle mirado las tetas prácticamente sin querer, le parecía un coñazo de tío y estaba deseando que su hombre la sacara de ahí para atenderla como se merecía, echándole uno de sus auténticos polvazos.

Aún de rodillas en el cuarto de baño, tras comerle los huevos, tirando suavemente de su escroto a medida que se los chupaba, la morena contempló cómo la enorme bolsa testicular de Carlos quedó colgando con evidente soberbia, casi como si tuviera vida propia, antes de recorrer el portentosamente endurecido tronco a base de lametones, preparando el terreno para tragarse el pollón entero, cuando alzó la vista, queriendo mirar a los ojos de su ex para deleitarse contemplanto cómo le hacía disfrutar.

—¿Qué cojones haces…? —reaccionó al descubrir que la estaba grabando con el móvil.

El novio de Berta sonrió tras comprobar cómo había captado ese momento en el que Susana, con cara de auténtica zorra, miraba lujuriosamente a cámara mientras le lamía el enorme cipote que prácticamente llenaba todo el encuadre.

—Guarda eso, hijo de puta —le increpó, completamente alterada.

—¿Estás bien, cariño? —se oyó el grito de Aitor desde el otro extremo de la casa.

—Tengo que salir —afirmó ella en voz baja, poniéndose de pie a medida que usaba el dedo índice para limpiarse la comisura de los labios de los restos de saliva y los incipientes grumos de semen que se habían mezclado dentro de su boca.

—Tú y yo no hemos acabado —aseguró Carlos con chulería, subiéndose los calzoncillos y los pantalones.

—Borra el puto vídeo —concluyó, enfadada por lo sucedido.

Mientras la morena, absolutamente descompuesta, salía del cuarto de baño para meterse en la habitación contigua con la intención de volver a ponerse el sostén, excusa que utilizaría más tarde para explicar lo sucedido a Aitor, Carlos regresó al salón.

—¿Aún no ha vuelto? —se hizo el tonto.

—Será mejor que nos vayamos a casa —intervino Berta—, que si la pobre no se encuentra bien…

—¿Seguro? —inquirió el anfitrión, alzándose de la mesa, en un claro gesto de acompañarles a la puerta, pues estaba deseando que se marcharan para poder pedirle explicaciones a su chica cuanto antes.

Así, cuando Susana volvió al salón, el resto ya se estaban despidiendo.

—Ha sido un placer —indicó Aitor.

—El placer ha sido mío —respondió Carlos con una burlesca sonrisa, desviando la mirada hacia la mujer que acababa de hacer acto de presencia.

—¿Te encuentras bien, guapa? —inquirió Berta.

—Sí, no estoy embarazada, eh —bromeó, provocando las risas generalizadas.

—Nunca se sabe —apuntilló Carlos con malicia.

—Bueno, pues habrá que repetir —insistió Aitor con un nuevo topicazo, aunque lo cierto es que no le quedaban ningunas ganas de volver a coincidir con el ex de su chica.

—Dentro de un par de semanas hacemos una fiesta en casa —anunció el novio de Berta—. Estáis invitados.

Los anfitriones se quedaron mirando. Ninguno de los dos quería ir. Aunque cada uno tenía sus razones, en ambos casos el motivo era Carlos.

—Claro —indicó Aitor sin saber cómo reaccionar.

—Vemos a ver cómo tenemos la agenda —interpeló Susana jocosamente.

—Genial, pareja —sonrió Berta, despidiéndose definitivamente.

Tan solo unos minutos después, mientras Carlos le pegaba una buena follada a su novia en el portal, Aitor comenzó a discutir con su chica.

—¿Se puede saber qué ha pasado esta noche? —inquirió, ligeramente malhumorado.

—Dímelo tú —replicó, disimulando—. He tenido que quitarme el suje para ver si me hacías un poco de caso.

—¡Qué exagerada eres! —vociferó—. Además, sabes que solo tengo ojos para ti —rebajó el tono, sintiéndose ligeramente culpable al confirmarse sus sospechas.

—Sí, claro. Cuando me he sacado las tetas —hizo que Aitor acabara riendo levemente.

—Y luego, ¿qué te ha pasado? —preguntó, ya más melosamente.

—Pues que no eras tú el único que me las miraba…

—¡Joder! Si es que… ¡¿a quién se le ocurre?! —le reprobó—. Aunque no veas con tu amiguito… —soltó con un claro tono de desprecio.

—¿¡Y para qué lo invitas!? —se quejó.

—Bueno, a su fiesta no vamos, ¿no? —sonrió, ya totalmente aplacado.

—Claro que no, tonto —rebajó definitivamente la tensión.

Mas, cuando los ánimos parecieron calmarse, Aitor soltó una última perla.

—Por cierto, ya me contarás que es eso de llamarle vida al pavo este…

A Susana se le dispararon las pulsaciones. No solo se sentía fatal por lo que había hecho, sino que encima tenía que mentirle a la cara.

—¿Te has puesto celoso? —inquirió finalmente—. Es lo que pretendía —mostró una medio sonrisa maliciosa antes de alejarse, dando la bronca por concluida.

Una vez más, y ya comenzaba a ser demasiado habitual, Aitor desatendió a su novia, a la que le costó conciliar el sueño. Aún con el desmesurado calentón que le había provocado su ex, Susana no paró de darle vueltas, pues era la primera ocasión que engañaba físicamente a su actual pareja. A pesar de sentirse completamente culpable, se obligó a convencerse de que no había sido más que un desliz, sabedora que Carlos la había vuelto a manipular. Por muy bueno que estuviera ese hijo de puta y por muy grande que tuviera la polla, además de saber usarla, no quería absolutamente nada con él. Amaba a su chico y no quería hacerle daño, así que decidió obviar todo lo sucedido, considerándolo un simple descuido. Mas, mientras se adormilaba, el runrún del vídeo siguió rondando su cabeza…

Pasadas las dos semanas, a pocas horas del inicio de la fiesta, Susana recibió una llamada de su hermana.

—Hola, Vane —respondió alegremente.

Pero la aludida contestó más secamente, haciendo que el buen rollo no durara demasiado, pues al parecer tenía que darle una mala noticia, motivo por el que quedaron en un bar para charlar más tranquilamente mientras tomaban algo.

—No sé cómo decirte esto… —inició la conversación la hermana mayor.

—Ay, me estás poniendo de los nervios.

—¿Aitor y tú estáis bien? —inquirió, comenzando a asustar a Susana.

—Sí, ¿por?

—La verdad es que de primeras no me lo creía, pero cuando lo vi… —hizo una breve pausa para coger el móvil—. A ver, mi cuñado no la tiene precisamente grande, ¿no? —procuró ser sutil mientras abría el vídeo que le habían pasado.

—Normalita, ya sabes…

—Joder… pues esta polla no es la de Aitor —aseguró, pasándole el Smartphone a su hermana.

Susana, al ver la reproducción de la grabación en la que le hacía una mamada a Carlos, se quiso morir.

—¡Madre mía, Vane, qué vergüenza!

—A ver, no sé lo que ha tenido que pasar para que hagas esto —quiso ser comprensiva—, pero viendo semejante pollón no me extraña —bromeó, procurando destensar el momento y logrando dibujar una tenue sonrisa en el rostro de su hermana pequeña—. ¿Quién es? —inquirió.

—¿Te acuerdas de Carlos? —confesó con la voz temblorosa.

—¡¿Un ex?! —se sorprendió aún más, volviendo a mirar el vídeo—. Joder, no sabía yo que iba tan bien servido, cacho guarra —soltó jocosamente para quitar hierro al asunto, más que consciente de que era una grabación reciente.

—Te juro que yo no… —no supo cómo excusarse, completamente arrepentida—. ¿Cómo te ha llegado? —quiso cuantificar la dimensión del problema, imaginando que si se lo habían pasado a su hermana, también podía acabar en poder de Aitor.

—Me temo que vas a tener que hablar con él para que sea un pelín más discreto… —concluyó, procurando poner algo de cordura.

—Esta noche hace una fiesta en su casa…

Así que, todo carácter, dispuesta a echarle una buena bronca a Carlos por compartir el vídeo, Susana, sin decirle nada a Aitor, se tuvo que preparar para asistir al evento de un modo totalmente improvisado. Lo primero que hizo fue elegir la ropa, compuesta por un conjunto de falda corta con blazer, una combinación tan elegante como apropiada. Con la pieza de debajo dudó más, hasta que, revisando los cajones, se topó con la prenda perfecta, sacándole una incipiente sonrisa, no carente de cierta malicia.

—Ya era hora de que fueras tú la que me sorprendiera —indicó con gracia el novio de Berta, dirigiéndose a la morena tras ver cómo accedía a la fiesta.

—No vengo precisamente de buen rollo —replicó con severidad.

—Vaya… —soltó un gesto de falsa decepción que ocultaba su sempiterna actitud engreída.

—¿Qué coño haces compartiendo el vídeo que grabaste sin mi consentimiento? —evidenció su enojo.

—Estos tíos son idiotas —aseveró con un alegre mohín—. Se lo he enseñado a unos pocos amigos, ya sabes lo que me gusta vacilar de las tías buenas como tú —la chuleó.

—¿Y no podías hacerlo desde tu puto móvil? —comenzó a alterarse—. ¡Te dije que lo borraras, joder…!

—Será mejor que te calmes —sonrió afablemente—. Si montas un espectáculo voy a tener que explicar los motivos por los que estás aquí y más gente va a saber que eres una jodida guarra —alzó el tono, comenzando a amedrentarla—. Así que si quieres seguir hablando del tema, vamos a un sitio más tranquilo.

—¿Dónde? —miró alrededor, extrañada, viendo la casa repleta de invitados.

—Donde yo te diga —la cogió por la muñeca, tirando de ella hasta una de las habitaciones.

Susana recordó esa rudeza con la que su ex solía tratarla. Aunque no le gustaba, el muy cabrón siempre lograba que acabara sometiéndose a sus deseos. Y lo peor es que al final lo terminaba disfrutando.

—¿Cuál es el problema? —inquirió Carlos, sentándose parsimoniosamente en el borde la cama.

—Joder… no sé a quién se lo has pasado, pero el vídeo está circulando por ahí… —se quedó de pie, frente a él, observando su expresión burlesca, que contrastaba con el gesto adusto de ella.

—Ponte cómoda, nena —le indicó chulescamente mientras se preparaba una raya de farlopa.

—Estoy bien. Gracias —respondió, empezando a desabrocharse los botones del blazer.

Ambos se quedaron mirando en silencio a medida que la prenda femenina se abría lentamente, dejando paso al ceñido top bien escotado con el que Carlos la sorprendió en los probadores de ropa hacía ya unos pocos meses. El rictus masculino se tornó malicioso, mientras Susana comenzaba a esbozar una mueca vanidosa, consciente de lo que estaba enseñando.

—Al final te lo compraste… —desvió la mirada descaradamente hacia su pecho.

—Me lo regaló mi chico.

—Y te lo pones para venir a verme… —articuló con un gesto de soberbia justo antes de inclinarse para esnifar la coca.

—Tú me lo recomendaste —se le escapó, recordando lo atractiva que se sintió tras los piropos de Carlos.

—Porque se te ven las tetas bien gordas —sonrió de un modo soez, limpiándose los restos de polvo de la nariz—, como a mí me gusta —estiró los brazos para agarrarla por las piernas, atrayéndola hacia sí.

—No empieces…

—No te voy a pedir perdón por el vídeo —afirmó con una rotunda seguridad en sí mismo, comenzando a acariciarle por detrás de las rodillas.

—¡Eres…! —no supo qué decir.

Lo cierto es que había ido allí con la intención de ponerle de vuelta y media, pero su actitud arrogante había aplacado esa sensación de malestar al descubrir que Aitor podía llegar a enterarse de la comida de rabo que le había pegado a ese indeseable.

Mientras tanto, el novio de Susana, extrañado por su ausencia, se preguntó dónde estaba su chica, comenzando a hacer sus pesquisas, llamando a algunos conocidos.

—Lo único que quiero es que te asegures de que el vídeo no se sigue compartiendo —indicó la morena a Carlos finalmente.

—¿Quién lo ha visto?

—Mi hermana —se ruborizó.

—Puedo enterarme de quién ha sido el gilipollas que se lo ha pasado… —indicó al tiempo que subía las manos ligeramente, comenzando a acariciar los muslos de Susana.

—¿¡Quieres parar!? —se quejó, inclinándose hacia delante para sujetarle los brazos, lo que provocó que sus enormes senos colgaran hacia el suelo, casi saliéndose del lujurioso escote, que quedó justo frente a los ojos de Carlos.

—Uhm… —sonrió lascivamente—. Dime que no te gustó chupármela y paro… —esbozó una pérfida mueca, sin apartar la vista del tetamen de su ex novia.

—¡Joder! Claro que me gustó. ¿Te crees que me voy comiendo cualquier polla que se me pone a tiro o qué? —se ofendió.

—Entonces baja los humos, zorra —le rebatió, aferrando la carne femenina con los dedos al tiempo que hacía fuerza para romper la barrera de Susana, que no pudo impedir que siguiera subiendo por sus piernas, a punto de colarse por debajo de la falda.

—¡Huy! —se le escapó un pequeño respingo de sorpresa.

—A partir de ahora no quiero oír ni una queja más —comenzó a sermonearla.

—Pero…

—Me acuerdo de Vane —sonrió con malicia, cortándola—. Seguro que tu hermana se ha puesto cachonda al ver cómo me comías la polla —injurió—. Y a ti fijo que se te ha mojado el coño al saber que ella ha descubierto lo guarra que eres —movió las manos, ya rodeando la parte de los suculentos muslos femeninos que estaban cubiertos por la vestimenta, masajeándoselos.

—Qué pedazo de cabrón eres, Carlos… —le soltó los brazos, dejándole hacer, consciente de cómo la estaba calentando, al tiempo que se fijaba en su paquete, que parecía tenerlo bien hinchado, pues en esa posición se veía enorme.

—Le conté a unos colegas lo que pasó la otra noche en vuestra casa —prosiguió, deslizándose con firmeza por su suave piel—. Pero no se creían que la puta de mi ex, que me dejó para acabar con un gilipollas, me había comido toda la polla… —ultrajó a Aitor mientras la sobaba a conciencia, ya sin oposición alguna—. Así que les tuve que enseñar el vídeo —explicó, subiendo lentamente por sus muslos—. No te puedes hacer una idea de cómo he disfrutado al sentir la envidia de esos desgraciados cuando han descubierto lo buena que estás —logró que Susana comenzara a imaginárselos observándola, bien empalmados, lo que subió su temperatura unos cuantos grados más de lo previsto—, sobre todo en el momento que levantas la vista y me miras con esa cara de zorra… —siguió acercándose a su entrepierna, captando el calor que desprendía su coño a medida que se aproximaba.

—¡Uf…! —resopló—. ¿Y esos cerdos están por aquí? —preguntó melosamente, recibiendo una contestación afirmativa con un simple gesto de cabeza.

—Ahora vas a salir ahí fuera —prosiguió, alcanzado la ingle femenina para acabar rozándole el tanga muy levemente.

—Uhm…

—Disfruta de la fiesta, tómate algo… —desvió las manos hacia sus caderas, asiéndole la ropa interior.

—¿Qué haces? —se preocupó, ya con el chochito ardiendo.

—Ya sabes que no me gusta que lleves sujetador —le reprobó—. Pero ese top ya te queda bastante sexy —indicó, comenzando a tirar de sus bragas, bajándoselas lentamente.

—Uhm… —gimió—. Maldito hijo de puta… —cerró los ojos mientras se dejaba quitar el tanga, que ya lo tenía ligeramente sucio.

Susana estaba cachondísima. No podía negar lo cerda que le ponía ese hombre. Su olor a macho, su atractivo aspecto varonil, con ese pedazo de pollón, y ese comportamiento zafio la volvían loca. Solo él era capaz de hacerla gozar de algo que le parecía detestable, engañando a Aitor de ese modo tan poco elegante. Pero es que su novio no se la follaba lo suficiente. Y ella necesitaba sexo.

Ya entre el gentío, exhibiendo las tetas debido al escotazo del top mientras rememoraba tiempos pasados al sentir la ligera brisa refrescando la humedad de su raja, solo oculta tras la falda, se sintió una verdadera golfa, percibiendo las miradas de deseo de todos los tíos de la fiesta, y más al saber que algunos de ellos la habían visto haciéndole una mamada a su actual ex pareja.

Tras saludar a Berta, teniendo que excusar la ausencia de Aitor, tomar una copa y charlar con un par de babosos que intentaron ligar con ella mientras Carlos no le quitaba ojo, mojándole todo el coño, el anfitrión se aproximó discretamente.

—Vamos a hablar con el primero —indicó, agarrándola discretamente del brazo para llevarla ante uno de sus amigos, casi como si exhibiera un trofeo.

—¡Joder! ¿Esta es…? —inquirió el invitado al percatarse de que se trataba de la protagonista del vídeo, comiéndosela con la mirada.

—Mi nena está preocupada —alardeó de su ex novia mientras le agarraba el culo con disimulo, sobándoselo impunemente en mitad del gentío.

—Uhm… —se le escapó un inaudible gemidito a Susana, comenzando a sentirse completamente dominada por ese pedazo de macho que no hacía más que presumir de ella.

Tras indagar si había sido él quien había compartido el vídeo, llegó el turno de interrogar al resto, hasta que le tocó a un viejo amigo que tenían en común. Ella, al verlo, se quiso morir, completamente avergonzada, sobre todo cuando le vio esbozar la mueca burlesca con la que parecía estar juzgándola, pues conocía perfectamente a Aitor.

—Tú tienes pinta de cabrón —bromeó Carlos, haciendo que ambos sonrieran con cierta complicidad.

—Más cabrón eres tú —indicó, pegándole un buen repaso a Susana, clavando la mirada en sus pechos, casi como si pudiera ver a través de la ropa.

—¡Está buena, eh! —se enorgulleció, subiendo la temperatura de la morena cada vez que la usaba para alimentar su insaciable ego.

—Carlos… —se quejó ella, casi superficialmente.

—¡Qué hijo de puta! —sonrió el amigo, sin ocultar su más que evidente envidia—. Y te la traes a la fiesta después de lo que hiciste en su casa, con Aitor al lado, cachondeándote de él… —relató, denotando cierta admiración hacia Carlos.

—Solo me cachondeé un poco —rio con tono burlón—, ¿verdad, nena? —destiló toda su maldad en un solo gesto de infinita soberbia.

—Un poquito… —confirmó, denigrando a su chico, consciente de que esa noche Carlos le robó absolutamente todo el protagonismo.

—Tú conoces a Vane, ¿cierto? —se dirigió nuevamente a su amigo.

—Sí… —indicó con voz temblorosa.

—¿Se lo enviaste tú, gilipollas? —preguntó con tono amenazador, mostrando todo su temperamento.

—Tío, fue sin querer… —se amedrentó—. Me puse muy cachondo con ese vídeo —desvió la mirada hacia ella—. ¡Uf, estás demasiado tremenda, joder! Y me excita muchísimo que le pongas los cuernos a tu jodido novio —reveló, sin saber que estaba logrando que el coño de la aludida comenzara literalmente a gotear, haciendo que sus flujos vaginales resbalaran por sus muslos—. Te juro que te lo iba a enviar a ti para decirte que me estaba haciendo una paja viéndote —confesó, avergonzado—, pero me equivoqué de hermana… —mintió, sin poder evitar llevarse una mano al paquete para recolocárselo, haciendo que la morena se percatara de que estaba empalmado, poniéndola aún más cerda.

—Joder, menudo guarro estás hecho —se burló Carlos—. ¿Ves? —inquirió, dirigiéndose a Susana—. Asunto arreglado. Podemos volver a grabarnos para que este se casque una buena gayola —bromeó.

—¡Sí, claro! —se rebeló, pensando en salir de ahí pitando tras haber resuelto el problema para volver a casa y, si hacía falta, violar a Aitor—. ¡Borrad el puto vídeo! —exigió, dando media vuelta con la intención de marcharse de la fiesta.

—¿Te vas a ir sin bragas, cerda? —le cuchicheó Carlos al oído, siguiéndola en dirección a la salida.

—Devuélvemelas —se detuvo, dando media vuelta para quedarse frente a él con una mano alzada, solicitándole el tanga.

—En la habitación —le indicó, dirigiéndose al cuarto, esta vez sin arrastrarla, logrando que ella lo siguiera.

Susana, que no era precisamente tonta, sabía que su ex no la iba a dejar marchar fácilmente.

—¿Te lo has pasado bien? —inquirió él tranquilamente, volviendo a sentarse en la cama para hacerse una nueva clencha.

—Dame el tanga —insistió, dispuesta a no entrar en su juego.

—¿No quieres ponerte a tono? —le ofreció prepararle unos gramos—. ¿O ya lo estás? —sonrió burlescamente antes de meterse la cocaína, aspirándola a lo largo de todo el tabique nasal.

—¿Tú qué crees?

—Creo que estás bien cachonda —sonrió, frotándose la nariz para calmar el picor producido por la droga.

—Puede… con tanto jueguecito… —desdeñó.

—Ven, que te lo pongo —mantuvo el semblante sonriente al tiempo que sacaba la prenda femenina de su bolsillo.

—Puedo yo solita. Gracias.

—Vale, pero súbete la falda —hizo que Susana soltara una carcajada.

—Estás colocado —menospreció su propuesta.

—Entonces no hay tanga —jugó con ella.

—Ya te he dicho que no vas a follarme —insistió, segura de sí misma, consciente de que las cosas habían llegado demasiado lejos.

—Solo quiero que me enseñes el coño —afirmó con prepotencia, desabrochándose el botón del pantalón.

—Ya me metiste el dedo en mi casa, cerdo —le regañó—. Y delante de Aitor. ¿Qué más quieres?

—Quiero ver lo cachonda que estás —la miró con una excelsa expresión de chulería.

Muy a su pesar, por culpa de esa carita guapa que denotaba toda la seguridad del mundo, Susana se convenció de que ese maldito tío bueno iba a acabar consiguiendo lo que quería. ¡Pues claro que estaba excitadísima!

—Dame el tanga —insistió una vez más, ahora rebajándose a cumplir sus deseos, subiéndose la falda hasta la cintura.

Carlos, dándole las bragas, no pudo evitar una sonrisa triunfal al ver cómo su ex novia le enseñaba el chocho, recordando la perfecta pulcritud de su pubis completamente depilado, en contraste con algunas de las inequívocas señales de los sucios restos de fluidos que habían resbalado por sus muslos, adhiriéndose a su dermis, al tiempo que percibía el agrio aroma que desprendía su vagina, ligeramente brillante.

Mientras Susana alzaba una pierna para hacer pasar el pie por una de las aberturas de la prenda interior, viéndose obligada a exhibir todo su coño delante de su anterior pareja, consciente de cómo se le separaban los pegajosos labios vaginales, observó cómo él terminaba de abrirse la bragueta, bajándose los pantalones para dejarle ver el exageradamente enorme bulto que tenía en los calzoncillos.

—Y tú, ¿estás cachondo? —sonrió, sin apartar la mirada de su descomunal paquete.

—Estoy colocado —bromeó, haciéndola reír.

—Y yo, ¿estoy cachonda? —inquirió lascivamente, entrando definitivamente en su juego a la par que alzaba la otra pierna para repetir el anterior gesto.

—Espera —la detuvo, poniendo una mano sobre su rodilla antes de alargar el brazo hacia su sexo, deslizando un par de dedos entre sus labios, bien jugositos.

—Uhm… —soltó un sonoro gemido de placer al tiempo que un pequeño reguero de flujo vaginal caída desde su chumino, aterrizando sobre el suelo, mientras observaba cómo Carlos se separaba los bóxers con la otra mano, sacándose el gigantesco pollón ante su atenta mirada—. ¡Uf! —resopló, sintiendo las palpitaciones de su corazón en su mismísimo coño.

—Parece que estás bien cerda —aseguró, alzándose de la cama.

—No… —gimoteó cuando esa pedazo de bestia sexual le agarró el top por el escote, bajándoselo con tanta virulencia que le liberó las tetas, logrando sacárselas incluso del sostén, rasgándole los sensibles pezones con la tela, lo que le provocó un chasquido de doloroso placer, haciéndola gritar tenuemente al mismo tiempo que sus enormes berzas se tambaleaban como suculentos flanes debido al enérgico gesto—. Uhm… —se mordió el labio cuando las fuertes y grandes manos de Carlos le aplastaron los senos, estrujándoselos con tanta fogosidad que acabó estampándola contra la pared.

—¡Qué tetorras! —casi babeó, amasándolas salvajemente.

—¡Joder! —rechinó los dientes, percibiendo las múltiples conexiones sinápticas que instantáneamente activaron toda su libido a medida que el varonil cuerpo de su ex se refregaba lujuriosamente contra ella, teniendo un súbito flash de los polvazos que le pegaba ese auténtico macho—. Fóllame, vida… —susurró imperceptiblemente, antes de que él la acallara con un pasional morreo, agarrándole ambas muñecas para alzarle los brazos, gozando de su escultural figura mientras la maniataba, antes de comérsela a besos y lametones a medida que deslizaba la lengua por su erizada piel, bajando por su cuello, sin dejar de pellizcarle los eréctiles botoncillos que se erguían orgullosos sobre las extendidas areolas debido a la sobrexcitación, hasta acabar succionándole y mordisqueándole los rechonchos melones—. Uhm…

—¡Qué cerdo me has puesto siempre, puta! —gruñó mientras le asía una pierna, doblándosela hacia arriba para dejarla con un solo pie de apoyo, haciendo que el tanga a medio poner quedara colgando del tobillo que le había elevado.

En esa postura, con el coño de Susana bien abierto, el novio de Berta se agarró el cipote con la otra mano, golpeándola en el agitado vientre para acabar salpicándola debido a los incipientes brotes de líquido preseminal que ya estaba emanando.

—Te voy a destrozar, nena…

Ella, comenzando a perder el control debido a los comentarios subidos de tono de su ex, contempló cómo palpitaban las marcadas venas a lo largo del extenso tronco de esa monstruosa masculinidad que le llegaba más allá del ombligo, cuando la minga de Aitor apenas le sobrepasaba el pubis, sintiendo los iniciales estertores previos al orgasmo.

—Me voy a correr —jadeó—. Me voy a correr ya, hijo de puta… —alzó la mirada hacia la puerta de la habitación, pensando que podían pillarlos en cualquier momento.

Carlos, elevándole aún más la rodilla para espatarrarla al máximo, encaró su portentoso miembro viril entre sus muslos, haciendo que el desproporcionado bálano le lamiera los labios menores, dándose un baño blanquecino de chorros vaginales, antes de soltarse el cipote para empujar con la cadera, usando la mano para tapar la boca femenina.

—Te advertí que te iba a follar, zorra… —se vanaglorió.

Cuando Susana concibió esa enorme bola incandescente abriéndose paso entre sus delicados pliegues, sintiéndose completamente sometida por el cabronazo que ya la usó en el pasado, engañándola con otra, y que ahora la forzaba a ser infiel a Aitor, se dejó llevar, corriéndose como una cerda al tiempo que babeaba sobre los dedos que aplacaban sus jadeos.

—Uhm… uhm… uhm… ah… ah… uhm… ah… —se oían sus silenciados gemidos mientras se convulsionaba a medida que recibía más y más centímetros de carne, sintiendo el palpitar de semejante bestia de la naturaleza en su interior, llenándola como su pobre chico jamás podría, provocándole un clímax casi continuado, llevándola al borde del desmayo.

—Disfruta… que solo hemos empezado… —avisó con chulería.

En cuanto Carlos notó cómo los cojones se le mojaban debido a la corrida de su ex, inició las sacudidas, sacándole y metiéndole cada vez más cacho de polla, sin permitir que ella llegara a recuperarse del reciente orgasmo, empujándola nuevamente al éxtasis, al tiempo que en la habitación se incrementaba el sonido de chapoteo producido por el húmedo roce de ambos sexos.

—Dios… —balbuceó lujuriosamente en cuanto él le liberó la boca, para acabar abofeteándole un pecho, provocándole el electrizante deleite surgido de ese doloroso gesto—. ¡Me corro! Me corro otra vez… —comenzó a gimotear, al borde del llanto, mientras ese enorme hijo de puta seguía castigando su voluminosa teta y tirando de su irritado pezón, encrespándolo hasta límites insospechados—. ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —hipó, como si se quedara sin respiración, en el momento en el que su ex le metió el rabo hasta los huevos con un gesto tan rudo y varonil, que sintió el golpe de sus contundentes pelotas rebotando contra sus nalgas, haciendo que el tanga cayera al suelo—. Me corro, vida, me corro, me corr… —se quedó quieta, deleitándose con la durísima viga de hierro que la empalaba, mientras comenzaba a sufrir los espasmos del nuevo orgasmo.

No habían pasado ni cinco minutos y Susana ya había explotado dos veces. El sexo con Aitor era bueno, aunque escaso, pero no se podía comparar con lo que le hacía ese formidable macho que la agarró del pelo, tirando de ella, como si aún estuvieran en la prehistoria, para voltearla y obligarla a ponerse a cuatro patas.

—Ábrete de piernas para mí, zorra —le soltó una primera hostia en el culo.

—¡Ah! —reaccionó con un jadeante grito—. ¿Así? —preguntó melosamente, completamente sumisa, mientras movía las rodillas, separándolas para dejar todo su chochito a disposición de Carlos.

Sin soltarle la melena, tirando de ella para arquearle la espalda, volvió a meterle la polla por el coño, ahora llegando hasta su útero con mayor facilidad, pues las paredes internas de su vagina, acostumbradas al tamaño de Aitor, ya se habían dilatado lo suficiente como para albergar al nuevo inquilino, mucho más grueso, salvaje y descomunal que el irrisorio pene de su chico.

—Ah, cabrón, ah… —rechinó los dientes—. Sigue… dios… como tú sabes… ¡Ah, hijo de puta! Qué bueno eres… joder…

—Me encanta tu sucio coño… —jadeó con brusquedad, entre fuertes embestidas, sujetándola de las caderas.

—Y a mí tu polla… ¡Ah! —vociferó tras recibir una nueva nalgada.

—Siéntela, disfruta de tu hombre, perra —incrementó el ritmo, ahora aferrándola por la cintura—. ¿Te gusta que te folle?

—Sí… ¡Ah! —volvió a chillar tras un nuevo azote.

—¿Me has echado de menos? —la chuleó, dándole un tirón de pelo para verla la cara.

—Mucho… —confesó, lamiéndose los labios para zorrearle, completamente entregada.

—¡Toma, puta! —la agarró por la ropa que aún rodeaba su cintura, dándole un fuerte empujón para meterle la verga hasta el fondo, lo que propició que se le escaparan, de un modo prácticamente imperceptible, los primeros brotes de esperma, depositándolos en lo más profundo de su coño.

—¡Ah, cabrón! Estoy a puntito… —suspiró entre jadeos.

—¿Quieres te toque las tetas, cerda? —se inclinó hacia delante, saliéndose paulatinamente de su interior, sin sacársela del todo, mientras jugaba con ella, masajeándole el vientre a medida que se acercaba poco a poco a sus pechos, desesperándola.

—Sí… —suplicó—. Son tus tetitas… —susurró lujuriosamente antes de sentir cómo Carlos le asía los enormes senos que, en esa postura, colgando libremente, se balanceaban con cada nueva sacudida, apretujándoselos con una rudeza casi desmedida.

—¡Cómo me gusta que las tengas tan grandes, joder! —empujó la pelvis, volviendo a penetrarla.

—Me voy a correr otra vez… —sollozó lastimosamente, negando con la cabeza, al borde del éxtasis.

—¿Te vas a correr para mí, putita? —la embistió nuevamente, volviendo a tirar de su cuero cabelludo para alzarle el cuello, sin dejar de maltratarle el tetamen, manoseándoselo salvajemente.

—Sí, vida… me corro, me corro, me corro…

Mientras él le daba los últimos empellones, ahora cubriéndola completamente con sus fuertes brazos, solo se escucharon los jadeos de ambos, acompañados del sordo retumbar del pubis masculino chocando furiosamente contra las nalgas de Susana. Hasta que, de un fuerte empujón, haciendo que los colganderos testículos se elevaran golpeando el bajo vientre de su ex novia, le provocó el postrero clímax.

—Ah… —soltó un alargado suspiro—. Cómo te deseo… —sollozó abiertamente, sintiendo un placer desorbitado como hacía años que no recibía, mezclado con el recuerdo amargo de los cuernos que ese indeseable le había puesto en el pasado—. Cabrón… —rechinó con rabia, sintiéndose ultrajada a medida que echaba el culo hacia atrás, queriendo sentir toda su virilidad.

Unos largos segundos después, ya de rodillas en el suelo, sentada sobre sus talones, agotada, con el coño escocido, las nalgas enrojecidas y una teta dolorida, cuyo pezón estaba más que inflamado, Susana, con la melena totalmente revuelta, observó cómo ese rudo hombre se colocaba imponente ante ella, con su enorme y húmedo cipote completamente erecto, desafiándola.

—Cómeme la polla —la instruyó.

La novia de Aitor lo miró, mordiéndose coquetamente el labio inferior, volviendo a zorrearlo.

—¡Pero qué buena estás, hija de puta! —le agarró la cabeza para darle un fuerte pollazo en la cara, dejándole un reguero de líquido preseminal en la mejilla, antes de forzar sus labios con la intención de meterle el rabo hasta la garganta, logrando sobrepasar ampliamente los límites a los que llegaba su novio.

—¡Agh! —balbuceó algo ininteligible, degustando el fuerte sabor a polla, con un deje a restos de semen, mientras le comenzaba a llorar un ojo, esforzándose en tragarse semejante bicharraco a medida que sentía cómo se le irritaba la gola, rasgada por el portentoso glande de Carlos—. ¡Ah! —no puedo evitar soltar un chorretón de babas, procurando recuperar el resuello, cuando su ex le sacó el descomunal miembro viril de la boca.

—Antes te entraba entera —sonrió burlescamente.

—He perdido práctica —le devolvió la sonrisa.

—¿No se la comes al maricón de tu novio? —inquirió con maliciosa astucia.

—Aitor no la tiene tan grande… —gesticuló como una zorra mala, sacando la lengua para darle un lametón, comprobando la evidente firmeza del rabo, que apenas se zarandeó—. Déjame intentarlo…

Esta vez agarrando las enormes pelotas de Carlos para sujetar la base de su tremenda polla, abrió la cavidad bucal para engullirse lentamente el hinchadísimo bálano. Acoplándolo en su paladar, lo deslizó suavemente hacia su garganta a medida que avanzaba por el resto de la magnífica verga, hasta que la punta alcanzó sus topes. Pausadamente, forzó para que se le abriera la faringe, permitiendo que el miembro masculino le llegara más allá de la campanilla a medida que estiraba los labios, logrando alcanzar sus propios dedos que tenía alrededor del inicio del tronco, tragándose todo ese pedazo de cipote.

—¡Ah! —gimió él sonoramente—. Nadie me la come como tú, joder —se sinceró, sintiendo cómo los testículos se le contraían, provocando el placentero pinchazo que recorrió toda su virilidad a medida que ella, procurando contener las inminentes arcadas, se la sacaba con parsimonia, apartándose definitivamente.

Susana, percibiendo las fuertes palpitaciones de ese descomunal pollón, le agarró el venoso tronco para masturbarlo, con la intención de exprimirle hasta la última gota de esperma de los huevazos que le colgaban como grandes alforjas.

—Dame tu leche, vida —abrió la boca, sacando la lengua para lamerle el frenillo, saboreando las simientes iniciales.

—Voy a mancharte esa preciosa cara que tienes… —rechinó entre jadeos al tiempo que, sin previo aviso, lanzaba un sorpresivo primer caño.

—¡Ah! —soltó un pequeño chillido, recibiendo el inesperado lechazo que le alcanzó la mejilla, salpicándole hasta la frente y parte del pelo debido a la potencia con la que había salido disparado.

El segundo chorretón fue exageradamente contundente y espeso, cayendo con poso sobre gran parte del rostro femenino, inundándole de abundante semen la frente, los párpados, la nariz y parte de los labios.

—Uhm… —gimió Susana, sintiendo el caliente y pringoso líquido desplazándose por toda su cara a medida que procuraba encauzar los siguientes regueros hacia su boca.

—Ah, ah, ah, ah… —eclosionó definitivamente, eyaculando ya sin parar.

—Uhm, uhm, uhm… —sollozó con cada nuevo latigazo de esperma, acunándolo sobre su castigada garganta.

—Cariño, te he estado buscando por to…

Aitor se quedó patidifuso al abrir la puerta de la habitación donde le habían dicho que habían visto entrar a su novia para encontrársela desnuda, con toda la faz llena de leche mientras se tragaba el resto de la lefa de lo que parecía un enorme corridón, sin duda salido de los pedazo de huevos y el exagerado pollón que, goteando semen, se balanceaba altivamente frente a su expresivo gesto de zorra, percatándose de que se trataba del maldito hijo de puta de su ex.

Con cara de idiota, mientras cruzaba la mirada con su chica, vio cómo ella, sin soltar semejante verga, le daba una última chupada, usando sus carnosos labios para saborear los residuos de esperma a medida que un colgajo se deslizaba por su barbilla. El daño ya estaba hecho. Cuando su pareja desvió finalmente la mirada hacia Carlos, regalándole una postrera mueca rebosante de lascivia, se sintió completamente humillado, pensando que era un auténtico desgraciado al darse cuenta de que él mismo había invitado a ese hombretón, sin duda mucho mejor dotado que él, para que le robara a Susana delante de sus propias narices.

El tiempo todo lo cura. Después del arrepentimiento de ella, absolutamente dolida por lo que le había hecho, sincerándose sobre lo ocurrido y procurando hacerle ver cuánto le quería, hicieron falta unos cuantos meses para que Aitor recuperara su autoestima y la confianza en su chica. Al fin y al cabo, la amaba y estaba seguro de que no iba a encontrar ninguna mujer que estuviera a su altura. No solo era una pibón de infarto, sino que era una buena persona y, en el fondo, pensaba que lo ocurrido no había sido más que un desliz propiciado por un indeseable de tal calaña como su ex novio. Estaba convencido de que, tal y como ella le había asegurado, no se habían vuelto a ver desde entonces. Él la creía, perdonándola, pero en su subconsciente sabía que Carlos seguía siendo peligroso, un buen hijo de puta, con una virilidad mucho mayor que la suya.

Susana en absoluto quería volver a ver a su antigua pareja e hizo todo lo posible por evitarlo. Mas un día, irremediablemente, coincidieron. Y él tenía ganas de seguir follándosela…

Comentarios

  1. Excelente esta nueva entrega y me alegro que volviste a escribir.
    Habrá una pequeña continuación de esta historia? Espero que si jejejeje.
    Tendría que haber un par de escenas donde Aitor esta con berta y a la ves Susana con Carlos. Uno ojo x ojo

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    1. Hola Santiago, no sabes lo que se agradece recibir comentarios el primer día de publicación del relato :)

      Yo me alegro de que te haya gustado, pero me temo que no tendrá continuación. Al menos no he escrito la historia pensando en una posible segunda parte.

      ¿Te gustaría un intercambio de parejas? Tengo la impresión de que Berta va sobrada con Carlos y no tiene ningún interés en Aitor...

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    2. Si...me di cuenta que Berta no tiene interés con Aitor 🤔. Pero Carlos la puede usar a ella para que lo distraiga , mientras que él está con Susana. Es una pena que no habrá una pequeña continuación de esta historia 😔.
      Te aviso que soy el que te jode con el tema de gemidos en los relatos eróticos jejejeje

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    3. jajajaja pero si me he esforzado! ¿Qué te parecen estas líneas?

      —Uhm… —gimió Susana, sintiendo el caliente y pringoso líquido desplazándose por toda su cara a medida que procuraba encauzar los siguientes regueros hacia su boca.

      —Ah, ah, ah, ah… —eclosionó definitivamente, eyaculando ya sin parar.

      —Uhm, uhm, uhm… —sollozó con cada nuevo latigazo de esperma, acunándolo sobre su castigada garganta.

      Sobre la continuación, es que queréis segunda parte de todas las historias jaja Me lo tomo con un halago, pues entiendo que el relato os gusta y queréis más :)
      Por cierto, aunque Berta pueda sospechar que tiene cuernos, no lo sabe. Y no le haría ninguna gracia descubrirlo.

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    4. Pero yo quiero gemidos en el coito Jajaja. Ojala lo penses y podás hacer continuación

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    5. A mi me pone que Berta sí sepa que Carlos la engaña. Que le ponga cachonda eso. Que sea mas guarra que Susana. Por ejemplo, despues de la cena Carlos se la folla en el mismo portal. Imagino a Carlos diciendole a Berta al oido mientras se la folla por detrás: "Te gustó Susana? Pues me la chupó en el baño y ademas lo grabé ". Estaria interesante que Berta tambien humille a Aitor: "El novio era un pringado" Ahí dejo eso. PD: Al dia siguiente restos de semen en el suelo vistos por Aitor. Xd

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    6. He de reconocer que eso no era lo que estaba en mi cabeza. ¿Se podría decir entonces que no es canon? jaja

      No obstante, reconozco que tu idea tiene su gracia. Y no se dice lo contrario en ningún momento en el relato. Así que puede ser que eso sea lo que realmente ocurre :)

      Por cierto, confieso que en el borrador original, Berta (además de Carlos) humillaba a Aitor. Inicialmente pensé que durante la cena acabarían hablando del tamaño de los penes y habría comparación entre novios (Susana sabiendo el ganador de antemano, claro está). Pero me pareció demasiado topicazo.

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  2. Sin duda ha sido una excelente sorpresa encontrarme este relato hoy. Y, como siempre, tu pluma sigue finísima. En este caso, nos regalas una historia mucho más directa que la última, recordando mucho al Doctor de antaño. Lo cual es al mismo tiempo su mayor virtud y su mayor defecto. Es una de sus mayores virtudes porque la acción no se detiene y es constante en su morbo y creciente en su fuerza. Es una de sus mayores defectos porque, a cambio, pierde buena parte del tira y afloja y el choque de personajes que hacen que la acción se viva con mayor interés. Al fin y al cabo, aquí ella desde el principio se masturba pensando en él aunque no quiera, lo cual lleva a una caída muy rápida en número de escenas. Eso da mucha adrenalina, acción que avanza y rápida sumisión, a cambio de unos personajes que se sienten más forzados y menos interesantes.

    Con todo esto no digo que sea, ni de lejos un mal relato, es un relato excelente. Solo que tiene esas dos caras, con todo lo bueno y malo que ello implica. Sin duda es un buen cambio de tercio tras la anterior trilogía, que aunque personalmente me gusta más, es más lenta en su cocción y está bien intercalar estilos y rollos distintos. Aunque, como bien dice Santiago, estaría bien que hubiese continuación, como nos falta saber cómo en otros relatos ocurren las cosas que siguen... así que supongo que no tendremos esa suerte. :)

    ¡Enhorabuena!

    Requiem

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    1. Queridísimo Requiem, no quiero meter presión, pero yo espero tus comentarios más que tú mis relatos :D

      Primero de todo, muchas gracias por los halagos y me alegro que te haya gustado.

      Efectivamente, esta historia se asemeja más a mis relatos del principio en ese sentido (espero que la evolución en la escritura se haya notado, aunque sea un poco jeje).
      Creo que en parte, el hecho de que la infidelidad sea con un ex, hace que los personajes ya tengan un bagaje y de ahí que la relación entre ellos evolucione más rápido, dando como consecuencia todos esos puntos que tan bien detallas y con los que estoy de acuerdo. Es decir, Susana no necesita conocer a Carlos, ya sabe de lo que es capaz. Y él solo tiene que presionarla, precisamente también porque la conoce y sabe lo que le gusta.

      Aprovecho para decir que este era uno de mis pendientes, una recaída con un ex siendo infiel al novio actual. Espero que el resultado haya gustado tanto como yo he disfrutado escribiéndolo.

      Y no, en principio no habrá continuación. Sabes lo que me encanta dejar las historias abiertas (a la imaginación del lector).
      Que cada uno piense lo que ocurre con el nuevo encuentro entre Susana y Carlos ;)

      ¡Gracias!

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    2. Emmm... Como sabes que es Requiem el que escribió el comentario??? Es bueno leer relatos con finales abiertos pero este quedaría bien para mi opinión....un segundo capítulo. Que Susana le jura a Aitor que no lo va engañar nunca más pero otra ves aparece Carlos y ella juega a hacerse la difícil

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    3. A ver, supongo que con los años que van, ya se nota el estilo de mis comentarios jajaja

      Y si, me consta y frustra a partes iguales tu gusto por los finales abiertos, pero es parte de tu encanto así que nada que decir al respecto. De hecho, yo tiendo a dejarlos mucho más abiertos de lo que a mi me gustaría cuando escribo, así que mi dosis de hipocresía también toca reconocerla. Si al final hay continuación como mencionas (entiendo que de broma) en el comentario de más abajo, genial pero si no la hay tampoco pasa nada. Aun me queda más la espina clavada de la "historia real" que hay detrás de la "historia inventada" del relato de la preparación de la boda. ;)

      En cuanto a la evolución de tu estilo, sin duda se nota, en eso no hay debate posible. Y precisamente el hecho de que los una ese pasado es lo que hace que sea creíble pese a ser más directo, permitiendo un buen equilibrio de morbo y credibilidad que la misma historia no hubiera permitido si fuesen dos desconocidos (o, al menos, habría forzado más los límites de la credibilidad). Por eso decía que el hecho que sea más directo no lo hace ni mejor ni peor, solo distinto. En este relato no hay duda sobre cómo caerá, o con quien caerá, o si logrará resistirse como en otras historias (la de la prima en la fiesta de chicos, por ejemplo, juega más con esto, o la historia de la preparación de la boda con la lucha entre los dos chicos por conquistar a la chica, etc.), aquí los ingredientes están claros: ella se va a dejar (se moja desde el primer encuentro), él se la va a follar, y el novio no está a la altura ni capacitado ni nada para poder evitarlo. Así que es directo porque ofrece exactamente lo que promete, bien contado y ambientado, pero sin sutilezas ni giros ni dudas: lo que ves es lo que obtienes.

      Como digo, me ha gustado mucho leerlo, así que si te gustó a ti tanto escribirlo como a mi leerlo, entonces es doble bien. :)

      Requiem

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    4. Requiem siempre comenta como anónimo, pero firma el comentario. Y sí, su forma de comentar encaja jeje

      No niego que esta historia podría dar para más, así que no quiero descartar que pudiera inspirarme el continuarla. Pero no os quiero mentir, no está en mis planes.
      Para mí, cuando la protagonista ya ha caído, pierde un poco el interés/morbo. Podría mantener los juegos de Carlos con Susana, pero sería más de lo mismo. Sin embargo, sí me atrae que pudieran participar terceras personas...

      En el fondo, Requiem, supongo que dejas tus relatos abiertos porque tú sabes lo que realmente ocurre. Sin embargo, en los relatos de los demás eso no es así.
      A mí en general me gusta que las cosas queden a la imaginación (siempre que no sea lo que ha movido toda la historia y quede sin resolver).
      jajaja lo de la "historia real" ya me lo has comentado más de una vez. Te tiene intrigado, eh! Podría ser una opción de relato futuro...

      Sin duda, si Carlos y Susana no hubieran tenido un pasado juntos los acontecimientos no habrían sido tan directos. Tampoco era algo premeditado. Salía solo. Es como que lo que él lograba en la protagonista era tan fuerte que si ella se hubiera resistido demasiado hubiera perdido fuerza. No sé cómo explicarlo.

      Pues sí, doble bien :)

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  3. Gracias Doctorbp por escribir y publicar este relato tan rápido. Con los pocos comentarios del anterior pensaba que te ibas a venir abajo y que ibas a tardar en publicar.
    Me ha encantado, este estilo me apasiona y me pone muy cachondo. La situacion de la playa cuando se quita la parte superior del bikini para contentar al otro es brutal. Muy bien descrita. Luego la cena, con los manoseos y toqueteos. Lo del video muy bueno y finalmemte la pillada del novio. Sencillamente impresionante.
    Si que he notado cierto aceleramiento de la historia. Esta vez no has cocido tanto la historia. Se me ha hecho corta. Yo hubiera añadido y desarrollado folladas del ex en los recuerdos del pasado. Entender la logica de por qué le pone tan cachonda.
    Ha faltado tambien saber como le puso los cuernos y cómo se enteró.
    Y finalmemte ha faltado que le contase su hermana que se lo ha tirado por darla celos.
    Espero deseoso mas historias de cuernos porque escribes increible y en cada relato te superas.
    Salva.

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    1. Gracias a ti, Salva :)

      Respecto a los comentarios, lo cierto es que a veces me frustro, pero luego pienso en los que siempre me escribís y, joder, como le decía a Requiem, tenga ganas de publicar solo para que me deis vuestra opinión. Y si además os regalo un buen rato... :P

      Me alegro un montón que te haya gustado tanto. Te aseguro que yo también he disfrutado escribiendo esas escenas jeje

      La verdad es que estuve tentado en varias ocasiones de darle mayor relevancia a la infidelidad de Carlos a Susana, explicándola de alguna forma u otra. Pero al final no me acabó de encajar, tal vez por el tono más directo de la historia. Aunque también es verdad que ni siquiera yo sé lo que pasó...
      Pero bueno, no te voy a negar que algún flashback del pasado no hubiera estado mal. Te lo compro.

      Lo de la hermana no lo he pillado. Lo que sí te digo es que, al saber que se trataba del ex de su hermana pequeña, Vane sí se puso cachonda y por eso revisiona el vídeo ;)

      Si sigo escribiendo, seguro que tendrás más historias de cuernos. Todo lo que se me ocurre son infidelidades jajaja

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    2. Esperaba que Carlos se hubiese follado a Vane xd

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    3. jajaja al final voy a escribir la secuela.

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    4. Vamoooo carajoooo!!! Eso quería leer jajjaja que puede haber una continuación 😁. Pero esta ves con algo de gemidos Porfaaa??? Es mi morbo en los relatos eróticos jejejeje.
      Supongamos que Vane sea la víctima para la venganza de Aitor??

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    5. En este caso creo que voy a discrepar con Salva, yo creo que le viene bien que no haya desarrollo del pasado más que alguna mención aquí y alli. Sabemos que fue una relación de dominación/sumisión clara, que fue un hijodeputa egoista y el resto podemos imaginarlo. Eso permite que, aunque sepamos desde el principio que va a caer, no sepamos cuan bajo suele caer con el, permitiendo un juego en torno a cuanto se va a degradar o no. Si sabemos que en el pasado lo normal era follarle el culo esposada frente a una comisaría no resultaría tan impactante la escena del bikini ya que, en comparación con el pasado, resultaría muy light. Y así con todo, por como es la historia, siendo este un reencuentro, si sabemos cómo era el pasado el presente siempre se sentirá que no llega a la altura, o perderá la credibilidad al haber sido degradada hasta el límite en unos primeros encuentros.

      Requiem

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    6. Sabiendo las perrerias que le hizo antes, lo que debia haber hecho Carlos era haberla degradado y sometido aun mas en la fiesta. Que se la hubieran follado los que sabian de la existencia del video. Un bukkake por ejemplo. Y Berta lamiendole la cara.

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    7. jajaja de verdad, Santiago, ponme ejemplos de cómo te gusta leer los gemidos en un relato. Y prometo hacer una encuesta. Me gusta la idea.

      Como ya comentaba antes, en principio no hay intención de escribir una continuación. Pero si lo hiciera, sin duda sería incluyendo terceras personas. Vane y Berta tendrían opciones de entrar en juego. Aitor no sé...

      Efectivamente, Requiem, hay pinceladas de lo que Carlos solía hacerle en el pasado (desnudarla para que fuera sin ropa interior, obligarla a hacer topless delante de los amigos, follársela en sitios públicos, obligarla a chupársela en el coche...), pero no habría estado mal desarrollar un poco más alguna escena durante sus fantasías cuando se masturbaba (al estilo de la historia que narra el propio Carlos durante la cena, cuando un vecino les pilla en mitad de una mamada).
      Pero entiendo lo que quieres decir.

      jajaja Anónimo, no le tienes cariño a la pobre Susana :P
      Carlos hacía (y hace) lo que quiere con ella, pero también sabe lo que a ella le gusta. Podría haberla manipulado para que acabara haciendo lo que dices, pero nunca hubiera permitido que se la follaran sin que antes ella lo deseara. No sé si me explico.

      Oye, muchas gracias a todos por compartir vuestras opiniones. Se agradece un montón.

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    8. A ver....una escena con gemidos 🤔.... "admite que te encanta zorra que te la esté metiendo mientra el maricón de tu novio te llama jajjaa"
      "nooo ahhgg no seas hijo de puta y no me la metas cuando hable con él ahhg dioss!!" porff...aa ahh cerdo siihh.
      A eso le digo gemidos cuando hay una escena de sexo jejjee.
      Eh leído en páginas como todorelatos que los gemidos ahhhhhhh llenan un párrafo entero sólo para llenar la historia y eso no sirve.
      Me hago entender que unos gemidos le dan más morbo??

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    9. Pero aquí hay gemidos:

      —Ah, cabrón, ah… —rechinó los dientes—. Sigue… dios… como tú sabes… ¡Ah, hijo de puta! Qué bueno eres… joder…

      Solo que no los escribo como suele hacerse en los relatos porno porque procuro usar onomatopeyas existentes en la RAE. Y sí, admito que tampoco abuso mucho del recurso y soy más de indicarlo en la propia narración, como aquí:

      —¡Ah, cabrón! Estoy a puntito… —suspiró entre jadeos.

      Eso Susana lo dice suspirando, entre jadeos. Pero entiendo que tú prefieres verlo así, ¿no?:

      —¡Ahhg, cabrón! mmm estoy a puntito ahhh…

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    10. Si... Exacto pero sos vos el creador así que no puedo obligar cambiar tu estilo de escribir 😔. Si no habrá continuidad de esta historia ; me podes crear un sobre thewomanpolix?? Es una influencer en tiktok y demás redes sociales. Si querés te puedo pasar imágenes de ella por correo

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    11. He visto su perfil. Se trata de una chica que se hace videos bailando vestida de policía, ¿no?

      Necesitaría algún trasfondo para sacar algo narrable de ahí :D

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    12. Si...es ella y no es policía de verdad jaja porque algunos piensan eso.
      Algo de trasfondo?? O sea ideas para sacar una historia sobre ella?
      Qué te parece una fiesta de disfraces ; una reunión de amigos con parejas?
      Y el lugar lo hacen en una isla paradisíaca ( el hotel ; el dueño es un amigo de la pareja de invitados) tengo imágenes ella en una playa.
      A vos te gusta los finales abiertos.... Yo te aporto fotos eh ideas sis vos querés por privado en tu correo

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    13. Pero que sea infidelidad!! Jaja

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    14. Ese es el gran problema de esta sugerencia. No conozco nada de esa tiktoker. Ni siquiera sé si tiene pareja como para que sea infiel.

      Creo que esto ya lo he explicado alguna vez. Todas (o casi todas) mis historias tienen alguien/algo real en el que están inspiradas (distorsionando la realidad en mayor o menor medida).
      He escrito algún relato a partir de sugerencias vuestras, de los lectores, pero porque se inspiraban en personajes reales del entorno de esa persona, cuya información me proporcionaba el propio lector. Eso, además de que la historia sea interesante, es clave para verme atraído a escribirla.
      Y me temo que este no es el caso. Aún así, como siempre digo, no me comprometo a nada, ni para bien ni para mal. No puedo decir que lo vaya a escribir, porque puede que me canse a medias y no quiero tener un compromiso. Del mismo modo, tampoco quiero cerrarme a nada, porque igual mañana sale una noticia de esta chica, se hace famosa y me apetece dedicarle un relato :)
      Por último, comentar que tengo más propuestas sobre la mesa. No doy abasto jaja Así que, si me diera por escribir un relato sobre thewomanpolix, no sería pronto.

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    15. Hola Doctorbp. Tu potencial esta en la infidelidad. Eres un maestro. Generas el morbo en el momento perfecto. Sigue asi. La infidelidad vende mucho y sobre todo hasta donde puede llegar la tía. Que una mujer pierda el control es muy excitante. Una historia swinger puede ser la posibilidad de que saques todo tu arsenal: una pareja joven, primeriza. La chica tímida, se encuentran con una pareja experimentada, cuartos oscuros, negros, gloryholes...se encuentra con sus padres o su padastro...son ideas xd

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    16. Muchas gracias. Sí, lo cierto es que la infidelidad me atrae. Supongo que eso se nota para bien en mis relatos.

      Te doy una pequeña primicia. Una historia con gloryhole hace muuuucho que ronda mi cabeza. Más o menos ya tengo la escena en mi cabeza. No digo mucho más por no hacer spoiler jeje Pero lo de que se encuentre a su padre (o suegro) pues no se me había ocurrido...

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  4. Si hay una segunda parte, Aitor debe seguir siendo un pringado. Que todos follen menos él. Que desee a Berta y que ella juegue con él. Berta hubiera sido un buen recurso para que Carlos consiguiera el trío.

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    1. Estoy casi totalmente de acuerdo.

      Aitor desea a Susana. Claro que Berta le gusta, pero prefiere a su novia.

      Por lo demás, si Aitor folla será solo para que quede aún más patente que Carlos folla mucho mejor.

      Y sí, creo que Carlos podría follarse a Susana, Berta y Vane al mismo tiempo. Igual que Martín en "Regalo de cumpleaños".

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  5. Yo pensé que le iba a hacer una paja debajo del agua...

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    1. jejeje ya me dicen que el relato va rápido... imagínate si pasa eso xD

      Aunque la protagonista no se haya resistido tanto como en otros relatos, creo que sí le va permitiendo a su ex poco a poco. Ahí está bien que cumpla sus exigencias, haciendo topless delante de su novio para que él pueda verle las tetas. Pero nada más.

      Sino la escena de la cena habría perdido gracia. Si ya le ha hecho una paja antes casi que sería normal que se deje meter mano.

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  6. Creo que se nos ha hecho corto a todos/as y por eso pedimos una segunda parte jejeje.
    Santiago, yo no soy de gemidos muy largos tipo ahhh 2 lineas. Mejor los buf o ah del doctor son mas sutiles.
    Salva

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    1. Tampoco pido gemidos taaannn largos. Veo que no me hago entender

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    2. Bueno, lo prometido es deuda.

      Cuando tenga tiempo montaré una encuesta y veré qué prefiere la gente.

      En ningún caso voy a abusar de ello (los ahhh de 2 líneas están absolutamente descartados jaja). Pero si a la gente le gusta que use más onomatopeyas durante el sexo (además de los uf, uhm, ah... que suelo usar), aunque no estén en la RAE, tal vez me planteé darles un poco más de uso.

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    3. Querido amigo....debo ser el único que le gusta los gemidos a ese estilo que pido jejejeje. Así que voy a perder en la encuesta 😭.

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    4. jajaja a ver si ahora después me da tiempo a hacerla.

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  7. Pues yo creo que el relato da lo que tiene que dar, ni más ni menos.
    Si empiezas a recordar polvos del pasado los presentes pierden fuerza y esta historia va de que un cabrón quiere follarse a su ex y como esta va a sucumbir si o si.

    Me ha gustado mucho el relato, normalmente me gusta como vas cocinando lentamente la acción, pero creo que este relato tenía que ser así.

    Es más creo que además este es uno de los pocos relatos tuyos que no debe tener segunda parte, creo que lo que había que contar se ha contado y el final abierto da para que cada uno lo piense/continúe con sus fetiches favoritos.

    Me ha gustado ver que has escrito algo nuevo tan pronto y creo que a veces entre relatos largos debieras hacer alguno así morboso y directo para cambiar de tercio.

    Fer33

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    1. Exacto, es un poco lo que explicaba en otro comentario. No es que haya sido premeditado, es que me salía así, que la historia fuera más directa por la relación pasada entre los personajes. Y creo que se ajusta muy bien.

      Está claro que para gustos, colores. Es imposible que contente a todos en todo. Pero me alegro de que algunos de los asiduos siempre volváis. Eso significa que hay algo en común de mis relatos que os gusta a todos vosotros, más allá de que unos quieran unas continuaciones, otros más gemidos, etc.
      De hecho, me gusta que muchos de los comentarios son para decir lo que les gustaría que pasara a continuación o lo que ellos creen que ocurre. Eso, en parte, supongo que es por el final relativamente abierto. Y me gusta ese tipo de interacción.

      Va un poco como va. Normalmente se me ocurren ideas que escribiría al momento cuando estoy en mitad de un relato. Esa idea suele convertirse en mi próximo relato. A veces el proceso cambia un poco. Pero bueno, que no tengo un modus operandi demasiado claro jeje

      Muchísimas gracias por el comentario Fer33

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  8. Tu mejor relato por lo menos desde "Wedding planner", diría yo, o al menos el que más se ajusta a mis gustos.

    Una secuela igual no, pero algún spin-off con alguna otra fechoría de Carlos sí que podría estar bien. 😄

    Por último, algo que no sé si es la primera vez que haces, pero yo no lo recuerdo: diría que esta es la primera vez en la que el cornudo de tu historia la tiene más grande que yo, lo que le da un sabor especial a que se metan con su tamaño. xD

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    1. Hola Miru Jaca!

      Me alegro que te haya gustado :) Es cierto que podría reciclar personajes de otras historias. Al menos los masculinos. Porque ellas... mi gran problema con las secuelas tal vez sea precisamente ese. Mis protagonistas femeninas se caracterizan por ser tías buenas, completamente fieles a sus parejas. Tras el primer relato, eso deja de ser así...

      jajaja ¡me parto! ¿Sabor especial para bien o para mal? :P

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  9. A mi me encantan los relatos cuanto mas cabron es el tio y que vaya aumentando a largo del relato hasta degradar a la tia lo maximo. Creo que Susana se merece algo mas fuerte. Se me ocurre...dejarla atada en un club swinger con los ojos tapados con el culo en pompa para que todos se la follen. Y Berta con un negro.

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    1. jajaja creo que lo que más disfruto al escribir es el tira y afloja de los personajes y la degradación femenina paulatina. Y me da la impresión de que cuando ya se deja follar (poniéndole los cuernos a su pareja) ya ha llegado al punto máximo de degradación.
      Es decir, a partir de ahí podría hacer cualquier cosa (o no), pero ya "me da igual" porque ya ha sido infiel, que era lo único que ella no iba a ser jamás al empezar la historia.

      No sé si me explico. No obstante te entiendo. Tal vez algún día me inspire escribir un relato en el que ella acabe más degradada de lo normal.

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    2. Que se folle a alguien más que no sea Carlos tambien sería interesante ya que todos creemos que puede ser el unico en follarsela y que otros se la follen esta muy alejado. Ella perjura que no volvera a follarse a Carlos, y si se la follan otros (un magrebi o un negro) seria muy morboso.

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  10. Como siempre un joyatu relato, sólo que es un poco inverosímil que Aitor perdone esos cuernosz porlo demas es un mega obra este relato.

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    1. Los perdona porque y muy pichon y calzonazos jajaja. Eso potencia a Carlos que ojalá se folle a todas a la vez.

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    2. Exacto. Aitor la perdona porque es un buenazo (todo lo contrario que Carlos).

      Eso no solo potencia a Carlos, sino que también pone en valor a Susana, a la que no quiere perder ni después de pillarla comiéndosela a su ex con la cara llena de semen.

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  11. Hola Doctorbp, madre mia qué morbazo me ha dado este relato, me lo he leído ya 3 veces y no he podido evitar comentar, es la primera vez que veo este blog y la verdad que no sé cómo es que no lo he encontrado antes. Sólo decirte que ha sido increíble, que escribes de 10 y que espero con ansias una continuación. Un saludo.

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    1. Hola Charly281224

      Jolin, me alegro un montón que hayas descubierto el blog y que te animes a comentar. No sabes cómo lo agradezco :)

      Te animo a que leas mis otros relatos y, aunque sean antiguos, si te apetece, no te cortes en darme tu opinión.

      Muchas gracias por los halagos!

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  12. A mi me ha puesto mogollón el momento en el que te dices...bua!! ya esta liada!! Ese momento es del bikini...

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    1. Sin duda, ese es uno de los momentos clave del relato :)

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  13. Como siempre, narrativa excelente.
    Quizás este relato ha sido un tanto previsible.

    Felicidades por el blog.

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    1. Muchas gracias Rot.

      Sí, no niego que en este relato está bastante claro lo que va a suceder casi desde el principio. De hecho, estaba tan claro que mi idea original es que se llamara "Ex". Pero me pareció excesivo jeje

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  14. Que quieres que te diga??? me ha encantado, como casi todo lo que haces, como siempre lo he "disfrutado", c......alm

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    1. c......alm!? jajaja

      Me alegro que te guste todo lo que hago. Y me encanta que lo "disfrutes".

      Ahora a por el siguiente, no?

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    2. Con ganas de que nos deleites con otro relato

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  15. Buenas. No suelo comentar la verdad, pero quiero que sepas que me encantan tus historias y he leído casi todas las que hay aquí. Este relato me encantó, y ojalá ver una continuación con Carlos tirándose no sólo a la protagonista. Por cierto, con respecto a la discusión de los gemidos, yo soy de los que les gustan cuando hay más onomatopeyas. Aunque creo que este está bastante bien. Bueno, esperare el siguiente relato con gusto.

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    1. Pues no sabes cuánto se agradece que te hayas animado a dejarme tu opinión hunterxlr8

      jaja si por vosotros fuera, habría continuaciones de todas mis historias xD

      Lo cierto que la encuesta sobre los gemidos está bastante reñida entre las opciones "Con algunas onomatopeyas, además de descripciones, como suelo hacer: —¡Ah, cabrón! Estoy a puntito… —suspiró entre jadeos." y "Con muchas onomatopeyas, aunque no las admita la RAE: —¡Ahhg, cabrón! mmm estoy a puntito ahhh…". Pero va ganando la primera ligeramente.

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    2. Seguro gana la primera?? Picaron 😏

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  16. Una maravilla de relato!!! Me lo he leído de tirón! Tenía tiempo sin leer algo de calidad! En cierto momento pensé que ibas a incluir más a Berta en todo esto!!

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    1. Gracias.

      El relato narra lo que tenía pensado, pero es cierto que, como siempre digo, las historias a veces tienen vida propia y evolucionan hacia unos derroteros que no estaban previstos inicialmente.
      Sin duda, en este relato, Carlos se podría haber tirado a ambas, a su novia y a su ex, incluso a la hermana de esta última. Y todas al mismo tiempo ;)

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    2. Sería un buen argumento para la segunda parte!

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    3. Creo que queremos ver todos a Berta en accion, la hermana follada y a Susana en un bukkake. Xd xd

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    4. Definitivamente el nivel de morbo sería increíble porque además derriba la barrera de la "hermana" que también sucumbiría ante el cabronazo de Carlos! Algo digno de ser leído! Además Berta podría ser ese tipo de mujer "desgraciada" que se preste para ello, ella y Carlos podrían ser tal para cual

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  17. Me encantó, magnífico, una gran forma de desarrollar las situaciones y los personajes

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    1. Muchísimas gracias por el comentario JahirLugo. Me alegro que te haya gustado tanto :)

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  18. Excelentísimo relato. Espero ver más así, con un trasfondo algo "cuck" donde algún chico o chica tenga que convivir con las infidelidades de su pareja. Te salen muy bien ese tipo de historias.

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    1. Gracias MarRam.

      Bueno, la mayoría de mis relatos son de infidelidad, pero es cierto que no en todos el cornudo es parte tan activa como en este.

      Me alegro que te haya gustado :)

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  19. En la segunda parte, podrias meter a Yamil (Las pozas) y a Nico (Vacaciones en pareja) como colegas de Carlos y reventar a Susana, la hermana y a Berta. Crear un mundo parecido al de Marvel pero con tus personajes. Jajaja

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    1. Ostras! Lo cierto es que es una idea original, eh! El universo doctorbp jajajaja

      Pero si algo no me gusta de las series es la "obligación" a tener que leer todo. Imagínate si monto lo que propones... Aún así como idea me ha gustado, la verdad.

      Lo cierto es que, debido al poco tiempo que puedo dedicarle, sería un proyecto demasiado ambicioso y seguramente, a la larga, perjudicial.
      Ya intenté algo similar con la serie "Epic story", en la que Mónica se iba a encontrar con varios personajes conocidos en una historia que al final quedó en nada :(

      Aunque algún crossover puntual como el que propones sería gracioso.

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  20. Espectacular como siempre... Gracias!

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  21. Es un blog para RELATOS ERÓTICOS ; no para hacer publicidad para encuentros sexuales con supuestas mujeres??? Sexuales

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    1. Gracias Santiago.

      Suelo borrar los comentarios de este tipo, pero últimamente me ha pillado un poco desconectado del blog y se me habían pasado. Ya los he marcado como SPAM.

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    2. No hace falta querido autor.....soy un humilde lector que sigue esperando que pongas gemidos en los siguientes relatos jejejeje. Pero es verdad...éstos blogs son para LEER relatos eróticos (con gemidos 😂)

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    3. jejeje me temo que vas a tener que seguir esperando para ver tus ansiados gemidos.

      Eso sí, para leer el siguiente relato igual no tienes que esperar tanto :P

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    4. Quieres decir hay relato a la vista???

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    5. Un nuevo relato suena excelente. Siendo honesto no conecte del todo con este relato, las partes sexuales son magníficas, pero en si la historia no me atrapo del todo. Solo lo he leído una vez y no me acuerdo muy bien 😂.

      No digo k sea malo, solo que yo no conecte con este relato.

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    6. Sí, hay relato a la vista.

      Pero aviso que es un poco diferente a lo habitual, así que igual no gusta mucho... :(

      Lobo, al contrario, me gusta saber también si no gusta. En general parece que no ha sido así, pero si todo el mundo me dijera que no conecta con la historia sabría que ahí he fallado y debo mejorar. Muchas gracias por el comentario, por supuesto!

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  22. Respuestas
    1. Y yo que me alegro :)

      Muchas gracias por el comentario María Teresa y disculpa la tardanza en contestar.

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  23. Doc. Necesitamos un relato yaaaaa, regrese!

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    1. jajaja estoy escribiendo, pero es un relato largo y tardará en estar disponible...

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  24. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  25. Tu tiene buen material, pero te falta una historia de cornudo y BBC, interracial

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    1. No es mi mejor relato y ya tiene un tiempo, pero puedes echarle un vistazo a https://doctorbpblog.blogspot.com/2012/06/body-painting-sudafrica-2010.html

      Y aunque en estos no solo hay BBC, sí salen negros con grandes pollas:
      https://doctorbpblog.blogspot.com/2012/06/despedida-de-soltera.html
      https://doctorbpblog.blogspot.com/2013/12/carino-ponte-en-forma.html
      https://doctorbpblog.blogspot.com/2020/04/una-fiesta-inesperada.html

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